El Ágora / Cultura y sociedad

'La silla del secretario de Cultura está maldita: la gente llega y parece perder el norte'

¿Hubo un cambio en la Secretaría de Cultura con la entrada del nuevo gobierno del FMLN? Tatiana de la Ossa, quien renunció a su cargo de directora nacional de artes hace 20 días, ofrece su respuesta: 'Cambiaron las personas, pero hay ciertas actitudes que se mantienen'.


Lunes, 23 de febrero de 2015
María Luz Nóchez y Tomás Andréu

Tatiana de la Ossa es una directora de teatro y una gestora cultural que en abril de 2013 aceptó el cargo de directora nacional de artes que le ofreció Magdalena Granadino, entonces secretaria de Cultura. La institución vivía una gestión muy conflictiva en varios ámbitos, y ante la actitud confrontativa de Granadino, el ánimo dialogante de De la Ossa hizo evidente contraste: desde su llegada a la Secultura se ganó el respaldo de los trabajadores de su dirección al conseguir dirimir los conflictos entre los músicos de la Orquesta Sinfónica de El Salvador (OSES) y Granadino. También veló por conseguir mejores condiciones de trabajo para la OSES y por mejorar los horarios de sus presentaciones. Y, a falta de interés por crear la Compañía Nacional de Teatro, logró lanzar el Programa de Fomento para las Artes Escénicas, que dejó como resultado la presentación de tres coproducciones en los teatros nacionales durante 2014.

La Dirección Nacional de Artes representa a 240 trabajadores de los 1,200 de la Secretaría. Parte de los trabajadores firmaron una carta abierta en la que le pedían reconsiderar su renuncia: 'Recientemente nos hemos enterado de su renuncia al cargo como directora nacional, lo cual nos deja muy consternados cuando usted ha mantenido una gestión llena de los logros a pesar de las situaciones adversas que atravesamos'. Entre los méritos que los trabajadores le reconocen está el respeto demostrado hacia ellos: 'Tatiana se ha reconocido por darle un trato digno y respetuoso al artista, a pesar de que muchas de las autoridades solo nos ven como un obrero que debe acatar las órdenes del “patrono”, cuando estos son ignorantes del trabajo artístico y sus implicaciones'.

Han pasado ocho meses desde que Ramón Rivas sustituyó a Granadino en la Secretaría de Cultura, y el ánimo que se generó entre los trabajadores de la institución y la comunidad artística poco a poco ha ido menguando. La nueva gestión llevaba bajo la manga las promesas de un plan de gobierno que artistas y académicos apoyaron en campaña, pero su ejecución no parece prioridad de ningún funcionario con poder de decisión en el gobierno. Ante este escenario, al nuevo secretario de Cultura, Ramón Rivas, le han criticado por su falta de visión, e incluso ya hubo un intento por derrocarlo. El último acto de reprobación de la nueva gestión lo hizo Tatiana de la Ossa a mediados de enero de 2015, cuando presentó su carta de renuncia como directora nacional de Artes, efectiva a partir del 1 de febrero.

De la Ossa era la única persona a cargo de una dirección que había permanecido en el puesto que le había sido asignado desde la gestión anterior, durante la cual estaba prohibido que sus funcionarios hablaran con los medios, y De la Ossa se sometió a ese mandato. 'Yo pienso que es muy grave porque el silencio acumula ira', le había dicho a El Faro en una plática en marzo de 2013, pero ella esperó hasta el viernes 30 de mayo de 2014, último día de la administración de Granadino, para unirse al sindicato en una especie de celebrabación frente al edificio administrativo de la calle Mar de Plata, y fue ahí donde rompió su silencio para dar declaraciones a un noticiario y declarar por qué la gestión que finalizaba había sido tormentosa.

Tomando como base las razones que la empujaron a renunciar, El Faro le solicitó que comparara la actuación de los últimos dos titulares: 'Yo esperaba encontrar un cambio en el estilo de gestión del gobierno anterior a este. No es suficiente tener conocimientos teóricos para poder liderar, es importante entender la gestión y la administración', explica, y agrega que la forma de actuar de esta nueva administración no es tan distante de la su antecesora, con la única diferencia de que ahora no hay espacio para la confrontación.

