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Los vínculos que la Fiscalía halló entre el diputado Rivera y el narco

¿Por qué la Fiscalía ordenó este viernes la captura del diputado Wilver Rivera Monge, acusado de lavado de dinero? En la petición de antejuicio que la Fiscalía había hecho ante la Asamblea Legislativa contra Rivera Monge, y en la declaración de dos testigos protegidos por la DEA se detalla las relaciones del legislador suplente con la organización de El Repollo, que traficaba dinero y cocaína.


Lunes, 15 de septiembre de 2014
Efren Lemus

Desde que entró en vigor la ley contra el lavado de dinero, en 1999, Wilver Alexander Rivera Monge es el segundo diputado salvadoreño acusado de este delito. El pasado 29 de agosto, la Fiscalía pidió su desafuero porque sospecha que el diputado elegido en 2012 por una coalición PDC-PCN, en el departamento de Chalatenango, blanqueó unos 10 millones de dólares.

Rivera Monge, dice la Fiscalía, formó parte de la organización que dirigía el supuesto narco Jorge Ernesto Ulloa Sibrián, conocido como El Repollo. El nombre del diputado está en una lista de 31 personas —cuatro de ellas prófugas — que lavaron dinero por medio de la compra de muebles e inmuebles en El Salvador y el extranjero, por medio del tráfico de efectivo, movimientos en bancos, pagos de servicios inexistentes y creación de empresas de fachada.

La noche del jueves pasado, los diputados crearon una comisión especial para analizar el caso del diputado Rivera, tras el pedido de la Fiscalía de que se le despoje del fuero. Al siguiente día, el viernes, la Fiscalía anunció en su cuenta de Twitter: “FGR presentó desistimiento a la denuncia de antejuicio y petición de desafuero del diputado Wilver Rivera”. El Faro pidió una explicación a esa institución sobre los motivos de esa decisión, pero al cierre de esta nota no habían respondido.

El miércoles, la Sala de lo Constitucional emitió una resolución en la que declaró que los diputados suplentes -como es el caso de Rivera Monge- no tienen fuero, a menos que hayan sido llamados a sustituir a uno de los propietarios. Tras esta resolución, si la Fiscalía decide acusar por algún delito grave a un legislador suplente, ya no necesita solicitar a la Asamblea Legislativa que le retire el blindaje constitucional para procesarlo en los tribunales.

El anuncio de la Fiscalía de este viernes incluso sorprendió a los diputados. “No sé nada de eso. Nosotros anoche formamos la comisión y ahí se va a ver si lo quitamos o no. Me parece que es un tema político porque hacen una cosa, y después hacen otra. No podían mandar amarrarlo así por así, tienen que esperar lo que resuelva la comisión de antejuicio”, dijo el diputado Reynaldo Cardoza, el legislador propietario cuyo suplente es Monge.

Cardoza, también relacionado en informes de inteligencia policial con actividades de crimen organizado, aclaró que el diputado Rivera sigue siendo miembro del Partido de Conciliación Nacional (PCN). Dijo, además, que en la pasada campaña electoral el diputado Rivera prestó tres vehículos y aportó 15 mil o 20 mil dólares. “No, para nada”, respondió Cardoza, cuando se le preguntó si ese dinero es parte de los 10 millones de dólares que, según la Fiscalía, el diputado lavó.

El diputado Reynaldo Cardoza (a la izquierda), del Partido Concertación Nacional (PCN), junto a su suplente en la Asamblea Legislativa, Wilver Rivera Monge (de camisa blanca). Foto de la cuenta de Facebook del diputado Cardoza.
El diputado Reynaldo Cardoza (a la izquierda), del Partido Concertación Nacional (PCN), junto a su suplente en la Asamblea Legislativa, Wilver Rivera Monge (de camisa blanca). Foto de la cuenta de Facebook del diputado Cardoza.
 

¿Cuáles son las razones que la Fiscalía tiene para relacionar al diputado Rivera con una supuesta red de narcos y con el lavado de dinero? Además de revisar la petición de antejuicio, El Faro tuvo acceso a la declaración de dos testigos protegidos por Estados Unidos que detallan cómo fue el tráfico de dinero y cocaína. A continuación, cuatro episodios que se desprenden de la información reunida por la Fiscalía, y que permiten vincular al diputado Rivera con la organización que dirigía El Repollo.

1. El diputado ayudó a esconder al capo

Aquel muchacho que nació el 9 de julio de 1959 demostró que tenía talento para el negocio de las drogas desde los 16 años. En esa época, Jorge Ernesto Ulloa Sibrián, conocido en el mundo policial como El Repollo, vivía en San Marcos, al sur de San Salvador, y se reunía con sus amigos cerca de un billar para fumar marihuana. A diferencia de sus compañeros de farra, a El Repollo nunca le faltó marihuana porque siempre podía “agarrar” dinero de la tiendita que regentaba doña Argelia, su madre.

