EF Académico / Política

Diplomaticos y espías en la guerra fría centroamericana

El trágico final de la experiencia revolucionaria radical de la denominada “primavera democrática guatemalteca” de 1944 a 1954 constituye uno de los eventos decisivos de la guerra fría regional y global. Y aunque estupendas obras se han escrito desde entonces, la magnitud y vastedad de los efectos del golpe contra Jacobo Arbenz en 1954 resultan todavía sorprendentes.


Miércoles, 3 de agosto de 2016
Roberto García Ferreira

Los dos documentos que ahora presentamos a los lectores integraron junto a otros mi conferencia en el marco del XIII Congreso Centroamericano de Historia, que reunió en Tegucigalpa, entre el 18 y 21 de julio, a varios cientos de académicos, estudiantes y público interesado en el acontecer de los países centroamericanos. Ellos forman parte de una extensa acumulación de fuentes primarias derivadas de la consulta e investigación de numerosos archivos históricos latinoamericanos. Ambos se relacionan con la guerra fría en Centroamérica y, particularmente, con el golpe de estado contra el presidente guatemalteco Jacobo Arbenz en 1954.

Ningún documento histórico habla por sí sólo. Para hacerlo debe mediar el oficio del investigador, quien aplica las herramientas teórico-metodológicas necesarias para hacerlos inteligibles. En ese camino, y partiendo de que se trata en este caso de dos informes diplomáticos escritos, una indicación es prioritaria: el repositorio donde se conservan. Ambos provienen del archivo histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores de la República de Honduras, un acervo hasta el momento no transitado por los académicos que investigan la historia centroamericana pero altamente redituable en términos de evidencia empírica.

Los dos pertenecen al año 1953 y fueron redactados por Jacinto Octavio Durón, entonces embajador hondureño en Guatemala y activo representante de la elite anticomunista regional.

Para ese momento, el avance y firmeza que le imprimían a la revolución guatemalteca tanto el presidente Arbenz como las asociaciones de sindicatos campesinos era evidente. El centro principal de ese avance estaba atado a la aplicación de la ley de Reforma Agraria que hería tanto a la elite finquera local como a la United Fruit Company, la célebre empresa bananera cuyos intereses se expandían por toda la región. Desde un pequeño lugar ubicado en una zona cercana y por demás sensible a la influencia norteamericana, un pequeño grupo de revolucionarios convencidos, liderados por un joven militar sensible a dichas demandas, ponían en jaque no sólo aquel “enclave bananero” sino que también desafiaban con éxito la geopolítica estadounidense en medio de las tensiones de la guerra fría.

Por lo afirmado, cabe imaginar que se trataba de un desafío intolerable. Tras ocuparse del líder iraní Mohammad Mossadegh, derrocado en agosto de 1953 por medio de una acción encubierta, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) diseñó un plan similar para deshacerse del presidente guatemalteco. El mismo fue aprobado en septiembre de 1953 y culminó tras la renuncia de Arbenz el 27 de junio de 1954.

Conocemos ampliamente desde hace más de una década los documentos desclasificados de la misma y sabemos de los esfuerzos, percepciones, motivaciones e intereses que llevaron a Estados Unidos a intervenir en Guatemala y así detener la revolución guatemalteca.

El golpe y su “trama regional”

Menos sabemos acerca de la trama regional de aquel recordado golpe de estado: es decir, más allá de la CIA, los dictadores y líderes anticomunistas que rodeaban a Guatemala mucho hicieron para evitar que los efectos de la radical experiencia chapina se expandieran hacia sus países. Muchas veces, la agenda anticomunista que los unía no sólo no coincidía con la de Estados Unidos sino que tenía motivaciones propias que la trascendían.

Se trata de un tema aún abierto a la investigación de los historiadores dedicados a las relaciones internacionales de los países de la región. Como parte de este necesario debate y con el ánimo de aportar evidencia documental centroamericana que permita mirar desde una escala regional el golpe contra Arbenz es que publicamos los dos documentos que debajo se transcriben.

