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El PCN intenta con mujeres deshacerse del olor a vieja guardia

Nacieron como Partido de Conciliación Nacional. En 2011 desaparecieron por reglas del Código Electoral al no alcanzar el porcentaje de votos válidos. Recuperaron las siglas —PCN— pero cambiaron la palabra 'conciliación' por 'concertación'. Jubilaron a buena parte de su vieja guardia. Ahora se revisten con gente de abajo, de la comunidad LGBTI y de mujeres a quienes les dan voz y voto a cambio de verse renovados. 


Sábado, 28 de febrero de 2015
Tomás Andréu

Murieron oficialmente en septiembre de 2011 luego de que la Sala de lo Constitucional sentenció que el Partido Demócrata Cristiano (PDC) y el Partido de Conciliación Nacional (PCN) debían desaparecer. Y ese PCN, que en sus últimas dos décadas de vida apenas tuvo un par de mujeres como diputadas propietarias, afronta la elección de este domingo con una insólita oferta: 13 candidatas a diputadas propietarias solo por el departamento de San Salvador.

En 2011, el Tribunal Supremo Electoral tramitó lo que se estipulaba en el Código Electoral: que al no acumular el mínimo del 3 % de los votos válidos, el partido debía desaparecer. Esta era una deuda que el PCN había adquirido en 2004, cuando en contienda presidencial no obtuvo suficidentes votos y fue mantenido con vida gracias a un acuerdo de los partidos en la Asamblea Legislativa. Pero una demanda ante la Sala de lo Constitucional finalmente fructificó con la sentencia de 2011. Esa sentencia supuso no solo la desaparición del PCN, sino también la caída de su veterano secretario general, Ciro Cruz Zepeda, después de 22 años de ostentar la silla pecenista más alta.

En 2012 el PCN, que tres años atrás había logrado una sorprendente cantidad de 11 escaños legislativos, vio cómo una nueva organización, la Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), los desplazaba como tercera fuerza política, y en la legislatura 2012-2015 que termina este 30 de abril apenas obtuvo siete diputaciones.

Para este domingo, el PCN ofrece una lista de candidaturas en que destacan, por insólitas, las mujeres. Su apuesta es renovarse y sus máximas autoridades quieren eso. O morir en el intento. Solo por el departamento de San Salvador el PCN ofrece una lista de 24 nombres en que 13 son mujeres. Y una mujer ocupa la casilla número uno y otra mujer ocupa la casilla número tres. Para el resto de El Salvador, un total de 34 mujeres figuran como aspirantes a diputadas. Un gran contraste con el historial reciente pecenista.

Hilda Jiménez y Cristina López son los nombres que más familiaridad tienen en el imaginario de la ciudadanía. La primera por el caso Katya Miranda —una violación y asesinato a la hija de Hilda-; la segunda por ser una marchista que logró ganar medalla panamericana y una fecha del campeonato mundial de la especialidad.

En entrevista con El Faro, el secretario general del PCN, Manuel Rodríguez, acepta que esto es una estrategia para intentar recuperar la categoría de tercera fuerza política dentro de la Asamblea Legislativa. Esa que les arrebató Gana en 2012 y a la cual pretenden superar. Acepta que llevar mujeres emblemáticas dentro de su partido es una especie de canje: ellas atraen votos, y el partido les permite construir una plataforma en beneficio de la sociedad.

La marchista López también sabe de la estrategia y de la táctica utilizadas por el partido que es heredero de aquel PCN desaparecido en 2011. En conversación con El Faro dijo: 'Vieron la posibilidad política que yo tenía al ser muy conocida por el público salvadoreño'. La voz de la mujer dentro del partido de las manitas parece que va en serio, porque cuando El Faro solicitó audiencia con la marchista, esta sacó del área habilitada a su asesor.

'La entrevista la voy a hacer sola', le dijo. Y un portazo se escuchó tras la salida del exdiputado Saúl Monzón. López solo permitió la presencia de su equipo de comunicaciones.