Además, la directora de teatro denuncia el uso antojadizo que históricamente se le ha dado a las unidades que tiene a cargo la dirección que ella manejaba, una situacón que tiene como marco lo que ella llama un 'manejo advenedizo' de la institución por dos personajes 'de confianza' del secretario actual, quien antes denunció lo mismo refiriéndose a Alejo Campos, hombre de confianza de Granadino. Los dos personajes son Carola Cardona y David Hernández. Cardona es la directora de Relaciones Internacionales y Cooperación, y Hernández es asesor del despacho contratado como consultor externo, ya que mantiene su plaza como director de la Editorial Universitaria de la Universidad de El Salvador. De ambos, Rivas ha manifestado que son su gente de su confianza.

Tatiana de la Ossa, exdirectora nacional de artes. Foto: Fred Ramos
Tatiana de la Ossa, exdirectora nacional de artes. Foto: Fred Ramos
 

Pasaron solo siete meses de la nueva gestión cuando usted decide renunciar. ¿Por qué en este momento?
Yo renuncié porque después de varios meses de tratar de hacer un trabajo conjunto y buscar maneras de hacer equipo, me di cuenta de que puedo hacer lo que sé hacer desde otro lado y no desde el Estado. No ahora, no con el equipo que hay ahora. No es posible hacer el trabajo como creo que debería hacerse o como podría hacerse.

¿Qué pasa, a su juicio, con esta administración?
Una de las cosas que siento que están pasando es que no hay una clara visión de hacia dónde se camina, a pesar de que se creó un plan maravilloso como el Eje 9. Pero no parece discutirse ni hablarse. Han pasado seis o siete meses y no está en las agendas de discusión permanente.

¿Por qué cree que pasa eso?
Es como una enfermedad que tiene el Estado, funcionar como bomberos. Estamos trabajando para atender emergencias y cosas que salen de momento, pero no analizando estrategias profundas, ni trabajando en las cosas que son trascendentales. No entiendo cómo vamos a llegar a ser un Ministerio en la manera en que se está trabajando ahora, y menos con el presupuesto que se ha aprobado. Se necesita por lo menos 25 millones para impulsarse y, además, pensar adecuadamente qué es lo que debe hacer un Ministerio. ¿Para qué están abriendo y cerrando direcciones nacionales? ¿Bajo qué propósito? ¿Con qué acciones? ¿Respondiendo a qué planes? Creo que eso es lo más importante. ¿A dónde vamos a llegar si no hay un trabajo en equipo, no hay un liderazgo, no hay claridad hacia dónde se camina? Creo que la Secultura está a tiempo, antes de que se haga Ministerio, de reorientar y retomar ese trabajo y esa línea, que es lo fundamental.

Cuando se anunció que Ramón Rivas iba a ser el nuevo secretario de Cultura, las reacciones hacia su nombramiento fueron positivas. ¿Qué pasó en estos meses que hizo que las cosas cambiaran?
Todos esperábamos una transformación sustantiva, estábamos esperando crear un equipo y trabajar por la cultura. A pesar de la famosa discusión de cuál es el rol de los intelectuales, terminamos siendo empleados en un sistema y al final de cuentas no lo transformamos, sino que lo perpetuamos con nuestro silencio, porque dejamos que las cosas pasen porque sentimos que estamos bien temporalmente o porque nos regocijamos con que nos publiquen dos o tres cosas.

Entonces, ¿qué necesita esta administración?
Necesita redireccionarse, sin duda alguna. En mi caso, la copa estaba rebalsada hace mucho tiempo, y lo que uno hace, porque uno cree que todavía se puede hacer algo, es sacudir la copa y seguir, pero llega un momento en el que uno sabe que la va a seguir sacudiendo por cuánto tiempo más para que se siga llenando. No hay un detonante particular. Pero sí hay una serie de eventos, de sucesos y de personas que están envueltos en la conducción de la institución, y no tienen credibilidad en lo que están haciendo.

