París, FRANCIA. Ante el auge mediático del Estado Islámico, los musulmanes que residen en Europa temen ser asimilados a los actos violentos de los yihadistas, ampliamente difundidos por las redes sociales, o incluso la radicalización de algunos de sus miembros. Por ello en distintos países han arrancado campaña de protesta contra el Estado Islámico, cuya intensidad varía según los países.
En Gran Bretaña, la fundación Active Change lanzó un hashtag “No en mi nombre” (#notinmyname) que insta a los tuiteros musulmanes a enviar mensajes contrarios al grupo Estado Islámico. La campaña tuvo un éxito espectacular con miles de mensajes en todo el planeta.
En Alemania (4 millones de musulmanes, 5% de la población), unas 2,000 mezquitas en las principales ciudades del país participaron en una jornada ‘Musulmanes contra el odio y la injusticia’. Las imágenes de musulmanes orando en Berlín, en el populoso barrio de Kreuzber, llamado la pequeña Estambul, impactaron a la opinión pública.
Sin embargo, el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung dijo que existe un “sentimiento de hostilidad creciente hacia los musulmanes”. Es lamentable que “gente que creció y fue educada aquí, que forman parte de la sociedad, deban aún explicar que no son criminales”, dijo por su parte Fazli Altin, presidente de la Federación Islámica de Berlín.
En Noruega, unas 5,000 personas, según los organizadores, participaron a fines de agosto en una marcha convocada por jóvenes musulmanes.
En Francia, “los musulmanes condenan firmemente ese 'estado' que no tiene nada de islámico”, dijo a la AFP Abderrahman Dahman, presidente del Consejo de los Demócratas Musulmanes de Francia.
Dahman es uno de los impulsores de un llamado lanzado recientemente contra el Estado Islámico por responsables religiosos, mezquitas y asociaciones musulmanas. Sin embargo, Dahman reconoce que la comunidad musulmana más grande de Europa ha permanecido “en su mayoría silenciosa”.
“¿Por qué? