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EDUCO: cuando la crítica es confirmación

La respuesta más reciente de Óscar Picardo a mi artículo sobre la historia de EDUCO es otro ejemplo de una columna de opinión incompleta y escrita apresuradamente...

Lunes, 23 de abril de 2018
D. Brent Edwards Jr*

La respuesta más reciente de Óscar Picardo a mi artículo sobre la historia de EDUCO es otro ejemplo de una columna de opinión incompleta y escrita apresuradamente que solo demuestra que no lee con detenimiento ni cumple con sus propios criterios. Paradójicamente, su crítica más reciente confirma mi investigación, además de resaltar la naturaleza curiosa y contradictoria del razonamiento del propio Óscar. Por un lado, afirma que solo confía en datos cuantitativos –todo lo demás no es sino “religión y metafísica”. Por otro lado, en su columna, Óscar confía en las experiencias personales de unos pocos individuos para refutarme. Ambas afirmaciones resultan claramente insostenibles o, cuanto menos, paradójicas. Incluso en el último caso, una única perspectiva –o las de unos pocos actores involucrados– no socava los hallazgos de mi investigación, la cual explica las presiones que afectaron la trayectoria de la política educativa durante muchos años. La verdadera pregunta académica sería cómo las visiones de las personas encajan -o no- con la línea de tiempo y la dinámica general de la explicación en disputa. Pero para hacer esto, uno debería leer y comprometerse con esa explicación, cosa que Óscar no ha hecho. Todos deberíamos cuestionar la validez de un argumento de alguien que dice estar cumpliendo con su responsabilidad académica, pero que no muestra pruebas de involucrarse seriamente con la evidencia de la explicación en disputa. Nuestras dudas deberían ser aún mayores cuando no se demuestra la capacidad de leer con cuidado o cuando se hacen críticas a cosas que nunca se dijeron.

Sin embargo, para desengañar al lector interesado, ofrezco los siguientes comentarios:

La obsesión por la teoría de la conspiración y la realidad de las múltiples presiones: Óscar introdujo la idea de una teoría conspirativa en este debate, y es una idea con la que parece estar obsesionado. Pero aún peor es que su obsesión –o tal vez su falta de atención por los detalles– le hace percibir afirmaciones que no se han hecho, como la idea de que EDUCO era un “plan perverso neoliberal de FUSADES y FEPADE”, algo que nunca dije. Quizás la afirmación más atroz que hace Óscar, y sobre la que elige concentrar gran parte de su atención, es que mi argumento central es que los orígenes de EDUCO se basaron principal o únicamente en un intento por socavar la educación popular en áreas controladas por el FMLN. Esto también es una tergiversación de lo que sostengo. Los orígenes de EDUCO evolucionaron a lo largo de un año a partir de 1990 y tuvieron muchas influencias políticas. Durante ese tiempo, Cecilia Gallardo de Cano, la Ministra de Educación, estaba explorando varias opciones sobre cómo abordar las necesidades del sistema educativo, como ya expliqué. Al hacerlo, Gallardo de Cano tuvo que tomar muchos aspectos en cuenta, incluidas las necesidades del país en cuanto a aumentar el acceso a la educación, así como las preferencias del Banco Mundial y otros organismos como USAID que proporcionarían fondos. Otra consideración importante fue la dinámica entre el gobierno y el FMLN. El hecho de que EDUCO contribuiría a socavar la educación popular y las comunidades del FMLN era políticamente ventajoso, especialmente dado que, según Miriam Basso, Gallardo de Cano era del “núcleo duro” de ARENA.