¿En qué se diferencia Rivas de sus antecesores?
Yo no sé qué es lo que tiene esa silla de secretario, pero yo le puedo decir que está maldita, porque la gente llega y parece perder el norte. Es indispensable trabajar con los empleados de la Secretaría, es indispensable fomentar el trabajo en equipo, es indispensable orientar el trabajo hacia el Eje 9, hacia la razón de ser de la cultura. La Secretaría de Cultura no puede ser, aun siendo una dependencia de la Presidencia, solamente una unidad de comunicaciones o de avisos de acciones concretas. Todo lo que se está presentando ahorita es resultado de la gestión anterior.

Si tuviera que compararlo con la anterior gestión que también le tocó vivir…
Muy tormentosa…

Pero entiendo que hoy no hay alguien que está gritando todo el tiempo...
Exacto, había una tirana con la que frontalmente había que discutir y estaba su capataz que era fácil de enfrentarlo y discutir, independientemente de todas las consecuencias que tenía cada uno de estos enfrentamientos. Pero por lo menos no quemaban el cañal, no tiraban la casa de los peones… Es decir, se mantenía a pesar de la confrontación. Pero ahora no hay una claridad de ningún tipo y no se sabe a dónde está residiendo la toma de decisiones reales. Porque yo veo, y es mi opinión personal, que se ha generado divisiones al interior en lugar de unificar el trabajo de la Secretaría, en vez de levantar la dignidad de los trabajadores, en vez de visualizar cuáles son las necesidad básicas de los trabajadores, lo que se ha hecho es poner a la gente a pelear, se ha propiciado el conflicto en vez de propiciar la resolución y la sanación, se ha propiciado la murmuración y un lenguaje poco profesional en vez de propiciar la resolución frontal como adultos. Es imposible llegar a la meta con esa lluvia, es un vendaval que solo enloda el camino. Se podrán hacer muchas campañas y muchas fotografías de muchos eventos, pero eso no significa que se estén haciendo acciones de desarrollo sustantivas y trascendentales para el país. Eso es lo que yo creo que está pasando.

Si se está trabajando de espalda a los directores nacionales, ¿quiénes están decidiendo?
Le voy a dar mi opinión personal, porque, como le digo, uno de los problemas que hay es la falta de claridad. Todos oímos que hay un pie definitivamente del partido (FMLN) en la Secretaría, pero por otro lado tampoco veo una acción decidida y clara del partido sobre lo que está sucediendo adentro. Por el otro lado, uno ver, por ejemplo, un secretario que está alejado del Eje 9, que es como la línea fundamental que está puesta en el plan de gobierno. Por el otro lado tenemos a un equipo que ellos llaman el staff –el equipo del secretario que está muy cercano a él– y que en realidad son quienes están manejando la Secretaría. Y la pregunta que nos hacemos todos es: ¿dónde está el conocimiento real para manejarla? ¿Por qué no están todas las demás personas involucradas que deberían estar ahí? ¿Quién maneja la Secretaría? Esa es la pregunta que creo que se hacen casi a diario los trabajadores de Secultura. Hay una sensación de nebulosa de no saber hacia dónde vamos y lo que es más doloroso es que parece haber una estrategia muy napoleónica: dividir para vencer. Han puesto a pelear a los sindicatos. ¿Para qué? ¿Por qué estar trabajando de esa manera y no de una manera digna y justa, igualitaria, en una mesa de trabajo? Y esa percepción la tiene casi todo el mundo en la Secretaría. Genera desasosiego.

¿A quiénes se refiere cuando habla del staff del secretario?
Bueno, está Carola Cardona, la directora de Cooperación; y su asesor personal, el señor David Hernández, quien obviamente dicta la línea editorial de la revista (Cultura), pero no sabemos cuál es su función, solo que es el asesor de Ramón. Es decir, es su mano derecha en todo sentido. Ellos parecen ser como el equipo con el que él decide y trabaja y toma todas sus decisiones.

