El Ágora /

'He ido a casas de ricos que pagan porque llegue a pelear ahí'

Guenadi Gálvez es un profesional de la violencia. Desde matón de colegio hasta presidente de la Federación Salvadoreña de Sambo y Grappling. Ha ejercido esta diferentes disciplinas de las Artes Marciales. Y, algunas veces, le ha dado resultado. Viajó a Cuba con una beca para estudiar yudo, ejerció de profesor de educación física en la Universidad de El Salvador, fue parte del equipo de seguridad que acompañaba al candidato presidencial Mauricio Funes y hoy regenta un gimnasio donde enseña sambo, una forma de lucha creada en la antigua Unión Soviética, a un grupo de jóvenes conocido por las iniciales de PUMAS. Es fácil notar en cada respuesta cómo disfruta hablar de sí mismo. Detalla con orgullo las heridas que le ha dejado una vida de puñetazos, patadas y estrangulaciones, y no le avergüenza reconocer que ha perdido más veces que las que ha ganado en las 200 peleas que estima haber enfrentado. El “Oso Ruso”, como se le conoce en su gremio, solo evita detalles cuando recuerda una época en la que peleó por dinero para entretener a hombres ricos en fiestas privadas. Hoy, en su gimnasio y en su vida, solo hay una regla inquebrantable: “No hay nadie por encima de Guenadi Gálvez”.


Martes, 29 de marzo de 2011
Edu Ponces y Ludwin Majano

 

Guenadi Gálvez tiene una licenciatura en cultura física de Cuba. Foto: Edu Ponces
Guenadi Gálvez tiene una licenciatura en cultura física de Cuba. Foto: Edu Ponces

Volvamos a Cuba. ¿Cuándo llegaste a la isla?
En 2001. Casi después de los terremotos de aquí. Yo entré a la UES a estudiar licenciatura en deportes, quise estudiar eso porque quería estudiar pegado a lo que a mí me gustaba. Te soy sincero, me gustaban las matemáticas, el estudio social. Mi papá es un sociólogo de primera, es licenciado en filosofía graduado en la Unión Soviética. Mi papá es una de las personas más inteligentes de este país, me atrevo a decir, y él quería que su hijo estudiara medicina, ingeniería... Y yo dije que no, que quería estudiar licenciatura en deportes, aunque comencé a regañadientes. Un día, un maestro me dijo: “Mirá, hay un chance para irse a entrenar a Cuba”. Ojo, yo hice las pruebas y todo para ir a entrenar, y yo pensé: “Vaya, vamos a entrenar, pues”. De paso se podía estudiar allá, pero yo dije que eso lo evaluaría. Cuando me fui para allá, iba con la idea de entrenar en Cuba y de tener el estudio como segunda opción. Un año antes se había ido la hermana de la que en ese entonces era mi novia.

¿Y cuánto tiempo estuviste ahí?
Estuve cinco años, entre idas y venidas. Cuba me dejó grandes oportunidades de suerte.

Vaya, y un título. ¿Cómo se llama?
Licenciado en cultura física.

Vaya, pero vos te definías al principio como peleador. Pasó el estudio, ¿cómo empieza el trabajo?
El trabajo empieza, bueno cuando vengo, parte de mi tesis la había hecho con los yudocas de la Universidad de El Salvador, yo siempre entrené yudo en la Universidad. Mi maestro Mauricio Sandoval, que es un genio de la biomecánica y las partes de combate, se fue de la Universidad y dejó el puesto vacante y yo llegué a dar clases ad honorem al principio.

Vaya me voy a poner un poco de abogado del diablo…
Dale, dale.

Yo me dediqué durante un tiempo a artes marciales tradicionales japonesas como karate kyokushinkai.
... Ah, sí, karate.

Me imagino que a vos las artes marciales tradicionales no te gustan mucho, no creés mucho en ellas…
Es que yo sí creo en las artes marciales, en lo que no creo es en los charlatanes que a veces llevan las artes marciales, o sea aquí tenemos un problema grande en este país, de que aquí vienen, y no sé si voy a herir algunas sensibilidades, pero lo que sí es que cambiamos oro por espejos, ¿verdad? Ustedes saben que durante la conquista mucho españoles vinieron y se llevaron nuestro oro y lo que nos dejaron fueron espejos y ahora seguimos haciendo lo mismo, nos hemos quedado igual y esa se le llama complejo de la maldición de malinche…

No, pero me refería más que nada en que… ¿Vos no creés en la no violencia, por ejemplo?
No, no soy partidario de la no violencia, en ningún momento. Yo creo en la violencia siempre y cuando sea una violencia controlada, dirigida y contundente. La violencia es igual que la elegancia…

Controlada, dirigida y contundente…
Sí, así es. La violencia es igual que la elegancia, tiene que ser usada solamente en casos especiales pero cuando se usa tiene que ser usada contundentemente para que surta efecto.

Yo creo que el adjetivo que nos sorprende a todos es “contundente”. ¿A qué te referís con contundente?
O sea a que si vamos a ser violentos y ya traspasamos la barrera y tenemos que llegar a ser violentos, seamos violentos y seamos violentos de un solo hasta lograr nuestro objetivo. Siempre he sido una persona que considero que yo voy a llegar hasta la últimas circunstancias que me permitan mis decisiones, así. Entonces, si yo me meto a pelear voy a pelear, voy a pelear hasta las últimas circunstancias, si yo me meto a practicar algo, lo voy a practicar hasta las últimas circunstancias.

