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Con Filánder Funes se fue un obseso por la profesionalización del teatro

Filánder Funes se echó al hombro la misión de formar artistas en un país carente de instituciones educativas que acrediten actores y emuló en San Salvador el método de Konstantín Stanislavski, bajo el que había dado sus primeros pasos en el bachillerato en artes, pero que perfeccionó y adoptó en las aulas de Leningrado. Tras su muerte, de su legado ahora da fe una generación de teatreros que se mantienen activos en las tablas.


Jueves, 28 de mayo de 2015
María Luz Nóchez

Filánder Funes, amante del teatro y apasionado por la enseñanza, fue el precursor de una de las metodologías base para la formación actoral en El Salvador. Su prioridad fue siempre el proceso de creación sobre los resultados y sentó los cimientos de la profesionalización de una generación de artistas que dejaron de concebir el teatro como un pasatiempo para hacerlo su profesión. Él, maestro y director de teatro, y fundador de la Escuela Arte del actor falleció la madrugada del lunes 18 de mayo después de que fuera embestido por un automotor.

El maestro de 58 años, originario del municipio de Quezaltepeque, inició su formación en la escuela de teatro del Bachillerato en Artes del Centro Nacional de Artes (Cenar) en 1973, y posteriormente cerró el ciclo con una licenciatura y un posgrado del Instituto Estatal de Teatro, Música y Cine de Leningrado (hoy San Petersburgo), en Rusia. Participó en 15 espectáculos escénicos como actor y director, en El Salvador, Rusia y Cuba, países en los que extendió su asesoría técnica con grupos de teatro, dramaturgia fílmica y televisión.

Funes dedicó los últimos años a la docencia y a la gestión cultural desde la Asamblea Legislativa, y aunque tenía cinco años de no llevar un montaje a escena, amigos, colegas y alumnos hablan de la pérdida de uno de los pilares fundamentales de la escena teatral salvadoreña. Luego de que desapareciera el bachillerato en artes, en donde recibió su formación inicial, fue él quien tomó las riendas de la pedagogía teatral con especial énfasis en el sistema de interpretación creado por el director escénico ruso Konstantín Stanislavski. El método de Stanislavski permite a los actores experimentar los sentimientos de su personaje por medio de la 'memoria emocional'. Es decir que por medio de la rememoración de sus experiencias pasadas desencadena emociones como la tristeza, la histeria y la felicidad. 

Considerado un heredero de esta metodología, en 1998, auspiciado por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (Concultura) y el Fondo Cooperativo Sueco, Funes fundó la Escuela Arte del Actor, en donde instruyó a sus alumnos un proceso de creación que se basaba en tres ejes: veracidad en la interpretación, disciplina austera y profundización en el estudio del papel. Con este enfoque en la interiorización del proceso más que en los resultados, Funes creó su propio laboratorio actoral que tuvo entre sus primeros discípulos a Jorgelina Cerritos, Dinora Alfaro, Alicia Chong, Víctor Candray, Enrique Valencia y César Pineda. Todos actores, directores o maestros de teatro activos en las tablas salvadoreñas. 

“Filánder me dio las bases más importantes para mi profesión, nos impartió la técnica más básica y nos impuso el orden y la disciplina para crear. Él nos unió a los actores de mi generación en una sola escuela”, recuerda la actriz Alicia Chong, parte de la compañía de teatro testimonial Teatro del azoro.

Para los que se inscribieron en Arte del Actor, una escuela de este tipo vino a cubrir la demanda de quienes aspiraban a convertirse en actores en un terreno árido en la formación de las artes. Desde el cierre del Bachillerato en artes, no había surgido una escuela con miras a la profesionalización de actores. Quienes lo practicaban lo hacían, en su mayoría, como actividad extracurricular en su tiempo libre. Filánder, sin embargo, creía en la inmersión total en el proceso de creación. No se trataba de formar a personas que querían hacer teatro por dispersión en su tiempo libre y dedicarse a cualquier otra cosa. Al proceso se sumaba además la preparación de la expresión corporal y la voz, tarea asumida por la bailarina y maestra de danza Sonia Franco, y el director de orquesta Irving Ramírez.

Primera generación de la Escuela Arte del Actor junto a Filánder Funes (primera silla a la derecha). El foyer del Teatro Nacional de San Salvador fue su sede. Foto tomada de la página de Facebook de la escuela.
Primera generación de la Escuela Arte del Actor junto a Filánder Funes (primera silla a la derecha). El foyer del Teatro Nacional de San Salvador fue su sede. Foto tomada de la página de Facebook de la escuela.

'No había procesos de investigación, más que todo eran procesos de montaje. Todos los integrantes del grupo tenían trabajo remunerado y fijo en otros lugares. Cuando llegué a lo de Filánder me empecé a dar cuenta de que yo no quiero un hobby, yo no quiero hacer teatro en mi tiempo libre, yo quiero hacer teatro con todo lo que implica y no podía hacer tiempo completo dos cosas a la vez, y no estaba dispuesta a dejar el teatro', recordarba la actriz y dramaturga Jorgelina Cerritos en una plática con El Faro sobre cómo Funes incidió en ella para escoger el teatro como profesión.