Sigo aún con esta gran duda: ¿qué o quién está impidiendo el cumplimiento del Eje 9?
Está disgregado, no hay una unificación. La falta de liderazgo, sin duda, y de claridad hacia dónde debe caminar una secretaría es una de las razones fundamentales por las cuales se está perdiendo el norte. Hay un problema de desconexión, de malas estrategias de comunicación al interior y de trabajo conjunto y liderazgo interno, de planificación conjunta que tampoco se está haciendo. Hay planes y hay trabajos que se van a poder realizar bien cuando se establezcan trabajos conjuntos. Y eso es todo, es un asunto de organización y de estilo de liderazgo, y efectivamente le compete a quien sea ministro asumir ese liderazgo y enfrentar esos cambios.

¿Por qué esto está así? ¿Hay egoísmos, falta de voluntad política, intereses particulares, partidarios? ¿Qué sucede?
Hay todo eso que ha dicho. Ahorita lo que pasa con la institución es que hay un río revuelto, hay una pérdida del horizonte. Le compete definitivamente al titular retomar las riendas. Sin duda alguna al gobierno también, y que cada uno de los directores que están ahorita se integre a un trabajo cuando exista liderazgo. Pero no se puede tratar de generar un Festival Nacional de Artes y generar todo un proceso de creación si de todas maneras no hay respuestas de seguimiento, si no hay ya una estructura interna de trabajo. En algún momento, a lo largo de estos meses, se crearon grupos paralelos de trabajo y en alguna reunión alguien nos comentaba que había un staff que era el encargado de las operaciones, los que hacían las estrategias, y que luego había un grupo que le llamaban los misioneros. En esos habían puesto a los directores nacionales. Entonces yo digo, si los directores nacionales no son los que están creando la doctrina, es decir, solamente son los que llevan el mensaje, ¿para qué los quieren? Un director nacional debe tener una función de desarrollo de estrategias y de planteamiento de estrategias, no de proyectos, no de acciones, no de conciertos, no de libros sueltos, sino de una editorial completa, o de una línea nueva editorial, eso hace un director nacional.

¿Cuáles fueron los principales obstáculos que enfrentó desde la Dirección Nacional de Artes, aparte de los enfrentamientos?
Desgraciadamente, la Dirección de Artes se ha convertido como en una radio para hacer complacencias. Solo nos llaman para pedir que les manden espectáculos. Y es muy importante entender que las artes no están para amenizar eventos, no están para acompañar eventos políticos, sociales ni religiosos. Es una costumbre que viene de hace muchísimos años de llamar a la Dirección de Artes para mandar al ballet o a la compañía a hacer una presentación, pero no dentro de una estrategia de desarrollo, no dentro de un plan global, sino que son cosas que van surgiendo y todo eso desgasta a las unidades de artes. Lo mismo sucedía antes con el programa 'Vive la cultura'.

¿Qué se debería estar haciendo?
Se necesita que se centre el trabajo en el fortalecimiento de los artistas: fondos, seminarios, talleres, es decir, planificación, trabajo de planificación para el desarrollo, no atención de eventos, no activismo, y no las acciones que se ven pero que no tienen impacto. Nosotros no hacemos show, no amenizamos, nosotros no damos moralejas, nosotros fomentamos la reflexión, nosotros formamos y eso es la diferencia entre hacer eventos y trabajar en cultura. El Estado no debe ser el que produce a las artes, el Estado puede tener unidades de producción artística, pero las artes las debe producir la gente y debemos fortalecer a la gente para que las produzca. Nosotros no debemos ser centro de producción único, ni nosotros somos los que damos la línea de cuál es el folclor ni la tradición. Nosotros tenemos que hacer investigación, recuperación y fortalecimiento.

