Sala Negra / Violencia

“Todo nos indica que las autoridades están cometiendo asesinatos extrajudiciales”

El doctor José Miguel Fortín Magaña, exdirector del Instituto de Medicina Legal, reconoce que algunos datos en los que se basó para asegurar que la Tregua entre pandillas era una farsa no eran, necesariamente, 'científicos'. Lo intuyó. Sus últimos meses al frente de la institución lo llevan a aventurar otra intuición: hay un patrón en los asesinatos de pandilleros que hacen pensar que la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada realizan ejecuciones extrajudiciales.


Domingo, 10 de enero de 2016
Roberto Valencia y Carlos Martínez

José Miguel Fortín Magaña, director del Instituto de Medicina Legal entre noviembre de 2010 y diciembre de 2015. Foto Fred Ramos.
José Miguel Fortín Magaña, director del Instituto de Medicina Legal entre noviembre de 2010 y diciembre de 2015. Foto Fred Ramos.

El psiquiatra forense José Miguel Fortín Magaña ya no es el director del Instituto de Medicina Legal. Laboró en la institución desde poco después de la firma de los Acuerdos de Paz, y ocupó la dirección desde finales de 2010 hasta el último día de 2015; un lustro extraño, en el que primero le tocó vivir la drástica reducción en las cifras de asesinatos como consecuencia de la Tregua a un promedio de 6 diarios, y luego el posterior repunte brutal –promedio de 18 asesinatos al día en 2015– que ha convertido de nuevo El Salvador en el país más violento del mundo.

Cuando cumplía su primer año como director, le detectaron cáncer de colon, que se trató de inmediato con una operación y una seguidilla de sesiones de quimioterapia. El dato de su enfermedad no tendría mayor relevancia si no fuera porque Fortín Magaña está convencido de que contribuyó a forjar ese aura de quijote contestatario que lo acompaña, de eterno azote del Gabinete de Seguridad de turno. “La experiencia del cáncer me marcó: cuando uno está convencido de que en cualquier momento se puede ir para allá, se habla con más franqueza”, dice.

Fortín Magaña habló tanto y tan despectivamente sobre la Tregua que merece ser considerado uno de los enemigos más enconados del proceso. Pero, terminada la Tregua, habló igual de mal o peor sobre lo que vino después: la ‘guerra’ que el Gobierno del presidente Salvador Sánchez Cerén declaró en enero de 2015 a las maras, y los excesos que el Estado está cometiendo y encubriendo: “El gran peligro es cuando la autoridad empieza a tomarse la justicia por su lado”.

Durante la plática carga también contra el exfiscal general de la República, Luis Martínez, curiosamente otro de los enemigos acérrimos de la Tregua. Fortín Magaña lo acusa de encubrir masacres policiales como la de la finca San Blas, y confirma lo que El Faro publicó en septiembre de 2014: que Martínez usó conversaciones íntimas del padre Toño para conseguir su confesión.

¿Diría usted que la Tregua es el evento que marcó sus cinco años al frente de Medicina Legal?
La Tregua fue... mis declaraciones sobre la Tregua fueron una de las razones que motivaron mi pugna con el Gobierno de Mauricio Funes; desafortunadamente, porque, aunque no lo parezca, no me gusta pelearme. Tuve que decir una serie de cosas que al Gobierno no le interesaba decir, y que me ha tocado seguir diciendo a lo largo de todo este tiempo.

Pero más allá de su relación con Funes, centrados en la labor de Medicina Legal, ¿cree que la Tregua pasará a la historia como un evento trascendente para el país?
La Tregua será recordada, o no, como un intento de un gobierno por disfrazar una realidad. Fueron ustedes [se refiere a El Faro] quienes pusieron de manifiesto la existencia de la Tregua y la participación del Gobierno en ese proceso. Yo creo que lo que fue realmente relevante en este lustro, lo que marcó mi paso por la dirección del Instituto de Medicina Legal, fue la violencia en general.

