Tom Clancy, Paulo Coelho…
… ¡García Márquez es un best seller, y Coello, también! Festejemos que hay diversidad en las librerías porque creo que la literatura es un ecosistema. Lo que no hay que hacer es confundir a los insectos con las águilas. No hay que tirarse de los pelos porque hay literatura masiva. Lo que hay que tener claro es que hay distintas clases de literatura.
A mí me ofende, en lo personal, cuando me dicen que les gusta la literatura y me citan a Coelho.
Pero no debe de ofender. Son distintas clases de lectores y espectadores. Es decir, Jean-Claude van Damme hacía cine; Ingmar Bergman, también. Hay gente a la que le interesa el primero, paga su entrada o alquila su película y sostiene a la industria para que después uno venga y se compre la serie completa de Woddy Allen, que nunca va a salvar ningún cine. No hay que ofenderse, ¡basta con cambiar de tema!
Todos tenemos pecadillos, ¿tenés algún favorito en la literatura de ocio?
Tampoco seamos esnobs. Me considero un lector de literatura literaria y un espectador del que le gusta el buen cine, pero todos hemos visto películas idiotas, alguna romántica de esas, las de acción o un thriller barato. Eso no nos incapacita para admirar a Orson Welles. Así, no veo por qué no leer una novela de Stieg Larson y, al día siguiente, releer a Rainer Maria Rilke. ¿Mi pecadillo? En realidad tengo más pecadillos cinematográficos que literarios. Soy más selectivo con lo que leo que con las películas que veo. Esto porque creo que puedo gastar 90 minutos en una película por diversión, pero con un libro es más tiempo. Una vez leí un libro de Coelho, “El Alquimista”, y me gustó porque la verdad no paré de reír en toda la novela. Me pareció una obra maestra de la comicidad. Esa es una de las novelas más divertidas que he leído en toda mi vida.
¡Creo que no era la intención de Coelho!
¡Claro! La intención de él quizás era conmoverte y aleccionarte. A mí me pareció una obra maestra de la literatura cómica. Pero no volví a leerlo, pero no desde la indignación sino que no me da curiosidad hacerlo. Pero insisto, me parece bien que la gente lo lea porque sé que por cada 10 ó 20 libros que él vende, yo vendo uno. El librero prefiere a Coelho que a mí. Pero si gracias a él puede haber un estante con mis libros de poesía, le estoy agradecido a Coelho. Lo que no voy a hacer es perder el tiempo leyéndolo.
Cuatro novelas, tres libros de cuentos y más de poesía. Ser un autor tan prolífico, a tan corta edad, ¿no supone una presión extra de los lectores? ¿No supone tener que responder a ese “¡quiero más!”?
Pero la cantidad no tiene nada que ver con el público, sino que tiene que ver con el ritmo interior. Es una cuestión de ritmo cardíaco. Hay modelos de escritor de obra escasa y lenta.
¡Bradicárdicos!
Claro. Está el modelo Juan Rulfo, que escribió dos libros, cambió la historia y guardó silencio. Y está el modelo Borges quien, anciano, publicó un libro por año hasta el año de su muerte y a nadie se le ocurrió venderse al mercado. Él era un viejo que necesitaba seguir escribiendo. Rulfo escribió “Pedro Páramo” y “El llano en llamas” y le pareció que no necesitaba escribir nada más. Está el modelo Goethe, que escribió “Fausto” con 80 años y había escrito ensayos, relatos, poemas, novelas, memorias… su obra poética parece una enciclopedia de un montón de tomos. ¿Eran por eso escritores masivos que escribían como quien hace churros? No, eran escritores que si no escribían horas al día se sentían mal. Esa es una patología como cualquier otra. Yo participo de esa patología de escribir mucho porque si no, me pongo nervioso. Y la consecuencia natural de escribir mucho es publicar más, y eso no te hace ni mejor ni peor escritor, sino una clase de enfermo.
¿Una enfermedad que te ayuda a pagar tus facturas?
No, eso también es un mito, amigo mío. ¿Crees de verdad que pago mis facturas de la luz con mis libros de poesía, de aforismos, de cuentos o novelas? Las cuentas de la luz las pago con lo mismo que las pagaría de escribir o no libros de poemas. Mis cuentas, hasta el premio Alfaguara, las pago con trabajos parecidos a los que haces tú. Si escribo mucho es porque lo necesito, no porque creía que iba a haber un editor que me iba a dar un coche. En realidad, salvo en la literatura de consumo masivo y a pesar de que nos encanta que nos paguen, nadie escribe porque le vayan a pagar. La mayor parte de mis libros no se ha vendido bien, salvo algunas de mis novelas. ¡Me encanta que se vendan pero no fueron escritos para eso! Además, es una idea disparatada escribir durante seis años, como fue en el caso de esta, pensando en que vas a ganar dinero. En seis años tenés suficiente tiempo para morirte de hambre.
Ja, ja, ja.
Me preguntan si escribo mucho porque los lectores están esperando mis libros, no. Al contrario, pienso que me da vergüenza publicar tanto porque los pobres lectores se van a cansar de mí. Cuando viene alguien con un libro de poesía o aforismos que he publicado me pregunto por qué habrá comprado eso cuando hay tantos libros que comprar. Me emociona y me resulta raro que elijan un libro mío. Por eso, escribir no tiene nada que ver con la presión de los lectores.
