Después de ver en México la enorme descompocisión de las instituciones de seguridad pública, y después de una situación similar en Guatemala, que evidencian una penetración total del crimen organizado, ¿qué le provoca a usted al pensar en las instituciones en El Salvador?
Preocupación que nos ocurra igual, tenemos ahí una frontera de por medio, el ejemplo más vivo es Guatemala.
¿Hay algún blindaje?
No hay blindaje alguno para eso. Eso tiene que ser la labor de cada jefe que está conviviendo con el personal.
A menos que el jefe esté involucrado...
No es lo mismo el jefe que viene de afuera, a otro que venga de afuera a estar con ellos, que sabe que este se llama Juan Pérez y sabe que gana tanto y de repente apareció con un pick up doble cabina nuevo, tiene una casa que la ha remoledado, eso quien lo puede ver es el jefe inmediato.
Pensé que nos iba responder que el blindaje es una inspectoría muy bien fondeada, poderosa, capacitada...
Especialmente el inspector general y sus delegados no están conviviendo con el policía, los jefe que conviven con el personal pueden darse cuenta, pueden decir “esa persona anda en algo raro” porque su ingresos no le permiten tener los recursos que usted está viendo que tiene.
Describe a una Policía con una red de vigilancia cercana en la que la unidad más pequeña, el átomo más alejado de la Policía tiene a alguien a cargo y sobre este jefe hay alguien a cargo que lo vigila y así sucesivamente. ¿Funciona de verdad esa red?
Claro, tendría que funcionar.
Pero con los recursos, con las deficiencias, con las leyes, con la Inspectoría que tenemos, ¿es posible?
Claro, tiene que hacerlo...
La función de un inspector, de un verificador, es desconfiar. Pero, por ejemplo, en México el agente que está en un retén puede cobrar muchas mordidas y el jefe de ese agente le cobra tanto. Y a ese jefe su jefe le cobra tanto, porque recibe pisto de varios retenes. Voy a lo siguiente: el modelo de corrupción demanda la participación del que verifica, con lo que descansar solo en los jefes puede llevar a El Salvador a ser otro México.
Es que así es la labor de una Inspectoría, darle hasta donde es posible credibilidad a las denuncias que le llegan. Las denuncias no se descartaban de nadie, a veces se piensa que porque alguien agarre el teléfono, esa denuncia no se iba a tramitar. Yo personalmente recibí muchas denuncias, a mano, y luego iniciábamos la investigación. Lo que dice es cierto, ser desconfiado por naturaleza.
Ayúdenos a modificar la manera en la que las cosas están hechas, para que el virus que ya padece Guatemala no nos termine de comer. Y su respuesta es que los jefes controlen a los subalternos. Talvez no sea esa. Veamos si le damos más vueltas.
Pero ya habíamos hablado del refuerzo que necesitan la inspectoría con sus unidades, más dinero, más personal, más capacitación...
¿Más facultades?
No, tiene suficientes.
¿No hay que modificar el marco jurídico?
Se podría modificar, para mejorar algunas cosas de procedimiento, pero no de investigación. Es suficiente. No hay excusa para decir no investigo porque no estoy facultado, eso no existe.
Adolfo Tórrez sostuvo una conversación telefónica con una persona acusada de narcotraficante y del asesinato de diputados al Parlacen, a quien exigía medio millón de dólares para desvanecerle los cargos en El Salvador. Tiempo después nos enteramos de que de esa conversación estaban al tanto Tobar Prieto y otras personas. Quien estuviera a cargo de la Inspectoría no tenía excusa para no haber investigado esa denuncia, a ese director.
Si existía alguna sospecha, indicio, de que e director estaba involucrado, perfectamente se podía investigar, perfectamente. La investigación nos iba a determinar si efectivamente lo que estaba diciendo el señor Tórrez era cierto o mentira. Puedo involucrar hasta al Papa, con tal de defenderme. Había que investigarlo para ver si es cierto lo que estaba diciendo. Si eso fuera cierto, perfectamente se pudo haber investigado.
