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Los evangélicos y católicos se parecen cada vez más

Por años se ha pensado que las iglesias evangélicas son más conservadoras aún que la católica y que su religiosidad se centra en la experiencia individual. Pero encuestas realizadas entre 1988 y 2009 indican que esto está cambiando. Los évangélicos y pentecostales salvadoreños se parecen cad vez más a los católicos, pese a sus diferentes creencias.


Lunes, 5 de octubre de 2015
Patricia B. Christian, Michael Gent y Timothy Wadkins

A lo largo de las dos décadas analizadas en el presente estudio (de 1988 a 2009) El Salvador ha presenciado la difusión notable de la religiosidad evangélica, sobre todo de sus elementos pentecostales como hablar en lenguas y la sanación por fe. Este hecho ha dado origen a cuestionamientos sobre el impacto de este nuevo movimiento en los ámbitos religiosos y políticos en El Salvador. El protestantismo ha sido visto como más conservador en lo político y más individualista en lo religioso en comparación con el catolicismo, y por lo tanto su potencial para causar cambios significativos en los valores más básicos del país ha sido tema de debate. Por otra parte, con la maduración del movimiento protestante, es posible que, para utilizar la terminología de Max Weber, se “rutinice” a medida que un número mayor de sus miembros haya nacido en la fe en lugar de haber experimentado la conversión radical típicamente asociada con el protestantismo evangélico.

En este artículo documentamos distintas tendencias de este movimiento en El Salvador, tal como se manifiestan en los resultados de las encuestas nacionales sobre religión realizadas en 1988, 1998 y 2009 por el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Utilizando esta información, analizamos patrones de crecimiento, tendencias socioeconómicas, modificaciones en la expresión religiosa y cambios en las actitudes políticas de los protestantes principalmente evangélicos y pentecostales en relación con los católicos practicantes y no practicantes, así como de los no afiliados. Los resultados más significativos de una comparación de los tres sondeos son los siguientes:

Que entre 1988 y 2009 el porcentaje de encuestados que se autoidentifican como protestantes aumentó del 17 por ciento al 38 por ciento. Que el porcentaje que se autoidentifica como Católico practicante cayó ligeramente, del 35 al 30 por ciento. Que la mayoría de los conversos a las iglesias evangélicas y protestantes aparentemente provienen de las filas de los católicos no practicantes y los no afiliados. Que los protestantes ya han alcanzado, en rasgos generales, los mismos niveles de los católicos en términos de ingreso, educación y empleo . Que los protestantes jóvenes tienen más probabilidad de haber nacido en su fe que sus correligionarios mayores; el 38 por ciento de los de 18 a 25 años nacieron en su fe, comparado con sólo el 15 por ciento de los que tienen menos de 40 años. Que los protestantes han experimentado una leve merma en los niveles de asistencia a la iglesia durante los 20 años estudiados en las encuestas, aunque sí concurren al servicio religioso en un promedio de más de una vez por semana. Los católicos practicantes, en cambio, concurren con la mitad de la frecuencia de los protestantes. Que todos los sectores opinan que el sistema social es más justo en 2009 que en 1988 y todos los sectores concuerdan con los obispos católicos en el sentido de que la iglesia debería “preferir a los pobres”. Que el porcentaje de protestantes que en 2009 están de acuerdo con que la iglesia desempeñe un papel activo de mediación en la sociedad es mayor de lo que fue en 1988. Y que en 2009 no hubo diferencia significativa entre los sectores religiosos en su preferencia de votación entre los principales partidos políticos.

Los resultados a través del tiempo de los tres sondeos demuestran que un cambio fuerte en lo religioso está claramente ocurriendo en El Salvador. La feligresía de la iglesia católica ha decaído considerablemente, mientras los católicos no practicantes parecen estar engrosando las filas de la conversión evangélica. Además, el número de evangélicos que entran al movimiento por nacimiento y no por conversión ha subido considerablemente. Se puede ahora especular que en cualquier domingo, o del mismo modo en cualquier día de la semana, más salvadoreños reciben la palabra de Dios en un emotivo servicio al estilo pentecostal que de parte de un clérigo católico.

