El Ágora /

'Hay gente que vio el libro y lloró porque lo vio como una ventana a algo que no entendían'

Más de 2 mil jeroglíficos mayas han sido descifrados desde 1950 hasta la fecha, pero poco se ha conocido al respecto fuera del mundo académico. La diseñadora y artista salvadoreña Frida Larios ha empezado a reducir esta brecha con una audaz propuesta de escribir la actualidad con símbolos mayas. También habla críticamente sobre el panorama local para los artistas visuales.

Martes, 5 de febrero de 2013
María Luz Nóchez / Fotos: José Carlos Reyes

En su afán por salir de lo cotidiano y harta del minimalismo que empezaba a diluirse en la capital británica, la diseñadora salvadoreña Frida Larios decidió empezar su ruta hacia el Nuevo Lenguaje Maya. Desde antes de partir a Londres, Larios ya había empezado a experimentar con lo vernáculo y lo folclórico en sus diseños. Sus intenciones eran claras: quería estudiar las raíces culturales de El Salvador. En 2003, la diseñadora partió a la prestigiosa Central Saint Martins College of Arts and Desing, en Inglaterra. Para llegar hasta allá presentó un proyecto cultural aún sin definir para postularse y obtener una beca.

Larios ha creado un sistema visual y conceptual inspirado en el sistema de signos de los mayas. Su metodología se basa en rediseñar y aplicar a la vida contemporánea el sistema de símbolos de los mayas, intercambiando uno de los elementos de un significado por uno socialmente reconocido. Para ponerlo en marcha se auxilió de epígrafos, antropólogos, investigadores y, sobre todo, de la experiencia de vivir en la Hacienda San Lucas, en Santa Rosa de Copán (Honduras), en donde, según dice, aún se siente la presencia de Yax Kuk Mo, el primer rey de Copán.

Aunque su máster en comunicación del diseño complementó su perspectiva como artista visual para encontrar la fuerza de lectura y reconocimiento de los jeroglíficos que ha rediseñado, su interés por difundir sus raíces culturales lo relaciona con los 12 años en que representó al país como voleibolista de playa. “Es una mezcla bien rara, deporte y arte”, bromea, y reconoce que viajar a Brasil, Portugal y Estados Unidos y conocer la cultura de estos países fue parte de su inspiración y determinación para promover la propia, tomando como base el desconocimiento que en Mesoamérica se tiene sobre los más de 2 mil jeroglíficos que han sido descifrados hasta la fecha. Cabe destacar que lo más que enseña el sistema educativo sobre los símbolos mayas son los números.

Frida Larios, diseñadora gráfica, artista visual e investigadora salvadoreña. Embajadora del Indigo, un proyecto en línea de diseño para promover las raíces culturales.
Frida Larios, diseñadora gráfica, artista visual e investigadora salvadoreña. Embajadora del Indigo, un proyecto en línea de diseño para promover las raíces culturales.

Ahora, la artista y diseñadora representa a Centroamérica como embajadora de la Red Internacional de Diseño Indígena (Indigo), plataforma en línea que por medio de la práctica del diseño contribuye a la formación de identidades culturales. Su boleto de entrada fue su primera serie del Nuevo Lenguaje Maya que narra la historia del sitio arqueológico Joya de Cerén, ubicado al occidente de San Salvador. Esta primera serie se complementa con las aplicaciones que de estos conceptos la artista ha realizado en textiles, joyería, juguetes educativos e identidades de marca.

Una década de estar fuera de El Salvador no es algo que le juegue en contra a la hora de verter sus opiniones respecto a la manera en que se maneja visualmente la identidad cultural. Por el contrario, observar desde el exterior le permite tener una perspectiva más amplia y crítica sobre las cosas que está haciendo mal el sistema para promover a los artistas.