La idea y la óptica de la participación democrática de la comunidad: Una consideración adicional fue la viabilidad de la reforma. Aunque Gallardo de Cano, ARENA y el Banco Mundial inicialmente estaban más interesados ​​en la idea de los vouchers (o subsidios) de Chile, en última instancia decidieron basarse en la idea de la participación comunitaria por una razón: Basso abogó fuertemente por ello y argumentó que tendría una mayor oportunidad de éxito. Basso había aprendido acerca de la proactividad de la comunidad en la provisión educativa –dentro y fuera de las comunidades del FMLN– mientras llevaba a cabo un diagnóstico del estado de la escolarización en los 14 departamentos del país en 1990. Por lo tanto, EDUCO era visto como una opción atractiva y a la vez arriesgada. Atractiva porque se basaría en iniciativas comunitarias preexistentes (incluidas las comunidades fuera de las áreas del FMLN que no estaban haciendo educación popular), y arriesgada porque podría ser percibido que una reforma basada en la gestión democrática de la comunidad se asemejaba al tipo de gestión comunitaria desarrollada por las comunidades afiliadas al FMLN, y esta no es una percepción que un MINED querría alentar. Por lo tanto, aunque el MINED y sus técnicos por supuesto no intentaban copiar el proyecto del FMLN o de educación popular, el hecho es que había similitudes y que estas similitudes podrían causar incomodidad para el MINED. Para el Banco Mundial, el enfoque resultaba riesgoso porque nunca antes habían otorgado un préstamo para algo parecido y no estaban seguros de cómo diseñar un sistema para gestionarlo. Sin embargo, con el tiempo, los funcionarios del Banco Mundial vieron que si EDUCO tenía éxito, tendrían un modelo que podrían vender a otros países, especialmente dado que la forma de participación comunitaria implementada a través de EDUCO podría ser empaquetada y promovida en términos de rendición de cuentas, eficiencia y efectividad, aunque, como discutí en mi columna anterior para El Faro, no existiera evidencia generalizable en ese sentido.

Estadísticas de EDUCO: La tabla que Óscar proporciona relacionada con el crecimiento de la matriculación en la década de 1990 no dice nada sobre por qué EDUCO fue exitoso. Y Óscar no dice lo que cree que significa la tabla. Presentar estadísticas sin explicarlas tampoco ayuda al lector. Cualquier programa será implementado extensamente si satisface las necesidades de una situación (en este caso, una situación en la que muchas comunidades necesitaban educación) y si cuenta con un importante apoyo político, financiero y técnico, todo lo cual era cierto en el caso de EDUCO. Otros investigadores y académicos han analizado el crecimiento de la matrícula en las escuelas EDUCO y han llegado a la misma conclusión, como Fernando Reimers, de la Universidad de Harvard, y Helga Cuéllar-Marchelli, de FUSADES (Cuéllar-Marchelli, 2003; Reimers, 1997). En palabras de Reimers (1997): “El programa se ha expandido muy rápidamente, lo que refleja los grandes esfuerzos realizados por el Ministerio y, probablemente, la creciente aceptación por parte de las comunidades y los padres. También es un hecho que el programa ha sido financiado y ha recibido mucha atención del liderazgo de las altas esferas. La pregunta adecuada, entonces, no es si el acceso se amplió con EDUCO, sino si se expandió más de lo que hubiera sido posible bajo formas más tradicionales de escolarización. No es obvio que EDUCO haya logrado esto; se podría argumentar que la expansión en el acceso es simplemente una función de los recursos adicionales que se proporcionaron” (p. 160). Una consideración adicional detrás del crecimiento de EDUCO es el hecho de que EDUCO era la única opción permitida por Gallardo de Cano para brindar educación a las comunidades rurales una vez que el programa había comenzado.

“Estudios muy serios”: En mi última columna, expliqué por qué la evidencia cuantitativa sobre EDUCO es problemática, además de analizar los hallazgos negativos de la evidencia cualitativa. Sin embargo, en una afirmación que destaca el carácter paradójico de la columna, Óscar menciona, aunque nunca cita, “estudios muy serios” que, según él, mostrarían que EDUCO fue un programa que empoderó a los padres. ¿Cómo se puede pedir más evidencia y aún así no citar nada cuando se hacen tales afirmaciones? Además, para ser tomado en serio, uno tendría que argumentar por qué estos estudios sin nombre serían más creíbles que el estudio producido para el MINED por Ayala (2005), quien investigó extensamente la operación de EDUCO en la práctica en 23 comunidades en 10 de los 14 departamentos del país y cuyos hallazgos apuntan a que: (a) los padres a menudo no sabían qué era EDUCO, (b) los padres en las ACE, en muchos casos, no conocían o entendían los procesos ni la documentación que debían completar, (c) estos mismos padres no estaban seguros de cómo estimular la participación de otros padres en sus comunidades o cómo se suponía que debía ser esa participación y (d) las decisiones de contratación de los docentes estaban influenciadas por el personal departamental, por los directores, o por otros docentes. Como punto final, el hecho de que Óscar haga afirmaciones sin acompañarlas de argumentos sobre por qué deberían creerse estas afirmaciones es aún más llamativo cuando los propios criterios de Óscar para el conocimiento “científico” son el uso de datos y la fuerza de los argumentos.

