Dubai, EMIRATOS ÁRABES UNIDOS. Arabia Saudita, Bahréin, Catar y los Emiratos Árabes Unidos, cuatro monarquías sunitas, se unieron a los ataques aéreos de Estados Unidos contra el Estado Islámico, un grupo sunita ultrarradical que se apoderó de grandes territorios en Siria y el vecino Irak.
Según los expertos, estos países quieren evaluar bien lo que podrían ganar en este conflicto, y temen que el gran ganador sea Irán, potencia chiita de la región con la que mantienen una fuerte rivalidad.
Una eventual decisión de los Estados del Golfo de enviar tropas de infantería depende de que Turquía decida desplegar sus propias fuerzas terrestres, de acuerdo con Mathieu Guidere, profesor de Estudios sobre Medio Oriente en la Universidad de Toulouse. “Una intervención terrestre de los países árabes depende de la decisión turca de enviar o no tropas terrestres. Si las fuerzas turcas entran en el territorio sirio, probablemente veremos botas árabes en tierra”, dice Guidere.
Las fuerzas turcas están acantonadas a lo largo de la frontera siria cerca de la estratégica ciudad de Kobane, pero hasta ahora Ankara se ha mostrado reticente a utilizarlas para enfrentar el avance de los yihadistas.
Frederic Wehrey, del Centro Carnegie para la Paz Internacional, asegura que hasta la fecha el papel de los países del Golfo en los ataques contra Siria, encabezados por Estados Unidos, se encuentra “entre lo meramente simbólico y lo plenamente operativo”.
Si los Estados del Golfo deciden incrementar su participación, Wehrey afirma que probablemente lo harán mediante el despliegue de fuerzas especiales. Dichas unidades no intervendrían en los combates, sino que más bien trabajarían en “salas de operaciones, coordinando el flujo de armas, colaborando en la obtención de información de inteligencia, asesorando y equipando a la oposición (siria)”, opina.
También señala que los militares del Golfo desempeñaron un papel similar apoyando a los rebeldes libios que derrocaron al veterano líder Muamar Gadafi en 2011.
En el diario emiratí Gulf News, un artículo afirmaba que los Estados de la región estaban “en el lado correcto de la lucha contra una ideología extremista” que “amenaza a su propia estabilidad”. Sin embargo, algunos analistas se preguntan qué pueden esperar esas monarquías de Estados Unidos, que podría retirarse abruptamente al haber logrado sus propios objetivos.
Otros expertos dudan sobre lo que podrían ganar los Estados del Golfo, que desde 2011 vienen apoyando a grupos rebeldes enemigos del régimen sirio.
“Estados Unidos no es nada sincero en cuanto a sus propias intenciones”, afirma Abdulkhaleq Abdulla, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de los Emiratos.
“Existe siempre el temor de que cada vez que Estados Unidos se involucra en Medio Oriente, no haga más que agravar las cosas y en lugar de resolver los problemas regionales cree problemas aún mayores”, dice. “Irán ha demostrado en varias ocasiones que es capaz de sacar ventaja de los errores estadounidenses. Una vez más podría ser el beneficiario de esta campaña contra los yihadistas”, añade.
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