El Ágora / Cultura y sociedad

Elena Poniatowska: “Tengo mucha pasión por El Salvador porque yo quise mucho a Roque Dalton”

Entrevista con una de las autoras mexicanas más respetadas en el mundo. Elena Poniatowska (París, 1932) ha brillado en casi todos los grandes géneros narrativos, tanto en el periodismo como en la ficción. A sus 83 años sigue novelando la historia mexicana y a sus personajes más emblemáticos, y hace alarde de esa exquisita memoria que le permite recordar anécdotas precisas y también recitar versos de Roque Dalton.


Lunes, 7 de marzo de 2016
Élmer L. Menjívar

Elena Poniatowska, la princesa roja, la cronista de Tlatelolco, la novelista que construyó las leyendas literarias de ese México de antes que se ha instalado en el imaginario latinoamericano, la activista reincidente en la plaza del Zócalo, la doctora honoris causa de ocho universidades mexicanas, de la de Puerto Rico y de La Sorbona, de París. La Premio Maria Moors Cabot de la Universidad de Columbia, en Nueva York, la Premio de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, la Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes 2013. Con premios se podría construir su biografía, con los títulos de sus más de 35 libros, con los homenajes y con las fotos de sus personajes, con sus personajes, con su historia que es la de México del siglo XX.

Poniatowska, 'la Ponia', como le dicen sus lectores más confianzudos, atiende paciente y disciplinada, uno a uno, a los periodistas que consiguieron un turno para una plática de 20 minutos. Es una de las figuras estelares de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que se llevó a cabo del 28 de noviembre al 6 de diciembre de 2015, donde, además de recibir el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara, está promocionando Dos veces única (Seix Barral, 2015), la más reciente de sus novelas, una basada en la vida de Lupe Marín, segunda esposa del pintor Diego Rivera, quien escribió su propia autobiografía en 1938: La única.

De lejos, se le ve menuda y amena, amable con todos, sonriente, y solo dejar ver el cansancio cuando cree que nadie la ve entre una entrevista y la siguiente. '¿Cansada?', la primera –torpe– pregunta para romper el hielo, intento fallido de disipar los nervios que ella intuye empática, y responde complaciente “Tengo 83 años”, y sonríe con la mirada resignada a empezar otra entrevista. Pero se anima poco a poco, responde siempre breve, sobre su nueva novela, sus decisiones literarias, toma vuelo cuando la plática se asoma a la política, dura y autocrítica con sus paisanos cuando hablamos de migración y racismo, y se pone nostálgica pero enérgica cuando habla de un poeta salvadoreño que mataron sus compañeros. “¡Te imaginas qué bestias! ¡Asesinar a un gran poeta!” Esta entrevista solo empezó, con 20 minutos queda abierta la deuda con una de las vidas más fascinantes del continente.

Elena Poniatowska durante la ceremonia en que recibió el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara, en diciembre de 2015, durante la Feria Internacional del Libro. Sentado, a su izquierda, su par literato Fernando Del Paso. / Foto © FIL Guadalajara 
Elena Poniatowska durante la ceremonia en que recibió el doctorado honoris causa de la Universidad de Guadalajara, en diciembre de 2015, durante la Feria Internacional del Libro. Sentado, a su izquierda, su par literato Fernando Del Paso. / Foto © FIL Guadalajara 


Empecemos con su nueva novela. ¿Cómo acaba convertida en una novela una investigación tan exhaustiva que bien podría ser una estupenda biografía sin ficción?

Es al revés, yo escribo novelas y para poder escribirlas con un personaje real, una persona que yo conocí, procuro que sea lo más parecido posible a esa persona que yo conocí y a sus circunstancias.

Usted ha dicho que quisiera que sus libros sobre personajes reales fueran la motivación para el trabajo de un biógrafo. ¿Por qué usted no se considera una biógrafa?
Porque yo creo que para hacer una biografía hay que pasarse años investigando la vida de una persona, trabajando mucho sobre las circunstancias del país de donde proviene y, en mi caso, considero que debe venir después alguien que sea un verdadero biógrafo que haga la biografía. Yo hago novelas, porque lo que yo no sé, lo invento.

¿La invención no desfigura al personaje real?
Yo no creo que el personaje de Lupe Marín esté desfigurado por eso, pues a Lupe Marín la conocí, la entrevisté, la traté; poco, pero la traté, y yo trato de conservar el recuerdo que tengo de ella. A diferencia, por ejemplo de Tina Modotti, a quien yo no conocí porque yo llegué a México en 1943, en el año que ella murió. [Tinísima, Era, 1992].

Ha dicho también que contar la vida de Lupe Marín es una manera de contar a México…
Sí, porque es una etapa de México buenísima. Está Diego Rivera, las hijas de Diego Rivera y Lupe Marín, y también los nietos, es todo un mundo, sus amigos, los maridos de las hijas, y todo el mundo que gira en torno a Diego Rivera y por tanto en torno a Lupe Marín.