La violencia y la Tregua están relacionadas. ¿Su postura personal sobre aquel proceso varió luego de que terminó?
Bueno, la realidad es dinámica y en ese sentido fui modificando las cosas según se iba presentando la realidad. Sin embargo, fui bastante enfático en advertir, y me temo que el tiempo me ha dado la razón, que la Tregua no iba a ser la solución, porque nada más era un acuerdo entre ellos para no matarse, y con el Gobierno para que no los atacara. Si no había un cambio en el pensamiento de los pandilleros, cuando acabaran los discursos, las prebendas y las dádivas, iba a pasar lo que sucedió: la guerra volvió, porque esta es una especie de guerra. Y no solo volvió, sino que están más fortalecidos porque tuvieron un tiempo para apertrecharse y para tener más miembros.

Aquellos meses de la Tregua tuvieron que haber sido tranquilos en la institución, sobre todo comparado con lo que pasó después.
Fue un período de bastante tranquilidad en cuando a la acción de recoger cadáveres o hacer autopsias.

¿En qué se evidenció esa tranquilidad en el trabajo cotidiano?
Es complejo... incluso fue parte de una de las burlas que me hicieron. Al empezar la Tregua, inauguramos en San Salvador una sala para guardar refrigerados hasta 30 cadáveres; y de dos mesas para hacer autopsias pasamos a ocho. Entonces la gente se burlaba diciendo: “¿Este tipo qué está esperando?” Pero yo estaba seguro de que la Tregua no iba a durar porque no había el elemento central: cambio de actitud de los pandilleros.

Incluso recursos y fondos se ahorrarían en aquellos meses, ¿no?
Medicina Legal tenía unos 15 millones de dólares de presupuesto. En cuanto apareció el licenciado Salomón Padilla como presidente de la Corte Suprema de Justicia, durante un año [en plena Tregua] nos recortó el presupuesto en 4 millones de dólares, de manera que nunca pudimos ahorrar para los días difíciles. En ese tiempo el gerente de la Corte era un hijo del que ahora es ministro del FMLN, Orestes Ortez.

Se ha dicho que buena parte de sus críticas se explican porque es un hombre ideológicamente opuesto al FMLN. ¿Es cierto?
Diría que... en este momento... sí es cierto, pero yo no empecé siendo ideológicamente contrario al Gobierno. Mi postura política es, si quieren, la de un demócrata-cristiano o un social-cristiano europeo, algo así.

Su postura de abierta oposición a la Tregua, ¿estuvo inspirada en un paradigma ideológico?
Absolutamente no.

¿Deberíamos entender entonces que todos sus planteamientos fueron planteamientos científicos?
¡Claro! Y la mejor demostración es que todo lo que dije sucedió. Dije que la Tregua no iba a durar, y que iban a salir fortalecidas las maras, y que toda era una pantomima política.

La Tregua como proceso fracasó, sí, pero ¿no será que su predicción se parece a quien anticipa que una mesa se va a caer, luego la da una patada y dice: “Vieron que se cayó”?
¿Yo le metí la patada?

Una de tantas, al menos.
No. La analogía debería ser: alguien ve que una mesa se puede caer y grita: “¡Hey! La mesa tiene la pata quebrada, arréglenla que se va a caer”. Eso es todo lo que yo podía hacer.

A inicios de agosto de 2012 convocó a los medios para decir que la Tregua se estaba fracturando, basado en un repunte mínimo de la semana de vacaciones. Y agosto terminó siendo el mes más tranquilo de aquel año.
Si usted tiene un vehículo que manda a reparar con pega-loca en lugar de soldarlo, quizá no va a hacer ruido durante un tiempo, pero usted sabe que ese remiendo no va a durar mucho.

Foto Fred Ramos.
Foto Fred Ramos.

Pero, y siguiendo con su analogía, usted en aquella ocasión organizó una conferencia para decir que las llantas estaban ponchadas y estaban nuevas.
Entonces debo responder responsabilizando a El Faro porque dijeron que había una Tregua y que era arreglo del Gobierno. Sus publicaciones sirvieron de base para hacer prognosis criminal.