¿Cómo nació el interés por lo precolombino estando en Londres, una ciudad en donde no existe un referente inmediato de la cultura maya?
Sí, lo precolombino es lo último que se viene a la mente estando en Londres... pero precisamente ese ambiente que es tan avant garde, de romper esquemas, y con una tradición artística muy diferente a la de París, que es más femenina, te reta más. En 2004, cuando tomé la decisión de dedicarme a trabajar con los jeroglíficos, ya estaba un poco hastiada del minimalismo y decidí trabajar con las formas mayas, que son intrínsecas, orgánicas y todo tenía un simbolismo, y eso es lo que me fascina del pensamiento de los artistas mayas.

Más de 2 mil jeroglíficos han sido descifrados desde 1950, pero en su libro nos presenta alrededor de 25 nuevos.
Es mi pasión. Yo fundé un estudio de diseño gráfico hace 10 años acá en El Salvador y desde entonces ya tenía esas inquietudes, ya tenía esa filosofía y esa visión. Todos nuestros estilos eran bien vernáculos, folclóricos. Siento que sembré una semillita, porque después nació Guaza, Limón, Sandía, todos eran frutas. Después me independicé y dejé de hacer diseño gráfico y me dediqué solo al Nuevo Lenguaje Maya. Hasta cierto punto siento que mi Nuevo Lenguaje Maya podría ser todavía más moderno. Pero al mismo tiempo siento que como tiene el componente educativo, las líneas tienen que ser claras y concisas para perseguir ese objetivo.

¿Y ahora qué sigue?
En el libro también presento algunas aplicaciones de los jeroglíficos a marcas. Estoy trabajando en una nueva serie que tiene que ver con los dioses del inframundo. Pero hay un millón de fuentes de inspiración, la verdad; depende de lo que incluya el brief sigo investigando. En el caso de la nueva serie, solo he podido investigar las vasijas, ya no son jeroglíficos estándar. Por ejemplo, los murciélagos aparecen de formas distintas en las vasijas, pero hay rasgos específicos que se repiten en todos, como que tenían manchas de jaguar.

Dice que no se considera una experta en jeroglíficos ni en antropología. ¿En quiénes se apoyó para empaparse de la mística de este lenguaje de símbolos?
Me entrevisté con algunas personas del British Museum, porque ahí tienen investigadores que están trabajando en eso. Recibí un curso con Timothy Laughton, profesor de la University de Essex, Inglaterra, y él también me dio un poco de asesoría con el proyecto. Vivir en Copán me fue de gran ayuda, porque ahí llegan los investigadores, antropólogos. Solo poder hablar con ellos ha sido bien enriquecedor para mí, que vengo del mundo del arte y del diseño.

¿Por qué decidió empezar con Joya de Cerén?
Primero, porque está en El Salvador y porque es un sitio en donde habitaba gente común. No eran grandes templos en donde se hacían rituales reales del gobierno. Básicamente se descubren aspectos de la vida cotidiana, que yo pienso que uno como persona común se relaciona más fácilmente con eso. Yo quería que tuvieran ese efecto de narrativa para que ayudara a la comprensión del sitio.

¿Cuál fue el proceso que siguió hasta terminar en el Nuevo Lenguaje Maya?
En el posgrado presenté la clasificación y redibujé los jeroglíficos tal cual, los vectoricé y todavía no les puse color. Eso me sirvió para hacer la relación con su pensamiento, que es parte del proceso de empatía con el artista. A partir de eso, fue la misma necesidad de comunicar, en este caso los contenidos de Joya de Cerén, para apoyar las infografías de la señalización. No le encontraba sentido a que tuvieran infografía globalizada. La necesidad de querer darle vida a la historia a través de recursos visuales locales fue lo que hizo que nacieran mis conceptos. No existía en el lenguaje de ellos, por ejemplo, un jeroglífico de volcán en erupción, pero sí existían subjeroglíficos. Lo que he hecho es recombinarlos o recomponerlos y darles un significado más relevante. No son parte del vocabulario político. 