Honduras formaba parte de esos vecinos incómodos que rodeaban a Guatemala. En palabras del embajador de Chile en Guatemala –concurrente en los demás países centroamericanos-, el socialista Federico Klein Reidel, se trataba de un auténtico “cordón sanitario” que incluía además de a los vecinos centroamericanos –Somoza, Osorio, Gálvez, Carías, Remón y hasta el mismo Figueres Ferrer- a los dictadores de República Dominicana, Venezuela y Cuba: Trujillo, Pérez Jiménez y Batista. La enunciación de esto último –que surge de numerosas evidencias hoy disponibles en varios archivos- obliga a extender entonces la “geografía” hacia el Caribe y parte de América del Sur para dar cuenta en su justo término de esa aludida “trama regional”.

Los documentos diplomáticos y las nuevas pistas

“Guatemala, 5 de febrero de 1953”, tiene por fecha el primero de ellos, parte de una colección mucho mayor de fuentes donde se exhiben y sugieren varios elementos significativos.

Uno, el alto nivel de información que podía producir el embajador hondureño como resultado de sus destacados contactos políticos con sus pares del mundo político, militar y diplomático.

Dos, e igual de importante, merece subrayarse que estas fuentes muestran que la embajada hondureña se constituyó en una auténtica retaguardia contrarrevolucionaria: a dicha misión diplomática llegaban habitualmente a buscar refugio los más destacados actores anticomunistas que complotaban contra Arbenz: no sólo los dirigentes que buscaban hacerse con el poder sino también “agentes”, “periodistas”, militares y traficantes de armas. Por esa razón la documentación remitida desde Ciudad de Guatemala hacia la Secretaría de Relaciones en Tegucigalpa aporta cuantiosa evidencia acerca de la referida “trama regional”.

Tres, el informe permite observar las tensiones que a nivel regional generó la reforma agraria guatemalteca y los cimbronazos externos de la movilización a que ella daba lugar. El siempre temido “efecto dominó” parecía palpable y sus vecinos advertían el peligro: si Guatemala podía enfrentar a la Frutera, ¿por qué no lo podían hacer los demás?

Cuatro, de todos los “vecinos incómodos” la Nicaragua de Somoza parecía ser el más peligroso para Guatemala, pues su activismo militante contra el “comunismo” era muy a menudo amenazante dado el carácter impulsivo del dictador nicaragüense. Más allá de los celos por la no asistencia de Arbenz a la ceremonia por el cumpleaños de Somoza, que radicalizaba el denominado “resentimiento nica” con Guatemala, el asesino de Sandino era peligroso por su condición de aliado cercano a Estados Unidos y derivado de esto, por su poder militar.

Quinto, el escrito confirma una vez más el rol clave del Ejército anticomunista guatemalteco en el proceso de desestabilización y en la victoria final de la acción encubierta de la CIA. Durón llegaba alto en sus vinculaciones: había sido informado por “uno de los jefes del G-2 del Ejército”. A la luz de la historia posterior lo que leemos en el documento resulta creíble y permite confirmar que el General Carlos Enrique Díaz –el amigo a quien el presidente Arbenz suponía fiel- se encontraba conspirando por lo menos desde entonces. De hecho, escribía Durón, Díaz tenía gente “de su entera confianza en los puestos clave”. Como completaba más adelante, todo le indicaba a pensar –con acierto- que “estamos en presencia de un golpe de estado, medio disimulado”.

En el idioma de Estados Unidos

Nueve meses más tarde, en noviembre de 1953, se ubica el otro de los documentos. Allí el representante hondureño en Guatemala resume la conversación mantenida con su colega de Estados Unidos, John Peurifoy. Se vanagloriaba Durón de hablar con él “en su idioma”.

Me interesa especialmente destacar esto: tanto “Jack” Peurifoy como Whiting Willauer –embajador estadounidense en Honduras- habían llegado a la región poco antes. Desconocían Centroamérica, su historia, la geografía y a sus habitantes; tampoco hablaban español. Sin embargo, estaban convencidos del peligro comunista que significaba Guatemala y de la magnitud del mismo. Para lidiar con ese “virus” fueron enviados y, en esto sí, poseían amplia experiencia: venían de luchar contra los “rojos” en Asia razón por la cual aplicaban acciones equivocadas que, como ha sugerido Vanni Pettinà, formaban parte de una perspectiva global de la guerra fría. No consideraban entonces, entre otras, las circunstancias locales que explicaban la fuerte condena que desde la región centroamericana se hacía acerca del papel de Estados Unidos y de la poderosa United Fruit, o en cuanto a las miserables condiciones en que debían trabajar los centroamericanos. La reforma agraria arbencista sólo podía ser resultado de las manipulaciones del Soviet y Arbenz era un títere de Moscú, el “Stalin centroamericano”.

