Nacionales / Impunidad (y memoria histórica)

Ban Ki-moon señala que la inseguridad evita que los salvadoreños disfruten los beneficios de la paz

Después de 23 años de firmados los acuerdos que pusieron fin a la guerra civil, el secretario general de Naciones Unidas tiene claro que la violencia y la exclusión social impiden que El Salvador viva una paz auténtica. Además, Ban Ki-moon subrayó en el acto de conmemoración de la firma de la paz que aún hay obligaciones internacionales en materia de derechos humanos que el Estado debe cumplir con las víctimas de la guerra.


Domingo, 18 de enero de 2015
Jimmy Alvarado

'Permítanme citar las palabras de Roque Dalton para referirme a ustedes, salvadoreños: “mis compatriotas, mis hermanos”.' Esas fueron las primeras y únicas palabras que dijo en español el viernes pasado el secretario general de las Naciones Unidas, el coreano Ban Ki-moon, quien se dirigió a los salvadoreños parafraseando el verso final del 'Poema de amor' de Roque Dalton. La frase detonó los aplausos del público que asistió a la conmemoración del 23o. aniversario de la firma de los Acuerdos de Paz en el Centro Internacional de Ferias y Convenciones (CIFCO), en San Salvador.

El secretario hizo énfasis en el legado de los Acuerdos de Paz como una opción alternativa para resolver conflictos, y concluyó remarcando la obligación jurídica del Estado salvadoreño de reponderle a las víctimas de la guerra civil. 'Mantengan vivos los Acuerdos de Paz cumpliendo con las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos, manténganlos vivos intensificando los esfuerzos para salvaguardar los derechos de las víctimas, construyendo a partir de la disculpa oficial de 2010'.

Ban Ki-moon hacía referencia al acto del 16 de enero de 2010 en el que el entonces presidente Mauricio Funes pidió perdón en nombre del Estado por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante la guerra y por las omisiones posteriores del Estado en sus obligaciones de investigar y procurar justicia. En ese acto, Funes reconoció que agentes del Estado como las fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad pública y también organizaciones paraestatales cometieron violaciones a los derechos humanos haciendo uso ilegítimo de la violencia y quebrantando el orden constitucional. Dos años más tarde, en un acto similar, volvió a pedir perdón y ordenó a la Fuerza Armada a dejar de honrar la memoria de militares responsables de graves violaciones a los derechos humanos.

Paradójicamente, meses después de la ceremonia de 2010 -el 7 de agosto de 2011-, el ministro de la Defensa, general David Munguía Payés, daba refugio a nueve militares en la Brigada Especial de Seguridad Militar, que pretendían evitar ser capturados por la Policía ante una 'difusión roja' de Interpol por solicitud de la Audiencia Nacional de España por el asesinato de los sacerdotes jesuitas ocurrido en 1989.

El secretario general de la ONU expresó su preocupación por los desafíos que enfrenta El Salvador, y dijo que la inseguridad ciudadana, la exclusión social y la falta de oportunidades evitan que muchos salvadoreños disfruten de los beneficios de la paz. El funcionario hizo referencia a las cifras de asesinatos que se cometen en El Salvador, que ponen a este país entre los más violentos del mundo. 'El 40 % de las víctimas de homicidos son niños y jóvenes', dijo. El informe de UNICEF de 2014 afirma que El Salvador es el país con la mayor tasa de homicidios de menores de 21 años en todo el mundo. El Salvador es además un país que expulsa miles de habitantes cada año, y se calcula que una tercera parte de su población vive en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos. 'Para consolidar la paz, cambios estructurales como la inequidad y exclusión deben ser enfrentados', dijo el secretario.

Ban Ki-moon también echó mano de palabras de otro salvadoreño para cerrar su intervención y definir la paz que le gustaría ver en El Salvador. 'Paz no es el producto del terror o del miedo o el silencio de los cementerios. Paz es la generosa y tranquila contribución de todos, al bien de todos. Es lo justo y es el deber', dijo, al citar a monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en marzo de 1980, al inicio de la guerra civil.

El Salvador estuvo 12 años en guerra interna, que solo se resolvió con la mediación de Naciones Unidas, que luego aportó una misión permanente que durante años se dedicó a verificar el cumplimiento de los Acuerdos de Paz.

Las citas que el secretario general de la ONU utilizó para su discurso  tienen trascedencia simbólica, no solo por tratarse de dos personajes universales en la historia de El Salvador sino también porque son dos símbolos de la impunidad que ha caracterizado el período de la posguerra.

Ninguna persona ha sido condenada por el asesinato de Monseñor Romero ni por el de Roque Dalton. En la ceremonia de conmemoración de la firma de los Acuerdos de Chapultepec, el presidente Salvador Sánchez Cerén, que fue uno de los comandantes de la guerrilla que suscribieron los acuerdos, también hizo un discurso.

