Columnas / Política

Resaca catalana en El Salvador

Igual que aquel que se levanta el día siguiente de una parranda con dolor de cabeza, los independentistas de Cataluña ahora confronta las consecuencias de sus acciones. Y en El Salvador, por razones similares, también vamos a sufrir una dolorosa resaca.

Viernes, 13 de octubre de 2017
Mauricio Silva

Igual que aquel que se levanta el día siguiente de una parranda con dolor de cabeza y preguntándose qué paso la noche anterior, los independentistas de Cataluña ahora se encuentran confrontando las consecuencias de sus acciones.

Los principales bancos, multinacionales catalanas como Aguas de Barcelona y la empresa de gas Fenosa, o incluso la emblemática bodega de cava Freixenet, han anunciado su cambio de domicilio fuera de Cataluña. La bolsa española ha bajado, las calificadoras de riesgo advierten sobre la calificación de España, y la apertura de cuentas en bancos fuera de Cataluña se ha incrementado significativamente.

Ahora todos los sectores políticos hablan de dialogo, de un alto al fuego, de mediación entre las partes. El pasado domingo una iniciativa ciudadana, Parlem/Hablemos, movilizó en toda España a cientos de miles de personas vestidas de blanco y sin pancartas, pidiendo un dialogo. Dicen ser la mayoría silenciosa, opacada habitualmente por los gritos de guerra.

También el Colegio de Abogados y otros colegios profesionales han lanzado una iniciativa de dialogo. Y sectores dentro de la Generalitat buscan una mediación internacional, hasta ahora infructuosamente, que ha sido rechazada por el presidente del gobierno espoñol, Mariano Rajoy. Incluso, las voces más moderadas dentro del independentismo han presionado para no ejecutar de inmediato la Declaración Unilateral de Independencia.

Los independistas radicales catalanes impulsaron su campaña con muy buena base de publicidad y financiamiento pero sin respeto a la legalidad, sin agotar instancias de diálogo incluso con sus seguidores, ya no se diga con su oposición. Así han consolidado una agenda independentista de orígenes históricos pero con poco contenido concreto, pues el gobierno regional ya controla la educación, la salud, varios medios de comunicación y una policía regional, además de tener Cataluña su propio parlamento, lengua oficial y cultura.

Esas posturas radicales son las que salieron victoriosas en un referéndum cuestionado, realizado con muchos problemas y en el cual solo votó un 42 % del censo. También el gobierno central cerró el paso al diálogo, y buena parte de la prensa avivó los fuegos y dio más voz a un sector que otro. Pero ahora, ante una reacción fuerte de parte del mismo independentismo, de empresas privadas, del sector financiero, de una parte de la población que guardó silencio pero que ahora despierta, de las fuerzas internacionales que poca importancia dieron al conflicto antes pero que ahora se preocupan y lanzan duras advertencias al gobierno regional, Cataluña —y en menor medida el resto de España— vive la resaca.

Aunque no lo parezca, hay una fuerte similitud con lo que sucede en El Salvador. Por ahora pesa la confrontación, una confrontación histórica que se antepone al debate sobre medidas concretas; pesan más en los partidos los intereses radicales que se esconden tras las viejas posturas y sus viejos lemas; tenemos una prensa tradicional claramente parcializada a la cual ya poco se le cree; una población cada vez más crítica pero que todavía sigue el juego de los liderazgos partidarios, continúa arriesgando poco y no responde con acciones consecuentes con sus criticas; unas fuerzas internacionales criticas con el proceso, pero que no están dispuestas a contribuir de acuerdo a su responsabilidad histórica o a tomar medidas que pongan en peligro a sus aliados en el tablero; y como en el caso español tenemos —y es lo más importante— muy poca búsqueda de consensos reales. Nadamos en falsos llamados al dialogo y a la búsqueda de consensos, pero la mayoría de las fuerzas de poder no están dispuestas a ceder nada.

Solo queda preguntar: ¿Cómo será nuestra resaca?

 

*Mauricio Silva es director por Centroamérica en en Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

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