¿Qué usos debería dársele a las unidades de la Dirección de Artes, como los teatros, por ejemplo?
El problema de los teatros nacionales es el uso discrecional que se quiere hacer de ellos, el uso para cualquier cosa y querer que siempre deben estar al servicio de otras instituciones del Estado. Por ejemplo, se hizo el lanzamiento de la convocatoria a elecciones el 31 de octubre del año pasado, pero para poder hacer eso nos pidieron que quitáramos lo que estaba programado, lo cual era imposible de hacer, era una organización que tiene años de estar haciendo producción musical, enseñanza, y además tenían invitados de Guatemala. Eso no se puede quitar así nomás. Entonces tuvieron que trabajar en la madrugada. Ese evento (del TSE) perfectamente bien se pudo haber hecho en un hotel, en Cifco... ¿Por qué hay que usar los teatros nacionales para cosas como estas? Yo sé, las elecciones, los eventos gubernamentales son importantes, pero es muy importante que también los distintos ministerios comprendan cuál es la función de los teatros. Nosotros hicimos el año pasado un estudio de más o menos lo que costaría el funcionamiento de cada teatro por el tipo de luces, el tipo de sonido, el personal especializado en el manejo de espectáculo, de salas, de administración, más las inversiones que hay que hacer de mantenimiento patrimonial, el costo es muy elevado, un día de funcionamiento pleno del Teatro Nacional, por ejemplo, puede costar 2 mil dólares. Entonces, nosotros no podemos hacer graduaciones, no se pueden hacer eventos ni religiosos ni políticos, excepto que las organizaciones paguen por hacerlo, siempre y cuando no haya un espectáculo artístico programado. Cada quien tiene que pagar para ocupar los espacios del Estado. A todas las unidades les ha pasado de una u otra manera. A todas les pasa que de repente les piden que vayan a eventos que no son parte de ningún programa escénico de desarrollo.

¿Y mientras usted estuvo a cargo de esta dirección se intentó instrumentalizar alguna de estas instancias con fines políticos?
(Sonríe) Ay, esas son costumbres que nunca se van a quitar en este país.

¿Pero sí se dieron estos usos en los últimos meses, o no?
Usted podrá imaginarse... Por lo menos, mientras yo he sido Directora Nacional de Artes, yo no he aprobado, no he firmado, no he estado apoyando ninguna acción que vaya a apoyar a ningún partido que está ahorita en contienda. Yo no lo he hecho.

Pero que no lo haya aprobado no quiere decir que no lo hayan hecho.
Yo no sé. Yo no lo he hecho porque mientras yo estuve ahí no podía permitir que pasara por mi firma hacer una cosa como esa. Jamás, jamás, pero jamás, ninguna de las unidades de artes debe participar en una contienda política, porque somos Estado y a nosotros nos pagan de los impuestos de cada uno de los salvadoreños y las salvadoreñas. Entonces, si nosotros le vamos a hacer un baile a un partido, tenemos que hacérselo a todos. Si le decimos que sí a uno habría que ir a hacerlo a todos. Entonces, ¿qué es lo lógico? No hacer ninguno. Primero porque con la austeridad, no tenemos fondos, se han cancelado las presentaciones nocturnas del Coro Nacional porque no hay cómo financiar el transporte. De dónde vamos a sacar fondos para estar apoyando acciones de partidos. ¿Con qué dinero, si no hay? Si algunas personas dentro de la Secretaría han querido apoyar algunas acciones partidarias y se han ido a hacerlo en nombre de la secretaría, en realidad ha sido muy a nombre personal y de tal vez alguna otra autoridad, pero no mía.

Tatiana de la Ossa, exdirectora nacional de artes. Foto: Fred Ramos
Tatiana de la Ossa, exdirectora nacional de artes. Foto: Fred Ramos