¿Y de los editores?
Muchísimo menos. Los editores de hoy en día, a menos que seas Dan Brown –a quien no envidio el pellejo pero sí su cuenta bancaria- están deseando que no entregues un nuevo manuscrito porque tienen una cola de autores a la espera.
¿Y los críticos, que también forman parte de esta cadena alimenticia de la literatura?
Bueno, esos a veces son parte de la digestión y, a veces, de la evacuación. Pero ahora cumplen una función más porque, en un tiempo de hiperabundancia e hiperinformación, una buena crítica es más importante que antes. Y ahora esta ya no está solo en los diarios y la vemos en la web.
¿Y en los blogs?
Buenos, sí, aunque hay un montón de blogs que son de idiotas y algunos de gente muy inteligente. Con eso se reproduce el mecanismo de selección de los suplementos clásicos. Antes se leía a tal o cual crítico porque confiaba que este, como no podemos leer todas las novelas de las librerías, daba una buena visión de un libro. Ahora, como los medios de comunicación tradicionales son limitados y a veces tendenciosos, uno puede consultar el blog en el que confía. Y es que uno necesita una guía y un territorio de debate especializado porque, como decía Carlos García Gual, vivimos en la época de “los demasiados libros”. Y en esta época se necesita opiniones y guías con las que cribar estos libros. Así, la crítica es más importante que antes.
Emigraste a España a los 14 años. Si no hubieras salido de tu natal Argentina, de esta América Latina, ¿Andrés Neuman sería el escritor y el poeta que es hoy? ¿Serías escritor y poeta, a secas?
No, pero tampoco sería la misma persona ni el mismo hijo, ni el mismo hermano, ni la misma pareja. La migración transforma al ser humano completo. Después, eso tiene una repercusión literaria.
La migración es algo cotidiano para los artistas latinoamericanos.
Sí, en realidad el mundo está en una migración perpetua. Es una especie de mecanismo de reciclaje permanente. No hay ningún país que esté quieto a lo largo de su historia.
Pero en el caso de los artistas, y específicamente de los escritores, en nuestro país existen muy pocas oportunidades de publicar y pareciera ser que el autoexilio es una parte importante de hacer algo.
Sí, te entiendo. Lo que quiero decir es que los países que llamamos ricos o primermundistas, que es una expresión atroz, también tuvieron sus exilios y no hay un país cuya cultura no esté hecha con base en migraciones. Por ejemplo, Argentina recibió mucha gente de todo el mundo por años, y desde hace tres décadas, por desgracia, es una fuente de emigrantes. Yo soy una minúscula parte de ese fenómeno que afecta a casi todo el planeta. La edad a la que emigras también es importante. No es lo mismo la persona que emigra o se exilia a una edad adulta que una persona que emigró de niño, que somos un caso más parecido a las segundas generaciones.
La llamada generación 1.5, esa que tiene un poco de su país y del nuevo, donde vive ahora...
Sí, y ahí tienes la segunda generación que, en el caso de los países latinoamericanos es España, fueron educados en sus casas como latinos y fueron educados en los colegios como españoles, como europeos. Esa gente híbrida desde la base no es gente que tuvo que aprender o educarse en otro país, es gente que se educó de forma híbrida. Eso en Francia, Estados Unidos o en Gran Bretaña pasa desde hace mucho tiempo y ahora lo estamos viendo en España. El fenómeno español es interesante porque no existe un cambio de lengua. En Estados Unidos, por ejemplo, eran migrantes italianos, polacos o latinoamericanos, o de dónde sean, que empezaron a pensar en inglés y tuvieron que traducir su cultura. En España es un fenómeno más sutil porque ocurre dentro de nuestra propia lengua. Yo digo que es un proceso de aprender nuestra lengua materna como si fuéramos extranjeros. Esta generación ya está escribiendo y, para mí, va a transformar la literatura de las dos orillas: va a arrojar una mirada extranjera sobre el país de origen de sus padres y también tendrá una mirada perturbada o extraña del país donde nacieron. Esos escritores híbridos me interesan y estoy deseando escucharlos porque creo que mi caso se parece más al de ellos que al tipo que a cierta edad emigró por razones tristes y violentas, a veces o, en otros casos, por económicas y personales.
¿Más de la segunda generación?
Sí, pongamos a escritores como Santiago Roncagliolo, Juan Gabriel Vásquez o Rodrigo Fresán, que en un momento dado se fueron a otro país. Pero yo me siento mucho más hermano de los hijos de latinoamericanos que nacieron en España. Hice la escuela en los dos países, me acuerdo de Argentina pero también tuve una infancia en España. Entonces, no sé bien quién soy y desde ese desconocimiento escribo. Me preguntabas si cambió mi literatura, ¡sí claro, pero porque cambió todo lo demás! Cambió mi idea de la lengua, también, y eso me hizo tener una visión extranjera de ella.
Vos fuiste uno de los 39 escritores que se reunieron en Bogotá 39, donde también estaban Claudia Hernández, escritora salvadoreña…
… Claro, alguien que me parece una narradora excelente y una mujer inteligentísima.
Vea el video: Con tinta de pelota