Pronto, El Repollo descubrió que podía divertirse y, al mismo tiempo, enriquecerse: se convirtió en un 'dealer'. Gracias al dinero de la tiendita podía comprar más marihuana que la que consumía y la vendía a sus amigos. Así nació el negocio. A El Repollo le fascinaban las ganancias y sabía que su éxito podía aumentar si lograba conseguir producto más barato. Y entonces, cuando ya no necesitaba del dinero de la tiendita, dio el siguiente paso: la compra de sacos prensados de marihuana en Guatemala y Chiapas, México.

Aquel negocio de la marihuana iba bien, pero El Repollo, quien también trabajaba como distribuidor de verduras en el mercado La Tiendona, quería más dinero. Entonces, decidió diversificar el negocio e incursionar en la compra-venta de cocaína. “No se conformaba con tener ganancias pequeñas, quería ver el dinero rápido, así como la venta de droga”, ha dicho uno de los dos testigos protegidos por la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), declaraciones que han sido incorporadas al expediente judicial.

Pasaron los días y pasaron los años, el negocio ilícito de El Repollo se consolidó y durante algún tiempo continuó trabajando como transportista. Allá por el año 1997, cuenta un investigador policial, cuando El Repollo viajaba hacia Honduras, conoció al propietario de un pequeño negocio de venta de automóviles, ubicado a la entrada de Nueva Concepción, en Chalatenango: Wilver Alexander Rivera Monge.

En la siguiente década, durante el año 2002, la bonanza del negocio le permitió invertir en un restaurante al que bautizó La Clave del Sabor, sobre la carretera Troncal del Norte. Los billetes proliferaron a tal punto que incluso alcanzaban para invertir en el extranjero: El Repollo colocó dinero en la empresa costarricense Columnas Galindo. Así, con la expansión de los negocios, llegaron los lujos. A El Repollo le gustaba comer en restaurantes caros; se compraba relojes Rolex y Bulova, tenía tres empleadas domésticas en su casa, gastó 50 mil dólares para importar unos caballos desde Costa Rica, compró venados, guacamayas y búhos para exhibirlos en su finca… Y le gustaba andar suficiente efectivo en sus bolsillos: 10 mil dólares para gastos imprevistos.

Y así como llegaron sus éxitos, también llegaron sus problemas. A mediados de la década pasada, policías antinarcóticos comenzaron a perfilar a El Repollo. Y en el año 2009, a propósito del inicio del gobierno de Mauricio Funes, su nombre figuraba en una lista de importantes narcotraficantes. El informe “estructuras del narcotráfico” ya describía su relación con Wilver Alexander Rivera Monge. “Se tiene información que Wilver presta dinero por vehículos, que en una ocasión Jorge Ernesto Ulloa Sibrián le hipotecó una casa y después de cierto tiempo Wilver le cobró el dinero y la reacción de Ulloa fue llegar al autolote de manera prepotente a tirar el dinero que le debía”.

Ese año, en 2009, El Repollo se enteró de las investigaciones policiales, razón por la que decidió emigrar hacia Guatemala. Uno de los testigos protegidos de la Fiscalía cuenta que, ocasionalmente, El Repollo regresaba a El Salvador para afinar detalles de su negocio ilícito y la persona que facilitaba los vehículos para que no fuera detectado por las autoridades era el diputado Rivera Monge.

“Quien proporcionó la logística y el vehículo para su traslado de Guatemala a El Salvador fue Wilver Rivera, ya que le mandó un pick up, Mazda Gris, 2.5 turbo, de cabina y media para que se trasladara e ingresara a El Salvador y despistar a las autoridades, porque según él, ya podían tener vigilancia en los vehículos que usaba El Repollo y ese era un vehículo no conocido por las autoridades”, aseguró el delator.

2. El hombre que dio sobres con dinero al diputado

Hay dos lugares de San Salvador donde unas personas se reunían 'para hacer transacciones de grandes cantidades de dinero en efectivo”, dice uno de los testigos claves de la Fiscalía contra la banda de El Repollo. El primer lugar está ubicado sobre la Alameda Roosevelt y la 33a. Avenida Norte y quienes lo frecuentaban lo conocían como “La Yarda”; el otro lugar para intercambiar fajos de billetes era el local de un carwash, ubicado sobre la Alameda Juan Pablo II, después del semáforo sobre la Avenida Bernal.