¿Qué diferencia estas acciones a la selección de piezas de la Colección Nacional para ser exhibidas en la residencia presidencial?
Creo que se ha juzgado mucho sin saber exactamente qué se está haciendo ahí, y como este es un programa que no se muestra, mucha gente no sabe realmente lo que está pasando con algunas de las piezas de la Colección. El proceso fue rápido pero muy cuidado. Empezamos por hacer toda la papelería para llevarla como corresponde, fuimos a ver con los museógrafos las temperaturas, redactamos todas las instrucciones que les dejamos en la residencia para el manejo adecuado de las obras. En principio lo hicimos pensando en que esto iba a ser abierto permanentemente, pero después se fue haciendo cada 15 días. Sin embargo, yo diría que está parcialmente abierto al público. Hay visitas que se hacen cada 15 días y están llegando entre 40 y 60 personas de distintos lugares del país, que nunca han estado en la Sala, que no conocían la colección, y nos ha permitido, después de hacer el encuentro con el presidente, hacer un recorrido y hacer hasta dinámicas con la colección. Nunca se había hecho de esta manera. Nos permitía hablar de texturas, lenguajes, técnicas, géneros, estilos, tendencias, quiénes eran los autores, de dónde venían. Entonces, ese proceso fue educativo, muy enriquecedor y la gente que participó en esto salió con algo nuevo en su vida, eso sin duda. Ojalá pudiéramos hacer muchos más espacios adonde la colección tenga la posibilidad de convertirse en esto, ¿te puedes imaginar la delicia que es sensibilizar a la población sobre temas identitarios?

Otro de los proyectos meta que usted tenía para este quinquenio era la Compañía Nacional de Teatro, que ahora ya figura en la estructura organizativa de la dirección, pero no hay información sobre ella.
Para la Compañía Nacional de Teatro se estableció un plan en los meses de abril, mayo, junio, julio y agosto de 2013, desde entonces está ese proyecto. Y cuando estuvimos a punto de arrancarlo nos dijeron que ya no había dinero. Había una oferta de hacerlo con un fondo de cooperación de más o menos 17 mil dólares, luego dijeron que había 23, finalmente lo que hice fue insistir en que necesitábamos lo de los 20 mil dólares para artes escénicas y no estuvieron de acuerdo en abrir una compañía de teatro porque decían que eso solamente iba a favorecer a un grupo. Yo creo que no leyeron con detenimiento el proyecto.

¿Iba a retomar el modelo de la Compañía Nacional de Danza (CND) que mantiene un staff fijo de bailarines que audicionan una vez al año para definir si siguen en ella o si entra alguien nuevo?
La CND tiene las audiciones anuales y eso es indispensable que suceda porque el trabajo de los bailarines requiere de un virtuosismo técnico para que la calidad del trabajo sea buena. La compañía de teatro pueden tener varias modalidades, nunca un elenco estable, nunca porque el trabajo teatral requiere de ancianos, niños, personajes de distintas procedencias. Con el movimiento teatral que se está desarrollando lo mejor es hacer procesos concursables por producción. Es decir, el Estado propone tres producciones anuales: una de un clásico universal o latinoamericano, una de autoría salvadoreña y una de creación colectiva. Esto permite a una compañía nacional de teatro fomentar el intercambio de trabajo entre distintas compañías, porque las compañías que integren un proceso están obligadas a incorporar a otras gentes que trabajen en el mismo gremio para completar elenco o para hacer vestuario o para hacer escenografía. Y el Estado lo que hace es que pone los espacios, pone la producción y permite que la calidad de los espectáculos vayan creciendo poco a poco. Esa era la línea y se iba a hacer para contratos diversos con varios actores y directores, a lo largo de un año. Lo que hay que tener claro es que estas líneas de convocatoria son las que deben de mantenerse con claridad. ¿Cuál es el peligro de las compañías? Que, por ejemplo, el director empieza a dirigir todas las obras y eso no se puede permitir, jamás, porque entonces para qué la compañía. Por eso es que es importante hacerla por concursos. Incluso llegó alguien a decirme que con qué gente íbamos a hacerlo, que me pareció muy ofensivo, porque hay mucho talento para poder hacer este proyecto aquí.

