El Faro Académico / Memoria Histórica

Las cartas y la muerte del John Dillinger santaneco

En 1943 la policía del dictador Hernández Martínez asesinó en una calle céntrica de Santa Ana al conocido terrateniente Ernesto Interiano. Esta muerte fue la culminación de una serie de disputas entre Interiano y las autoridades que ilustran algunas de las tensiones sociales subyacentes en los últimos años del Martinato y la ausencia del Estado de derecho.


Lunes, 9 de marzo de 2015
Selección e introducción de Óscar Meléndez

Ernesto Interiano estuvo en el ojo de las autoridades por enfrentarse a la policía, pero eso no fue impedimento para que su madre Emilia Interiano y él se quejaran por el actuar de esa institución. Los documentos que se presentan son dos quejas que ellos dirigieron al ministro de Gobernación en octubre de 1943.

A Ernesto Interiano lo persiguió la policía durante mucho tiempo. Fue arrestado en diversas ocasiones y enjuiciado por varios delitos. Interiano era originario de Santa Ana y propietario de fincas de café. Fue calificado como “enemigo público número uno” y la prensa de la época lo comparó con John Dillinger y Al Capone, incluso hasta con el famoso actor americano de 'film noir' Allan Ladd. Ernesto Interiano fue asesinado por la policía hacia el final del régimen de Hernández Martínez. En la madrugada del 16 de diciembre de 1943, mientras intentaba ingresar a una de sus casas ubicada en el centro de Santa Ana, a pocos pasos de la comandancia de la Policía Nacional, fue alcanzado por las balas de un policía que había sido campeón nacional de tiro olímpico. Interiano respondió al ataque matando al oficial.

'Los últimos días de E. Interiano. Extraña fiebre de aventura lo impulsó', Diario Nuevo . Publicación de la mañana, San Salvador, El Salvador C. A., viernes 17 de diciembre de 1943.

Previo a esos hechos, en octubre de 1943, Ernesto Interiano y su madre dirigieron dos quejas al ministro de Gobernación, en las que criticaban el accionar del capitán Rosendo Albino Luna, jefe de la Policía Nacional de Santa Ana. En la autógrafa de Ernesto Interiano se evidencia el conflicto social entre los miembros de la alta sociedad en una de las principales ciudades del país, y demuestra las tensiones existentes entre los ciudadanos y la policía, uno de los cuerpos de seguridad más importantes en esa época. La queja de Emilia Interiano es más enfática en cuanto a que exhortó a las autoridades a que cumplieran con su deber y a que lo hicieran con imparcialidad y con apego a la ley. El leitmotiv de esa queja resulta de importancia para un análisis más general del Martinato. Poco tiempo después, entre abril y mayo de 1944, Hernández Martínez sería derrocado por un paro cívico militar que marcaría el final de sus sucesivos gobiernos, y que significaría la eclosión de ese tipo de conflictos, mismos que se convertirían en parte de un cúmulo de factores que condujeron a que el régimen llegara a su final.

A continuación se transcriben los dos documentos:

***

Señor Ministro de Gobernación y Anexos:

Ernesto Interiano, de veintiséis años de edad, agricultor, del domicilio de Santa Ana, con todo respeto expongo a usted:

1°) El 28 de Diciembre del año próximo pasado me encontraba en el salón “Florida”, en compañía de otors (sic) amigos y habiendo sido injuriado, sin provocación, por don Simón Avilés, tuvimos un incidente personal a consecuencia del cual se presentó la Policía y capturó a todos los presentes. Debo aclarar que ninguno de los presentes estábamos armados.

Estando ya en la comandancia de la Policía, un motorista de la Dirección por el hecho de estar frente al lugar donde ocurrió el incidente, fué (sic) a traer mi carro P-1109 y el carro de don José Romero cuya matrícula en aquella fecha era P-757.

Al hacerse el registro de los carros se encontraronlas (sic) siguientes armas: en el baúl del mío, dos corvos, un cuchillo de monte y el revólver de mi mandador, y en el carro del señor Romero, una escuadra pequeña calibre 25.

Dichas armas son todas de mi propiedad y las andaba llevando porque acababa de regresar de mi finca y no había llegado a mi casa todavía. Para no portarlas en la ciudad las dejé guardadas en el carro en el lugar donde fueron encontradas por la Policía, en presencia del Director y del Sub-Director y mediante el acta correspondiente que se levantó.

2°) El 31 de agosto del corriente año, como a las 10 y media de la noche, viniendo de la casa del señor don José Antonio Carballo, fuí (sic) arrestado por la Policía Judicial por los motivos que son de su conocimiento, y que mi madre, doña Emilia Interiano, refirió a Ud. con todo detallismo en la carta que le dirigió el 9 de septiembre de este mismo año. Como el señor Carballo vive en las afueras de Santa Ana y yo había ido a visitarlo a pie, era portador de un revólver calibre 38 de los que llaman “buldog”, marca Colt, el cuál (sic) fue decomisado por los Agentes de la Judicial.

