El Oscar ha aceptado a Facebook como amigo

Por Élmer L. Menjívar

El reto más grande para “The Social Network”, de David Fincher,  ha sido contar en el cine un suceso en desarrollo y que, además, es sumamente relevante para gran parte de la población que verá la película. La gente espera verdades, y el cine no está para contar verdades, sino para hacer las verdades entretenidas, en principio, y luego para elevarlas a categoría de obras de arte, es decir, de ficción, que podría entenderse como administrar inteligentemente el drama, salpicarlo con comedia y, como en este caso, darle un halo de suspenso judicial.

La película no se trata de un documental, sino de una adaptación de una novela de Ben Mezrich, “The Accidental Billionaires: The Founding of Facebook, A Tale of Sex, Money, Genius, and Betrayal”. La novela está clasificada como “non-fiction”, que hoy en día ya no se refiere a libros periodísticos ciento por ciento, sino a novelas bien documentadas con hechos reales, pero interpretadas y estructuradas literariamente con el fin de hacerlas obras de literatura que aspiran a más a la verosimilitud que a la veracidad, es decir que aspiran a parecerse a la verdad, y no a ser verdad.

Puesto de esta manera, la efectividad de la película dependía del guión, y de hecho, el guión de Aaron Sorkin es una de las fortalezas con las que cuenta. Y se trata de un guión arriesgado que desde el inicio explora fuera de la caja: abrir con una tensa secuencia nutrida de diálogos picados y complejos, presentando de golpe el nudo de la historia y a sus personajes, capaces de presentarse sin más acción que hablar.

Una vez superada la prueba de iniciar contranatura (un profesor de guionismo quizá diría que es un error), la narración se hace en flashback. A pesar de lo apasionante que pueda resultar meterse en los orígenes de un proyecto como Facebook, el guión lo aborda con bastante serenidad, y poco a poco va dejando claro que la película no se trata de Facebook, sino de las consecuencias humanas que sufren los protagonistas. También nos abre de manera natural el ese mundo del mercado de las ideas, de esos bienes intangibles cuyo proceso es inexplicable e indemostrable. Los límites del robo y la inspiración, de la ética y la audacia, de la astucia y la inteligencia, todos quedan difusos.

En The Social Network no hay héroes, todos sus protagonistas tienen una buena dosis de incorrección, y el espectador va y viene constantemente de la simpatía a la desconfianza. Tanto el guionista como el director se cuidan de no sacar conclusiones, esas que las saque el de la butaca, o que no las saque.

Por su parte, los actores, y en especial Jesse Eisenberg, como Mark Zuckerberg, elaboran sus papeles con mucho control y apegados a la intención del director. Quizá el que se deja llevar por el entusiasmo es Justin Timberlake, con un Sean Parker un tanto desentonado. Y vale la mención especial para Armie Hammer, que hace una memorable dos interpretación de los  hermanos Winklevoss, con la ayuda, claro está de la edición y efectistas. Eisenberg fue el que obtuvo una nominación al Oscar para el Mejor Actor Principal, sin embargo, sus posibilidades frente a Colin Firth son casi nulas, pero los Oscar a veces tienen eso que se dice de la política, los únicos premios seguros son los que ya se entregaron.

No dudo que esta película sea recordada como histórica, por ilustrar un momento clave en la evolución de la comunicación humana, y quizá sea material de referencia de época. Sin embargo, para la historia del cine significa la reaformación de David Fincher como un director con ese don tan preciso de poner el ojo como nadie lo pone, con su afán de evidenciar un mundo transreal que no para de cambiar y que cada vez acelera más, pero lo hace reservando un papel innegociable para el individuo, para el imperfecto individuo apasionado y errático, del que depende y dependerá el rumbo de las masas. La mayor virtud de esta película es demostrar que por mucho que un algoritmo consiga emular la vida, ningún algoritmo es posible fuera de una mente viva.

 

The Social Network tiene 8 nominaciones al Óscar: Actor en papel principal, para Jesse Eisenberg; Mejor Dirección, para David Fincher; Edición de película, para Angus Wall and Kirk Baxter; Música (canción original), para Trent Reznor and Atticus Ross; Mejor película, Mezcla de sonido, para Ren Klyce, David Parker, Michael Semanick and Mark Weingarten; Fotografía para Jeff Cronenweth; y Mejor Guion Adaptado, para Aaron Sorkin. Sus posibilidades van por Mejor Guión Adaptado y Director, pero está por verse cuantos “likes” logra en realidad.