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“Nuestra causa es justa”. El discurso de guerra de Sánchez Hernández

Al comenzar la guerra con Honduras en julio de 1969, el Presidente Fidel Sánchez Hernández se dirigió a la nación para defender las acciones bélicas. Además de enumerar los agravios de Honduras, el discurso usaba el lenguaje de la Guerra Fría, sugiriendo la ingerencia de Cuba, el de la doctrina de seguridad nacional, y, sorprendentemente, el de la Declaración Universal de Derechos Humanos.


Lunes, 20 de julio de 2015
Selección e introducción por Molly Todd*

El siguiente discurso del entonces Presidente de El Salvador, General Fidel Sánchez Hernández, fue transmitido por la cadena de radio y televisión el 14 de julio de 1969, justo al comienzo de la Guerra de las Cien Horas. En él, el Presidente anuncia al pueblo salvadoreño que había ordenado el bombardeo de varios sitios en Honduras en represalia por los “atropellos” y “vejámenes” que el gobierno hondureño había cometido en contra de ciudadanos salvadoreños. Se refería en particular a las expulsiones de grupos de salvadoreños de territorio hondureño, un tema que detalló Carlos Pérez Pineda en su reciente contribución a esta sección .

Es importante notar que aún mientras se militarizaba la zona de la frontera El Salvador-Honduras durante los años 60, los líderes de los dos países vecinos llevaron a cabo varias reuniones para tratar la crisis diplomática y negociar nuevos tratados migratorios. Además, buscaron la intervención de los cancilleres de Centroamérica y la Organización de Estados Americanos (OEA) para evitar una guerra total. A pesar de tales esfuerzos el deterioro de la situación continuó hasta finales de junio de 1969, cuando los dos países rompieron relaciones diplomáticas. Pocos días después, siguiendo las instrucciones del Presidente Sánchez Hernández, las Fuerzas Armadas de El Salvador invadieron el terreno hondureño iniciando la Guerra de las Cien Horas.

Además de servir como ejemplo de la demonización del otro (destacada por el artículo de Pérez Pineda), el discurso del Presidente Sánchez sigue el hilo de temas fundamentales de la época de la Guerra Fría, tales como el temor de Cuba y sus aliados “incitando al pueblo a la insurrección” y la implementación de la doctrina de la seguridad nacional con el decreto de la suspensión de garantías. Curiosamente, el discurso también ilustra un uso temprano de la retórica de derechos humanos. En 1948, en el marco de las Naciones Unidas, se aprobaron la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, pero no fue sino hasta la década de 1970 que estos temas comenzaron a ganar espacio en la escena global. Las luchas reivindicativas basadas en los derechos humanos irrumpieron en la región centroamericana y en toda la América Latina durante los años setenta y ochenta. Típicamente, los grupos de la población civil se referían a los derechos humanos en sus quejas contra los gobiernos y los militares. Sin embargo, en este ejemplo de 1969 el presidente de El Salvador utiliza esta retórica para justificar sus acciones bélicas en contra de la nación vecina de Honduras.

* * *

Pueblo Salvadoreño:

Como Presidente de la República y Comandante General de la Fuerza Armada, cumplo con el deber de informar, que en horas de la tarde, este día 14 de julio, en acto de legítima defensa, he ordenado repeler actos de agresión a lo largo de nuestra frontera y, en prevención de una agresión de mayores proporciones, se produjeron bombardeos a objetivos militares en el territorio hondureño.

Las unidades de nuestra Fuerza Aérea y sus tripulaciones, regresaron, sin haber sufrido bajas.

Durante varias semanas todos hemos soportado, con creciente indignación, actos contrarios al derecho de gentes, como son: atropellos en vidas y bienes de miles de salvadoreños residentes en Honduras, asesinatos, violaciones, incendios, saqueo y vejámenes de toda clase. Esta orgía de sangre, este genocidio, no ha terminado. El éxodo de salvadoreños continúa, y suma hasta hoy, más de diecisiete mil personas, en su mayoría, niños, mujeres y ancianos. He preguntado? Dónde están los hombres jóvenes? La respuesta ha sido invariable: están muertos, en diversos lugares de Honduras; o están siendo cazados como fieras en las montañas, o se encuentran en los campos de concentración.

Las radiodifusoras de Honduras, en cadena y bajo la responsabilidad del Gobierno de aquel país han estado incitando al pueblo salvadoreño a la insurrección, con la cooperación de la radio del Gobierno de Cuba.

Se han producido en el espacio aéreo salvadoreño, incursiones de aviones de combate hondureños, que han ametrallado a nuestras tropas objetivos no militares.

Ante la gravedad de tales provocaciones y agresiones, el Estado Mayor General de la Fuerza Armada, bajo mi mando, ordenó repeler los ataques, y perseguir a las fuerzas agresoras tratando de reducirlas a la inacción, en el más breve tiempo posible, en los propios lugares donde tienen asentadas sus bases militares.

Como gobernante, me llena de legítimo orgullo y estímulo, expresar, que en esta hora de decisión para El Salvador, y de las generaciones venideras, todo el pueblo: obreros, campesinos, sindicatos, asociaciones gremiales, maestros, partidos políticos, estudiantes universitarios, todas las fuerzas vivas de la nación, están respaldando a mi gobierno en sus decisiones, frente al crimen sin precedentes en la historia de América.

La agresión, no sólo es en la frontera. Se produce y se manifiesta, minuto a minuto, día a día, en todo el territorio hondureño, contra nuestros compatriotas, con el objeto de exterminarlos. Esa es la política oficial del Gobierno hondureño, expresada y aplicada, por el propio Ministro de Gobernación, contra seres humanos inermes, sólo por el hecho de su nacionalidad.

En la noche de hoy, la Honorable Asamblea Legislativa, ha decretado la suspensión de garantías, por treinta días. Estoy seguro, que el Pueblo Salvadoreño, respalda también esta medida, indispensable para la conservación del orden interno, y la seguridad nacional.

No se puede transar con el honor de la República. Ninguna nación que valore su propia dignidad, puede permitir que impunemente se violen sus fronteras y se masacre a sus hijos. Hemos llegado a esta situación, después de agotar los recursos pacíficos, y ante la necesidad y el deber de proteger la vida de millares de compatriotas, que continúan siendo brutalmente perseguidos, y que aún no han podido llegar a nuestras fronteras.

Pueblo salvadoreño:

Agradezco la confianza demostrada en el Gobierno y en la fuerza armada, que está cumpliendo con su deber, en esta hora suprema. Nuestra causa es justa, e invoco al Todopoderoso para que nuestros soldados, con la firmeza y el valor tradicional de los salvadoreños, defiendan la dignidad y el honor de la República.

San Salvador, julio 14 de 1969.

Discurso del Presidente Fidel Sánchez Hernández, transmitido por radio y televisión al pueblo salvadoreño el 14 de julio de 1969.
Discurso del Presidente Fidel Sánchez Hernández, transmitido por radio y televisión al pueblo salvadoreño el 14 de julio de 1969.

 

*La Dra. Molly Todd es Assistant Professor of History en Montana State University.

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