Las reuniones en “La Yarda” ocurrieron entre febrero y marzo de 2005. Siete eran las personas que se daban cita ahí: un comerciante que cuatro años después sería elegido diputado, Wilver Rivera; el dueño de un taller en San Marcos conocido como “Chema” (José María Hernández Campos); un prestanombres de El Repollo, Orlando Castro; un hombre que descargaba alijos de cocaína en unos ranchos de playa, “Sandro” (Eliseo Dallesandro López); un condenado a ocho años de prisión por lavado de dinero, Harol Milton Orellana; el dueño de un carro decomisado en Costa Rica por narcotráfico, Fausto Antonio Portillo; un policía de la División Élite contra el Crimen Organizado solo identificado como Lucas; y El Repollo.

El diputado Reynaldo Cardoza junto a Wilver Rivera Monge (camisa azul, segundo desde la izquierda) en una fotografía de la cuenta de Facebook del diputado Cardoza.
El diputado Reynaldo Cardoza junto a Wilver Rivera Monge (camisa azul, segundo desde la izquierda) en una fotografía de la cuenta de Facebook del diputado Cardoza.

¿Cómo saben las autoridades que aquellos siete hombres intercambiaban grandes cantidades de dinero sin tener un negocio lícito? Los investigadores lo saben gracias a la confesión del guardaespaldas de El Repollo –este testigo es diferente de otros dos informantes protegidos por los Estados Unidos-. El delator comenzó trabajando como guardaespaldas de El Repollo, pero con el paso de los años escaló en la organización y se le confió el traslado de droga y dinero. Cuando la Policía lo capturó con un alijo de cocaína, el exguardaespalda de El Repollo confesó a cambio de no ser enviado a prisión.

Además de las reuniones en “La Yarda”, el testigo contó que El Repollo visitaba hasta dos veces por semana el autolote del Wilver Rivera. En algunos de los encuentros, El Repollo y el futuro Rivera intercambiaban unas bolsas de papel tipo manila y, con el paso de los años, el testigo descubrió que en esas bolsas se guardaba entre 30 mil y 40 mil dólares.

El testigo asegura que en dos o tres ocasiones fue él quien entregó los sobres con dinero a Rivera. Los fiscales, al amparo del testimonio, creen que tiene una explicación a esos pagos: “Posteriormente se dio cuenta (el testigo) de que ese dinero era entregado a Wilver Rivera porque cooperaba logísticamente para realizar traslados de droga o entregas de dinero. Rivera les proporcionaba buenos vehículos (a los miembros de la organización)”.

3. El camioncito que movió $4.3 millones

Era marzo de 2009 y el otrora guardaespaldas de El Repollo estaba en Costa Rica. Recuerda que un día sonó su celular y en el auricular escuchó la voz de El Repollo, quien le ordenó viajar, de inmediato, hacia Granada, Nicaragua, para recibir “una papelería”. La “papelería” no eran documentos de oficina sino que un fajo de billetes que llegarían a Granada procedentes de El Salvador, ocultos en la caleta de un camioncito Kia 3000, color blanco.

El exguardaespaldas, ahora convertido en testigo, se dirigió hacia una casa en Granada para esperar la llegada de “El Condorito” (Jorge Alberto Morán), el conductor del pick up. Una vez que el Kia blanco se estacionó comenzaron a quitar una pieza por aquí, removieron otra pieza por allá, hasta que quedaron al descubierto 1.3 millones de dólares que estaban ocultos cerca del tanque de combustible.

Los billetes fueron colocados en un maletín y siguieron su camino hacia el sur. Un taxista nicaragüense se encargó de llevarlos hasta Rivas, un pueblo cercano a Peñas Blancas, la frontera entre Nicaragua y Costa Rica. En Costa Rica, el dinero pasó por manos de un grupo que tenía negocios con El Palidejo -ese narco involucrado en el asesinato del cantautor argentino Facundo Cabral- y, finalmente, el dinero terminó en manos del panameño Carlos Gómez Figueroa, el contacto de unos colombianos.

Cuatro meses después, en julio de 2009, el camioncito blanco fue utilizado para transportar otro millón de dólares hacia Managua, Nicaragua.

La de Nicaragua no era la única ruta de aquel camioncito Kia blanco. Por la declaración del testigo, la Fiscalía sabe que ese vehículo viajó dos veces hacia una propiedad que “Mincho” (Benjamín Antonio Álvarez Díaz) tenía en Guatemala. El primer viaje se realizó en mayo y el segundo en junio de 2009. El dinero, un millón de dólares por cada viaje, se trasladó hacia una finca que El Repollo tenía en Comasagua, La Libertad.

¿Qué relación hay entre ese camioncito Kia Blanco y el diputado Wilver Rivera? ¿Por qué si el propietario era Efraín González se relaciona al diputado con el traslado ilegal de dinero?

La historia es así: el diputado Rivera compra el camioncito el 4 de julio de 2007 por 8 mil 600 dólares. Cinco días después lo vende a Efraín González, miembro de la red de El Repollo. Cinco meses después del primer traspaso, en diciembre, el camioncito pasa a manos de “El Condorito”, aquel hombre que se encargó de llevar “la papelería” a Nicaragua.