¿A qué se refiere con la empatía del artista?
Es lo que a mí me gusta llamar el ojo del diseñador, que ve más allá de lo que una persona normal observa. En este caso, de intuir un poco las intenciones de los artistas mayas, pero informado por previas investigaciones de la parte epigráfica. Hay cosas que son y no son, por ejemplo hay uno en donde aparece un niño con la cabeza partida y es como un hombrecito, que quiere decir que es el nacimiento de la planta del maíz... Así es todo en ellos, muy mitológico, metafórico, semántico, y por eso digo que me ayudó estar en Copán, porque es como que estén ahí todavía. Se siente que el rey ahí es Yax Kuk Mo, el primer rey de Copán. Están bien cerca de la cultura, todo está bien palpable y grita ¡aquí estamos! Y esto era parte del objetivo de ellos, hacer que sus mensajes se vieran. Hay gente que ha visto el libro y ha llorado, porque lo ven como una ventana a algo que no entendían.

Dije con diseño de Frida Larios, que representa la Hacienda San Lucas, en Copán. Como toda su obra inspirada en el arte de los jeroglíficos mayas, sus conceptos están dotados de un significado lingüístico y cultural.
Dije con diseño de Frida Larios, que representa la Hacienda San Lucas, en Copán. Como toda su obra inspirada en el arte de los jeroglíficos mayas, sus conceptos están dotados de un significado lingüístico y cultural.

¿Cree que la campaña de expectación que se montó con el bak’tun y el supuesto fin del mundo ayudó a que la gente conociera más sobre esta cultura?
Para mí fue un poco decepcionante porque no hubo una sincronía entre los gobiernos de todos los países que forman parte del Mundo Maya. No se vino a oír sobre eso sino hasta octubre y noviembre, y tenían que haber empezado desde 2010 a hacer una campaña de relaciones públicas, empezar por lo menos a crear noticias al respecto de los mayas de una forma positiva. Este era el inicio de una nueva era. Para ellos todas las fechas claves de su calendario eran celebradas con rituales. Todo: el fin del verano, el inicio de la época lluviosa, todo tenía razón de ser. Esto no era el fin del mundo, obviamente, porque eso solo fue amarillismo, pero sí fue una fecha muy significativa.

¿Cómo se ve la cultura de El Salvador del siglo XXI desde fuera?
Se lo respondo a través de una anécdota: en una feria mundial llevaron un stand de El Salvador hace algunos años, y los banners promocionales eran sobre la industria en El Salvador, la maquila, una cosa totalmente ajena. Los japoneses llegaron al stand y se preguntaron dónde está la cultura de El Salvador, casi se sintieron como mofados porque ellos querían ver las raíces históricas y no cosas que no tienen trasfondo. Pienso que esa parte es la que falta. Mi parte es de lo maya, y es algo que en todo sentido puede ser informativo como propuesta, empezando desde los diseños locales inspirados en tendencias nórdicas. No soy la primera en hacerlo, pero sí he persistido bastante y eso ha tenido un pequeño impacto.

¿Su papel como embajadora de Indigo para Centroamérica busca paliar estos vacíos?
El diseño transforma y da otra visión. Ahorita básicamente lo que se está haciendo es crear vínculos y proponer proyectos que tengan base en la región centroamericana, sobre todo en la gente maya que vive y que tiene poco conocimiento o contacto. Lo ideal sería que hubiera más conciencia cultural y yo lo estoy haciendo desde lo visual, pero hay miles de fuentes de inspiración.

¿Qué tipo de proyectos?
Empezar proyectos como el Nuevo Lenguaje Maya que tenga aplicación en otros lenguajes, y documentarlos; hacer colaboraciones para que sean difundidas a través del portal y que se puedan hacer en el futuro otros congresos regionales. La región tiene muchas cosas que nos unen culturalmente. Pero no hay algo específico. Ahorita lo que estamos haciendo es replanteando Indigo para plantearlo localmente.

¿No hay conversaciones aún con los países de Centroamérica?
Yo he hecho varios contactos para hacer algo regional, pero todavía no hay nada específico. El único proyecto es el de hacer una publicación en donde se documenten todas las investigaciones que se están dando en la región en conexión con el diseño indígena.

