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Tel aviv, la tierra prometida de los veganos

Israel es un país con innumerables cultos y el más reciente es el veganismo, versión radical del vegetarianismo, que cuenta cada día con más adeptos, hasta el punto de que está reconocido por el ejército. En la sociedad israelí parece ser compatible el activismo radical para defender a las vacas mientras se apoya o se calla ante bombardeos en Palestina que provocan la muerte de miles de seres humanos.


Jueves, 23 de octubre de 2014
Daphne Rousseau (AFP) / El Faro

Los veganos no solo no comen carne, sino que rechazan todos los productos que proceden del mundo animal, como la leche, los huevos, la miel. Foto archivo El Faro.
Los veganos no solo no comen carne, sino que rechazan todos los productos que proceden del mundo animal, como la leche, los huevos, la miel. Foto archivo El Faro.

Tel Aviv, ISRAEL. A diferencia de los vegetarianos, los veganos no solo no comen carne sino que rechazan la leche, los huevos, la miel y todos los productos que proceden del mundo animal. Para muchos es tanto un modo de alimentación como de vida y rechazan vestirse con cuero o usar cosméticos experimentados en animales.

“Con el 4% de israelíes que se declaran veganos, es el país más veganista del mundo”, dice Omri Paz, organizador del festival ‘Vegan Fest’.

Esta gran cita del veganismo atrajo a 15,000 personas el 13 de octubre en Tel Aviv seducidas por los estands de hot dogs a base de guisantes, 'chawarmas' de tofu, y gulashs de seitán, un sustituto de la carne a base de proteínas de trigo.

El estand más visitado fue el de Domino's Pizza. El gigante estadounidense de la pizza a domicilio lanzó en 2013 en Israel su primera versión mundial de la pizza gratinada con queso de soja de la que asegura haber vendido 300,000 desde entonces.

'Big Brother' vegano

Es en la vanguardista Tel Aviv que el veganismo tiene más adeptos. Uno de sus más célebres restaurantes, el Nanushka, un bistrot de gente adinerada conocido por sus parrilladas regadas con vodka en un ambiente festivo, anunció en febrero, para sorpresa de todos, su conversión a la nueva moda.

Al mismo tiempo, la militante vegana Tal Gilboa, participante en la popular versión israelí de la emisión de telerrealidad ‘Big Brother’, transformó el show en tribuna diaria para la defensa de los animales. El público la declaró ganadora.

Incluso el ejército, espejo de la sociedad israelí por el que pasa toda la juventud de ambos sexos del país, propone ahora a sus soldados botas sin cuero y les ofrece un pequeño peculio para comprar alimentos de sustitución.

En Facebook crecen como champiñones los grupos dedicados a la comunidad vegana israelí, para todos los tipos, sexos y edades. Las frutas y las verduras adquieren cada vez más importancia en la alimentación de los israelíes, acostumbrados ya al hummus o al falafel. El código alimentario judío kosher incita a cocinar con productos de sustitución.

'Shoah de animales'

La sociedad es receptiva a los fenómenos comunitarios. Es en Facebook donde se han encontrado Adi, Ofir, Tamar y Ofek, cuatro adolescentes risueños que se han dado cita en la Vegan Fest, vistiendo camisetas con eslóganes como “carne = muerte” o “el tofu no grita de dolor”.

“Mis padres han tardado tres años en comprender que no se trataba de un capricho y han acabado por aceptar que por principios no participo en las tradicionales barbacoas familiares”, cuenta Tamar, de 16 años, que explica que se sumó a la causa tras ver un vídeo del gurú vegano Gary Yourofsky, que compara el consumo de carne al Holocausto.

“En tanto que israelí, no puedo cerrar los ojos, no quiero hacer como todos los que durante la Shoah decían que no sabían”, dice esta adolescente.

En Israel, la referencia a la ‘Shoah de los animales’ toca una fibra sensible, pero “es precisamente en esta provocación en la que reside su poder de convicción”, analiza Rafi Grosglik, sociólogo de la alimentación en la Universidad de Tel Aviv.

Hierro candente por la causa

“También es interesante destacar que en Israel, los veganos a menudo han roto con la cultura vegana hippy o hinduista y prefieren la retórica de la fuerza que favorece el activismo violento”, agrega este investigador.

En 2012, un grupúsculo de activistas veganos radicales bautizado “Life269” –el número tatuado en la oreja de un ternero que salvaron del matadero en una granja de Israel– salió del anonimato con acciones osadas.

En la plaza Rabin de Tel Aviv, medio desnudos, organizaron ante la mirada atónita de los transeúntes una sesión de tatuaje de este número en su propia piel con soplete y hierro candente.

Desde entonces han multiplicado las acciones espectaculares, como colocar cabezas sangrantes de corderos en una fuente pública de la ciudad o liberar en plena noche las vacas de las granjas industriales. Los vídeos de estos actos han sido un éxito en internet. Sus autores han pasado varios días en detención preventiva. Y tienen imitadores. Actualmente, ‘Life269’ existe en unos cuarenta países.

© Agence France-Presse

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