¿Los familiares vivos tienden a colaborar o ya le ha tocado escribir algo en contra de la voluntad de los familiares?
No, nunca… Ahora he visto a los nietos y a la hija de Lupe Marín, y en general les parece bien lo que yo hice. Pero tiene usted razón, corre uno ese peligro si escribe sobre personajes reales, que a los familiares no les guste y te digan “oiga, usted todo lo inventó”, o que se quieran pelear, pero hasta ahora creo que lo he hecho bien porque no me ha pasado.

Hace un rato me dijo que esa época de México fue muy bonita, una época que usted vivió, y que, de hecho, es legendaria en toda Latinoamérica por figuras como Diego Rivera, Frida Kahlo, Tina Modotti… ¿La distancia histórica le ha hecho cambiar su percepción de esa época?
Siempre he pensado que México hoy es muy inferior a su pasado. Ahora no hay personajes de la talla de Lupe, de Frida, de Diego, de Siqueiros, de Orozco…

Pero en el pasado de México también está Tlatelolco, una historia de horror real que usted escribió como periodista y fue por usted que el mundo supo el horror que sucedió ahí… En perspectiva, ¿usted ahora cree que se quedó corta con aquella historia o que fue justa?
Antes de La noche de Tlatelolco yo había escrito otros libros… Eso fue en el 68. Yo creo que está comprobado que lo que yo escribí está completamente ajustado con los hechos, claro que después escribieron otros, escribió Monsiváis, Julio Scherer, pero más bien son libros de ensayo para explicar y encontrar las razones de lo que sucedió.

¿Usted cree que en esos hechos podríamos encontrar razones o explicaciones de lo que sucede ahora en México?
El desprecio por los estudiantes, el mal gobierno, las corrupción, ahora incluso van en aumento. Usted puede ver ahora el caso horroroso de los 43 normalistas asesinados en Ayotzinapa, que aún no se sabe quienes son los criminales…

¿No se sabe?
Bueno, se sabe que finalmente es el gobierno, pero así de que puedas tú señalar a quien los mató específicamente es más difícil… Yo puedo decir que tú me estás haciendo una entrevista porque te veo la cara y puedo reconocerte cuando te vea, pero en este caso no hay quien reconozca a nadie aún. Se puede decir que fue el ejército, que fue la policía, que fueron narcotraficantes… Pero no lo puedo decir con un sujeto como puedo decir 'él me entrevistó', pero en ese caso nadie puede decir “él me mató”.

Elena Poniatowska presentó el libro colectiovo Ayotzinapa, La travesía de las tortugas , en compañía de los escritores y fotógrafos que participaron en la elaboración de los relatos sobre los 43 estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa, en la 29ª Feria Internacional del Libro en Guadajalara. Guadalajara, Jalisco a 5 de Diciembre del 2015. / Foto de Paola Villanueva Bidault ©FIL
Elena Poniatowska presentó el libro colectiovo Ayotzinapa, La travesía de las tortugas , en compañía de los escritores y fotógrafos que participaron en la elaboración de los relatos sobre los 43 estudiantes desaparecidos de la normal de Ayotzinapa, en la 29ª Feria Internacional del Libro en Guadajalara. Guadalajara, Jalisco a 5 de Diciembre del 2015. / Foto de Paola Villanueva Bidault ©FIL

Llevamos muchos años viéndola a usted en la calle y en los medios encabezando movimientos ciudadanos. ¿Usted sigue creyendo en que es posible cambiar México?
Claro que lo creo y lo quiero. Pero es algo que yo deseo, deseo que toda la gente se vaya a dormir habiendo comido más o menos lo mismo, que los mexicanos más pobres tengan las mismas oportunidades que los ricos, que no sea un país tan desigual y que finalmente logremos un buen gobierno… Porque yo no sé si es que nosotros somos tan idiotas que votamos tan mal por nuestro presidente, porque finalmente escogemos mal, porque últimamente no hemos hecho más que escoger mal y ayudar a que aumente la corrupción gubernamental.

¿En qué momento ha sentido usted que México ha estado más próximo a cambiar para bien?
Bueno, lo siento a través de los jóvenes actualmente. Porque fíjate que cuando los asesinatos de Ayotzinapa fueron los jóvenes los que se organizaron a través de las redes sociales y hubo grandes marchas al Zócalo, y han sido magníficas. Siempre se ha sabido quienes son los provocadores que se infiltran y hacen desmadre… Pero esas marchas se organizaron en unas cuantas horas, han sido marchas ejemplares.