El simple hecho de que haya existido una denuncia o un indicio, ¿sería motivo suficiente para activar los resortes de una investigación?
Así es.
¿Cuánta confianza tiene en la Fiscalía que tenemos?
En principio le doy el beneficio o el apoyo a la institución, como institución. En el caso particular de que me ocurriera algo, sería dependiendo del resultado que la Fiscalía me diera.
Usted, que es una persona privilegiada porque conoce la institución, ¿cuán confiado se siente de la Fiscalía que tenemos?
Como toda institución grande, tiene errores, debilidades, así como en otros casos hace muy bien su trabajo. Recordemos que una institución está formada por personas humanas. Como en todo trabajo, hay buenos, malos, corruptos... Ahora, depende de los lineamientos del fiscal general o del jefe inmediato para atender las quejas de los usuarios de la Fiscalía cuando se llegan a presentar casos de corrupción, porque también hay quejas y denuncias de casos de corrupción dentro de la Fiscalía. Y eso lo tiene que ver el máximo jefe.
Hablemos de eficacia. Las cifras de éxito de la Fiscalía son pobres y hace varios lustros mantiene un dígito en eficacia. Las tasas de judicialización son bajas también. ¿Qué clase de institución es una que trabajando en un país con la mayor cantidad de homicidios por habitantes responde tan pobremente?
Esto depende de la capacitación que tengan los fiscales para dirigir la investigación. Ese es el problema. La carga de trabajo que puedan tener, que entiendo es elevada... ¿Qué capacidad tiene un abogado que está ahí, fiscal, que se conoce la ley, pero qué sabe de investigar un delito, un crimen? ¿Cómo guía al policía para que este enfoque la investigación?
Usted fue fiscal general.
Yo estuve trabajando con el Código anterior, entonces investigaba también los jueces, de oficio. No era solo la Fiscalía. Ahí teníamos un traslape de funciones. Y, por su lado, la misma Policía también investigaba. Cuando se reformó y entró en vigencia el nuevo Código, fue que la situación cambió y la potestad exclusiva le cayó a la Fiscalía.
Las cifras casi nos obligan a concluir que el problema de la Fiscalía es que está llena de incapaces.
No, pero recuerde que le dije que habría que ver cuál era la carga de trabajo de cada fiscal. No es lo mismo que un fiscal investigue 10 homicidios y 10 extorsiones, que aquí investiga 40 homicidios y 200 extorsiones. Todo depende de la capacidad instalada que tenga para que los fiscales puedan desempeñar su trabajo dentro de un medio razonablemente adecuado para poder llevar una investigación adelante. No es lo mismo. Usted jamás podrá entregar en una semana 50 reportajes. Depende de qué capacidad tiene la Fiscalía para que los fiscales no estén ahogados con los problemas que tienen.
¿Cómo se deben atacar los problemas de déficit de capacitación y el gran problema de carga de trabajo?
Ya lo está haciendo el fiscal general, desde el momento en que está ingresando 100 fiscales nuevos es para descongestionar el trabajo que tienen los fiscales antiguos. 100 fiscales nuevos que llegan a reforzarlos. Entiendo, por las noticias, que ya juramentó a setenta y tantos, y juramentará a veinte y pico más. La meta era 300 fiscales más. Si usted se pone a pensar lo que son 300 miembros dentro de una institución, es porque las cifras adentro son críticas.
¿Es significativo incrementar en 300 la planilla de investigación que tiene la Fiscalía?
Pues tiene que llegar a oxigenar, es lógico. Tiene que llegarlos a oxigenar.
Pero eso requiere dinero, pagarle a esa gente.
Claro.
¿Y la capacitación cómo se resuelve?
Antes de entrar, entiendo que ellos pasan por unos cursos y se someten a unas pruebas para poder ingresar a la Fiscalía. Ellos tienen una escuela de capacitación. Yo no conozco los programas de la escuela, ¿verdad? Mal haría en opinar sobre algo que no conozco.
¿No hay necesidad de revisar, según su criterio, el marco jurídico?