El candidato a diputado por San Salvador Edgardo Guzmán, no tiene un buen concepto de la Asamblea Legislativa. Sabe que está en un partido ultraconservador, pero cuando vio que el PCN lo buscó para diputado y al darse cuenta de que el de la barriada tenía una posibilidad de trabajar por su comunidad, no dudó en enrolarse en el partido de las manitas. Los puso a prueba y eligió como compañera a una mujer de la comunidad gay. Ella es abiertamente lesbiana. Lo sabe su familia, su comunidad y la gente con la que se rodea.

'Ella y yo somos plan y ladera. Nos encanta empolvarnos los zapatos. El partido empezó a meter a toda clase de gente. Iban hasta periodistas. Ahí me motivé, porque al PCN le faltaba un comerciante', reseña Guzmán.

La compañera de fórmula de Guzmán se llama Tania Mejía. Ella sabe que tiene que velar por la comunidad gay a la que pertenece y la que es excluida en varios ámbitos de la sociedad. A El Faro le dijo que si hubiesen estado los viejos dirigentes, se la hubiese pensado unas mil veces antes de entrar al PCN:

'Este PCN no es el mismo del pasado. Ahora es nuevo, diferente. Cuando vi quién lo dirigía [se refiere al actual secretario general, Manuel Rodríguez] y la forma en cómo él me ofreció y me abrió las puertas del partido, me hizo cambiar de ideas. Por eso les dije que sí'.

Parece que la salida de Zepeda en 2011 sirvió para cambiar algunas cosas en el partido azul, otrora conocido como 'el partido de los militares', y también el partido de la última etapa de la dictadura militar salvadoreña.

Los de abajo y de la comunidad gay: Edgardo Guzmán y Tania Mejía

Los miembros del PCN se han distinguido por algo: el 95 % de sus diputados han sido hombres. Solo dos mujeres han figurado desde 1994 hasta parte de 2015. O al menos eso es lo que recuerdan las máximas autoridades: María Julia Castillo y Lilian Díaz Sol. La dirección del partido también ha sido ocupada solo por hombres: Raúl Molina Martínez, Ciro Cruz Zepeda, Hugo Castillo y Manuel Rodríguez.

A la casi nula presencia de mujeres en el partido se suman las opiniones desfavorables de sus miembros hacia el derecho de la mujer de ocupar cargos políticos.

Dagoberto Marroquín tuvo una frase de antología que incendió la dignidad: 'La mujer que cuide la casa, que aprenda a cocinar', porque la política no es para ellas. Que 'una mujer debe estar en su hogar cuidando a sus hijos', dijo, unos 12 años atrás.

Son tantas las espinas de las que quiere sacudirse el PCN: misoginia, exabruptos espoleados por el alcohol, el insano juego del tiro al blanco con policías, los ataques públicos a los periodistas y abiertamente negar espacios políticos a las mujeres. Ahora quieren redimirse de ese historial y de demostrar que son 'una derecha humanista'.

La purga

A finales de 2014, el exsecretario general y exdiputado del PCN, Ciro Cruz Zepeda tuvo la intención de volver a la escena política del país. El anuncio, aunque sacaba risas por no llorar, no cayó en gracia. Cuando le preguntaron a Zepeda por qué quería volver tras pasar tantos años y años en la Asamblea Legislativa, su respuesta solo sirvió para que se burlaran de él en las redes sociales: 'Ahora tengo más conciencia social'.

A las intenciones de Cruz Zepeda les cerró el pasó el secretario de organización del partido, José Antonio Almendáriz, quien no quería ver ni en pintura al exparlamentario.

El secretario departamental de San Salvador y miembro del Consejo Nacional, Ramón Kury volvió al partido de las manitas tras décadas de estar alejado de él. La condición para el regreso fue sencilla: ni Ciro Cruz Zepeda ni Alejandro Dagoberto Marroquín en el PCN. Ambos tienen sus grandes momentos en la historia legislativa del país: el primero —él y su partido— votaron a favor del TLC sin haber leído sobre qué iba el acuerdo comercial entre Estados Unidos y El Salvador. 'Aquí nadie ha leído el TLC, ni yo, pero igual lo vamos a aprobar', dijo Zepeda en una accidentada sesión plenaria de finales de 2004. Otra muy emblemática es cuando dirigía una sesión plenaria y lo acusaron de estar embriagado.