¿Qué tan al tanto está de lo que ha pasado en Centroamérica, como la caída de un gobierno en Guatemala, por ejemplo, o sobre la violencia en El Salvador?
Algo sé, pero te voy a decir que en México somos muy chocantes, siempre decimos que lo que pasa en Guatemala, Nicaragua, El Salvador en donde tú quieras en Centroamérica, es mucho peor que aquí, y luego vemos como aquí a los centroamericanos que agarran en la frontera los mexicanos los maltratan mucho más de lo que los maltratan los norteamericanos… Todos dicen que es la Mara Salvatrucha, que son los grupos que están en Chiapas, que son los grupos que esperan a los más pobres… Pero son los mexicanos los que más los maltratan, tanto así que ya suelen decir que es mejor caer en las garras de una patrulla gringa que caer en la garras de un grupo de mexicanos, que no hay mayor crueldad, mayor maltrato que el que hacen los mexicanos.

¿Por qué cree que se da esto?
Porque hay todo un grupo amafiado… Pero también hay que decir que en esa zona, por ejemplo, hay un sacerdote muy solidario que consigue ropa, zapatos, comida, y tiene albergues para tratar de mejorar la situación. Pero la crueldad de los mexicanos es tremenda, recuérdate de estos 72 que mataron en Tamaulipas, eso fue asqueroso, porque además de ser un crimen, son los mexicanos matando a sus hermanos.

¿Usted cree que esa actitud es una cuestión de política o de racismo metido en la cultura?
Yo creo que es una cuestión que tiene que ver con la mala política y con la corrupción... Porque finalmente un chiapaneco y un guatemalteco son idénticos, es más, si a mí me pones a un mexicano y a un guatemalteco yo no sabría distinguirlos. Incluso te voy a decir que yo estoy más a favor de los guatemaltecos, porque si tengo que ver sus obras, sus tejidos, su manera de ser, su cultura, le ganan a México.

¿Esta actitud contra los centroamericanos la ve solo en el Estado o cree que también es reflejo del mexicano en general?
En México somos muy terribles, racistas contra nosotros mismos y peor contra los vecinos del sur. Aquí se se usa ese dicho de que de Chiapas para abajo vas de Guatemala a guatepeor, no sé si lo has oído. Te dicen, ejemplo, ‘Perú es como México, pero con 250 años de atraso’. Los mexicanos nos creemos la divina garza y luego no estamos dispuestos a reconocer que México es más de Centroamérica que del norte.

¿Cuándo fue la última vez que estuvo en El Salvador?
La última vez que estuve fue en el 2001, cuando gané el premio Alfaguara de novela (con La piel del cielo) me llevaron a los países donde se vendían libros de Alfaguara, y estuve en Guatemala un día, y luego en El Salvador, pero solo medio día y en un evento que duró unos tres cuartos de hora. Estuve más tiempo en Costa Rica. No sé por qué fue así.

¿Es la única vez que ha estado en El Salvador?
Sí. Y te cuento que tengo una nuera salvadoreña, que se llama Esteves, es nuera de mi hermana, pero es como que fuera mi nuera también. También, en el convento del Sagrado Corazón, en Estados Unidos, adoré mucho a una monja que también era salvadoreña, la madre Mejía… Yo tengo mucha pasión por El Salvador porque yo quise mucho a Roque Dalton, me parece un gran poeta. No lo conocí personalmente, pero a su hijo sí.

Entonces conoce la obra de Roque Dalton…
Conozco bien su obra, he leído mucho. [Eduardo] Galeano lo quería mucho, fue él quien me dio la noticia a mí de que lo habían matado sus compañeros... ¡sus compañeros! Ellos, sus compañeros lo asesinaron ¡Te imaginas qué bestias! ¡Asesinar a un gran poeta…! A mí me gusta mucho un poema suyo que dice “Ay, pobrecito mi país que tiene nombre de hospital”, es muy bonito. Su poesía es buenísima, notable, además tenía sentido del humor. Luego tenía otro poema que decía algo así como “El presidente de mi país se llama hoy por hoy [Coronel Fidel Sánchez Hernández]… Y el presidente de los Estados Unidos es más presidente de mi país que el presidente de mi país…” buenísimo…

¿Usted cree que hoy en día ser escritor es una profesión de riesgo?
Sí, bueno, te matan. A los periodistas, y a los escritores de izquierda, también acaban con ellos. Pero sobre todo a los periodistas, si denuncias algo te pueden matar… Un escritor, un novelista tiene más protección que un periodista, pues con los periodistas siempre hay maltratos, siempre hay ninguneos, te hacen esperar por puro gusto, ¿cuál protección? En cambio un escritor, un novelista, aunque sea malo tiene más protección a su alrededor…

Dicho esto, se acabaron los 20 minutos con Elena Poniatowska.

En la presentacion del libro Dos veces única , de Elena Poniatowska Amor. En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2015 / Foto de Pedro Andrés ©FIL
En la presentacion del libro Dos veces única , de Elena Poniatowska Amor. En la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2015 / Foto de Pedro Andrés ©FIL

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