Cómo no, y de hecho, se está haciendo. La creación de la mediación dentro de la Fiscalía es una de las medidas justamente para comenzar a descongestionar un poco la situación que usted plantea. Hay una oficina de mediación, de conciliación, que interviene cuando son delitos, digamos, de bagatela, o situaciones que no han trascendido a un delito mayor. Y le digo, en alguna forma, eso ya se empezó a hacer.
Volvamos al tema de la corrupción. Publicamos en El Faro, hace como año y medio, un artículo en el que mostrábamos una diversidad de casos que habían terminado frustrándose porque se había probado, con nombre y apellido, que la Fiscalía presentaba testigos de cargo falsos, inventados. ¿Cómo es posible que una institución que debería de garantizar la aplicación de las leyes, del debido proceso y combatir el fraude incurra en fraudes de este tipo?
No es aceptable, porque recordemos que, incluso, el fiscal en su requerimiento tiene que poner lo favorable y lo desfavorable al imputado. Entonces, con mayor razón de ninguna forma que se le vea a esa situación es aceptable.
¿No será que influye la presión enorme que tiene todo el país porque den resultados en la Fiscalía y porque logren condenas?
Pero en ningún momento tienen que llevarlo a una situación de fraude. Eso, jamás. Ni por mucha presión que puedan tener, no tienen que llegar a ese punto.
¿No es un reconocimiento más fehaciente de cuán incompetentes son? Es decir, cuando yo no soy capaz de conseguir un testigo o una buena prueba, de tener un argumento jurídico, me invento un tipo que dice que te conoce y que te vio cometer el delito. ¿Eso no es reconocer de la manera más explícita posible que soy un incompetente?
No solo es incompetencia sino que también es un delito. Entonces, eso es totalmente inaceptable.
¿Usted se topó con casos de este tipo cuando dirigió la Fiscalía?
Tuvimos un par de casos, sí. Tuvimos un par de casos, se procesóa los fiscales y se les destituyó.
¿Cómo se atiende estos casos institucionalmente? ¿Cuál debe de ser la manera en que se atienden?
Cortarlos de raíz. Inmediatamente hicimos la investigación a través de la Policía. Teníamos ya creada una unidad, que se llama de auditoría interna, no sé cómo le llamarán hoy. Se trabajó y se procesó a los fiscales en un caso que tuvimos ahí.
Quería mencionarle otro punto relacionado con la Fiscalía en los últimos años. ¿Usted es del partido Arena?
No. No soy afiliado al partido. Nunca he participado en política. He estado en cargos políticos sin ser político.
¿Cómo le parece que un fiscal general, antes de serlo, ande con un chaleco de un partido y que recién salido de un cargo como fiscal general ande, de nuevo, con un chaleco de un partido político? Digo, a la vista de todos.
… Bueno, eso…
¿Tiene algún problema con eso?
Mire, yo creo que uno en el cargo, independientemente del color político que tenga o que haya tenido, el cargo hay que respetarlo. Uno tiene que ser totalmente imparcial... Dispense que me ponga a mí de ejemplo, usted jamás me vio a mí cantando el himno así (cierra el puño derecho y lo lleva al pecho, como hacen los miembros del partido Arena), ¡nunca, jamás! No, porque yo no pertenezco a ningún partido político. Entonces...
... Lo que pasa es que su oficio y el mío quizás se parecen en esto: no le puedo pedir a la gente “créanme porque sí”. ¿Usted le creería a un fiscal general de la República que días antes de asumir el cargo estuvo haciendo proselitismo abiertamente y cuando lo nombran dice “no, hoy voy a ser independiente, voy a respetar el cargo porque aquí en el libro dice que debo respetarlo”? ¿Usted que le respondería?
Tendría que ver cuál va a ser su actitud en el momento en que tenga que ver un caso. En principio, lo ideal es que el que llega a un cargo de esos no tenga participación activa dentro de un partido político. Eso es lo ideal. Luego habría que analizar cada una de sus actuaciones. Le digo, lo ideal es que nadie que está ahí tenga participación activa dentro...