Premios anómalos por predecibles
Miguel Molina Tobar y Élmer L. MenjívarLos premios de la Academia este año serán recordados como anómalos, en parte por lo que pudieron tener de predecibles en las grandes categorías y en parte por lo que parece ser un giro en la secuencia de premiaciones "menores". Claro, también puede quedarse en un caso raro y único.
The King's Speech ganó con muy poco apoyo. No era una triunfadora tan definitiva como se esperaba, pues en categorías "menores" como Vestuario o Dirección de Arte ganaron otras nominadas. Al parecer, la tradición de tener una película que arrasa no tuvo mucha repercusión esta vez, pues los premios estuvieron muy repartidos. Quizás estemos enfrente de unos premios mucho más justos, que vieron el mérito objetivamente y no considerando la popularidad de cada candidata. La única categoría que pelea esa aseveración es Director, en la cual Tom Hooper gana sin haber sido el favorito en ningún momento, empujado por el favoritismo hacia The King's Speech y dejando al verdadero Mejor director de la noche, David Fincher, sin premio.
Usualmente la Academia gusta de confirmar su elección dando premios en todos los lugares posibles, pero esta vez parece haber elegido, seleccionado con cuidado cada vez que repartía una estatuilla. No querían arriesgarse a parecer convencionales. Querían sorprender.
La repartición fue bastate lógica, por ejemplo, en los "técnicos", que acaparó Inception (Origen), una película cuya nominación en la Mejor Película era extraña al no contar con la de Mejor Director, ni Mejor Edición, ni actuaciones. Pareciera que eso de tener 10 opciones puede resultar en forzar algunas plazas. Es difícil justificar muchas de estas 10 que no recibieron ningún premio.
Sorprendió Melissa Leo con su Oscar como Mejor Actriz Secundaria y Chritian Bale como Mejor Actor Secundario, ambos de The Figther, una película que no despertaba mucho entusiasmo.
Black Swan se ganó para Natalie Portman su único Oscar posible. Las "Independientes" ("The Kids Are All Right”, "Winter's Bone” y “True Grit”) no brillaron, pero lograron exposición, y quizá esa sea la intención.
La ceremonía, que pintaba dedicada a audiencias más jóvenes, tambaleó con el mediocre desempeño de los conductores principales, un James Franco ausente y con la cara a punto de derrame, y una inconstante Anne Hathaway, que salvó su actuación cantando. Todos los presentadores, y en especial los más "veteranos" demostraron que el carisma es cosa de tablas. Y fue hasta irónico recordar al genial Bob Hope para que viéramos cómo se hace de buen anfitrión.
El guiño de presentar las candidatas a Mejor Película con el discurso del rey de fondo fue demasiado descarado para demostrar que no había ninguna duda.
Anómalos, sin duda, pero muy acordes a la naturaleza inestable del séptimo arte.

