¿No le parece curioso que esa gran generación de periodistas hayan crecido justamente en El Diario de Hoy?
Mirá, creo que de alguna manera se fue probando que se podían hacer cosas con bastante o algún dominio de libertad. Entonces, provocaron unas grandes historias, grandes historias. Yo les ayudaba mucho, les corregía mucho el método, los guiaba, pero grandes periodistas todos ellos, grandes periodistas. En el fondo el secreto era el clima. Creo que nadie, mientras yo estuve ahí, puede decir que yo le dije: “Esto no se publica”. Más bien, muchas cosas se hacían casi clandestinas. Yo lo que decía es: “Trabajemos, que este tema no haga ruido. Usted y yo vamos a tener un secreto. Cuando el producto esté terminado, yo voy a hacer la venta ante los dueños”. Y en honor a la justicia, nunca dejaron de publicar. Así que absolutamente cero historias de esas. Es más, doy un detalle: la publicación de las escuchas telefónicas...
¿El B-9?
Eso. Yo nunca había visto un diario que se jugara los ocho de sus 10 principales anunciantes con esa historia. Porque esa historia afectaba a accionistas de la telefonía. Ahí estaban desde TCS hasta los bancos, que al fin y al cabo castigaron, pero El Diario se la jugó y publicó. Eso no lo volví a ver. No es cualquier medio que se juega ocho de sus 10 principales anunciantes y eso fue lo que pasó con esa historia.
Hay un montón de versiones alrededor de esa historia: parar imprenta, no parar imprenta, meter la publicación bajo de agua...
... Es correcto. Hubo un poco ahí...
... Cuéntenos...
No, mejor no.
Ja, ja, ja... Casi que se publicó a la fuerza.
No, no, a la fuerza no. No, hubo una persona importante ahí que dio un aporte muy valioso para que eso se publicara. Un aporte con mucha valentía.
¿Externo?
No, no, no, interno en El Diario.
¿Se puede saber el nombre?
¡Dejémoslo así, mejor!
Ja, ja, ja.
No, no, no. Pero no fue forzado ni en rebelión, ni en nada.
Usted representa mucho de esto de lo que estamos hablando, de algo como un maestro jedi liderando a un grupo de padawans.
Ujum.
También se habla de otra época de El Diario de Hoy, después de esa, ya como un períodico con periodistas dormidos, que se acuestan con el poder...
... No, yo salí de El Diario y de ahí para adelante no me responsabilizo de nada. Es que no entiendo la pregunta.
Está el momento en que los periodistas estos se estaban formando, que se veía a los jóvenes padawans y el maestro jedi era usted, pero algunos hablan de que usted se durmió porque empezó a coquetear con el poder. Hablamos de la etapa de Francisco Flores.
¿Por qué? Mire, le voy a poner ejemplos: ¿Quién fue el que reventó a Perla? El Diario de Hoy y estaba Paco Flores. Y le hago memoria: ¿Quién defendía a Perla? La Prensa Gráfica. Revise las ediciones. Ahí están las ediciones. Igual, ni con Paco Flores ni sin Paco Flores, ahí se ocultaban cosas. Que me diga usted un periodista que llegara a mí y me dijera que había esto y que había que investigar, y que yo le dijera “No, porque está gobernando Paco Flores”. Ninguno puede decir eso. Nadie, nadie.
Hablo también de la línea editorial de El Diario, en estas notas diarias que uno lee… un ejemplo, uno puede ver imágenes de ahora: “Golpe a la libertad de expresión”. En ese momento, cuando gobernaba Francisco Flores, era obvio el coqueteo con el poder, con Francisco Flores.
Es que no es un asunto de poder o de coquetear con el poder. De alguna manera hay que entender que los diarios y los medios tienen un dueño. Yo siempre decía: “Mire, con los dueños hay que negociar, hay que respetarlos. Son los dueños”. Ahora, en ese momento el país tuvo una visión equivocada o no que alguna manera encabezaba el gobierno de Flores y que El Diario de Hoy endosaba esa cosa. Pero en realidad quienes finalmente ponen una línea editorial son los dueños.
Entonces no era Lafitte Fernández sino los dueños quienes estaban endosando las políticas públicas de ese gobierno casi que en su mayoría...
Es que todos los medios son así. Todos los medios tienen un dueño. Pero callar cosas porque el presidente era Paco Flores, eso no es cierto. O que yo le dijera a un periodista: “Esto lo vamos a callar porque está gobernando Paco Flores”... ¡Que me lo diga en mi cara porque eso no es cierto!
¿Usted sintió un punto y aparte bajo esa lógica de “quien manda es el dueño del proyecto'?
La verdad es que en muchas etapas ellos fueron muy comprensivos, pero sí... ¿cómo te lo digo?... sí, de alguna manera... ve ahora, ahora hay un proyecto político que, de alguna manera, los medios tienen altos y bajos, pero hay que entender que los periodistas, lamentablemente, no son los dueños de los medios. Hay medios con propietarios y empresarios que piensan de una manera, editorializan de una manera y guían el periódico de una manera, y no hay, ni aquí, ni en Centroamérica, medios que orinan agua bendita ni periodistas que orinan agua bendita, eso no existe, aquí no nos engañemos, ni engañemos a la gente, que al fin y al cabo quienes trazan los caminos fundamentales son los dueños. Que tú llegás y dicés: “Mire, voy a denunciar esto, que voy a hacer esto o voy a hacer lo otro...”, eso sí es viable, pero los dueños son los que finalmente... y esto no lo hago ni en forma acusatoria, ni excusatoria, sino que cada quien llega a un medio donde sabe que la línea es esta y te dan más o menos libertad pero ellos tienen las riendas.