Derivado de estas y de otras condicionantes que han pautado la historia de las relaciones de Estados Unidos con América Latina, queda claro en el documento la “arrogancia imperial” que advirtió Piero Gleijeses: le va a hablar a Arbenz con franqueza y le entregará en una “bolsa” la lista de los comunistas que aquel debía expulsar o marginar. De todas formas hoy sabemos que para ese entonces no había posibilidad de entendimiento. El golpe de la CIA ya estaba y algo de ello sugirió con complicidad Durón en su informe: aunque “EEUU nunca mandará sus marinos acá, como desearía mucha gente”, había “mil otras maneras de proceder”.

Al igual que en el caso anterior, otra vez aparecen dos factores claves ya destacados: el rol del Ejército y la peligrosidad permanente de Somoza.

Para finalizar, fuentes como las que abajo publicamos forman parte de las nuevas posibilidades de investigación con las que ahora contamos los historiadores de la guerra fría latinoamericana.

En este caso específico ellas refieren a una región peculiar y suponen, entre otros desafíos, uno que nos obliga –como ya fue dicho- a extender la geografía del conflicto bipolar en Centroamérica incluyendo al Caribe y el norte de América del Sur. También las investigaciones sustentadas en el archivo del que se dio cuenta nos evidencian con mucha elocuencia el carácter dinámico de la circulación de ideas y personas así como la imperiosa necesidad de seguir la amplia red de anticomunistas de la región, dando cuenta de los itinerarios y trayectorias de algunos de sus más connotados representantes.

Esta dimensión o lo que aquí hemos denominado como “trama regional” del golpe contra Arbenz, no pretende matizar el rol de Estados Unidos sino ubicar dicha intervención en el marco de las tensiones, egos, motivaciones y percepciones de los propios actores centroamericanos que formaban parte de esa geografía ampliada a la que me he referido. De hecho la evidencia sugiere que la recordada intervención de la CIA no puede explicarse en su real dimensión si no se atienden esos y otros avatares que caracterizaban a una región donde existía una “propia guerra fría”, jalonada por una historia extensa, antigua y hasta “natural” tendencia centroamericana y caribeña a intervenirse mutuamente. En palabras del ya citado Federico Klein, se trataba de “la sorprendente hermandad centroamericana para darse de puntapié sin dejar de abrazarse!”.

***

DOCUMENTO 1

[Sello] Embajada de Honduras

No. 26

Guatemala, 5 de febrero de 1953

Señor Secretario:

Con el respeto acostumbrado, me permito hacer del conocimiento de esa Superioridad los siguientes informes.

1.- Me informa el Embajador de El Salvador en ésta que por medio de elementos comunistas salvadoreños que están acá, y que él tiene a sueldo, sabe de manera positiva que la infiltración principal de los comunistas de Guatemala es para Honduras valiéndose de lo accesible de nuestra frontera. Que El Salvador, teniendo una zona fronteriza poblada y llena de agentes del Gobierno, es traspasada con frecuencia, estando allá últimamente dos agentes que fueron despachados de aquí con dinero y propaganda. Que pronto dará una lista de ellos, para que se les capture por nuestras autoridades.

2.- En los círculos militares y oficiales hay cierta zozobra por lo que ellos llaman la reunión de Ministros de Guerra de los cuatro países, actualmente reunida en Managua. No quieren creer que se trata de una invitación del General Somoza para festejar su cumpleaños. También ven con malos ojos el hecho que el Canciller Canessa haya tomado consigo a los Embajadores de estos países, en viaje por Centro América.

