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Se fractura el movimiento Amigos de Mauricio Funes

El cerebro del grupo renunció en octubre pasado, tres de los dirigentes que controlaban territorio ahora impulsan el nacimiento de otro movimiento, y otros mandos medios andan haciendo su trabajo a la deriva y solos. En medio de denuncias de marginación, el Movimiento Amigos por el Cambio nace como rival del Movimiento Amigos de Mauricio.


Domingo, 14 de febrero de 2010
Daniel Valencia Caravantes

 

Esta es la oficina de uno de los Amigos de Mauricio, la de Miguel Menéndez, a donde según fuentes del gobierno el presidente Funes aún acude con frecuencia los fines de semana.
Esta es la oficina de uno de los Amigos de Mauricio, la de Miguel Menéndez, a donde según fuentes del gobierno el presidente Funes aún acude con frecuencia los fines de semana.

Los tres representantes del MAC consultados por El Faro, aunque descartan que participaron del MAM para obtener un puesto en el gobierno si ganaba Funes, admiten que esperaban de sus líderes que se concretara ese razonamiento que Funes pronunció el 1 de junio, en su discurso de toma de posesión, cuando habló de la meritocracia en la cual caminaría el primer gobierno de izquierda de El Salvador.

“Todos sabemos el amiguismo, el compadrazgo, los cientos y cientos de empleos en el gobierno que Arena cosechó con gente que no tenían ningún interés de servir en el país. Bueno, aquí había un montón de gente que quería esos puestos para hacer lo que los otros no hicieron. Eso no lo negamos y no tiene nada de malo. ¿O acaso solo el candidato, ahora presidente, podía soñar con cambiar las cosas?”, dice uno de los líderes del MAC.

El distanciamiento se concretó cuando empezaron a comprobar –dicen ellos- que la mayoría de plazas abiertas en el gobierno fueron llenadas por “amigos de los amigos del G8”. “Sobre todo de amigos de Gerardo Cáceres”, dice uno de los consultados, refiriéndose al dirigente del MAM que ni siquiera tiene un cargo en el gobierno.

La entrada al gobierno de los currículums que esperaban fueran despachados hacia los designados en ministerios y autónomas, fue cercada también después de la repartición del gobierno entre el FMLN, Cambio Democrático y el grupo del G8. En plena campaña electoral, estos líderes ya le habían demostrado a Funes y al G8 ese poder de convocatoria. En agosto de 2008, en un hotel capitalino, lograron reunir a más mil profesionales que eventualmente apoyarían la candidatura de Funes.

“¡Más de mil profesionales expertos en diversas áreas! ¿Dígame si eso no es un mérito en sí mismo?”, cuestiona uno de los consultados. Ese encuentro sorprendió a los mismos organizadores porque, a pesar de que era el estreno público del MAM, lograron convocar a muchas más personas que las que esperaban, dado que los profesionales que llegaran podían ser etiquetados como izquierdistas y, por lo tanto, exponerse a posibles represalias en sus círculos de trabajo.

Y si nadie explicaba nada en la casona, aún y cuando el gobierno ya estaba repartido, a los miembros del movimiento también les inquietaba no recibir línea política que definiera su futuro inmediato. Tanto, que llegaron a sospechar que el FMLN había pedido a Funes sepultar al movimiento, puesto que sabían que el partido de izquierdas los veía con recelo, como un rival que creció con potencia durante la campaña y que en un futuro podría pescar en el río de la izquierda política como un nuevo partido.

Roberto Lorenzana, el encargado de campaña del FMLN y nexo entre su partido y el Movimiento, descarta que el Frente haya pedido tal cosa. “¡No´mbre, si cualquier proyecto que sume bienvenido sea para nosotros! Cómo no nos gustaría que, por ejemplo, Cambio Democrático creciera más. No, no, el partido nunca iba a pedir eso”, asegura.