El clásico de clásicos es para Francisco Merino, quien sí ha sobrevivido y busca reelegirse, aunque Merino es un exarenero que recaló en el PCN en 1997. En agosto de 2000 disparó contra una agente de la policía. Alcoholizado hasta las cejas, el pecenista fue detenido ante las cámaras de televisión y de fotografía. No fue a la cárcel porque la Asamblea Legislativa consideró que no había razones para quitarle el fuero, ya que en el oscuro manejo del caso terminó con que las lesiones de la agente policial eran leves y, por lo tanto, no se acusó a Merino de un delito grave. La Constitución establece que se procede a quitar el fuero a un diputado solo si está acusado de un delito grave.

Tras varios lustros como legislador, tampoco podía faltar José Rafael Machuca, uno de los auténticos miembros de la vieja guardia pecenista: Con 27 años de ser diputado dice no entender qué es el voto cruzado. 'No entiendo esa expresión tan rimbombante', asegura. Diputado por Usulután, también protagonizó episodios que se convirtieron en clásicos. Hace más de una década defendió con uñas y con dientes tener a un empleado legislativo trabajando en una propiedad suya en aquel departamento. Hace algunos años también enfrentó a los periodistas que le cuestionaban un aumento de salario para los diputados que la Asamblea había aprobado a escondidas. 'Ese dinero hasta sirve para invitarlos a ustedes, periodistas', dijo Machuca.

El PCN fue fundado en 1961 y su declive comenzó en 1979, cuando un golpe de Estado derribó al último presidente pecenista, el general Carlos Humberto Romero. Con la aparición del partido Arena, en 1981, pronto pasó a convertirse en pez rémora, particularmente cuando Arena ganó la presidencia en 1989. Tras la desaparición de 2011, pasó a llamarse solamente Concertación Nacional, nombre con que compitió en la elección legislativa y municipal de 2012. Recuperadas sus siglas, mantuvo la palabra 'Concertación' en lugar de la 'Conciliación' original y así pretenden recuperar terreno este domingo. Y es tanto su afán por parecer distinto que ahora no solo parece incluyente con las mujeres, sino que hasta buscan pescar entre los votantes de poblaciones usualmente excluidas como la comunidad LGBTI.

El secretario general del PCN, Manuel Rodríguez, habla de renovarse no solo en la imagen, sino en el pensamiento. Estos pasos no son cosméticos, según su dirigencia, van directo a una transfiguración.

—Ustedes huelen a militares siendo de derecha. ¿Qué clase de derecha es el PCN?

—Nuestra ideología es nacionalista. Somos democráticos. Nosotros hemos hechos tantos proyectos sociales por años. Hicimos canchas, centros escolares, trabajamos por la agricultura. Nosotros pensamos en la población —responde Rodríguez, haciendo alusión a los años en que el PCN era gobierno.

—Ahora ustedes critican al partido Gana. Antes no. Dicen que Gana le sirve al FMLN y parece que desde ya se quieren plegar ustedes al partido Arena.

—Tampoco así. No es así. Nosotros votamos serios. Nosotros hemos votado por cosas en las que el partido Arena no ha votado. Somos un partido que da gobernabilidad y que le da beneficios a la población, no al gobierno.

—A través de una publicación, tengo entendido, usted supo que Tania Mejía era de la comunidad gay...

—Yo en lo personal lo desconocía. Y lo desconozco todavía. No he podido hablar con ella y no me lo ha podido asegurar. Hemos hablado un montón, pero los temas personales trato de respetarlos... Yo soy evangélico, muchos son católicos. Esos temas yo no los toco.

—La Biblia y los evangélicos maldicen la homosexualidad...

—Sí, pero usted está viendo cambios, incluso en la religión. Ahí tiene al Papa. Esa es de las cosas que hay que ver cómo han ido cambiando.

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