Columnas / Desigualdad

Si El Salvador quiere ser provida, debe alejarse de Trump


Lunes, 9 de enero de 2017
Natasha Reifenberg, Alexis Doyle y Aly Cox

En marzo de 2016, Donald Trump dijo que las mujeres que buscan realizar un aborto deben enfrentarse a 'algún tipo de castigo'. Los políticos conservadores y activistas antiaborto fueron rápidos en denunciar la observación del Sr. Trump como una interpretación errónea de la agenda provida. Por ejemplo, Jeanne Manicini, la presidenta de la fundación que organiza la Marcha por la Vida, dijo: 'Ninguna persona provida va a querer castigar a una mujer que ha elegido un aborto'. El Comité Nacional por el Derecho a la Vida publicó una declaración que señala que nunca ha apoyado las sanciones contra las mujeres que buscan efectuar un aborto.

El Sr. Trump se retractó de su declaración, pero este tipo de políticas se está yendo a la práctica en un lugar del mundo no muy lejos de los EE.UU. El artículo 133 del Código Penal de El Salvador establece que una mujer se enfrentará entre dos a ocho años de prisión si se induce un aborto o concientiza a otra persona para interrumpir su embarazo. En resumen, las mujeres son procesadas junto a los médicos que realizan los procedimientos. En julio de este año, el diputado de Arena Ricardo Andrés Velásquez Parker presentó una propuesta de ley que criminaliza aún más el aborto, aumentando la pena mínima a 30 años y la máxima a 50 -siendo 60 años la pena máxima permitida por la ley salvadoreña para todo tipo de delito. Bajo esta ley, una niña de 13 años de edad, que es violada y busca un aborto podría enfrentarse a cincuenta años de prisión, mientras que su violador se enfrentaría a un máximo de 20 años si es que es procesado.

Voto Católico El Salvador alabó al diputado Parker y su propuesta de condena de los 50 años, diciendo: 'con esta modificación del código penal, El Salvador se alza como a la vanguardia de las legislaciones más provida en todo el mundo. [...] Reconocemos públicamente al Diputado Velásquez Parker como un defensor de la vida de los salvadoreños no nacidos'.

Gran parte de la conversación en la actualidad en torno al aborto en El Salvador se encuentra polarizada y, a su vez, es improductiva. Existen dos posturas que se contraponen: una de ellas se refiere a los casos de las mujeres que están siendo encarceladas injustamente debido a sufrir un mortinato, en cambio, la otra, señala que a las mujeres normalmente se les aplica una medida menor (como una multa).

La verdad se encuentra probablemente en el punto medio: el encarcelamiento injusto debido a la situación socioeconómica no es nada nuevo para cualquiera que haya estudiado la pena de muerte en los Estados Unidos, y las medidas secundarias financieras posterior al enjuiciamiento de la madre no se guían por la compasión ni el perdón requerido por la filosofía provida o la opción preferencial de la Iglesia por los pobres. Pero, ante todo, la ley -tal como está escrita- penaliza a las mujeres y no es provida. En este punto la conversación no puede progresar si ninguna de las posturas está dispuesta a reconocer las preocupaciones legítimas de la otra. Las personas, tanto la madre y el niño, deben ser la preocupación central del movimiento provida en El Salvador y en el mundo.

Como estudiantes de Notre Dame, la universidad católica más prestigiosa del mundo, y apoyados por la presidenta del Right to Life Club (el club de derecho a la Vida más grande de los EE.UU.), mantenemos que la propuesta sobre aumentar drásticamente la condena de mujeres que han buscado abortos no es provida ni coherente con los valores católicos. El basarse en la moral católica para justificar una ley que no está a favor de la mujer ni del hijo, simultáneamente, es una gran ofensa a la filosofía provida y a la doctrina social de la Iglesia.

En primer lugar, si la misión de El Salvador es ser un país provida, hay que considerar que sus leyes actuales están fallando realmente. Aunque la despenalización total del aborto no serviría como una solución legal a favor de la vida, a las madres se les debe ofrecer la inmunidad, la protección, la compasión, la curación y el perdón. El movimiento provida ha considerado a la mujer como la segunda víctima del aborto y jamás ha promovido una medida que encarcele a las mujeres que han abortado, sino que propondría concederles la inmunidad legal. Por otra parte, las personas con mayores probabilidades de ser procesadas son las mujeres pobres que se enfrentan a embarazos no deseados. Esto choca directamente con la opción preferencial de la Iglesia dirigida a los pobres, y únicamente sirve para marginar aún más a las mujeres pobres que se enfrentan a embarazos no deseados y que reciben atención en hospitales públicos. Una sociedad verdaderamente provida buscaría apoyar y capacitar a las mujeres pobres a través de una mayor orientación, educación, servicios sociales, atención prenatal adecuada, recursos curativos en caso que hayan abortado, y apoyo por parte de familias fuertes. Los líderes provida en El Salvador y en todas las demás naciones tienen la responsabilidad de hacer que estos recursos sean una realidad, así como líderes provida en los EE.UU. se levantaron firmemente contra el presidente electo Trump cuando intentó tergiversar completamente la visión legal provida. Hacemos un llamado a los líderes provida de El Salvador para unirse contra una ley que aún castiga a las mujeres.

En segundo lugar, cualquier política que no es capaz de reconocer ni afirmar la dignidad de la mujer, no concuerda con el mensaje de la Iglesia. El Papa Francisco no ha estado en silencio sobre esta cuestión; de hecho, en el Jubileo extraordinario de la Misericordia del año 2016, el cual se enfocó específicamente en las mujeres que han abortado, el Papa declaró que todos los sacerdotes poseen la facultad de absolver de su pecado a las mujeres que han abortado. En un gesto de compasión cada vez mayor hacia las mujeres que han abortado, el Papa ha extendido a todos los sacerdotes el poder de conceder la absolución sacramental más allá del año de la Misericordia. Sin minimizar la gravedad del aborto, él afirma: 'Soy muy consciente de la presión que ha llevado [a las mujeres] a esta decisión. Sé que es una prueba existencial y moral. He conocido a muchas mujeres que llevan en el corazón la cicatriz de esta decisión agonizante y dolorosa [...] El perdón de Dios no puede negarse a uno que se ha arrepentido '.

Una ley que podría encarcelar a las mujeres que buscan abortos durante cincuenta años no es un reflejo de las enseñanzas de la Iglesia sobre la misericordia y el perdón, y sólo consigue eclipsar todo lo que se ha dicho en la luz del Año Jubilar de la Misericordia. En un país en donde la Iglesia católica ejerce un enorme poder político, la primera interacción entre los servicios gubernamentales y de apoyo con las mujeres vulnerables, afectadas por esta ley, no debería conducir al encarcelamiento de estas.

Cuatro días después de su elección papal, el Papa Francisco sostuvo en su homilía: 'Creo - y lo digo con humildad - que este es el mensaje más poderoso del Señor: piedad'. A partir de la preocupación más urgente, hacemos un llamado a cualquier persona que abraza la visión provida, especialmente a los católicos, a practicar la misericordia y rechazar la propuesta de sentencia de 50 años del diputado Velásquez Parker.

*Natasha Reifenberg, Aly Cox y Alexis Doyle son estudiantes de pregrado de la Universidad de Notre Dame. Reifenberg creció en Santiago, Chile, y se enfoca en realizar investigaciones sobre la situación de derechos humanos en Centroamérica. Cox es la presidenta del club universitario Notre Dame Right to Life, el club provida más grande de los EE.UU. Doyle está en vías de estudiar medicina en Ichan School of Medicine at Mount Sinai.
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