Columnas / Política

El triunfo real de la democracia

La sorpresa de los actuales resultados electorales ha sido solo para quienes viven en un país prefabricado, hecho a la medida exacta de sus intereses individuales. Para el resto, para la mayoría, este ha sido un desenlace predecible. Esta vez, a la izquierda le falló la humildad y la autocritica de la que siempre habló durante su lucha.

Jueves, 8 de marzo de 2018
Rosarlin Hernández

Uno de los grandes desafíos en la vida es encontrar la voz propia. Y una vez que eso sucede, el siguiente reto es hacer valer y respetar esa voz. A lo largo de mi vida he sido testigo de los altos costos humanos que ha tenido que pagar la sociedad salvadoreña en la búsqueda y el respeto de su voz, sus derechos y los anhelos de vivir en un país diferente.

Expresarnos como sociedad nos convirtió en el escenario de las peores masacres de América Latina, el lugar donde se formó uno de los ejércitos guerrilleros más audaces, el país que firmó unos acuerdos de paz inéditos. El FMLN se convirtió en partido político y, después de 20 años de gobiernos de ARENA, fuimos el país que eligió de manera libre y democrática su primer gobierno de izquierda. Todo un acontecimiento en nuestra historia reciente. Optar por la alternancia en el poder fue un signo de madurez y liberación. La necesidad de los cambios prevaleció ante los temores.

Pero en este novedoso experimento llamado democracia lo que más ha costado comprender es que todas las voces son importantes. Tras generaciones de autoritarismo, la voz del pueblo siempre ha sido subestimada y utilizada únicamente para validar el sistema de privilegios que ha caracterizado a clase política salvadoreña.

Así, la lucha de los partidos políticos se ha concentrado en proteger sus privilegios, en mantener el sistema de enriquecimiento ilícito a través del Estado y, por lo tanto, en mirarse siempre en un espejo que repite: “Sí, tú eres el mejor, el que hace todo bien. Y si algo sale mal no te preocupes; siempre habrá alguien a quien culpar”. Un síndrome propio de quien se observa desde el poder.

Sin embargo, durante los últimos periodos electorales la sociedad salvadoreña ha empezado a utilizar su incipiente democracia para enviar mensajes claros de evaluación, descontento y desaprobación a los poderosos de turno. Y algo que ha tomado tantos años y costado tantas vidas no puede más que causarme alegría. Si la izquierda no luchó para que podamos por fin vivir este episodio de respeto a las diferentes formas de pensar y de libre expresión, entonces quizá nunca comprendí el propósito de su causa.

La sorpresa de los actuales resultados electorales ha sido solo para quienes viven en un país prefabricado, hecho a la medida exacta de sus intereses individuales. Para el resto, para la mayoría, este ha sido un desenlace predecible. Esta vez, a la izquierda le falló la humildad y la autocritica de la que siempre habló durante su lucha.

Por eso este golpe en el tablero me llena de optimismo. Porque constata mi premisa de que en una democracia verdadera todas las voces importan y hay que aprender a escucharlas.

Lejos del letargo y la inercia en la que ha descansado por muchos años el país, ahora me siento optimista. Porque el pueblo hizo sentir su voz, y dijo que El Salvador que tenemos ahora está lejos del buen vivir y de los mensajes ególatras que dicta el espejo del poder.

El mensaje está dirigido a todos los que quieren apuntarse a participar en lo que debería ser una nueva cultura política. No se equivoquen: sabemos que no todos los que han resultado electos ocuparán sus cargos por idoneidad, no insistan en repetir que han ganado porque representan una opción viable para resolver la crisis, no subestimen ni por un segundo la valoración del pueblo. Y, si lo hacen, no se sorprendan de los resultados en las próximas elecciones. El triunfo siempre será para la democracia.

Rosarlin Hernández es periodista independiente, graduada de la Universidad Centroamericana UCA en Comunicación y Periodismo. Con estudios posteriores en Deutsche Welle Akademie en Bonn, Alemania; y en el Instituto de Educación Continua para Periodistas (Fojo), Universidad de Kalmar, en Suecia. Autora invitada en publicaciones realizadas por la Fundación Friedrich Ebert/ El Salvador. 
Rosarlin Hernández es periodista independiente, graduada de la Universidad Centroamericana UCA en Comunicación y Periodismo. Con estudios posteriores en Deutsche Welle Akademie en Bonn, Alemania; y en el Instituto de Educación Continua para Periodistas (Fojo), Universidad de Kalmar, en Suecia. Autora invitada en publicaciones realizadas por la Fundación Friedrich Ebert/ El Salvador. 

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