Internacionales / Política

Así es Kallstadt, el pueblo alemán de los antepasados de Donald Trump

En Kallstadt, un pequeño pueblo alemán rodeado de viñedos, vivían los antepasados de Donald Trump. Pero sus habitantes están más orgullosos de su especialidad culinaria, la panza de cerdo rellena, que del virulento candidato republicano a la Casa Blanca.


Miércoles, 15 de junio de 2016
Deborah Cole (AFP) / El Faro

Kallstadt, al suroeste de Alemania, es una pequeña localidad viticultora en la que nació el abuelo paterno del candidato republicano Donald Trump. Foto Daniel Roland (AFP).
Kallstadt, al suroeste de Alemania, es una pequeña localidad viticultora en la que nació el abuelo paterno del candidato republicano Donald Trump. Foto Daniel Roland (AFP).

Kallstadt, ALEMANIA. “Si es elegido presidente, esperaremos para ver lo que hace por Estados Unidos y el mundo. Entonces, quizás, coloquemos una placa”, señala sin entusiasmo Thomas Jaworek, el alcalde de Kallstadt, una pequeña localidad de 1,200 habitantes ubicada al oeste de Alemania, y que estos días está teniendo más visitas de periodistas que de costumbre, por el hecho de ser el pueblo de los antepasados de Donald Trump, virtual candidato del Partido Republicano a la presidencia de Estados Unidos.

Incluso Hans-Joachim Bender, antiguo viticultor de 74 años y primo lejano de Donald Trump, dice, tajante, “las tonterías no son lo mío”. “Creo que Hillary es un poco menos... radical”, añade refiriéndose a Clinton, la candidata demócrata, este jubilado que desciende también del otro emigrante célebre de Kallstadt, el fundador del imperio de la salsa de tomate Heinz.

La familia Trump afirmó durante mucho tiempo que era de ascendencia sueca, para evitar ser blanco de un sentimiento anti-alemán extendido en Estados Unidos tras las dos guerras mundiales y el Holocausto. Pero, en realidad, el abuelo del multimillonario estadounidense, Friedrich Trump, creció en Kallstadt y emprendió en 1885 un viaje a Estados Unidos, con apenas 16 años, para encontrarse con sus hermanas, y dejando simplemente una nota de adiós en la mesa.

Una vez que llegó a Nueva York, el adolescente emprendió ruta hacia la Costa Oeste de Estados Unidos, donde abrió tabernas en las que ofrecía comida, bebidas y compañía femenina a los solitarios buscadores de oro, cuenta Gwenda Blair, una de las biógrafas de Donald Trump.

Friedrich Trump americanizó su nombre, que se convirtió en Frederick, y envió a sus hermanas que se quedaron en Nueva York pepitas de oro que invirtieron en el sector inmobiliario, sentando las bases de la fortuna familiar.

Conocido como Saumagen, la panza de cerdo rellena es uno de los platillos típicos de Kallstadt. Foto Daniel Roland (AFP).
Conocido como Saumagen, la panza de cerdo rellena es uno de los platillos típicos de Kallstadt. Foto Daniel Roland (AFP).

Fuerte y fiable”

El joven, que se volvió rico, regresó luego a Kallstadt para casarse con la hija de sus antiguos vecinos, Elisabeth Christ, que creció frente a él en la modesta Freinsheimer Strasse, llamada entonces Engelsgasse (Camino de los Ángeles).

Nostálgicos de su tierra, la pareja intenta instalarse en el pueblo renano. Pero como Frederick no hizo el servicio militar, se vi obligado a regresar a Nueva York, con su esposa a punto de dar a luz, según el historiador Roland Paul.

“La gente de Kallstadt es fiable y fuerte y es así como me siento: soy fuerte y soy fiable”, se jactaba en 2014 el magnate de las bienes raíces en un documental de Simone Wendel, Los reyes de Kallstadt.

Trump, que prometió visitar el pueblo en su próxima visita a Alemania, dice estar “orgulloso de su sangre alemana, sin ninguna duda”. Pero el sentimiento no es siempre recíproco. Kallstadt, tierra del vino blanco y del senderismo, evoca poco a su descendiente, y ninguna calle lleva su nombre.

Demagogo”

La verdadera celebridad local es la panza de cerdo rellena (Saumagen), que da su nombre a una serie de pintorescos locales como la Bodega de la panza de cerdo, el Bar de la panza de cerdo y el Paraíso de la panza de cerdo.

Iglesia de Kallstadt, el pueblo del que migró en busca de la prosperidad hacia Estados Unidos el abuelo de Trump. Foto Daniel Roland (AFP).
Iglesia de Kallstadt, el pueblo del que migró en busca de la prosperidad hacia Estados Unidos el abuelo de Trump. Foto Daniel Roland (AFP).

Detrás del mostrador del Paraíso, Edelgard Kellermann, de 62 años, admite sonriente que el fenómeno Trump atrae a turistas y “evita que nos aburramos demasiado”.

Pero su sonrisa se desvanece cuando le preguntan sobre el proyecto de Trump de construir un muro antiinmigrantes en la frontera con México o sobre los ataques contra la política de acogida de refugiados de la canciller alemana Angela Merkel.

“El señor Trump desciende de un refugiado, sus antepasados huyeron por razones económicas, en busca de una vida mejor. A él le fue bien y debería dar a los demás la misma oportunidad”, argumenta este comerciante, que califica al candidato de “demagogo”.

Kallstadt acogió el mes pasado a sus primeros solicitantes de asilo, una familia siria de cuatro personas “que vivió durante mucho tiempo en campos de refugiados”, señala el alcalde. “Es algo bueno y estamos muy contentos”, agrega.

Calle principal de Kallstadt, municipio de apenas 1,200 habitantes. Foto Daniel Roland (AFP).
Calle principal de Kallstadt, municipio de apenas 1,200 habitantes. Foto Daniel Roland (AFP).

© Agence France-Presse

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.