En el MAM, las sospechas y la falta de rumbo se fueron cocinando a fuego lento después del triunfo electoral y luego del ascenso de Funes al poder. Para agosto de 2009, esa olla no aguantaba más la presión de los reclamos de las bases. El presidente Funes, para calmar las aguas, pidió a Gerardo Cáceres, a Luis Lagos y a Luis Méndez Menéndez que formaran una comisión que definiera el rumbo del movimiento. Pero la comisión no lograba definir nada, y las bases, angustiadas, pidieron una nueva encerrona en un hotel capitalino, que se llevó a cabo a finales de septiembre de 2009.

Ahí llegaron más de 300 miembros y dirigentes de todo el país a cuestionar, a exigir rumbo y futuro. Incluso futuro laboral. Y como las inquietudes no pudo resolverlas la comisión, fue Funes quien tuvo que llegar a calmar los ánimos. Lagos corrobora lo que ocurrió ese día. “El presidente agradeció la aportación que todos dieron en el movimiento y dijo -esto es importante- que ahora el movimiento sería sus ojos y sus oídos. Los principales responsables de vigilar que no se desvíe del camino”, recuerda Lagos, y esa versión la confirman otros cuatro participantes del encuentro consultados por El Faro.

El problema, para muchos, es que en la práctica esa exhortación significó nada. Para algunos, como Osmín Franco, líder del movimiento en San Salvador, la cosa fue tan sin sentido que como ya nadie dijo qué había que hacer, era como si la aventura hubiera terminado. “Ya nadie se reunió con nadie”, dice.

Franco es de aquellos miembros del MAM que están tan desconectados de lo que fue el movimiento, que ni siquiera se ha enterado de la aparición del MAC. “Tras el triunfo me he quedado estático”, explica.

Luego, en noviembre, los ex líderes consultados por El Faro y ahora creadores del MAC aseguran que Cáceres le puso candado a la casona y escondió la llave. Lagos matiza esa escena y asegura que fue por puro trámite. “¿Qué sentido tenía seguir administrando esa casa?”, dice. Esa ruptura, dicen los líderes del MAC, los hizo reflexionar para crear un moviendo paralelo que aseguran será lanzado en los próximos meses.

Otro grupo, en el que hay también algunos líderes de sectores, apoya las gestiones de Gerardo Cáceres en el todavía llamado MAM. “Pero tampoco puedo darle más información”, dice Baltazar Chávez, líder del MAM en Quezaltepeque.

Y otros líderes, como Israel Umaña, mayor del ejército ahora retirado, continúan avivando las llamas del MAM por cuenta propia, desentendidos de la ruptura que hay en San Salvador. “De la reunión en septiembre sí hubo una cosa clara: el movimiento tiene que vigilar al presidente y mantener la organización para apoyo de acciones de beneficio social en apoyo al señor presidente”, dice. “Por ejemplo, prestar manos para ayudar a los damnificados por el huracán Ida”, añade Umaña.

-¿Ustedes han recibido alguna instrucción desde San Salvador?

-Desde esa reunión en septiembre, no.

Luis Lagos, que asegura no se fue enemistado con sus cómplices del G8 y que continúa guardando respeto y admiración al presidente Funes –y amistad con las cabezas principales del movimiento-, admite que el movimiento está latente y podría activarse siempre y cuando el pastor del rebaño lo convoque.

“Yo ya no estoy ahí adentro y no puedo especular de quién tiene el control”, dice Lagos. “Lo que sí puedo decir es que esto fue algo así como que fuimos a un pasto, encendimos un fósforo y vimos hasta dónde podía llegar la llama. Ahora, esa llama vivía alrededor de un nombre. Y ese nombre es el de Mauricio Funes. Y el hombre ya está en la presidencia”, añade.

Los ex líderes del MAM, ahora líderes del MAC, insisten en que se acabó el sueño y ahora le apuestan a un nuevo movimiento que todavía no tiene coro, como el que cantaban en noviembre de 2008, en la casona, con algunos de sus ex amigos.

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