"¡A mí me pudo haber devorado un león!"
Daniel Valencia Caravantes, Sergio Arauz / Fotos: Fréderick Meza
Le advertimos una cosa: la coyuntura, esta vez, quedaba de lado. Nada de la administración y, gustoso, aceptó. “Mejor. Estas entrevistas son las que más me gustan. Nada de aprietos”, dijo.
Queríamos que se relajara, que nos contara su vida, y que nos permitiera jugar con algunos episodios de su trayectoria política que causaron gracia y, ¿por qué no?, que empañaron su reputación. Por ejemplo, cuando lo agarraron a pedradas en Nejapa, mientras él protestaba contra la construcción del relleno sanitario. O cuando contrató un circo que es una amenaza a la seguridad de los asistentes, o cuando lo acusaron de recibir plata de un casino, mientras su partido estaba en una campaña contra los casinos y él presidía la Federación de Voleibol. En el recorrido nos topamos con un político que, ante todo, conserva la capacidad de sollozar al recordar a su padre y la pobreza que vivió su familia; encontramos a un sobreviviente del terremoto del 86 y a un hombre que incluso encuentra la gracia a un padecimiento que no le permite identificar los colores. "Ya me van a venir a quitar la licencia", dice. Pero el semáforo, al igual que la bandera de su partido -como la bandera de la selección francesa de fútbol-, los reconoce a fuerza de costumbre y memoria.
¿Y ha visto el Mundial?
No he podido.
¿Nada?
Un partido no he podido ver.
¡No le puedo creer!
Ahora solo vi el primer tiempo de Honduras con España. Ayer (domingo) vi unos 20 minutos del de Brasil, en el festival gastronómico que hacemos por el Beethoven. Luego me fui para mi finca.
¿Allí se relaja los fines de semana?
Sí, tengo de todo: chompipes, dos parejas de patos, pelibuey, ovejas, gallos, gallinas, gansos, ganado...
¿Y es cierto lo que dicen del pelibuey, que es bien rico?
Nunca me he comido ninguno, pero dicen que es bien rico. Ya me nacieron crías, esta semana me nació una ternerita, el martes, y un pelibuey varoncito, que ya es el segundo que me dan. Son unos animales bien bonitos. Pero lo que más disfruto es la canofilia. Siempre he sido canófilo por excelencia. Tengo libros y libros de perros, porque tuve un criadero de perros que se llamaba Norton, por mi nombre y el de mi hermano Tony. Quedaba carretera al puerto de
¿Hace cuánto?
Lo quité hace como 10 años porque ya no ganaba nada. Todo me lo robaban. Me robaban las perras recién paridas. Una vez tuve que devolver 15 mil colones porque ya me habían reservado los cachorros de Rotweiler o San Bernardo, pero me los robaron.
¿Y le rendía eso?
Pues sí era rentable porque, en primer lugar, no había competencia en
¿Cuántos tiene?
Hoy solo me he quedado con dos aguacateros, pero son cruzados. Uno se llama Rambo y el otro Rocky. Pero, si los ves, no crees que son aguacateros. ¡Son así de altos! (Los mide imaginariamente, con el brazo derecho). Un amigo me los regaló.
¿Cuánto mide su finca?
Unas 18 manzanas.
¿Y dónde queda?
Aquí por
¿Y eso?
Porque el terremoto fue el 10 de octubre de 1986 y yo la compré con mi hermano el 10 de septiembre de 1986, cuando ni soñaba con ser diputado. Y estaba remodelándola, construyendo dos habitaciones y cambiando el muro de enfrente, invirtiéndole mucho a la casa. Todo se dio circunstancialmente. Un primo que trabajaba de mecánico en Daytona vino a mi clínica...
¿Su clínica era odontológica?
De cirugía maxilofacial, de endodoncia, que era mi especialidad.
¿Cobraba caro?
Fijate que yo la gran ventaja que tenía es que tenía una gran clientela, porque era, quizás, de los odontólogos, y disculpen...
... ¿La modestia?
La modestia, pero de los odontólogos de prestigio quizás era el que más barato cobraba. Yo hice todo mi patrimonio viniendo de una casita del IVU de 4 mil colones, que fue la herencia de mi padre. Mi papá era telegrafista y los telegrafistas de entonces andaban de pueblo en pueblo. Y mi mamá y mi papá me comentaban que en carreta, con una yunta de bueyes, iba la tombilla con los cinco pares de zapatos, los cinco pantalones de mi papá, los cuatro vestidos de mi mamá y así terminaron en Santiago de María, en Arcatao, en Ilopango y en El Congo, donde nació mi primer hermano. Y después, trasladaron a mi papá a Santa Ana. Ahí nací yo. Luego, el coronel Osorio invita a mi papá para que fuera el telegrafista de Casa Presidencial. Entonces solo había cinco teléfonos. El 1, que era del presidente de
¿En qué época era eso?