3.- Como consecuencia de todo lo que ocurre aquí, el Embajador de El Salvador que tiene intimidad con el Mayor Alfonso Martínez, brazo derecho del Presidente Arbenz, le mandó a decir por medio de este a Arbenz que sería muy del caso que nosotros acompañáramos al Dr. Osegueda en su próximo viaje, estando Martínez de acuerdo con ello. Esto ocurrió ayer que regresó Funes de su tierra, sin saber que ya Osegueda había platicado con el Embajador de Nicaragua y el Ministro de Panamá en igual sentido, igual que con este informante.

4.- El Embajador de Nicaragua está hondamente resentido con las autoridades chapinas, en vista que al insinuar él que deseaba dar una magnífica recepción con baile y cena, el primero del mes en curso, en honor del cumpleaños del Presidente Somoza, se le hizo sentir que comenzando con el Presidente Arbenz, ningún elemento oficial asistiría a la fiesta. Hay algo más que es de importancia; hablando de esto con el Embajador Funes me dijo que había captado la impresión que posiblemente Nicaragua hiciera algo, en forma de ponencia quizás, para poner en apuros a Guatemala en la reunión de Cancilleres. Califica él de tanta importancia el resentimiento nica para el Gobierno de Guatemala, que pudiera llegar hasta un nuevo rompimiento de relaciones. Esto se lo dijo ayer cuatro el Embajador Montenegro al salvadoreño.

5.- Todos los elementos comunistas y filocomunistas del Gobierno y los partidos revolucionarios están que revientan por la actitud de tres de los Magistrados del Tribunal Supremo al admitir el paro solicitado contra el Presidente Arbenz, como máxima autoridad de la reforma agraria. Ya se ha pedido la destitución de los Licdos. Herbruger, Rodríguez y Morales. Hoy acabo de saber que se pensaba plantear su destitución en el Congreso y reponerlos a la mayor brevedad por elementos de mentalidad progresista. Como habrá visto Ud. por la prensa que envío a esa Secretaría, ‘Nuestro Diario’ y ‘Diario de Centro América’ principalmente el primero, publica diariamente artículos hablando que la reforma agraria no debe ser motivo para la interposición de recursos como el de amparo, etc. Un artículo que merece leerse, por ser escrito por un paisano, aparece en uno de los diarios. Se trata del licenciado Aguiluz Berlíoz, que me dicen estudió en México. Habla de leyes nuevas que no deben someterse a leyes viejas, etc.

6.- Esta madrugada, antes de la una, el Congreso en sesión permanente, y conociendo de una consulta que le hizo el Presidente de la República, al estimar él que no procedía evacuar el traslado que le ordenó la Corte Suprema de Justicia, al conocer de un amparo que interpuso en su contra, como máxima autoridad agraria, resolvió destituir a cuatro de los Magistrados, ellos son: Herbruger, Rodríguez, Carrillo Magaña y Morales, dejando solamente a Edmundo López Durán. Se dio como razón legal que al aplicar la Constitución sobre la Ley Agraria que prohíbe el conocimiento de sus asuntos a tribunales judiciales, se demostró ineptitud, por lo que se eligieron como sustitutos, a los Licdos. [sic] Marcial Méndez Montenegro, como Presidente en lugar de Herbruger, y por su orden a Alfonso Bauer Paiz, López Durán (reelecto), Ricardo Chávez Nachman y Virgilio Zapata Mendía.

7.- Supe anoche, por medio de uno de los jefes del G-2 del Ejército, que éste está listo para cualquier eventualidad. Que el General Díaz, Jefe de las Fuerzas Armadas, tiene gente de su entera confianza en los puestos claves, como son los cuarteles, Estado Mayor, Aviación, etc. Que existe la posibilidad que asuman el poder, pues claramente se han manifestado contra el comunismo todos los militares. Me decía este jefe, que veían la situación actual muy semejante a la que prevalecía cuando la muerte del Coronel Arana. Los periodistas como J.A. Palmieri, y algunos diputados que se opusieron a la destitución de los magistrados, coinciden en pensar que estamos en presencia de un golpe de estado, medio disimulado. Las consecuencias, si las hay, tienen que surgir en breve plazo. Lo que es indiscutible es el descontento general que prevalece en todos los sectores de la capital. Mario Fuentes Pruccini, que es de los grupos revolucionarios, votó contra la destitución, así como ocho diputados más.