Con el discurso de austeridad tan recurrente, creí que la excusa iba a ser que no había dinero.
Exacto. Entonces, cuando dijeron que no se hacía este proyecto yo empecé a tratar de decir que voy a rescatar 20 mil dólares para artes escénicas y fue cuando decidimos hacer lo que llamamos coproducciones, que es exactamente lo mismo. No se visualizó que fuera importante que se llamara coproducciones de la Compañía Nacional de Teatro, así que le pusimos Programa de Fortalecimiento de Artes Escénicas. Ese proyecto siguió, continúa este año, creo que la gente de artes escénicas estaba muy interesada en que esto pudiera continuar. Esperamos que así sea, y esperamos que no dejen este proyecto cerrado y botado, porque sería una pena y sería un retroceso en las artes escénicas, que han sido cenicientas en todo sentido. En este país las artes visuales han tenido la mayor de las atenciones en los últimos años, y creo que a las artes escénicas les urge una atención política importante. Y la apertura de la compañía creo que es indispensable y no puede seguir posponiéndose más y se utilicen las mismas propuestas que se elaboraron y se maneje más o menos de la misma manera, o de otra, pero que se abra.

Me llama mucho la atención que constantemente se repita la falta de fondos como excusa para crear un Ministerio, para ejecutar algunas de las promesas del Eje 9, y se habla mucho de recurrir a la cooperación como la solución para adquirir fondos con los que la institución no cuenta en este momento.
La cooperación no resuelve un Ministerio. Hasta ahora no lo ha hecho, de todas maneras. No sé cómo se puede visualizar que para poder producir un DVD del Ballet Folklórico lo único que hace falta son 2,500 dólares y que la cooperación internacional lo va a poner: cuando yo salí, todavía ese fondo, no se había logrado conseguir. Voy a apuntar lo que es importante en este tema, que es que las acciones programáticas no pueden depender de cooperación, eso se hace para las de 2016. Uno consigue fondos hoy para hacer proyectos el siguiente año, no para resolver tres pares de calcetines ahora, ni para comprar 3 maletas para el mes entrante. Eso no es cooperación, esa no es la función. Cooperación no está para hacer las compras de la casa, se llama cooperación internacional, es decir, la estrategia de una unidad como esta tiene que ser un proyecto a nivel de nación y de planificación nacional, de adónde se invierte cultura en el país, y a través de qué estrategias y de qué unidades se hace esto. No está para hacer las compras, para eso hay un departamento de finanzas y una UACI. Entonces, lo que hace falta son fondos asignados hacia la compra de recursos específicos dentro de un año concreto. Para eso debe estar la Dirección de Cooperación Internacional, para desarrollar estrategias de largo plazo. Así lograron levantar el sistema de coros y orquestas, lo que pasa es que el proyecto quedó con fondos hasta un cierto período, y ahí lo que faltó fue darle continuidad. Se consiguió dinero mientras nosotros estábamos ahí, como quien dice, pero una vez que ya no están los que lo impulsaron ya no hay una negociación de seguimiento al sistema. Eso tenía que haberse retomado para darle seguimiento. Hay problemas de comunicación. Entonces, si uno empieza a sumar lo que necesitan las 12 unidades que tiene la Dirección Nacional de artes, estamos hablando que solo esta necesitaría para operar un mínimo de 1 millón 200 mil dólares, si estimamos 100 mil para cada una de ellas. El presupuesto ese no existe. Dicen, eso se pide a cooperación. No se puede resolver un millón y medio de dólares para atender las acciones de 2015 a través de cooperación. Esto no funciona.

¿No debería de estar incluido todo esto en el Plan Quinquenal?
Debería, por supuesto. Y se está trabajando en él. El problema de este período es que se está construyendo al mismo tiempo que se está tratando de sacar adelante proyectos. Eso hace, necesariamente, un período de querer arrancar una carrera de Fórmula 1, sin la Fórmula 1, sin tener el carro adecuado, sin la carretera adecuada, sin la gasolina adecuada, sino que con un diésel con el que no se va a llegar, y en un terreno en donde hay lodo y está lloviendo. Se puede llegar a la meta, sí, pero en vez de hacerlo en el año que se necesita hacer, se va a llegar en 2 o 3 años. Es mejor recortar sabia y salomónicamente lo que se puede hacer, en vez de tratar de hacer 100 cosas de las que solamente se puede hacer una. Y estas son decisiones estratégicas que deben tomarse, así como la defensa del presupuesto de cultura. No entiendo cómo uno acepta que no se puedan solicitar más fondos. ¿Por qué no se pueden solicitar más fondos? ¿Por qué es una sorpresa para un titular que le aprueben un fondo para un Instituto Superior de Artes? Porque no se gestionó.