Periodistas que yo conozco, de diferentes generaciones, hablan de Lafitte Fernández así: está el Lafitte que los acompañó para esto del B-9, el Lafitte que creó Vertice, el que conjuró para que este grupo de jóvenes se juntara, uns especie de maestro jedi... pero también hablan del Lafitte que se pasó al lado oscuro de la fuerza, el Lafitte que coqueteó con el poder, el Lafitte que se subordinó a los dueños y que empezó a publicar cosas que... ni le cuento.
¡Perdóneme! ¡¿Que me digan qué?! Mire, todos conocen una redacción y un diario. Al fin y al cabo las redacciones son democracias y les voy a poner un caso. Las redacciones son una especie de democracias internas donde los temas no sólo vienen de abajo hacia arriba, sino de arriba hacia abajo. Ese es un poquito el modelo que yo implanté, no sólo yo mandaba, yo escuchaba propuestas, yo le pregunto, y te voy a poner un caso... si alguien de abajo me propuso un caso y yo se lo callé, que me venga a decir en la cara, porque eso no es cierto. Es más, le voy a decir, y es mejor no mencionar el nombre, un periodista muy bueno, muy querido casi como hijo mío que dirigía Vértice... El procedimiento era cuando vas a publicar algo sensible: decímelo y yo lo voy a negociar con los dueños. Esa era regla mientras permanecía ahí. Pero este periodista publicó algo que ni yo fui comunicado y mucho menos los dueños y era terriblemente sensible lo que publicó; a raíz de eso se armó una bronca, saltó uno de los dueños, el periodista terminó renunciando. Ese periodista puede decir: “Me fui porque me agarraron a putazos después de eso”, pero había un orden interno. Yo no fui comunicado de esa publicación y era el jefe y no me dio jamás la oportunidad de negociar con el dueño. Ahora, que ese periodista pueda decir: “Yo no fui libre porque no se cumplió la definición de libertad”, no es así, es un sueño tratar de decir eso.
Ja, ja, ja.
Y yo creo que usted sabe cuál es ese caso. Si en algo tuvo éxito El Diario es que la mayoría de temas venían de abajo, yo los apoyaba, los vendía y yo les decía: “Esto es un secreto, trabajemos esto”. Ahora, que alguien venga a decirme que por el gobierno de Paco Flores era que no me dejaron, que me lo diga en mi cara y en mis ojos.
Hablo de la otra parte de Lafitte, precisamente estar gobernando un diario que se llama El Diario de Hoy...
Es difícil. Yo por lo menos, siempre parto de que los diarios tienen un dueño y ellos... no podemos construir modelos ideales donde decir: “Aquí los dueños nos importan un bledo”.
Tenía simpatías políticas, me refiero a que en ese momento era correcto que El Diario apoyara e impulsara, por política, las políticas públicas de Francisco Flores de...
Por lo menos la visión de por dónde querían llevar el país, que fracasara o no fracasara o que fuera bueno... pero al fin y al cabo usted y yo siempre vamos a creer en algo. Diferente es que yo le diga: “Yo creo de esta manera y usted me va a escribir de esta manera”, eso es diferente.
Exacto, pero usted sí creía que las políticas públicas del plan de gobierno de Francisco Flores eran en ese momento...
Yo creía que era correcto. Y ahora creo que se hicieron cosas que no eran correctas en términos de visión de país, no tipo sinvergüenzadas, sino tipo de proyecto país.
¿Cómo se evita sobrepasar el límite?
¿En lo legal o en...?
En el método.
Por eso, ¿me estás preguntando cómo no traspasar la línea para violar un método?
El método periodístico. Ese que dice que no jugarás con el poder o que dice que siempre hay que desconfiar de todo... de tragarme la pastilla que me dan los políticos.
En realidad... es y no es... es y no es un problema de método. O sea... ¿qué te digo? De alguna manera y también todos los gobiernos... por ejemplo, este gobierno está haciendo cosas buenas en algunas áreas, ¿y entonces porque yo tengo un principio de que hay que desconfiar en el poder todo es malo? No, tampoco es así. A ver, respondo... porque en el aula me dicen que tengo que desconfiar del poder, entonces yo no tengo que reconocer lo bueno que esté haciendo -igual que hay cosas malas- Funes. O sea, porque la moda es ser anti en todo...
No, no, yo porque no le reconozco alguna cosa todavía, ja, ja...
Por eso. Eso es parte del punto y si usted cree que no están haciendo nada bueno, igual tiene todo el derecho y yo la obligación de morir por defender lo que usted piensa. Pero también usted tiene la obligación de decir, de respetar como yo pienso. Es un caso de tolerancia.