El Ágora /

Murió el pintor Carlos Cañas, el último clásico salvadoreño

Reconocido como un crítico irreverente, Carlos Cañas forjó durante décadas una reputación de francotirador de la cultura nacional. Vivió una vida que siempre describió como dura, pero con la satisfacción de que su trabajo servía para honrar a la patria, a la que retrató en su crudeza y en su ternura.

Lunes, 15 de abril de 2013
María Luz Nóchez

Más de 70 años de carrera y una prolífica producción artística han llegado a su fin este domingo con el fallecimiento de Carlos Cañas, el último clásico de la plástica salvadoreña. Se marcha a sus 88 años con la “alegría extraordinaria de saber que en todos estos años he llegado a quienes he querido: el pueblo'.

El pintor Carlos Cañas rodeado de gran parte de su obra en su estudio en la Colonia Escalón de San Salvador.
El pintor Carlos Cañas rodeado de gran parte de su obra en su estudio en la Colonia Escalón de San Salvador.

Fue el primero en exhibir arte abstracto de corte cubista en el país, por lo que muchos lo reconocieron como el Picasso salvadoreño. Su obra  repasó el indigenismo, el paisajismo, el cubismo, el surrealismo y el expresionismo. En sus últimos trabajos hay una notable abstracción geométrica con la que marcó el regreso a sus orígenes. Su visión hacia el arte salvadoreño reclamaba mayor autenticidad y desmeritaba la postura burguesa, a la que describe como 'llena de dilemas de cosas que no tienen ningún sentido figurado por los valores estéticos'.

Perteneció a la generación de artistas que sentaron las bases de la plástica nacional, relativizando lo académico y privilegiando lo idiosincrásico, en la que militaban Camilo Minero, Luis Ángel Salinas, Mario Escobar. “Todos en forma diferente buscábamos lo mismo: una pintura que fuera salvadoreña. ¿Con qué elementos? Los que fuesen, pero una cosa que tuviera el poder y la fuerza de ser de El Salvador”.

Desde joven se rodeó de pensadores como Salarrué y Alberto Guerra Trigueros.

Cañas ha dejado en su estudio un inventario de más de una centena de óleos, más de mil dibujos y grabados, y un cuaderno de 22 poemas que recoge su breve paso por la lírica. Vendió alrededor de 300 piezas, las cuales están repartidas en colecciones privadas, museos locales y extranjeros, e incluso en la Asamblea Legislativa. Muchas de las ideas que lo convirtieron en un pionero de la plástica en el país las importó de su paso por la Real Academia de Bellas Artes, en Madrid, en donde se enfrentó con el informalismo y la abstracción que se desarrollaban en el marco del franquismo.

Cañas tradujo esas corrientes en un ajuste de los valores estéticos enfocados en la libertad de expresión. Hizo del humanismo su principal bandera y, a través de pinturas, grabados, dibujos, murales y esculturas, denunció grandes violaciones contra los derechos humanos. Ejemplos fieles de ello son el “Poema al mestizaje cultural” que adorna la cúpula del Teatro Nacional, la serie “Testimonios”, que retrata la toma de la Universidad de El Salvador, y “El Sumpul”, la que se convirtiera en la pintura histórica más importante por narrar la masacre de campesinos durante la guerra.

Pese a que era un confeso inconforme por la falta de reconocimiento de su labor artística, Cañas siempre trabajó por el honor a la patria, aunque esta le retribuyera poco, e incluso llegó a considerar que una vez él muriera su obra debería de ser quemada. “Vivimos en un país que queremos y amamos, pero hoy vamos a pensarlo todo al revés para encontrar el buen camino de las cosas, porque si lo pensamos derecho, sufrimos mucho, demasiado”.

El maestro, que por años reclamó sentirse solo por considerarse un desconocido entre las nuevas generaciones, nunca se inmutó por el protocolo, y la franqueza con la que ha criticado a nivel intelectual y artístico las posturas políticas y las corrientes estéticas adoptadas por los demás pintores, le confirieron con los años su reputación de francotirador. Su espíritu de revolución permanente lo instó a romper con las formas tradicionales de la pintura y a reclamar mayor autenticidad en lo que se producía.

En noviembre del año pasado recibió, por fin, el Premio Nacional de Cultura. Al recibimiento de este premio le preceden declaraciones de Cañas en las que había afirmado que solo recibiría un Premio Nacional de Cultura de un gobierno de izquierda. Sin embargo, Cañas recibió sendos reconocimientos durante los gobiernos de derecha, como el que por su labor artística le entregara la Asamblea Legislativa en 1988, la Condecoración José Matías Delgado otorgada por el gobierno de El Salvador en 1992 y el Premio Valor Nacional 2003 de Concultura, además de espacios privilegiados en distintos recintos de relevancia nacional e histórica.


Lea, además:

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.