En 2012 Medicina Legal recibió menos denuncias de personas desaparecidas y usted alimentó la idea de que hubo más. Y los cementerios clandestinos existían mucho antes de la Tregua. La cosa es que se vendió la idea a la sociedad de que el descenso de homicidios era ficticio. ¿No cree que usted alimentó la percepción errada sobre el proceso?
¿Cree usted que si yo me hubiera quedado callado y no hubiera advertido sobre la fragilidad de una Tregua totalmente ficticia y totalmente provocada debajo de agua y justo luego de viajes al sur de Italia del general Munguía Payés…? ¿Creen ustedes que si no hubiera dicho nada hoy viviríamos en paz y sin maras?

No, pero a la luz de la distancia vemos que no tenía basamento científico: dijo que la Tregua se estaba fracturando cuando estaba en su mejor momento, y contribuyó a instalar la idea errada de que la reducción de homicidios fue porque los mareros enterraban los cuerpos. Las cifras de Medicina Legal lo contradicen. Sus palabras eran opiniones más que datos científicos.
Es intuición, y la intuición no es científica pero es válida. Yo valoré que la Tregua no iba a durar en el tiempo y que se empezaba a fracturar.

Por intuición, ¿no?
No, no, no. Por datos científicos.

Con los datos de siete días de agosto usted llegó a esa conclusión, y resulta que terminó siendo el mes más tranquilo de 2012.
Sobre los datos de siete días no se pueden sacar conclusiones.

Exacto, y usted anunció al país que le Tregua estaba terminando.
Pero no en base a siete días, sino a lo que había ocurrido… no sé… es que usted habla de una conferencia que yo daba a principios de cada mes.

No. De hecho, el julio previo había sido también un mes tranquilo, con 175 homicidios. Usted quiso finiquitar la Tregua con los datos de la primera semana de agosto.
No lo recuerdo. Tal vez usted tenga razón. Si la percepción científica de los primeros días de agosto, con algún basamento, aunque no fuera una certeza científica, me llevó a conclusiones que no resultaron ciertas… ¡mala fe no hubo! Eso sí tiene que quedar claro. Hubo, quizá, una percepción que a la larga no resultó cierta.

Hay salvadoreños que dicen que el repunte de los homicidios en 2015 se debe a que murieron más mareros, y hasta se alegran. ¿Usted le daría la razón a quien opina así?
No, no se la daría, porque eso no se sabe. No hay ninguna base medianamente clara como para poder percibir eso y hay publicaciones periodísticas que dicen que los pandilleros muertos representan el 30 % del total. Alguna universidad dijo algo parecido. Y en una semana el propio Gobierno dejó de decir que el 80 % de los muertos eran pandilleros, para decir que el 30 % eran pandilleros.

Lo que sí es más comprobable es que se está matando con más saña.
En 2015 llegaron muchos cuerpos acribillados.

¿Cuántos son “muchos”? ¿Es un patrón de conducta?
Patrón, sí. Y volvemos a lo mismo: ¿por decir eso yo quiero que se caiga la mesa? No, estoy advirtiendo de algo que está sucediendo. ¿No les llama la atención a ustedes de dónde salen las balas 9 mm? ¡Es una cantidad increíble de balas las que se gastan en cada homicidio! Durante la Guerra Civil los dos bandos tenían países que los apertrechaban. ¿Y quién abastece hoy a los pandilleros? ¿De dónde obtienen tantas balas? Con cada muerto se va una caja de balas, por graficarlo de alguna manera.

