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Informe secreto de la Agencia Central de Inteligencia: cambios en la Iglesia Católica salvadoreña

En 1969 la Agencia Central de Inteligencia estadounidense comisionó un informe sobre los nuevas corrientes en la Iglesia Católica latinoamericana. El documento, que se mantuvo en secreto por más de cuatro décadas, analizaba el desafío que las nuevas corrientes teológicas representaban para el statu quo.


Domingo, 5 de abril de 2015
Traducción e introducción por Héctor Lindo Fuentes*

Para la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) los cambios que la Iglesia Católica experimentaba en la década de los sesenta planteaban interrogantes urgentes. Los líderes de la agencia, ansiosos por comprender mejor el problema, comisionaron un estudio secreto sobre el tema en 1969. El resultado del estudio se mantuvo secreto hasta 2007.

La responsabilidad del proyecto estuvo a cargo del Equipo de Investigaciones Especiales con contribuciones de la Oficina de Inteligencia Actual (OCI), la Oficina de Estimados Nacionales (ONE) y la oficina del Subdirector de Planes (DDP). El analista de investigación fue Joseph R. Barager un historiador que había publicado trabajos académicos sobre Argentina. El detallado análisis incluyó un gran acopio de datos públicos además de el fruto de actividades de inteligencia al interior de instituciones eclesiales.

La selección y examen de los datos se hizo desde la perspectiva muy particular de la CIA. Para los analistas de la agencia de inteligencia los personajes, procesos y acontecimientos merecían atención en la medida que pudieran favorecer o no el avance del comunismo internacional y que dieran parámetros para la acción. Su percepción de la realidad pasaba inevitablemente por los filtros distorsionadores de la guerra fría y las políticas de contrainsurgencia.

Para 1969 las nuevas perspectivas en el pensamiento católico estaban en efervescencia en Latinoamérica. Las corrientes progresistas dentro de la iglesia católica encontraron nuevos espacios dentro de las discusiones del Concilio Vaticano II (1962-1965). Versiones radicales del cristianismo se tradujeron en acciones como las del sacerdote y sociólogo colombiano Camilo Torres que se unió al Ejército de Liberación Nacional (ELN) en 1965. En 1968 se reunieron en Medellín los obispos latinoamericanos para discutir las implicaciones del Concilio para la región. Aunque el teólogo Gustavo Gutiérrez no publicó su obra hasta 1971, ya estaban en el aire las ideas de lo que él llamó la teología de la liberación.

En El Salvador la nueva forma de enseñar el evangelio con la perspectiva de los pobres ya alentaba el protagonismo de habitantes de la zona rural. A comienzos de 1969 un proyecto de lotificación en la zona de Suchitoto había provocado protestas de parte de miembros de las primeras Comunidades de Base apoyados por su párroco, el Padre Inocencio Alas, y los sacerdotes Alfonso Navarro y Rutilio Sánchez (el documento de la CIA tiene un error mecanográfico, dice que el incidente ocurrió en 1959).

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La Iglesia comprometida y el cambio en Latinoamérica.

Extracto

SECRETO

Los países de Centroamérica y Panamá han sido afectados en mucho menor medida por la presión para que haya cambios dentro de la Iglesia. Con algunas excepciones (en particular, Marcos McGrath, Arzobispo de Panamá, y, últimamente, Luis Chávez y González, Arzobispo de San Salvador), las jerarquías eclesiásticas en estos países tienden a alinearse con los sectores comprometidos y reaccionarios de la Iglesia, y por mucho tiempo han estado estrechamente vinculados con las estructuras de poder político y económico imperantes. Cuando algunos sacerdotes y monjas radicales extranjeros en Guatemala cruzaron la raya, por ejemplo, fueron enviados fuera del país. En algunos casos el traslado a otras actividades sirvió para tranquilizar a sacerdotes que el 'establishment' local consideraba como alborotadores.

Ocasionalmente, sin embargo, como ocurrió en El Salvador a mediados de 1959 (SIC), un arzobispo apoyó a sacerdotes comprometidos que entraron en conflicto con autoridades locales y nacionales. En el caso de El Salvador, lo que había sido un problema entre tres sacerdotes y las autoridades municipales de Suchitoto, fue retomado por el partido oficial, el Partido de Conciliación Nacional (PCN), y el partido de oposición, el Partido Demócrata Cristiano (PDC). Cuando el Arzobispo Chávez y González se negó a transferir a los sacerdotes por sus esfuerzos por apoyar a los campesinos de la zona y criticar a los funcionarios locales, el gobierno nacional parece haber comenzado a preocuparse de que la oposición del PDC estaba tratando de aprovechar la situación para su propio beneficio. Posteriormente, el conflicto fronterizo de Julio y Agosto de 1969 con Honduras, relegó el asunto de Suchitoto a los márgenes. En vista de la sensibilidad del gobierno salvadoreño ante cualquier esfuerzo por agitar al campesinado, sin embargo, es probable que las actividades de los sacerdotes comprometidos lleven a otros incidentes de este tipo y más tensiones en las relaciones Iglesia-Estado.

V. PERSPECTIVAS

El papel de la Iglesia comprometida en la búsqueda de cambios básicos auténticos, las reformas radicales necesarias para reestructurar la mayoría de las sociedades latinoamericanas, variará considerablemente de un país a otro. En gran parte de la zona parece haber muy pocas perspectivas de tales cambios en el corto plazo de los próximos dos o tres años. Es probable que la reforma no violenta de los sistemas actuales, propuesta por los progresistas, requiera un período de tiempo mucho más largo. La destrucción violenta del sistema, propuesta por muchos de los radicales, es posible, pero no es probable que ocurra - al menos en el corto plazo - debido al poder de las fuerzas que apoyan el status quo.

Las perspectivas, por tanto, para el área de Latinoamérica en general, es un desorden público continuo e incluso ampliado a medida que los sacerdotes radicales y la población laica busquen confrontaciones con las autoridades civiles y eclesiásticas. A menos que las fuerzas progresistas puedan demostrar la eficacia de las tácticas no violentas, varios de los que ahora apoyan esas tácticas pueden llegar a ponerse cada vez más impacientes con la falta de éxito y desplazarse hacia el campo radical.

 

Vea el documento original

*Héctor Lindo Fuentes es profesor de historia en Fordham University, Nueva York. Esta publicación es un extracto de La Iglesia comprometida y el cambio en Latinoamérica (p. 51).

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