La escuela, sin embargo, tuvo que afrontar la austeridad en el mismo año de su fundación, ya que con la llegada del huracán Mitch y las inundaciones, los fondos de la cooperación internacional fueron redirigidos a solventar la crisis de la emergencia. Concultura tampoco absorbió el proyecto por falta de fondos. Tanto estudiantes como maestros se comprometieron a sacar adelante la escuela subsidiando ellos mismos los costos de producción.

Este proyecto dejó como resultado el montaje El jardín de las angustias, una serie de poemas del poeta español Federico García Lorca, escogidos por los alumnos, que luego de su estreno en El Salvador participó en la Muestra de la Red Latinoamericana de Teatro, en Guatemala, y en el Festival de Reencuentros Teatrales de Lyon, en Francia.

Sobre la falta de interés para financiar un proyecto de este tipo, Dinora Alfaro infiere que Funes “fue un artista incomprendido” por la exigencia de dedicación absoluta que demandaba su método de enseñanza, en donde había marcada una hora de entrada pero nunca de salida, porque “los procesos de creación no podían ser interrumpidos”. A propósito de su método, Roberto Salomón, quien dirigía la escuela de teatro del Bachillerato en Artes cuando él pasó por sus aulas, acota: 'Filánder tuvo una trayectoria de director de teatro muy particular: los procesos le importaban más que los resultados. Optó –a pesar de su talento en crear imágenes- por un camino de laboratorio”.

Posterior a la graduación de sus primeros discípulos, en 2003 unió esfuerzos con el director y maestro de teatro Homero López, uno de los principales responsables de su paso por el Bachillerato en artes, para construir el plan de estudios del Diplomado en Teatro que todavía se imparte en el Centro Nacional de Artes, emulando el formato de Arte del Actor. Posterior a la salida de Funes del Cenar, en 2010 llegaron maestros como René Lovo y Alejandro Lemus a fortalecer el modelo impulsado por los fundadores para crear “un Stanislavski enriquecido con otras técnicas de acción física. Jugamos a ser dioses y tratamos de ver cómo elaborábamos a partir de los principios de lo que nos enseñaron”, explicó López, quien ahora es director de esta escuela de teatro.

“Filánder fue entre nosotros el más creativo, el más insatisfecho, el más fino para dirigir la actuación, el director de teatro que hizo ver estéticas inimaginadas. Heredó una joven generación de actores, algunos de ellos inconscientes de su legado, fue difamado por colegas del mismo gremio, por moralidades ridículas; gente menor que nunca podría entender la mirada poética del artista de la actuación. El mejor de todos nosotros por ahora, se ha marchado”, publicó en Facebook el actor, director y maestro de teatro René Lovo, otro de los precursores del método de Stanislavski.

Hasta hace relativamente poco, en El Salvador la única sala que se mantenía activa y con una cartelera permanente era el Teatro Luis Poma. Pese a esto, Funes nunca presentó un montaje dirigido por él ahí. Aunque la visión de hacer teatro entre Salomón, el director artístico del Poma, y Funes eran distintas, eso nunca fue un impedimento para invitarlo a presentarse con sus alumnos. Funes nunca aceptó. 'Mi postura es que el teatro tiene que enfrentarse al público y no quedarse en el estado embriónico del laboratorio. Por eso, de 2010 a 2014, cada año, al preparar la temporada siguiente, le proponía a Filánder programar su excelente adaptación para tres actores de La Gaviota, de Antón Chejov. Cada vez me decía que esperáramos un poco más. Para 2014, aceptó. Lo programé para mayo, el mes no le convino por razones de sus clases. Lo dejamos para noviembre. Al acercarse la fecha de imprimir programas, canceló', dijo el director de teatro a El Faro al preguntarle si conocía el motivo por el que el emblemático fundador de Arte del Actor nunca se presentó en esta sala. Aunque la respuesta de Salomón no deja claro el porqué de la negativa de Funes a presentarse en esa sala, esta acarrea críticas como que lo que predomina sobre sus tablas es el teatro comercial, según ha declarado en distintas ocasiones René Lovo, un tipo de teatro que se aleja precisamente de lo que enseñaba Filánder a sus estudiantes. Sobre estos señalamientos, Salomón se defendió en una entrevista con El Faro diciendo que la particularidad del teatro comercial es ganar dinero, mientras que lo que en el Poma se hace busca formar a los actores y el público.

La asesoría artística fue uno de los últimos trabajos que desempeñó Funes y entre 2010 y 2012 fue jefe de la Unidad de Cultura y Deportes de la Asamblea Legislativa, desde donde asesoraba a la presidencia de este órgano de Estado. La decisión de comprar obras de arte lo puso en la vista pública en 2012, cuando se revelara que la institución había gastado 150 mil dólares en ese rubro. Lo que empezó como un escándalo de despilfarro y siguió como un debate sobre el valor del arte se convirtió en un caso que evidencia, cuando menos, irresponsabilidad administrativa.