¿Usted se atrevería, sobre la base de los cadáveres que llegan a Medicina Legal, a inferir cuántos de los fallecidos son pandilleros y cuántos son civiles?
Conclusiones científicas nadie puede tener. Luego está lo que a boca de jarro la gente dice, que no es algo que se deba despreciar. Le pongo un ejemplo: mi secretaria, y se lo pueden preguntar a la salida, un día vino llorando porque habían matado a alguien de su familia, y ella me dijo que era gente muy buena. Y yo la creo. Pero han salido diciendo que son pandilleros... ¡y no eran pandilleros! Es exactamente lo mismo que pasa con los grupos de exterminio. Los grupos de exterminio, que ustedes por cierto hicieron una investigación [se refiere a La Policía masacró en la finca San Blas], existen, porque a Medicina Legal han llegado cuerpos con tatuajes de pólvora en la región del occipucio, que quiere decir que se les disparó a muy corta distancia, y por la dirección de la bala quiere decir que estaban hincados o sentados.

¿En Medicina Legal sucedió con frecuencia en 2015 que la información que brindan los cadáveres no encajaba con la versión oficial de cómo los mataron?
No digo que siempre, pero sí algunas veces. Una de las cosas que pasó en Medicina Legal en los cinco años de mi gestión, menos al principio pero cada vez más al final, es que la gente llegaba con más confianza, la gente de a pie, y yo los pasaba a mi despacho y me decían: está pasando esto y nadie lo está diciendo. Porque El Salvador parece ya un país en el que está prohibido disentir, porque cualquiera que diga algo que no le gusta al Gobierno ya es de derecha, se convierte en su enemigo. Si ahora ya están diciendo que hasta la UCA es enemiga del FMLN por la encuesta que publicó. ¡Y todo es así!

Muy breve. ¿Cómo se puede tener certeza de que a alguien le pegaron un balazo en la nuca a corta distancia?
De una autopsia bien hecha salen suficientes elementos como para hacer hipótesis científicas sobre si a alguien ha recibido un tiro de gracia.

¿Por ejemplo?
El tatuaje de pólvora. Las partículas se incrustan en la piel cuando se dispara a menos de un metro, y no cuando la distancia es mayor. Y hay más elementos. Supongo que han visto las series Criminal minds, sobre criminología, que es exactamente lo que hacen los psiquiatras forenses; y CSI, que es sobre criminalística, que es el conjunto de ciencias que estudian el modo como alguien murió, no el porqué. Tanto la criminología como la criminalística permiten saber qué ocurrió, y si la versión oficial es cierta o no.

Foto Fred Ramos.
Foto Fred Ramos.

No es solo la masacre de San Blas. Son varios casos...
No, no es un solo caso. ¡Eso es lo interesante!

¿Medicina Legal no puede hacer más cuando halla anomalías, cuando tiene sospechas de que la versión oficial es falsa ? ¿En un plano jurídico, por ejemplo?
Nada. Muy poco. Las leyes de este país son… este es un Estado bastante proteccionista, en cuanto a sus leyes, y Medicina Legal no puede hacer mayor cosa.

¿Y denunciarlo en conferencias de prensa o ante la comunidad internacional?
¿Y no es eso lo que yo hice todo el año? ¿No creen que decir esto y aquello tiene relación con mi salida de Medicina Legal? La denuncia es lo único que podemos hacer, y sé lo que les molesta, por eso estoy seguro de que el próximo director no va a ser tan ‘estúpido’ como yo; de eso estoy seguro.

¿Quién dentro del Estado se está encargando de encubrir casos como la masacre de San Blas?
Bueno… evidentemente… pues quienes hacen la investigación del delito, ¿verdad?

¿Fiscalía?
Sí, lo que pasa es que hay una ausencia de investigación del delito. El problema no es que haya mala investigación, sino que hay casos que no se investigan.