No obstante, la evidencia no indica que haya una especie de desplazamiento masivo evangélico o pentecostal en detrimento de la religión tradicional. Cabe recordar que por un lado el evangelismo es un movimiento extraordinariamente diverso sin una identidad institucional común. Además, por el otro, la iglesia católica mantiene una larga tradición de reconocimiento jurídico; sus templos, escuelas y símbolos aún predominan visiblemente en el paisaje cultural salvadoreño e inclusive la mayoría de los católicos no practicantes asisten a la iglesia para bautizos, casamientos y entierros. Lo novedoso es que la religión en El Salvador se ha convertido en un mercado de pluralismo religioso y que la iglesia católica está obligada a competir para ganar almas.

En segundo lugar, por separatista que sea el protestantismo salvadoreño, éste ha evolucionado no obstante en una alternativa social equivalente al catolicismo y además está deviniendo más y más rutinizado, tanto institucionalmente como en términos de implicación religiosa. La población protestante prácticamente ha alcanzado a la población católica en importantes indicadores sociales como son la riqueza global, la educación y la actividad profesional. Como la entrada en las filas del protestantismo se produce de manera creciente a través del nacimiento más que de la conversión, muestra ahora mayor formalidad y menos fervor.

Por último, los resultados del presente estudio sugieren que durante las últimas dos décadas, la población protestante, a pesar de su crecimiento, diversificación y creciente estatus económico y social, no se ha distinguido políticamente de la población católica. Su creciente creencia en que la población pobre ha de ser la beneficiaria de la justicia y que la iglesia debe mediar en los conflictos, así como la emisión de su voto—de apoyo a ARENA en 1988 y por ARENA y FMLN en 2009—, fueron similares o han ido convergiendo con los de la población salvadoreña católica. En líneas generales, la actitud tanto de protestantes como católicos es que la sociedad salvadoreña continúa siendo injusta, aunque la mayoría de los protestantes tiende a ser más optimista, manteniendo la creencia de que el cambio social vendrá de la mano de una reorientación religiosa de cada individuo más que a partir de transformaciones estructurales.

Estos resultados proporcionan escasa evidencia de que el protestantismo esté teniendo un impacto singular en la sociedad civil u orientándola en una dirección más democrática o participativa. Pero apenas bajo la superficie de estos resultados, las orientaciones esencialmente diferentes de católicos y protestantes persisten y estas diferencias tienen importancia social y política. La disposición psicológica compartida por el evangelismo y el protestantismo carismático es inherentemente individualista y participativa. Descansa sobre el poder de Dios, que es inmediato y directo para cada creyente en virtud de la gracia de Dios sin mediaciones, y de la personal presencia y poder habilitador del Espíritu Santo.

Más aún, este elemento democratizador parece estar extendiéndose a la Iglesia Católica a través del movimiento católico carismático, que en América Latina se conoce como Renovación Carismática Católica. Este movimiento abarca en la actualidad alrededor del 15 por ciento de la población católica practicante; está altamente organizado, creciendo rápidamente, y, aparte de claras inclinaciones doctrinales católicas, es difícil distinguirlo del protestantismo carismático. Mientras los católicos carismáticos han chocado con algunos obispos y miembros del clero católico con frecuencia, está claro que no sólo constituyen el sector que está creciendo con mayor rapidez dentro de la Iglesia sino que además están incorporando una nueva y más individualista espiritualidad y principios democráticos. Futuros estudios serán necesarios para confirmar que la orientación subjetiva, individualista, participativa e igualitaria de lo que en la actualidad es un amplio e importante sector evangélico y pentecostal de la sociedad salvadoreña le ha permitido no sólo devenir ecuménico sino también difundir nuevos patrones de modelos de organización social.

 

*Patricia B. Christian, Michael Gent y Timothy Wadkins son catedráticos en Canisius College, Buffalo, New York, en los departamentos de sociología, administración y teología y estudios religiosos respectivamente. Esta contribución es resumen del artículo “Protestant Growth and Change in El Salvador. Two Decades of Survey Evidence”, Latin American Research Review, Vol. 50, No. 1. 2015. Traducción por Roger Atwood, Ainhoa Montoya, y Molly Todd. Editora responsable de esta entrega: Molly Todd.

 

ACLARACIÓN: 
Se ha actualizado este artículo para especificar que las encuestas en que se basa el análisis fueron realizadas por el Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA). Esta información no aparecía en la versión anterior por un error al adaptar el artículo original, que incluía numerosas notas al pie de página, al formato del periódico.

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