 


Filánder Funes y su método
Por Roberto Salomón

Filánder Funes, sentado en un banco dirige uno de los ejercicios con sus alumnos en la escuela Arte del actor (1998). 
Filánder Funes, sentado en un banco dirige uno de los ejercicios con sus alumnos en la escuela Arte del actor (1998). 

Primeramente, el crimen cometido contra Filánder Funes es odioso y espero que el responsable responda frente a la justicia, al igual que todos los asesinos que han desangrado nuestro querido El Salvador. Basta ya de impunidad.

Como quizás no todos saben, en 1975 Filánder Funes fue alumno de mis clases de Improvisación y de Juegos Expresivos en el Bachillerato en Artes. Del día en que lo conocí recuerdo perfectamente la inteligencia en una mirada que ya era un tantico burlona. Pero todo eso es historia antigua.

En El Faro me dicen estar sorprendidos por que nunca se presentó espectáculo dirigido por Filánder en el Poma, y si puedo comentar al respecto.

Filánder tuvo una trayectoria de director de teatro muy particular: los procesos le importaban más que los resultados. Optó –a pesar de su talento en crear imágenes- por un camino “de laboratorio”. Sus estudios en la Unión Soviética le habían permitido profundizar en el estudio del método stanislavskiano de trabajo actoral, estudio que ya había comenzado a abordar con sus profesores del Bachillerato en Artes: Susan Leich, Lucrecia Capello, Adhelma Lago, Rubens Correa y Orlando Amílcar Flor. Este último fue su modelo.

Los directores escénicos con formación académica en El Salvador somos contados en los dedos de una mano y cada uno tiene su propia idea del teatro. Hay lugar para todo tipo de teatro en una sociedad, desde el ligero hasta el trascendental, del satírico al místico, del testimonial al sicológico, y así como existen productores, existen investigadores. Mi postura es que el teatro tiene que enfrentarse al público y no quedarse en el estado embriónico del laboratorio. Por eso, de 2010 a 2014, cada año, al preparar la temporada siguiente, le proponía a Filánder programar su excelente adaptación para tres actores de “La Gaviota” de Antón Chejov. Cada vez me decía que esperáramos un poco más.

Para 2014, aceptó. Lo programé para mayo, el mes no le convino por razones de sus clases. Lo dejamos para noviembre. Al acercarse la fecha de imprimir programas, canceló. Cabe decir que para realizarse como actores en el pleno sentido de la palabra, es decir, enfrentarse constantemente a un público, muchos de los actores formados por Filánder –Jorgelina Cerritos, César Pineda, Dinora Alfaro, Alicia Chong, Jennifer Valiente, Héctor Estrada, Enrique Valencia y otros- tuvieron que alejarse del mundo del laboratorio. Otros, como Beatriz Osorio, que me parece ser una de las actrices más finas de El Salvador, optaron por seguir en el laboratorio y no presentarse a menudo ante el público. La gran contribución de Filánder fue la de formar actores y directores que hoy trabajan incansablemente para que nuestra profesión se convierta algún día en eso: una profesión.

Descansa en paz, Filánder.


El más creativo
Tomado del muro de Facebook de René Lovo

Filánder fue entre nosotros el más creativo, el más insatisfecho, el más fino para dirigir la actuación, el director de teatro que hizo ver estéticas inimaginadas. Heredó una joven generación de actores, algunos de ellos incoscientes de su legado, fue difamado por colegas del mismo gremio, por moralidades ridículas; gente menor que nunca podría entender la mirada poética del artista de la actuación. El mejor de todos nosotros por ahora, se ha marchado.


Espectáculos en los que participó como actor y director artístico

  • • Petición de Mano, Anton Chéjov. San Petersburgo, Rusia
  • • El Cielo y el Infierno. P. Merimée. San Petersburgo, Rusia
  • • En 1989 crea su propia Compañía, Grupo Teatro Inicial. Cuba
  • • Mosquito. Arthol Fugard. Teatro Nacional, Cuba
  • • La Madriguera. Jairo Niño. Teatro Político de Bertold Brecht. Cuba
  • • Dios. Woody Allen. Escuela Nacional de Artes, Cuba
  • • De 1995-1997 dirige el grupo teatral de la Universidad Tecnológica. El Salvador
  • • Mujer, Estudio Inconcluso de Blanco sobre Blanco. Teatro Sol del Rio. El Salvador
  • • La Muerte y la Doncella. Ariel Dorffman. Compañía Elsinor Drama. El Salvador
  • • Ñaque o de Piojos y Actores. José Sanchis Sinisterra. Compañía Teatro Circulante y Sol del Río. El salvador
  • • En 1998 Funda Escuela Arte del actor. El Salvador
  • • En el jardín de las Angustias… Composición poético dramática sobre la vida y obra de Federico García Lorca, Escuela Arte del Actor
  • • Y el despertar de la Tierra del Deseo, se hizo Hombre… CENAR-Escuela Arte del Actor
  • • Madama Butterfly, Ópera de El Salvador
  • • Vuelo de Nostalgia, basada en La Gaviota de Anton Chéjov. Escuela Arte del Actor
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