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Jairo Orellana Morales, el Rey del Tumbe y las extorsiones

Orellana Morales es el capo emergente del narcotráfico en Guatemala. Se le considera en la actualidad el principal aliado de Los Zetas, también el más sanguinario, así como el dueño de las principales rutas en el oriente del país, en la frontera con Honduras. Por su método favorito de robar droga a otros narcotraficantes es conocido como el Rey del Tumbe.

Miércoles, 20 de febrero de 2013
José Rubén Zamora (elPeriódico) / El Faro

Ciudad de Guatemala, GUATEMALA. El comando uniformado se identificó en la garita de acceso a la colonia El Maestro 1, en la zona 15 de Ciudad de Guatemala, cruzó hacia la izquierda y se enfiló sobre la 0 calle “C” hasta tomar posiciones frente al edificio Multiclínicas, marcado con el número 17-43. Ahí ejecutaron a sangre fría a varios guardaespaldas y con suma eficacia eliminaron al resto que les opuso resistencia. En total, siete custodios murieron en el ataque, pero el comando no logró su objetivo.

Al ingresar a los pisos del edificio en búsqueda del “blanco”, los del comando recibieron una comunicación urgente por radio: patrullas de la PNC estaban bajando por el “columpio” de la zona 15 con rumbo a donde ellos estaban, y tenían que salir inmediatamente del lugar para evitar choques. Eran las órdenes de quienes contrataron a presuntamente a Los Riveritas.

Así se salvó Jairo Orellana Morales del último atentado mortal a eso de las 2 de la tarde del martes 22 de noviembre de 2012. Estaba pagando una afrenta muy grave: haberle tumbado una tonelada y media de cocaína pura a una de las narcotraficantes más poderosas en el Triángulo Norte de Centroamérica, conocida con el apelativo de Reina del Sur, vinculada al Cartel de Sinaloa.

El ascenso del pistolero

Jairo Orellana Morales, alias ‘el Pelón’, fue reclutado desde muy joven, a finales de los años ochenta, por los grupos de pistoleros de la poderosa familia de los Lorenzana, en Gualán (departamento de Zacapa, fronterizo con Honduras), y destacó por su sangre fría para matar y por lo que un testigo describe como “tomarse a pecho los encargos”.

Su esfuerzo y lealtad hacia los Lorenzana pronto fueron recompensados con la asignación de responsabilidades delicadas y cada vez más grandes. Se le encargó la logística de las drogas de la familia, que es el corazón del negocio: ver que el transporte de cocaína pase sin dificultades, hasta su comprador, cobrar el pago, entregarlo a los jefes y finalmente hacerse cargo de las deudas por cobrar.

Por encargo de los grandes capos locales de ese entonces, el 25 de marzo de 2008 Los Zetas matan a Juancho León, el poderoso narcotraficante cuyo poderío e influencia política en todo el territorio se convertía en una amenaza para las familias tradicionales del oriente del país: los Lorenzana y los Mendoza. Ese crimen marcaría el despegue de Orellana Morales en la organización criminal. De inmediato intenta ocupar el lugar de Juancho León, pero la prudencia le hace unirse a otro narco poderoso y sanguinario, Mario Ponce, y a hacer crecer su alianza con Los Zetas. Y es solo cuando Ponce es capturado en Honduras, que asciende a capo.

Como muestra de lealtad hacia sus nuevos socios, Orellana Morales se encarga de eliminar, en operaciones conjuntas con Los Zetas, a varios de los antiguos aliados de Juancho León, entre ellos Giovanni España, el capo de Chiquimula.

Las investigaciones de agencias oficiales, guatemaltecas y hondureñas le atribuyen varios tumbes, la mayoría en Honduras o bien en la ruta Honduras-Guatemala. Su modus operandi consiste en negociar la transacción de cocaína y generar confianza con sus proveedores. Luego acuerda las entregas y roba la droga cerca de las rutas bajo su control, o bien recupera el dinero cuando no logra hacerse del cargamento previamente.

Al grupo Los Valles de Honduras le tumbó 1.500 kilos de cocaína; al alias Pipo le tumbó 1.200 kilos el año pasado en San Pedro Sula, Honduras; y, en contubernio con los Mendoza de Morales (Izabal), hico otro tumbe al grupo de narcotraficantes Los Cachiros, también hondureños.

