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Acuerdo obligaría a Irán a esperar un año para recuperar su capacidad de hacer una bomba atómica

Las potencias mundiales celebraron el acuerdo logrado este martes con Irán, que accedió a bajar velocidad a sus procesos de producción de material nuclear a cambio del levantamiento de las sanciones impuestas en 2006. El acuerdo pretende impedir que Irán produzca una bomba atómica, pero si las cosas no salieran bien, que no pudiera armarla en un plazo de tres meses, como se estima actualmente, sino que le tomara al menos un año.


Martes, 14 de julio de 2015
Philippe Schwab, Charlotte Plantive y Siavosh Ghazi (AFP)

Viena, AUSTRIA. Irán y las grandes potencias concluyeron este martes un acuerdo que prácticamente imposibilita a Teherán la construcción de una bomba atómica durante varios años, a cambio del levantamiento de las sanciones internacionales que ahogaban su economía.

El presidente estadounidense Barack Obama se congratuló por el acuerdo que da la 'posibilidad de ir en una nueva dirección'. Londres, Teherán y Bruselas también celebraron un acuerdo 'histórico', mientras que Moscú aseguró que el mundo había lanzado 'un gran suspiro de alivio'.

París esperó que con este compromiso, 'ciertas crisis en las que Irán está implicado directa o indirectamente puedan resolverse más fácilmente'.

Por el contrario, Israel denunció de inmediato un 'error histórico' que permitirá a Irán financiar 'su máquina de terror', y Canadá también criticó el acuerdo asegurando que a pesar de él Irán seguirá siendo una amenaza.

Es la primera vez que un acuerdo a tan alto nivel se produce entre la República Islámica y Estados Unidos desde la ruptura de sus relaciones diplomáticas en 1980.

Este desenlace supone un gran éxito para el presidente moderado iraní Hasan Rohani, quien celebró que Dios hiciera 'realidad las plegarias' de sus ciudadanos, y también para Barack Obama.

'Un avance histórico', estimó por su parte el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en un comunicado. 'Este acuerdo constituye un avance histórico que, una vez implementado en su totalidad, reforzará la seguridad internacional', dijo.

Inclusive Emiratos Árabes Unidos -EUA, un país sunita- consideró que este acuerdo puede constituir una 'ocasión para abrir una nueva página en las relaciones entre los países de la región del Golfo (Pérsico)'.

En cambio, Israel denunció inmediatamente un 'error histórico', que permitirá a Irán financiar su 'máquina de terror'. 'Israel no está vinculado a este acuerdo con Irán (...) Sabremos defendernos', amenazó el primer ministro Benjamín Netanyahu.

Dos semanas después del anuncio de la reapertura de la embajada de Estados Unidos en Cuba, el presidente estadounidense se apunta un nuevo tanto diplomático al final de su segundo y último mandato.

Pero cuidado, advirtió Obama en una intervención retransmitida en directo también por la televisión iraní: el acuerdo está fundado en comprobaciones, 'no en la confianza'.

Un año para construir la bomba 

El acuerdo fue alcanzado tras una maratón de negociaciones iniciada en septiembre de 2013 y cuya última ronda se extendió a lo largo de los 18 últimos días, un final de una duración sin precedentes desde los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia-Herzegovina en 1995.

Las discusiones entre Irán y el grupo 5+1 (los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido- y Alemania) fueron prolongadas en varias ocasiones por las divergencias solventadas in extremis.

El pacto final da contenido real a los grandes principios acordados en Lausana en abril: Teherán se compromete a reducir su capacidad nuclear (disminuirá dos tercios las centrifugadoras de uranio en 10 años, sus reservas de uranio enriquecido...) durante varios años y a permitir que los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) realicen inspecciones en profundidad de sus instalaciones.

El objetivo es hacer casi imposible que Irán pueda fabricar la bomba atómica, permitiendo al mismo tiempo a Teherán, que niega haberlo intentado en ningún momento, su derecho a desarrollar una industria nuclear civil. 

El texto, que autoriza a la República Islámica a continuar con su programa nuclear civil, permitirá normalizar las relaciones de Irán con el mundo.

Una vez las instalaciones iraníes sean reducidas según los términos del acuerdo, hará falta un año para que Teherán vuelva a tener capacidad para fabricar la bomba atómica, frente a los tres meses actuales, explicó el secretario de Estado norteamericano John Kerry. 

A cambio, las sanciones internacionales adoptadas desde 2006 por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente a partir de 2016 si la República Islámica cumple con sus compromisos. En caso de violación del acuerdo, podrán ser restablecidas, y esa reversibilidad durará 15 años. El embargo de armas continuará durante los próximos cinco años.

Kerry destacó la importancia de las sanciones internacionales para persuadir a Teherán de suscribir estos compromisos con las potencias mundiales.

Contra el voto 'irresponsable' 

Los inversionistas se dicen dispuestos a regresar a este país de 77 millones de habitantes, que dispone de las cuartas reservas de petróleo en el mundo y la segundas de gas. Irán, un país de la OPEP podrá exportar de nuevo su crudo.

La adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de una resolución que valide el acuerdo llegará en los próximos días, según París.

Los iraníes, que eligieron a Hasan Rohani en 2013 bajo la promesa de acabar con las sanciones, esperaban el acuerdo con impaciencia, pese a la hostilidad manifiesta de los partidarios de la línea dura, tanto en Irán como en Estados Unidos.

En Washington, el acuerdo debe aún ser sometido al Congreso, de mayoría republicana y muy escéptica sobre las intenciones de Teherán. Obama advirtió a los congresistas contra un voto 'irresponsable'.

Pasadas las dificultades de su aprobación, llegarán las de la aplicación, que será en sí mismo 'un proceso muy complicado', según el profesor Siavush Randjbar-Daemi de la Universidad de Manchester. 'Es ahí donde las cosas podrían torcerse'.  

Más optimista se mostró la AIEA, cuyo director general, Yukiya Amano, expresó su 'confianza' en la capacidad de su agencia para supervisar la aplicación de los términos del acuerdo.

A la par de Israel, el gobierno conservador de Canadá, aliado incondicional de Tel Aviv, se lanzó contra el acuerdo, al afirmar que más allá del área nuclear Irán sigue siendo una amenaza para la paz mundial.

El ministro de Relaciones Exteriores, Rob Nicholson, reconoció sin embargo 'los esfuerzos que el grupo P5+1 hicieron para alcanzar un acuerdo'.

Canadá quiere seguir 'juzgando a Irán por sus acciones, no por sus palabras' y propone apoyarse en la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) para 'supervisar a Irán y asegurarse de que respete sus compromisos'. 

En términos duros, el ministro de Relaciones Exteriores de Canadá sostuvo que 'Irán sigue siendo una de las amenazas más importantes para la paz y la seguridad internacionales debido a las ambiciones nucleares del régimen'.

Nicholson también estimó que Irán constituye una amenaza por 'su apoyo constante al terrorismo, sus reiterados llamados a la destrucción de Israel y su desprecio por los derechos humanos fundamentales'. 

Desde la llegada al poder en 2006 del primer ministro Stephen Harper, Canadá se convirtió en uno de los países que más apoyo brinda a Israel y fue uno de los pocos que votaron en contra de la adhesión de Palestina como Estado observador de la ONU el 29 de noviembre de 2012.

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