Ideología: Óscar afirma que mi investigación es ideológica. Este es el tipo de afirmación que las personas hacen cuando no les gustan ciertos hallazgos. Todos son bienvenidos a valorar y juzgar mi investigación por sí mismos. Como se señaló anteriormente, si alguien quiere conocer una historia cuidadosamente investigada de EDUCO, pueden consultarse mis publicaciones al respecto citadas (y con vínculos a los documentos digitales) al final de mi artículo anterior .

Programas anteriores: en mi opinión, no parece muy fructífero debatir lo que Óscar dice sobre los programas anteriores. En rigor, Óscar nuevamente hace afirmaciones y menciona muchas cuestiones (como varios informes o estudios) sin proporcionar evidencia y sin decir lo que significan o cómo se supone que debemos interpretarlos. Quizás esta sea su forma de
“argumentar con datos”.

Las tensiones entre el gobierno y el FMLN: Óscar y yo parecemos coincidir en que EDUCO tiene sus orígenes en el año 1990 y que EDUCO se inspiró en las condiciones de la educación a nivel local durante ese tiempo. Lo que resulta sorprendente es que Óscar parece querer evitar cualquier discusión sobre cómo la evolución de la idea inicial de participación de la comunidad en la educación se vio afectada por los intereses políticos y organizacionales involucrados en la reforma educativa durante 1990-1991 y con posterioridad.

FUSADES, FEPADE y las “intenciones perversas”: En mi respuesta anterior me centré en la organización más influyente, FUSADES. También dije que puede consultarse el capítulo 6 de mi libro para más información. ¿Tal vez si volviera a ser publicado en El Faro lo leería? Para el lector interesado, el punto más importante en relación con FUSADES y FEPADE es que, sin ellos y sin el financiamiento de la USAID, nunca habría surgido una nueva ola de actores técnico-políticos orientados a la reforma en El Salvador durante finales de los años ochenta y principios de los noventa. También debe reiterarse que el lenguaje sobre “intenciones perversas” pertenece solo a Óscar. Una vez más vemos que Óscar abunda en saltos de interpretación que no tienen ninguna base en mi artículo.

Otros puntos: Óscar enumera otros puntos al final. Estos no justifican una respuesta, son irrelevantes para la historia general o bien ya han sido abordados.

Palabras de Miriam Basso y Eli Costa: Óscar incluyó una foto de una nota escrita por Miriam Basso. Esta nota es ilegible y es solo un ejemplo adicional de cómo Óscar muestra cosas desordenadamente sin presentarlas ni interpretarlas de una manera que sea útil para el lector. En cuanto a las palabras de Eli Costa (quien escribió el correo electrónico adjunto a la respuesta más reciente de Óscar), lo importante es que sus palabras no entran en conflicto ni con la visión de Miriam Basso ni con la que he explicado. De hecho, Eli Costa tuvo cierta experiencia en la preparación del programa EDUCO, pero no relacionó los aspectos técnicos y políticos de la forma en que lo hizo Miriam. Eli tiene una cierta idea de lo que Miriam y el MINED hicieron para desarrollar los aspectos técnicos de EDUCO, pero no tiene la misma profundidad de perspectiva sobre las presiones más grandes que el MINED estaba atravesando.

*D. Brent Edwards Jr. es Profesor Asistente de Teoría y Metodología en el estudio de la educación en la Universidad de Hawaii. 

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