El testigo dijo a las autoridades que el diputado Rivera sabía que el vehículo se iba utilizar para actividades ilícitas. Los fiscales, en la petición de antejuicio que presentaron a la Asamblea Legislativa, aseguran: “Cuando ha sido necesario movilizar droga o cantidades de dinero —sea para la compra de droga o como producto de su venta— el señor Rivera Monge habría proporcionado vehículos automotores de las mejores condiciones para facilitar la realización de tales movimientos u operaciones”.

4. El diputado que vendía para perder dinero

El 16 de enero de 2011, el diputado Wilver Alexander Rivera Monge compró a la Distribuidora de Automóviles (Didea) un pick up Toyota, color café, doble cabina, por el precio de 34 mil 304 dólares. El diputado fue dueño de ese vehículo durante menos de cinco meses hasta que lo vendió, en una operacióno que levantó las sospechas de los investigadores.

Wilver Rivera Monge, diputado suplente del PCN, entrevistado por El Faro sobre el tema de lavado de dinero en mayo de 2013. Foto: Mauro Arias
Wilver Rivera Monge, diputado suplente del PCN, entrevistado por El Faro sobre el tema de lavado de dinero en mayo de 2013. Foto: Mauro Arias

Rivera vendió el pick up a Harold Milton Orellana Zelaya por el precio de 20 mil dólares, el 2 de junio de 2011. Eso significa que al diputado no le importó perder 14 mil 304 dólares, situación que no pasó inadvertida para los fiscales de la Unidad de Investigación Financiera (UIF), quienes lo han acusado de lavado de dinero.

“(Es) una situación irregular ya que la pérdida o depreciación del vehículo en menos de cinco meses es de 14 mil 304 dólares”, se lee en uno de los documentos de la Fiscalía. El precio no es lo único insólito, el nombre del comprador también conduce al círculo cercano de El Repollo: ocho meses después de comprar el carro al diputado Rivera, Harold Milton se convirtió en el primer capturado de esa organización.

Eso sucedió el 29 de febrero de 2012, cuando Harold Milton se dirigía hacia San Miguel en un vehículo Datsun, color café, en el cual llevaba escondidos 30 mil dólares. 10 meses después de su captura, el Tribunal Segundo de Sentencia de San Salvador lo condenó a ocho años de prisión por el delito de lavado de dinero. Cuando él fue declarado culpable, la de El Repollo era una organización desconocida para la opinión pública.

Cuando aún era un hombre libre, el 20 de enero de 2012, un mes antes de su detención y un año después de que Rivera hubiera comprado el pick up, Harold Milton lo vendió a solo una décima parte del precio pagado a la distribuidoras: 3 mil 300 dólares. El pick up fue comprado por Ana Lorena Pérez Cotera Viuda de Gómez. Eso significa que Harold Milton, después de poco más de seis meses de tener el pick up por el que pagó 20 mil dólares, recibió 16 mil 700 dólares al revenderlo. El nombre de la nueva compradora también conduce al círculo cercano de El Repollo: Ana Lorena, prófuga, era la compañera de vida de El Repollo.

Ana Lorena vendió por 3 mil 300 el pick up a El Repollo. El Repollo es el único que no perdió en esta rueda de compras y ventas insólitas. El 1 de febrero de 2013, un mes antes de que fuera deportado de Guatemala para ser procesado por narcotráfico en El Salvador, El Repollo vendió el pick up en 18 mil dólares a Jorge Ernesto Sánchez. Ganó casi 15 mil dólares en esta transacción.

Otro negocio que significó pérdidas para el diputado Rivera fue la venta de una cuadrimoto Yamaha, año 2008, que compró en 9 mil dólares y que la vendió en 4 mil dólares a “El Condorito” (Jorge Ernesto Morán), el conductor de aquel camioncito blanco Kia, que más de una vez llevó “papelería” hacia Nicaragua.

Según uno de los testigos, el diputado Rivera regalaba vehículos a las amantes y familiares de El Repollo. El diputado importó por 7 mil 393 dólares una todoterreno Suzuki Gran Vitara y, el 13 de septiembre de 2007, la vendió a una amante de El Repollo en 5 mil dólares. Otro pick up que el diputado compró en 32 mil dólares lo vendió en 10 mil dólares a la misma persona.

Estos negocios que realizó el diputado Rivera podrían explicar, en parte, el principal señalamiento que le hace la Fiscalía: “Se observa que ha hecho una inversión por la cantidad de un millón 569 mil 363 dólares con 58 centavos, que únicamente se han traducido en la obtención de un margen de utilidad bruta de mil 742 dólares con 91 centavos, en tanto que aquí no se reflejan los gastos de operación en su totalidad, lo cual parece irracional y fuera de todo orden lógico”.

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