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Presión estadounidense para censurar la prensa en El Salvador (1927-1928)

La intervención de Estados Unidos en Nicaragua a principios del siglo XX provocó reacciones fuertes en El Salvador, pero Washington tenía mucho interés en mantener apoyos en los países cercanos al canal de Panamá. Esta tensión entre los medios de comunicación salvadoreños y los intereses de Estados Unidos llevó a intentos de censura.


Lunes, 25 de mayo de 2015
Walter René Molina*

De 1927 a inicios de 1931 imperó en El Salvador el estado de excepción por más de un año, lo que implicó restricciones a la libertad de prensa mediante la censura previa. Sin embargo, los periódicos informativos pudieron publicar con libertad sobre varios temas sociales como el alto costo de la vida, el problema de la vivienda en San Salvador, la paternidad irresponsable; y sobre la intervención militar de Estados Unidos en Nicaragua. La libertad sobre este último tema se mantuvo pese a las presiones del representante diplomático de los Estados Unidos, que exigía censura estricta al respecto.

Este periodo de censura se inició con la llegada al poder de Pío Romero Bosque en marzo de 1927. Romero Bosque impulsó un proyecto político para democratizar el país, mediante el mayor respeto al sufragio y a otros derechos, como la libertad de reunión, de asociación y la libertad de prensa. Se trataba de dejar atrás las prácticas de coacción al voto y violencia contra los opositores con las que habían llegado a la presidencia Carlos Meléndez (1915-1918), su hermano Jorge (1919-1923) y el cuñado de ambos, Alfonso Quiñónez Molina (1923-1927). Sin embargo, el giro democrático del nuevo gobernante afrontó resistencias. Una de ellas fue un golpe de Estado, ocurrido el 6 de diciembre de 1927, encabezado por el expresidente Jorge Meléndez y un grupo de militares. La lealtad a Romero Bosque de las principales unidades militares de la capital hizo que el golpe fracasara, pero para afrontar la amenaza el presidente impuso el estado de excepción y lo prolongó por más de un año (desde diciembre de 1927 hasta marzo de 1929). En consecuencia, imperó la censura previa de prensa.

Las disposiciones oficiales establecieron, literalmente, no tratar los siguientes asuntos: “Contra gobiernos o pueblos amigos, ni contra sus representantes; Los que infundan alarma o alteren la tranquilidad pública; Los que tiendan al irrespeto de las leyes o de los encargados de aplicarlas; Los que de alguna forma puedan ahondar la división de la familia salvadoreña o impedir su reconciliación; Contra la institución militar; y Todo lo que pueda afectar el actual estado político.”

El puesto de censor lo ocupó durante once meses Napoleón Velasco, y Arturo H. Lara durante tres. La generalidad de las instrucciones hizo que los censores las aplicaran de forma flexible, incluso cuando fueron presionados. De hecho, el mismo día que el ministro de Gobernación, Manuel Mendoza, remitió esas instrucciones, el encargado de Negocios de Estados Unidos, Samuel Dickson, envió una nota a Mendoza, por conducto del Ministerio de Relaciones Exteriores, en la que se quejó de que algunos artículos publicados criticaban la intervención de Estados Unidos en Nicaragua.

Hay que tener presente que desde noviembre de 1926 Estados Unidos impuso a Adolfo Díaz como presidente de Nicaragua; luego, intervino militarmente el país centroamericano. La acción atizó las llamas de las ideas antiimperialistas. Según ha demostrado el historiador Roberto Deras, los directores de los periódicos informativos encabezaron la oposición a esta intervención militar, crearon la Liga Antiimperialista de San Salvador y ligas en otros municipios del país, entre ellos San Miguel. Las ligas tenían como propósito “oponerse a los actos atentatorios contra la autonomía de los pueblos hispanoamericanos y a toda clase de absorción aunque se desarrolle en forma pacífica”. Miguel Pinto, director del Diario Latino, fungía como presidente de la liga; José Dutriz, director de La Prensa (actual Prensa Gráfica), como fiscal de la misma organización.

Había otros casos de responsables y colaboradores de diarios que no pertenecían a ninguna liga, pero sí a otras agrupaciones que también se opusieron a la intervención estadounidense como el “Núcleo Nacionalista. La Joven Centroamérica”. Alfredo Parada, director del diario El Día, fue miembro de esta organización; Napoleón Viera Altamirano, colaborador del Diario del Salvador y posteriormente fundador de El Diario de Hoy, también pertenecía al Núcleo Nacionalista.

Por ello, no resulta extraño que una de las formas de oponerse a la intervención militar contra Nicaragua fuera elaborar textos para periódicos nacionales. El Diario Latino, el Diario del Salvador, La Prensa y El Día publicaron información y opiniones sobre los sucesos de Nicaragua, sobre la fundación de ligas antiimperialistas, sus objetivos y las protestas que realizaron.

Estos contenidos suscitaron la intromisión de Dickson, quien pidió que se censuraran. Al inicio de enero de 1928, Dickson remitió una segunda nota, quejándose de que los titulares de El Día y El Diario del Salvador no se habían censurado y “conducirán sin duda a crear un sentimiento de hostilidad hacia los Estados Unidos”.

Los titulares en referencia versaban sobre el envío de más marinos a Nicaragua y la crítica que dicha intervención provocó al interior de Estados Unidos. En El Día los titulares fueron: “El propósito de reforzar al destacamento de marines en Nicaragua”; “En el Senado de la Unión se pide que sea retirada de Nicaragua la marinería”; “El senador Helflin dice que la intervención es una conchavanza de ciertos intereses”. En los meses sucesivos, los periódicos continuaron con titulares sobre la intervención militar; por ello, en agosto de 1928 Dickson envió una tercera nota al censor, en la que señalaba la persistencia de publicaciones “hostiles contra los Estados Unidos”.

Las presiones del diplomático no rindieron resultados. Así lo indica nuestra revisión detallada de las portadas de los periódicos. Ello nos permite decir que la prensa de información pudo publicar sobre la intervención estadounidense en Nicaragua, gracias a que tanto el censor como el gobierno resistieron a las presiones.

 

*Walter René Molina, licenciado en periodismo por la Universidad de El Salvador; egresado de la Maestría en Humanidades: Estudios Históricos, de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Este texto resume una de las ideas planteadas en el artículo “Censura previa: ¿reducción a la libertad de prensa? El Salvador, durante el régimen de Pío Romero Bosque, 1927-1929”, publicado en la Revista de Humanidades y Ciencias Sociales, n.° 5 (El Salvador) (julio-diciembre, 2013), del Centro Nacional de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales. Para ver el artículo completo dar clic en el siguiente enlace: http://repositoriodearticulos.blogspot.mx/. Editor responsable de esta entrega: Erik Ching.

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