[Pulse aquí para ver una infografía sobre la influencia de Los Zetas en el nororiente de Guatemala y Honduras.]

Ruta de sangre y fuego

El 23 de septiembre de 2010, los grupos armados de Orellana Morales escenificaron una peliculesca batalla contra Esduin Jerson Javier Javier, un antiguo lugarteniente de Juancho León. A lo largo de 30 kilómetros en la ruta al Atlántico, las nutridas balaceras de fusiles de asalto y de pistolas se intercambiaban desde unos diez vehículos en marcha.

Es también Orellana Morales quien organiza la sonada incursión de Los Zetas en Petén, en mayo de 2011. Con 12 vehículos blindados entra por Sayaxché y se dirige hacia el área central del departamento, subiendo hacia Sabanetas, Dolores, donde se le une el comando de Los Zetas en Poptún. Juntos entran por la calzada Mopán hacia la finca Grano de Oro, propiedad de Giovanni España.

Entre los vecinos de la zona ese encuentro armado es ya parte de la leyenda, por el poder de fuego de los narcos enfrentados y la crueldad con la cual asesinaron a sus oponentes. Orellana Morales y Los Zetas lograron su propósito de sacar un gran cargamento de cocaína de la finca de España, y se marcharon.

Ese mayo de 2011, Orellana Morales se esfuerza, a sangre y fuego, por posicionarse entre los nuevos capos. Parte de su grupo, junto con el Comandante Miguelillo (mexicano) y el Z 200 llevan a cabo –el 15 de mayo– la horrenda masacre de la finca Los Cocos, en el municipio de La Libertad, siempre en el departamento de Petén, cuando decapitan a 27 jornaleros con motosierra y con su sangre pintan amenazas contra sus competidores narcos.

Las pesquisas oficiales identifican a Orellana Morales como el responsable, junto con el Comandante Lombriz, del cruel asesinato del fiscal Allan Stowlinsky Vidaurre, el 25 de mayo. El cadáver del fiscal Stowlinksy (que investigaba la estructura de Los Zetas en Cobán, Alta Verapaz) fue decapitado, desmembrado y tirado en diferentes puntos de la plaza central de Cobán.

Con territorios bajo su control, centenares de hombres armados bajo su mando, importantes lotes de armamento (incluyendo cohetes aire-tierra) y con una superioridad operativa que da cuenta de la eliminación de narcos competidores, Los Zetas convierten a Orellana Morales en su lugarteniente en el oriente y sur del país. Controla además los pasos ciegos en la frontera con Honduras. En este país su principal socio es Jorge Galdámez, alias el Corvito, su socio en una tienda de ropa de alta costura, que utiliza como fachada para blanquear el dinero de los tumbes.

Después de la extradición hace dos meses de Walter “El Tigre” Overdick, el principal socio de Los Zetas en Cobán, Orellana Morales tiene ya la supremacía territorial. Bajo él está la estructura de extorsiones y secuestros de Los Zetas a nivel nacional.

Los Lorenzana han tenido que arreglar la relación con Orellana Morales, para evitar que Los Zetas (que ya los extorsionan) los eliminen; les proveen droga y vehículos blindados en “señal de paz”. Orellana Morales, que empezó como pistolero de los Lorenzana, mantiene vínculos, pues tiene una hija con Julie Lorenzana, una de sus convivientes.

Orellana Morales ha resultado ser el puente con el Coronel 200, comandante de Los Zetas. Julie es tía de Haroldo Lorenzana júnior, nieto de Valdemar Lorenzana, quien a sus 22 años, por la desbandada de la familia (capturas, extradiciones, etcétera) está a cargo del negocio criminal y es el autorizado para el manejo de las grandes transacciones de cocaína, empleando, por cierto, propiedades de Jairo Borrayo (Bingotón Millonario), socio de Marllory Chacón, a quien Orellana Morales le tumbó.

Ya se ve que en el hampa las alianzas son frágiles, y más en esta escuela de capos que se han sucedido en menos de una década: Juancho León, Mario Ponce y Orellana Morales.

© Aldea Global, S.A. (elPeriódico)
Este artículo fue publicado originalmente el 11 de febrero de 2013 en elPeriódico.

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