La pregunta que se me vienen a la mente: definí violencia, entonces.
Violencia es el acto en el cual vos de manera física, sicológica y moral tiendes a lastimar, a transgredir, a romper, a repeler cualquier tipo de persona, de situación o de animal, de lo que se te venga. Entonces viene algo hacia vos o tenés algo enfrente vos tenés dos caminos: lo podés bordear, que no siempre se puede; podés saltarlo, que no siempre podés; podés destruirlo, que es uno de los caminos, si es una persona podés platicar con él, ¿verdad?, ¿pero y si no quiere? Imagínate estás en una gasolinera y viene un tipo con un cuatro por cuatro y se te mete enfrente, yo me bajo del carro y le digo, “Hey apártese”, y si el tipo me hace como que no, bueno, voy y primero le exijo una explicación: 'Bueno, ¿y por qué se ha metido?' Hay veces que hay gente que dice, 'bueno, porque mi carro es más grande que el tuyo'. 'Ah, bueno, porque el tuyo es más grande, entonces yo pego más duro', je. Y eso se da.

Aunque hay algunas veces que esos problemas se solucionan con una 9 milímetros…
Sí. Y es que todos los peleadores, todas las personas que somos así tenemos fecha de vencimiento, todos tenemos fecha de vencimiento, todos estamos conscientes de que un día puede venir un loco y te puede matar. Peor en este país aunque no hayás hecho eso te pueden matar, entonces de qué salís, que un loco allá en la Zacamil venga y saque un pistola y tire una granada y te mate…

Descontando las peleas oficiales como torneos, peleas varias… ¿cuántas peleas extraoficiales vos calculás que has tenido? ¿Te ha tocado fajarte a alguien que vos no pensaste que ibas a fajar?
Sí, un montón…

Pon un número. ¿Cuántas peleas vos has tenido en la calle?  
Más de 200 quizás…

¿Cuántos de esas has ganado?
¡Uh, unas 50 o 75, y la mayoría las gané cuando ya estaba grande! Generalmente de pequeño solo era el bicho que se te iba encima ¡ta, ta, ta!, y le pegabas tanto… Y él se levantaba, te volvía encima, tanto de que vos decías 'no, con este chavo mejor me voy'. Pero no ganaba la pelea normalmente. Sin embargo, me dejaban de molestar, me dejaban de molestar.

¿Te consideras un hombre violento?
Me considero un hombre violento, cuando es necesario. Normalmente soy una persona bastante amigable, tranquila, serena. Pero también si algo me ataca o veo un peligro en algo, no dudo en responder de una manera violenta y contundente.

¿Y qué tan susceptible sos a sentir que es necesario ser violento?
Depende de qué tan susceptible sea el otro tipo, en querer violentarme a mí o a las personas que sean. Entonces, si yo veo que alguien viene y me viene a empujar, inmediatamente le suelto un golpe, pero si vos venías solamente gritando, primero te voy a gritar yo.  

Más de 200 peleas. ¿Cuántas heridas de guerra serán esas?
¡Uhhh! Dientes quebrados... por ejemplo, este diente así tiene una historia de una patada. Pero mirá, huesos rotos, bueno, ahorita tengo el dedo del pie fracturado, tengo más muelas aquí quebradas, no veo de este lado, me botaron la retina y la córnea en una pelea, entonces no veo así. Yo veo como que tuviera un papel, por vez que cuando quiero volver a verlo tengo que voltearme completamente para poder verlo así. Entonces es un costo bastante grande, sin embargo, un costo que me ha permitido de que nadie se quiera meter conmigo que en un barrio violento donde vivimos, mi pasaje es un pasaje tranquilo.

¿Vos lo has hecho tranquilo?
No lo he hecho tranquilo sino que la gente como que… “Mejor no, no metamos ahí, mejor vámonos por otro lado”. Y quizás pueda ser por mí quizás no, pero es uno de los factores que ha llevado a eso. Mirá, ustedes no están para saberlo ni yo para contarlo, como decían en Chespirito, pero el lugar donde yo he caminado durante campañas políticas, durante visitas, antes yo iba a una iglesia, porque yo dejé de ser ateo y comencé a creer en Dios, luego me volví a hacer ateo después de lo que vi en la iglesia, así. Visité iglesias, trabajé en fundaciones y otros lugares de que a cualquiera le enchinan la piel y si no tenés carácter y un temple fuerte no salís de ahí.

¿Por qué El Salvador es uno de los países más violentos? 
Primero por el legado que nos dejó la… voy a tocar otras sensibilidades, pero yo creo que la herencia de la conquista española viene por ahí…

Podés tocar susceptibilidades tranquilamente…
También de que somos un país muy pequeño y yo una vez estaba pensando, hablaba con mi papá y 'mirá, papá, ¿cómo es que nosotros sobrevivimos a que no nos absorbieran?', y me dijo es que fuimos un país en el cual se quedaban los gañanes y se quedaban los piratas, los malditos, los que no querían en otros lados y se venían aquí y se convertían en nobles y mandaban y así. Y siempre hemos sido un país hecho para competir contra Guatemala, para competir contra México, a ver quién es el más gañan, a ver quién es el mejor. Aquí todos los chistes que se cuentan son de un salvadoreño, de un mexicano, de un costarricense, de un no sé quién y que el salvadoreño es el más vivo. Entonces debido a que siempre nos queremos pasar de vivos, siempre transgredimos el derecho del otro.

Estima que ha tenido en su vida unas 200 peleas... que le han dejado numerosas cicatrices, fracturas, pérdida de visión... Foto: Edu Ponces
Estima que ha tenido en su vida unas 200 peleas... que le han dejado numerosas cicatrices, fracturas, pérdida de visión... Foto: Edu Ponces

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