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Dilma Rousseff seguirá siendo la presidenta de los brasileños

Los brasileños reeligieron este domingo 26 de octubre a Dilma Rousseff como presidenta por un ajustadísimo margen, privilegiando su legado de ayudas para los pobres al cambio encarnado por su rival Aecio Neves tras una campaña con más drama y vueltas de tuerca que una telenovela.


Domingo, 26 de octubre de 2014
Laura Bonilla (AFP) / El Faro

Dilma Rousseff, presidenta de Brasil. Foto Evaristo Sa (AFP).
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil. Foto Evaristo Sa (AFP).

Río de Janeiro, BRASIL. Rousseff, una exguerrillera de 66 años que fue encarcelada y torturada en la dictadura, obtuvo 51.48% de los votos frente a 48.52% de su rival socialdemócrata, con las urnas escrutadas al 98.29%. Según el Tribunal Superior Electoral (TSE) Neves no tiene chances de revertir el resultado.

“Muchas gracias” por la reelección: “#Dilmais4”, escribió Rousseff en su cuenta en Twitter.

Con el país dividido prácticamente en dos, la elección era considerada un plebiscito de los 12 años del gobernante Partido de los Trabajadores en el poder.

Durante los ocho años de gobierno del expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010) y los cuatro de Rousseff, más de 40 millones de brasileños han salido de la pobreza e ingresado en la clase media gracias a subsidios para familias pobres, viviendas populares, enseñanza técnica gratuita y cuotas universitarias para negros y estudiantes de muy bajos ingresos.

Rousseff, de 66 años, fue sobre todo la opción de los electores del noreste del país, la zona más pobre que se benefició enormemente con estos programas.

Neves, un exgobernador y exsenador preferido por los mercados y con fama de playboy, que prometía frenar la corrupción y dar un giro liberal a la economía para que el país vuelva a crecer, conquistó los votos de las clases media y alta del sur que reclamaban un cambio, menos intervención del gobierno en la economía y el fin de la corrupción. Pero no le alcanzó para vencer.

Tras un crecimiento espectacular de 7.5% en 2010, durante el primer mandato de Rousseff la séptima economía mundial ha registrado un magro crecimiento y hasta se frenó en el primer semestre de 2014. A esto se suma una elevada inflación (6.75% en 12 meses, por encima del techo de la meta oficial), aunque el desempleo aún se mantiene muy bajo, en 4.9%.

Corrupción en primer plano

El Partido de los Trabajadores también ha sido cuestionado duramente por varios escándalos de corrupción, el último de ellos en la estatal Petrobras, la mayor empresa brasileña, donde fueron denunciados millonarios sobreprecios en contratos de varias constructoras para financiar al Partido de los Trabajadores y a otros partidos y legisladores aliados.

En uno de los últimos giros de la campaña, la revista opositora Veja publicó el viernes el testimonio a la justicia de un acusado que aseguró que tanto Lula como Rousseff estaban al tanto de la corrupción en Petrobras, lo cual es negado tajantemente por ambos.

La presidenta ha asegurado que si es reelecta investigará “piedra por piedra” el escándalo en Petrobras, y anunció que demandará a Veja por “terrorismo electoral”.

“La cuestión de Petrobras seguirá después de la elección. La sociedad termina esta elección con una división inédita en Brasil, y la corrupción alimenta ese sentimiento. Una victoria de Dilma Rousseff significa que la oposición intentará ahondar en esas denuncias”, dijo a la AFP el analista político independiente André César.

Indignada por la corrupción de la clase política y la pésima calidad de servicios públicos como salud y educación, más de un millón de personas salieron a las calles de Brasil en junio de 2013 a reclamar cambios.

La popularidad de Rousseff –y de todos los políticos– cayó entonces a sus peores niveles, pero en poco más de un año la mandataria consiguió recuperarse, organizar en 2014 un Mundial de fútbol exitoso (aunque a un costo público muy elevado) y convencer a los brasileños de que le den cuatro años más en el Palacio de Planalto.

Cuarta derrota para el PSDB

Neves, nieto de un gran personaje de la transición democrática, Tancredo Neves, designado presidente en 1985 pero que falleció antes de asumir, acarició el sueño de concluir el camino de su abuelo, y por eso la derrota es tanto más dolorosa.

Primero, porque es el cuarto fracaso consecutivo de su Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB, centro), que gobernó el país por última vez entre 1995 y 2002 con Fernando Henrique Cardoso (FHC).

También, porque la campaña le ha traído más subidas y bajadas que una montaña rusa.

Era hace tres meses el rival más fuerte de Rousseff, hasta que fue derribado a un tercer lugar por la ecologista Marina Silva, que buscaba ser la primera presidente “negra y pobre” de Brasil tras reemplazar en agosto al presidenciable socialista Eduardo Campos, fallecido en un accidente de avión.

Neves resurgió no obstante de las cenizas y superó a la ecologista para ingresar al balotaje con 33.55% (frente a 41.6% de Rousseff).

Después –gracias al apoyo de Silva, que obtuvo 21.32% en la primera vuelta– llegó incluso a superar a Rousseff en los sondeos de opinión, hasta que la mandataria lo dejó atrás con una sofisticada campaña, también plagada de ataques personales.

© Agence France-Presse

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