Usted habló de un terreno donde hay lodo y está lloviendo. ¿A qué se refiere?
Yo esperaba encontrar un cambio en el estilo de gestión del gobierno anterior a este. Esperaba encontrar un liderazgo y un conocimiento, y no es suficiente con tener conocimientos teóricos para poder liderar, y esto es importante, entender la gestión y la administración. Es importante entender el trabajo del liderazgo, del trabajo en equipo, y sin eso no hay cómo llegar a la meta.

Independientemente de quién esté sentado en esta silla “maldita”, ¿cree usted que existe voluntad política para hacerlo, o es que le volvieron a tomar el pelo a la comunidad artística?
Honestamente no lo sé, porque tenemos seis meses y yo no veo las acciones necesarias para impulsar algunas estrategias. Yo veo que se dejan pasar cosas que no deberían dejarse pasar. A veces no creo que es un tema de voluntad, es un tema que nosotros como sociedad civil no estamos haciendo saber lo que pensamos, y estamos asumiendo que ellos deben hacerlo. Es mi responsabilidad, del artista de la esquina, el circense de la calle, del bailarín que está en tal sitio, es de todos y cada uno de los que estamos en el sector cultural en nuestros silencios, que son los que hacen que estas cosas se perpetúen. Puede haber voluntad política, pero si no saben cómo hacerlo y nosotros nos quedamos callados, ¿qué va a pasar? Puede ser que tengan interés, pero que no sepan cómo hacerlo, que me parece evidente. No han tenido el conocimiento para hacerlo, la camisa les quedó grande. Es la tercera vez que me encuentro con la excusa de que no hay presupuesto. Proyectos hay, ideas hay, estrategias dialogadas hay, propuestas para elaborarlo hay. Se necesita un equipo de personas que tengan un consenso profesional, ejecutivo, para sacar adelante este país. Si hay voluntad política o no creo que es intrascendente en este momento, porque la voluntad política surge de las necesidades de la gente, pero como la gente está callada... Entonces, ¿quién dice que es importante? Hay incidencia política cuando aparecen grupos que necesitan algo. Pero si la gente está en silencio diciendo el gobierno no me lo da, no me lo da, pues nunca se lo va a dar. Eso créame que es cierto, por eso estoy fuera del gobierno y de la secretaría, porque lo voy a hacer desde afuera. No solamente se trata de pararse frente a la Asamblea y gritar “urge que se apruebe la ley de cultura”. De nada sirve que la gente se siente en su trono de poder a insultar y a menoscabar la dignidad de sus trabajadores y de todos los demás, porque lo único que está haciendo con eso es generando más distancia y menos posibilidades de llegar a las metas. Se necesita gente que se baje de los tronos y que se siente a hablar con la gente.

¿Está Ramón Rivas subido en un trono o es la gente que lo rodea?
Bueno, está parapetado con un montón de gente, sí. Cuando vino el papa mucha gente quería hablar con él, pero él iba en un papa móvil, entonces lo vimos pasar, no lo pudimos tocar o hablar con él. A veces pasa eso con algunas personas en algunos puestos políticos, que prefieren el papa móvil, en vez de estar con la gente. Y es más fácil tomarse fotografías de todo lo que se inaugura y de todo lo que se abre, pero lo más importante no es la inauguración de eventos, sino el liderazgo con los diversos sectores para la propuesta de acciones concretas de desarrollo. Eso que se llama liderazgo político es lo que no hay en cultura. Y además con los asesores que no colaboran en el mejoramiento de las relaciones internas y el abandono de los empleados, la generación de conflictos internos, no hace que el personal esté tranquilo. Pero la inconformidad ahora no es el por el maltrato de antes, sino por desasosiego, por la ambigüedad. Ese desasosiego de no saber quién manda o adónde vamos.

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