La referencia de Ban Ki-moon a Roque Dalton pudo resultar irónica porque el gobierno del FMLN tiene como funcionario a Jorge Meléndez, director de Protección Civil, quien ha sido señalado como uno de los responsables de la decisión del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de ejecutar al poeta.

En su discurso, Sánchez Cerén se centró en las víctimas de la guerra civil, pero omitió referirse a medidas concretas de reparación. 'Es necesario también que hablemos de la verdad y la justicia, especialmente para las víctimas inocentes del conflicto y sus familias, por eso desde el 2009 hemos establecido un diálogo permanente con las víctimas, sus representantes y la sociedad civil', dijo el presidente, en relación con la administración anterior (2009-2014), durante la cual fue vicepresidente.

En términos de búsqueda de verdad y justicia, el Estado ha evidenciado algunas trabas en los últimos meses, a pesar de que el FMLN llegó al gobierno en 2009. Por ejemplo, hace un año, el 23 de enero de 2014, el Ministerio de Defensa negó el acceso a los comisionados del Instituco de Acceso a la Información Pública a los archivos de la Fuerza Armada.

Sánchez Cerén presentó como un avance que el presidente Mauricio Funes haya pedido perdón el 16 de enero de 2012, y habló de la obligación del Estado de procurar la reparación a las víctimas, aunque no las precisó. 'Solo a través del diálogo sincero se logra reparar y concretar las demandas y obligaciones en acciones a favor de las víctimas, pero en definitiva es fundamental que las demás instituciones del Estado investiguen e impartan justicia', dijo.

'Hemos instalado el Consejo Directivo del Programa de Reparación de Víctimas de Graves Violaciones de Derechos Humanos ocurridas en el contexto del conflicto armado interno; reitero mi compromiso con las víctimas civiles. Estaré velando, incluyendo e instruyendo medidas tendientes a la reparación colectiva', dijo el presidente.

Ante el auditorio, entre el que había decenas de funcionarios del gobierno y miembros del cuerpo diplomático, Sánchez Cerén también se comprometió a garantizar que se cumplan las medidas de reparación individuales en el marco de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ya ha condenado varias veces al Estado salvadoreño por varios casos de desapariciones forzosas y matanzas durante la guerra. El 16 de enero de 2012, Mauricio Funes -como jefe de Estado- en un acto público de desagravio pidió perdón en El Mozote y reconoció la responsabilidad del Estado en esa masacre. Ordenó a la Fuerza Armada que dejara de llamar hérores a violadores de derechos humanos y al día siguiente se creó una comisión para decidir medidas a partir de la orden del comandante general de la Fuerza Armada.

La Comisión, sin embargo, en lugar de atender las instrucciones de Funes, elaboró un documento que justifica las masacres de civiles desarmados durante la guerra, diciendo que era difícil o casi imposible diferenciar en el terreno a civiles de combatientes guerrilleros. Además, recomendó que las unidades militares bautizadas con nombres de oficiales señalados por violaciones a los derechos humanos, conserven esos nombres.

El Procurador de Derechos Humanos, David Morales, calificó como 'infame' la justificación que hizo la comisión al pretender que los militares confundían a civiles con guerrilleros. Además, la comisión incurrió con su informe en un acto de encubrimiento o protección a los responsables de las violaciones a los derechos humanos. 'Afirmar que las víctimas civiles eventualmente podían confundirse con un enemigo militar en el caso de la masacre de El Mozote y otras masacres similares sería una afirmación infame que tergiversa la verdad de los hechos históricos', dijo, entrevistado vía telefónica en el programa El Faro Radio, la semana pasada. Añadió que no podía entenderse esta afirmación más que con 'el propósito político de encubrir y proteger a responsables de crímenes contra la humanidad'. Por eso, dijo, elevará una denuncia ante el sistema interamericano.

Sánchez Cerén terminó su discurso sobre las víctimas de la guerra civil y comenzó a hablar sobre los desafíos que enfrenta El Salvador para alcanzar la paz. Fue escuesto en su discurso sobre este punto y dijo que su gobierno reconoce los retos que existen para alcanzar la paz. 'El conflicto que hoy nos desafía es la criminalidad generada por el narcotráfico, su conexión con las pandillas y la extorsión'.

Hasta ahora, Sánchez Cerén no ha explicado cómo pretende enfrentar el fenómeno de las pandillas. Lo que sí ha dicho es que no recurrirá a la estrategia que utilizó el gobierno anterior, cuando él fue vicepresidente, conocido como 'tregua', por medio del cual la administración de Mauricio Funes pactó con las pandillas la reducción de los homicidios a cambio de beneficios penitenciarios.

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