El 13 de septiembre de este año se realizó la tercera edición del Festival Participativo de Jazz que organiza el Ministerio de Relaciones Exteriores. Como en las dos ocasiones anteriores, de entre las bandas participantes, la ganadora obtuvo como premio la oportunidad de asistir en representación de El Salvador al prestigioso Concurso de Jóvenes Jazzistas (JoJazz) en La Habana, Cuba, que se realizó del 13 al 16 de noviembre. El premio incluía el pago de los boletos de avión, viáticos y la inscripción al concurso. En el proceso, sin embargo, los organizadores dijeron haber tenido problemas con las fechas y algunos de los patrocinadores, lo que derivó en que se incumpliera la promesa del viaje con gastos pagados a la isla.
A mediados de junio, Luis Cáceres, Moisés Anaya y Guillermo Esquivel tenían apenas cinco meses de haber debutado como Gypswing, o única banda de gypsyjazz, como ellos prefieren llamarse, y el 19 de ese mes, al ser publicada la convocatoria, decidieron inscribirse con el único afán de presentarse en un escenario alternativo que no incluyera, necesariamente, al público que usualmente asiste a sus recitales. En realidad, dice Cáceres, la idea de ganar no se les cruzó por la cabeza, a tal grado que para cuando llegó el momento de anunciar al ganador la noche del 13 de septiembre, en el lugar ya solo quedaba él, sus compañeros se habían retirado a cumplir otros compromisos. Nombrado el ganador, en la tarima lo acompañaron, en cambio, el vicepresidente Óscar Ortiz y el candidato a alcalde por Santa Tecla del FMLN, Armando Flores.
Entre el 19 de septiembre y el 6 de noviembre, la oficina de Asuntos culturales de Relaciones Exteriores los citó en tres ocasiones. Las reuniones del 19 y 24 de septiembre sirvieron para entregarles un diploma que los acreditaba como ganadores y explicarles el proceso y la información requerida; luego, el 27 de octubre les enviaría un correo electrónico solicitando los pormenores para completar la inscripción al festival en Cuba y confirmaba que los boletos aéreos estaban comprados, los cuales tenían, por cierto, un desfase: el itinerario estaba fechado para una semana después de la que anunciaba en su afiche el JoJazz. Por último, el 5 de noviembre les pidieron que llegaran nuevamente a la oficina. “Ya cuando recibí ese correo me imaginé que eso era todo, que ya no íbamos a ir”, recuerda Cáceres. En la reunión del día siguiente, les entregaron los boletos, pero se excusaron diciendo que no podrían pagar los viáticos de su estadía ni los 90 dólares de la inscripción al festival.
El anuncio se hizo a una semana de que se celebrara el concurso. Los boletos estaban a la orden de los integrantes del grupo, pero respecto al resto de gastos, lo que hicieron fue listarles los costos que tendrían que cubrir si decidían ir, como la visa, un seguro para cada uno y el impuesto de salida, requerimientos mínimos que tendría que haber sufragado la institución. Irene Sánchez, directora de Comunicaciones del Ministerio explica que todo se debió a que “adelantaron una semana el festival de La Habana” y que eso jugó en contra para que los patrocinadores cumplieran con su compromiso e incluso para que ellos mismos pudieran gestionar el dinero con fondos de Relaciones Exteriores. Esta confusión con las fechas se dio a pesar de que en los primeros días después de haber sido anunciados como ganadores, Cáceres les había remitido por correo electrónico el afiche del Jojazz.
El de este año fue la tercera edición del festival, y la participación de las bandas ganadoras de las dos ediciones anteriores en La Habana significó un tercer lugar para Outside, en la categoría Composición, y también un tercer lugar para Brujo en formatos instrumentales e interpretación. Aunque participar no garantiza premio, curiosamente, el tercer puesto en la categoría de composición, en la cuál se hubiera inscrito Gypswing, quedó desierto este año.
Partiendo de las experiencias previas, esto supone un retroceso para los organizadores, que pasaron de cumplir con sus obligaciones a dejar a los ganadores a lo que sus posibilidades económicas les permitieran. En 2012, cuando ganó Outside, el aporte fue modesto, según recuerda Luciana Fortis, quien en ese momento era representante de la banda. “No recuerdo el monto exacto, porque todo lo unimos en un fondo común, en donde sumamos las ganancias que obtuvo el grupo de una gira de conciertos que realizamos antes de irnos a Cuba para no estar tan limitados allá”. El año siguiente, a Brujo, en cambio, le hicieron entrega de tres cheques que en total sumaban 2 mil 500 dólares. Esta cifra se convirtió en el techo para la edición de este año, aunque en algún momento, incluso les hablaron de la posibilidad de conseguir algo más de dinero.
Que la banda dispusiera de ese dinero implicaba 833.33 dólares para cada uno en una semana, es decir 119.04 por persona por día. El Ministerio prefiere no hablar de esto porque cree que lo importante es reconocer su culpa y tratar de enmendar la gestión que se les cayó.
La versión de que los patrocinios se hayan caído no es para Fortis algo extraño. Antes de representar a Outside ella estuvo involucrada en la logística del primer Festival Participativo de Jazz y lo que le pareció en un principio una idea interesante, pronto le dio indicios de desorganización: “No tenían idea de cómo buscar a los patrocinadores ni del plan que les iban a proponer a cada uno”.
En vista de la fallida participación en el JoJazz, Gypswing pidió como mínimo a la oficina de Asuntos Culturales que los boletos, lo único que se logró conseguir, quedaran con fecha abierta para que ellos pudieran hacer uso de ellos cuando lo consideraran conveniente. Para enmendar esta situación, se han comprometido a gestionar la participación de la banda en otro festival y tienen tres opciones: el Jazz Jalisco (México) en julio, el Medejazz (Colombia) en septiembre o, de nuevo, el JoJazz (Cuba) en noviembre del próximo año.
Respecto al futuro próximo del festival que se realiza en Santa Tecla, Irene Sánchez dice que aún es pronto para hablar de planes, pero que revisarán y evaluarán el proceso para no repetir la mala experiencia.
Guillermo Esquivel, violinista de Gypswing, cree que es una iniciativa que debe mantenerse, ya que es sana para la escena musical, pero que esta ocasión es una buena ocasión para que los músicos se unan y exijan unas bases claras al Ministerio y así saber con claridad a lo que se están inscribiendo, que de lo contrario lo mejor sería no participar.