Y aquí en El Salvador, ¿con quiénes se ha puesto en contacto: con la Secretaría de Cultura?
Estaba en contacto con ellos cuando aún era Concultura, pero han cambiado tanto que no tiene continuidad. Todo ahorita lo estoy haciendo independiente, con Indigo. En un punto dije: los medios de comunicación son la mayor arma que hay para difundir ideas en estos momentos, entonces no se necesita realmente de un gobierno. Sería lo ideal. Ahorita con el gobierno de Funes no he tratado de hacer ningún contacto. No me di por vencida, pero es difícil. Hay muchisisíma burocracia. 

¿A qué atribuye la falta de interés por parte del Estado en difundir las raíces culturales?
No existe determinación. Le pongo de ejemplo el sistema de escritura de los mayas. Ellos tenían ese sistema de escritura que era común en toda Mesoamérica durante 500 años. Eso requeriría una determinación... muchas Secretarías de Cultura durante muchos años y todas de acuerdo en el CA4, por decir. Es casi imposible. Solo se ponen de acuerdo para negociar con los Estados Unidos y todo lo relacionado con las maquilas, ese tipo de cosas que se ven beneficiosas para un país, y la verdad es que es lo peor que puede pasar, porque los campesinos abandonan la autosostenibilidad por ir a trabajar a una maquila por 1.50 dólares al día, ¿qué dignidad hay en eso? Y esas son las cosas que le preocupan a los gobiernos... Al pasado Ministerio de Turismo lo que le preocupaba era cuántas habitaciones de hotel puede tener El Salvador para albergar a los ejecutivos que venían a hacer negocios al país. Estuvo enfocado solamente en la parte de negocios. Las preocupaciones son otras.

¿Cómo se percibe desde fuera el papel que desempeña el artista en la sociedad salvadoreña?
Creo que falta un programa de becas para que un artista se tome un año y se dedique a desarrollar una obra. No se han dado los recursos, ni el contexto, ni los programas para que se dé aquí en El Salvador. Para mí eso sería algo sencillo que se tendría que hacer para que realmente haya una práctica menos de subsistencia. Hay muchos artistas que tienen un trabajo de día, y de noche hacen su arte o sacan sus productos artesanales. Son pocos los que se pueden dedicar de lleno y decir “vivo de mi arte”, y que tengan un espacio o su propio estudio. Es como un círculo vicioso, el artista necesita tener un ambiente en donde se aprecie ese arte y en El Salvador es poco lo que se ofrece, muy poco. Se necesita apoyar a los artistas y tener programas que apoyen su estilo de vida. Hay tanto trabajo en el gobierno que se puede hacer para cambiar muchas cosas, incluyendo los programas educativos, y contratan, por ejemplo, a agencias de publicidad que muchas veces son franquicia de una agencia en Nueva York o Londres, que son globalizadas, en vez de darle espacio u oportunidad a artistas locales. Por ejemplo, el logotipo de la marca país.

¿El de los tres engranajes?
Sin comentarios... o sea, terrible. Ni sé qué agencia lo hizo, pero fue una de las globales. Realmente decepcionante.

¿Y el logotipo del Bicentenario qué le pareció?
Horrible.

Ese salió, precisamente, de un proyecto de los alumnos de la Mónica Herrera.
No sabía yo quién lo había hecho, pero puedo decir que no me gusta. Yo di clases en la escuela y mucha de mi cátedra fue de proyectos culturales. Falta investigación, eso es lo primero. Y para hacerla se necesita tiempo, y alguien tiene que financiar ese tiempo. En el caso de las universidades, para eso están, son las que deberían de liderar esos cambios.


 

Vea un poco del Nuevo Lenguaje Maya, la propuesta de Frida Larios

Cada ejemplar del libro es hecho a mano por la autora, con técnica de serigrafía

sobre papel Fabriano; la portada y la contraportada están prensadas con madera barnizada.

Para adquirirlo se hace un pedido directo a Larios a través de su página web.

El precio por unidad es de 300 dólares con pasta duras y $200 con pasta suave.

Extracto del libro 'New Maya Language', de Frida Larios.

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