Opinión / Violencia

¿Abracemos la esperanza?


Viernes, 8 de enero de 2016
Daniel Valencia Caravantes

Una esperanza posa sobre la calavera de un desaparecido. Esta foto fue tomada en agosto de 2013, durante la investigación de la crónica El cuarto de los huesos está sobrepoblado . El presidente de El Salvador cerró 2015, el año más violento del siglo, pidiendo a los salvadoreños que
Una esperanza posa sobre la calavera de un desaparecido. Esta foto fue tomada en agosto de 2013, durante la investigación de la crónica El cuarto de los huesos está sobrepoblado . El presidente de El Salvador cerró 2015, el año más violento del siglo, pidiendo a los salvadoreños que 'abracemos la esperanza', una esperanza que se posa sobre 6,657 homicidios.

La foto de la esperanza sobre la calavera de un desaparecido la tomé en agosto de 2013, en el cuarto de los huesos del Instituto de Medicina Legal (IML), en San Salvador. La ‘esperanza’ la encontró Raymundo Sánchez, asistente técnico del Equipo de Antropología Forense (EAF). En el cuarto de los huesos descansan millares de osamentas de los desaparecidos por la violencia actual (en su mayoría víctimas de pandillas), pero también hay huesos de la guerra civil de El Salvador (1980-1992).

A este cuarto llegan huesos de salvadoreños, como esa calavera, luego de que la tierra ha vomitado un cementerio clandestino, o de que un testigo criteriado de la Fiscalía General de la República ha identificado las tumbas creadas por su clica en algún maizal o cañaveral. Raymundo una vez me contó que en San Juan Opico, La Libertad, pandilleros de la Mara Salvatrucha cavaron uno en el patio de una casa alquilada en las afueras del pueblo. Tiempo después, cuando él llegó a tocar la puerta a esa casa, el nuevo inquilino no entendía por qué unos forenses armados con palas y piochas desenterraban tres cadáveres en el patio. El Salvador es, a veces, como un cementerio de 21 mil kilómetros cuadrados.

El año pasado, en 2015, recuperamos el primer lugar en el podio de los países más violentos. Cerramos el año con 6,657 homicidios, que para nada han causado alarma en las esferas gubernamentales. De hecho, el presidente de la República cerró el 2015 con una propaganda gubernamental en las que nos invita a todos los salvadoreños a que “abracemos la esperanza”, como si El Salvador fuera un pueblo de suizos que creemos que aquí no ha pasado nada. Por eso rescato esta imagen, para decirle al presidente de la República que los ortópteros son unos animalitos bastante escurridizos. Sobre todo los de color verde, como el de la foto. Son saltarines, ágiles, y algunos hasta extienden sus alitas y vuelan, al menor contacto con los seres humanos. Es casi imposible abrazarlos porque nos tiene miedo, y si lo hiciéramos seguro los apachurramos. Este de la foto, por ejemplo, le dio un gran dolor de cabeza a Raymundo Sánchez cuando lo encontramos. Brincaba, saltaba y revoloteaba ora en un fémur, ora en una pelvis, ora en la calavera de un desaparecido. Y Raymundo intentaba atraparlo con ambas manos, pero siempre que se le acercaba el animalito lograba escabullírse.

Las esperanzas no son criaturas sencillas, Presidente. Ilusionan, claro está, porque quién no se maravilla con su llamativo color verde, y porque debido a su nombre, o al nombre con el que las llamamos los salvadoreños, su aparición evoca una suerte de mensaje enigmático que a la mayoría nos rememora a los viejos cuentos de las abuelitas. Allá donde vuela una esperanza, buenas noticias le deparan a las personas.

Esta esperanza, debo confesarle, nos ilusionó a Raymundo y a mí. Pero nuestra ilusión tenía un asidero concreto, real, tangible: la Corte Suprema de Justicia se había interesado, por fin, en el trabajo del EAF. Ese año anunció un programa de intercambio en el que estudiantes de antropología forense provenientes de Canadá se especializarían en El Salvador, a cambio de apoyo e instrucción con los dos médicos y los dos técnicos del EAF. También anunció un convenio con la Universidad de El Salvador para crear especialistas en antropología forense, las futuras generaciones que atiendan este departamento, inundado con millares de osamentas cada año… En resumen: la aparición de un insecto verde nos llenó de esperanza para creer que el futuro podía ser mejor para los centenares de familias que buscan los huesos de sus desaparecidos.

En su caso, Presidente, la esperanza que Usted quiere que abracemos no tiene nada tangible a su favor, solo muerte. 6,657 asesinados y un futuro que vaticina más sangre. Las pandillas siguen siendo las dueñas de sus territorios. Su guerra sigue siendo cruenta y cruel. El único cambio de su política ha sido convertir a los agentes de la policía en protagonistas de este conflicto. Muchas veces como víctimas; otras, como victimarios. El año pasado Usted rehuyó al tema y por eso fue su Secretario de Comunicaciones, Eugenio Chicas, quien dijo que preveen guerra y muerte hasta finales de este año que recién comienza. Palabras de profeta: el arranque de 2016 es difícil de digerir. En los primeros días del año ya logramos un promedio que supera los 20 asesinatos diarios. Este año Usted rehúye al tema de nuevo, y quiere calmarnos con una propaganda sin sentido.

¿Abrazamos su esperanza, Presidente? Cuando está, como la de esta foto, posada sobre la muerte de los salvadoreños, la verdad es que no dan ganas.

San Salvador, enero de 2016.

*Daniel Valencia Caravantes (El Salvador, 1983) es periodista desde 2002 en El Faro. Cuenta con textos publicados en revistas y periódicos en Europa y Latinoamérica. Fundador de la Sala Negra de El Faro, coautor del documental Las masacres de El Mozote (El Faro, 2011) y Crónicas negras, desde una región que no cuenta

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