Tenía que haber sido por ahí en 1949 ó 1950. Entonces, mi papá siempre vivía en la oficina de telégrafos. Mi papá me decía: “Teníamos una cama de pitas con tu mamá. E íbamos de pueblo en pueblo...”. Pero cuando lo invitan a ser el telegrafista de Casa Presidencial, mi papá no tenía dónde vivir, porque no podía vivir en Casa Presidencial con mi mamá, con Tony, que había nacido en el 45, y conmigo, que nací un año después. Mi papá trabajaba turnos de 48 horas. Había un segundo telegrafista, pero él era el jefe de la oficina. Entonces se vino a alquilar un cuartito de tres por tres en un mesón en la calle Modelo. Ahí teníamos un roperito viejo, una camita de pita, donde dormía con mi hermano, hacíamos una gran cola para bañarnos en la pila. Entonces, en 1951, el coronel Osorio hizo que mi papá fuera acreedor de una casa cerca de Cuscatancingo. El 12 de diciembre de 1952, el día de la virgen de Guadalupe, fue que llegué a vivir con mi familia a esa casita. Curiosamente, cuando andábamos en los pasajes viendo las casitas, una casa en particular le gustó a mi papá porque tenía un palito de mango como de un metro en el patio. Y dijo mi papá: “Ojalá que esta nos sacáramos en el sorteo”, y esa le salió.
¿Eran sorteadas?
Sorteo, era meter la mano y sacar un papelito. De ahí me fui hasta que me casé. Ya estaba ejerciendo mi profesión y compré una casa cerca.
¿En qué colegio estudió?
Aquí hice los privados para graduarme de bachiller, aquí en este salón donde estoy. No estaban estas paredes.
¿La alcaldía era un instituto?
El Instituto Nacional General Francisco Menéndez. Pero era otro instituto, distinto al de ahora... Entonces, el instituto daba el primer bachiller de
¿Y cuándo comenzó a ser esta la sede de
Se ha de haber pasado... bueno, no quisiera aventurarme a dar una fecha. Pero el instituto estuvo aquí hasta que... Tal vez algún día le pregunto a Carolina (su asistente).
¿Por qué estudió odontología, si de chiquito le gustaban los animales?
Siempre me pregunté eso, pero era mi aspiración ser odontólogo. Me gustaron también dos profesiones: derecho estuve estudiando, ya de diputado, hasta el ciclo 99-2000 ahí en
¿Por qué no siguió?
Porque cometí el error de usar un interciclo llevando una materia, y ahí me fundí. Yo agarraba tres materias por ciclo, porque no tenía prisa, ya era diputado, ya tenía una estabilidad económica considerable, fui un odontólogo muy exitoso, desde todo ángulo, tanto en ingresos como en el ejercicio de mi profesión. Nunca he encontrado un paciente, cuando he andado en campaña casa por casa, que me diga: “Usted me quitó un quiste y me volvió a salir el quiste”, o algo así.
¿Cuánto tiene de no ver un paciente?
La clínica la quité hace como unos 10 años. Todavía tengo el local, pero en deshuso.
¿El local es suyo todavía?
Tengo dos locales. Me lo alquilaba uno una doctora, pero la asaltaron y le dieron a la hija y quedó traumada. Fueron las... ¡No! Mejor no digo nada.
Sigamos con su carrera: ¿Quiénes eran sus pacientes?
La mayoría eran clientes clase media, media-baja. Nunca fui un odontólogo carero. Siempre hice honor a una frase que decía: “El único trabajo que rinde dividendos, que rinde frutos, es el trabajo que está bien hecho”. Entonces, recibía a muchos pacientes. Tenía un ingreso muy fuerte. Eso me permitió una estabilidad económica.
¿De cuándo a cuándo fue odontólogo?
Yo me gradué el 12 de agosto del 77. Y ejercí, activamente, con toda intensidad, hasta que llegué a
No me quiero imaginar eso de “chejiar” al paciente.
No, vieras, al contrario, es cuando tenés más frescos los conocimientos. Por supuesto que ponés clínica hasta que ya estás en área clínica.
¿Nunca se le fue un dedo?
No, te digo, fui muy exitoso en el ejercicio de mi profesión; a tal grado, que después de haber sido diputado 15 años y un año ya de alcalde, creo que en un 80% mi patrimonio lo he formado en el ejercicio de mi profesión. Nunca he sido una persona que despilfarre el dinero, nunca he tenido vicios, como decir: "Norman anda chupando dos días”. Siempre he sido deportista.
Recapitulemos: en el 86 dice que compró el rancho y apenas llevaba 8 o 9 años ejerciendo. Le iba bien.
Tampoco para que lo pongás, pero yo era odontólogo de 38 mil, 40 mil colones al mes, por muchos años.
Eso era bastante dinero.
Hoy son 5 mil dólares, todavía es pisto. ¿Te podés imaginar hace 25 o 30 años? El dólar estaba a 2.50 colones: era equivalente a 12 mil ó 13 mil dólares al mes. Recuerdo que agarraba 100 colones, billetes de a uno, de cinco y de diez, y me iba para la clínica, para dar vueltos, y siempre llegaba a contar cuánto había ganado, nunca hacía cuentas en la clínica, salía a mi casa, llegaba, lo guardaba en una caja fuerte, y cada dos días remesaba. Pero no me gusta hablar mucho de dinero porque me van a llegar a secuestrar...
¿Al rancho en la playa iba con sus primos?
Es que mi primo vino y me dijo: “Mirá, yo me quiero ir el viernes (10 de octubre)...” Yo me iba a San Diego los jueves y los fines de semana, a ver cómo iba la construcción, pero trabajaba el viernes en la clínica. Pero vino mi primo y empezó a insistir: “¿Por qué no trabajás mañana jueves, así yo me voy el viernes para Sonsonate, y el viernes te vas a San Diego?” Insistió tanto, eso lo tengo en memoria, que al final acepté trabajarle el jueves.