¿Sus encontronazos públicos con el fiscal tenían a la base desavenencias por este tema?
Fueron muchas cosas. Y ese es un muy buen ejemplo de lo que hablamos antes. ¿Y no dicen que el exfiscal es de derecha? ¿Y no dicen que el tipo viene de tiempos de Arena y todo lo demás? Lo mío no fue nunca una cosa de derecha o de izquierda; es una cosa de que si alguien es corrupto, es corrupto, sea de derecha o sea de izquierda. Y punto. A mí me han acusado de tres mil cosas, como de ser amigo de Paco Flores, cuando yo hasta participé en las Marchas Blancas cuando se dijo que quería privatizar el Seguro Social. Me acusaron de que era enemigo del padre Toño, y de que yo lo había tratado mal cuando lo detuvieron, y nada más alejado de la realidad… De hecho, ese es otro de los momentos en los que me alejo del fiscal, porque me llamó para decirme que el padre Toño era un ‘hijo de la gran P’, porque eso sí, ese caballero era un tipo totalmente malcriado, y me dijo que ahora sí que lo tenía, que no sé… Y yo: ¡pero si eso es ilegal!, ¡Es ilegal! Entonces, ¿cómo pericas es posible que un funcionario de primer orden…?

¿A usted el fiscal Martínez le hizo escuchar los audios sobre la vida privada del padre Toño?
¡Sí! ¡Me los puso! Y lo paré, lo paré, ¿y le dije: oiga, usted tiene derecho de hacer eso? ¡Esas son las cosas que hay que cambiar en esta tierra! Y me indigno, perdón, porque realmente hay que cambiarlo.

En las últimas semanas se habló mucho de la gestión del exfiscal Martínez, pero apenas se dijo nada sobre la deficiente investigación en masacres perpetradas por policías.
Porque no interesa a ninguno de los dos partidos políticos. El gran peligro de esta tierra, cuando se pierde la esperanza, es o la indiferencia, o tomarse la justicia por su lado. Y cuando es la autoridad la que empieza a tomarse la justicia por su lado… recordarán ustedes las frases terribles y tenebrosas que algunos directores pronunciaron en algún momento, como cuando dijeron: “Que tengan la seguridad nuestros policías que nosotros no los vamos a perseguir”. ¿Pero qué es eso? Si eso suena a una declaratoria para que hagan lo que quieran, que no les va a pasar nada.

Insistimos con un punto que nos parece clave: ¿usted cree que hay elementos para sospechar que PNC y Fuerza Armada están cometiendo asesinatos extrajudiciales , como patrón, según lo que se puede inferir de las autopsias?
Me temo que es algo que uno debe considerar. La certeza científica absoluta no la tengo, pero todo nos indica que se están cometiendo asesinatos extrajudiciales. Y por otro lado, también es evidente la indiferencia del pueblo.

Más que indiferencia... el aplauso del pueblo.
Indiferencia y aplauso. ¿Cuáles son los comentarios cuando ustedes hacen una investigación que involucra a este Gobierno? Les dicen que se vendieron, que son de Arena, que son pro-mareros, y no sé cuántas cosas más… estamos en la antesala de un infierno.

¿Quién es el responsable?
Nosotros mismos, la sociedad. Por eso yo me he ido distanciando del Gobierno, pero es porque no me queda de otra. El que se calla delante de algo indebido se convierte en cómplice de la mentira. En esta sociedad todos somos totalmente intolerantes: los católicos somos intolerantes con los evangélicos; los evangélicos, con los católicos; los pro-vida, con los pro-choice; y los pro-choice son intolerantes con los pro-vida. ¡Todo el mundo es intolerante! Y en medio de esa intolerancia, en medio de no entender que tenemos derecho a pensar diferente, en El Salvador la mayoría opta por quedarse callada o a apoyar posturas como decir que está bien que los maten.

Más allá de la cifra espeluznante de asesinatos, en cuanto a sanidad democrática, construcción de sociedad... ¿cómo ha sido 2015?
Esto va a peor, y me temo que en 2016 la descomposición social en El Salvador va a continuar. Es una intuición, y espero estar equivocado, pero las cosas no van a cambiar mientras no cambiemos la manera de actuar.

¿Y en cuanto a la institucionalidad?
Todo se está deteriorando, y está ocurriendo ante la indiferencia de todos nosotros.

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