Dichas armas me están haciendo falta para la custodia de las fincas, particularmente ahora que se acerca la cosecha en que mantendremos varios centenares de quintales de café en los patios; en consecuencia, atentamente le solicito se digne ordenar me sean devueltas, para lo cual me allano a extender los comprobantes del caso y a pagar los derechos que corresponden.

San Salvador, dos de octubre de mil novecientos cuarenta y tres.- Enmendado –dos de- Vale.-

E. Interiano

Presentando a las once horas del quince del mes de la fecha.

Ignacio Vásquez.

Of.M.

Archivo General de la Nación, Fondo Gobernación, caja Policía, n.º 3,  carpeta 310.2. Título: Armas, comercio, portación, comisos, sin título de expediente, 1943.
Archivo General de la Nación, Fondo Gobernación, caja Policía, n.º 3,  carpeta 310.2. Título: Armas, comercio, portación, comisos, sin título de expediente, 1943.

Santa Ana, 4 de Octubre de 1943.-

Señor Ministro:

Debo en primer término expresar a usted mis agradecimientos por la diligente atención que prestó a mi carta de nueve de Septiembre anterior, en la que hacía de su conocimiento ciertas irregularidades cometidas por la Policía de Investigaciones de Santa Ana en la persona de mi hijo Ernesto Interiano y en nuestro propio domicilio con ocasión de haber sido violentamente despertadas en la madrugada del día cinco de Septiembre anterior, según detallabamos (sic) en dicha carta.-

Con satisfacción he podido constatar su enérgica actitud, que enaltece su calidad de funcionario, pues efectivamente se ha llevado a cabo una investigación que revela el sano propósito de esa Secretaría a su digno cargo de prestar garantías a todos los asociados.- Debo por ello expresar a usted mis felicitaciones.-

Obligada por las circunstancias, una vez más, con toda pena me veo precisada a distraer su ocupada atención para hacer de su conocimiento los hechos siguientes:

1°)-Con anterioridad a la denuncia que presenté ante su autoridad yo había solicitado al Señor Director de la Policía de esta ciudad que citara al individuo Jesús Oliva a efecto de gestionar el pago de QUINIENTOS COLONES (C 500.00) que el expresado Oliva es en deberme desde hace mucho tiempo, quién, en vez de tratar de hacer honor a sus obligaciones, cada vez que es requerido por mi hijo para el pago, se apresura a denunciarlo haciéndolo aparecer como si Ernesto lo amenazara o tratara de cometer alguna violencia. El Señor Director había ya evacuado dos citaciones y sólo faltaba la tercera parte en caso de renuencia del deudor hacerlo comparecer por apremio y ver a que arreglo podíamos llegar, a fin de evitar que bajo este pretexto pueda Oliva, más adelante, calumniar a mi hijo en alguna forma.

(…)

Como ambos asuntos se habían quedado momentáneamente sin tramitar rogué a mi abogado en esta ciudad, doctor Adalberto Bolaños, que solicitara, en mi nombre y en el de Ernesto, al señor Director de Policía, la continuación del procedimiento para poner fin a lo iniciado, pero, con sorpresa mía, me informó el doctor Bolaños que el Capitán Luna con manifestaciones de violencia y contrariedad le indicó que no estaba dispuesto a cooperar como autoridad en nada que en una forma directa o indirecta se relacionara con nosotros y menos que pudiera favorecernos debido a que yo me había quejado ante la Superioridad.-

Como considero que todo funcionario debe olvidarse de sus sentimientos personales para atender al público en forma desapasionada, y siendo mi queja justa y razonable, lo hago de su conocimiento, Señor Ministro, con súplica atenta de que se den las debidas instrucciones a su subalterno para que se me haga la debida justicia. De otra manera tendríamos el espectáculo, nada prestigioso para la Administración de que en El Salvador, para ser atendido por las Autoridades sería indispensable contar previamente con la amistad personal de quienes por ley, están obligados a actuar con toda imparcialidad.-

Quiero también de paso mencionarle, señor Ministro, en previsión de futuras represalias del Capitán Luna, que éste ha manifestado imprudentemente que no tendrá gusto sino hasta encontrar el medio de inculpar a mi hijo Ernesto en el homicidio del señor Arnero acaecido aquí recientemente o de cualquier otro crimen. Quisiera que se tome la debida nota de esto para que las Autoridades Superiores, llegado el caso, reciban con la debida reserva y cuidado los informes que pudiera enviar dicho funcionario.-

Rogándole se digne excusar mis molestias, reitero al Señor Ministro el testimonio de mi aprecio y consideración,

Emilia Interiano

Archivo General de la Nación, Fondo Gobernación, caja Policía, n.º 3,  carpeta 310.2. Título: Armas, comercio, portación, comisos, sin título de expediente, 1943.
Archivo General de la Nación, Fondo Gobernación, caja Policía, n.º 3,  carpeta 310.2. Título: Armas, comercio, portación, comisos, sin título de expediente, 1943.

 

*Óscar Meléndez es licenciado en Ciencias Jurídicas por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Investiga temas relacionados con las violencias en El Salvador.

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