8.- A última hora he tenido informes que todas las dependencias judiciales, auspiciados por los estudiantes de derecho elevarán sus renuncias, como una protesta y acto de solidaridad con los cuatro magistrados destituidos e irán a la huelga.

Del señor Secretario, con toda consideración y respeto soy su atento y seguro servidor,

[firma]

Jacinto Octavio Durón

Excelentísimo Señor Doctor

Don J. Edgardo Valenzuela

Srio. Relaciones Exteriores

Tegucigalpa-Honduras

***

DOCUMENTO 2

[Sello] Embajada de Honduras

No. 222

Guatemala, noviembre 20 de 1953

Señor Secretario:

Tengo a honra comunicar a usted que esta tarde devolví la visita del nuevo Embajador de los Estados Unidos, señor Peurifoy, quien comenzó por decirme, que de todos los colegas con el que más simpatizaba era conmigo. Me imagino que dirá esto porque por que nos entendemos en su idioma y por saber que Honduras marcha de acuerdo con su país. Luego me informó, de modo confidencial, lo que sigue:

  1. Que tiene conocimiento que el gobierno de Guatemala está intrigado porque él no ha solicitado ver al presidente Arbenz. Que él tiene que verlo, y lo hará posiblemente la semana entrante, para decirle de manera franca y categórica qué es lo que quiere Guatemala con su actitud contra su gobierno; que si desea echar fuera del país a todas las compañías americanas; que por qué protege a los comunistas (cuya lista llevará en la bolsa) y en fin que quiere saber si hay algún deseo de entendimiento o no con su gobierno, para así hacerlo saber a Washington. En otras palabras, que aclarará de una vez por todas el estado de desasosiego que existe. Me dijo terminantemente que EEUU nunca mandará sus marinos acá, como desearía mucha gente, pero que hay mil otras maneras de proceder. De todo ello me ofreció tenerme al corriente.

  2. Me informó asimismo, que el Ministro de Economía Fanjul, le había dicho a Bradshaw, presidente de la IRCA que Guatemala le peleaba una guerra a muerte a la Frutera; o sobrevivía una o la otra, pero no las dos.

  3. Me informó también que anteayer se reunieron con el presidente todos los coroneles del país, quienes se supone lo increparon por su apoyo a los comunistas. Dice que se supone que Arbenz contestó que eso era falso. Que los tenía controlados y que en cualquier momento los pondría en su lugar. También que había ofrecido retirarse del poder y dejar al Crl. Díaz, Jefe de las Fuerzas Armadas, y que se había abstenido de contestar la pregunta [de] por qué EEUU no les vendía armas y municiones. Se supone que la pregunta venía del hecho (no publicado aquí) del decomiso verificado por los Guarda Costas americanos, de 25 mil cartuchos que venían de Italia para Guatemala, vía New York.

  4. Por mi parte he sabido que el fin de semana tenían miles de hombres sobre las armas, desde San José hasta Retalhuleu, pues se temía que el barco de Somoza ‘El Salvador’ fuera a invadir. Yo noté los aviones que patrullaban constantemente la costa, pues anduve por allá.

En la confianza que las informaciones preceden sean de utilidad al ilustre Canciller, me ofrezco como su atento y seguro servidor.

[firma]

Jacinto Octavio Durón

Excelentísimo Señor Doctor

Don J. Edgardo Valenzuela

Srio. Relaciones Exteriores

Tegucigalpa-Honduras

 

*Roberto García Ferreira es Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires (2014). Profesor de Historia Americana y de Historia de las Relaciones Internacionales en América Latina de la Universidad de la República (Uruguay). Integra el Sistema Nacional de Investigadores participando también del Grupo de CLACSO sobre Imaginarios del antiimperialismo en Latinoamérica. Es autor de varios libros, capítulos de libro y artículos académicos. El libro en coautoría “Espionaje y política” (Ediciones B, 2013) obtuvo el Primer Premio de su categoría por parte del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay (2015). También ha publicado “La CIA y el exilio de Arbenz” (FLACSO, Guatemala, 2013); “Bajo vigilancia” (USAC, Guatemala, 2013). Actualmente escribe, junto a Max Paul Friedman, un libro que relativo a la misión del embajador chileno Federico Klein en la Guatemala de Jacobo Arbenz y que será editado por LOM Ediciones.

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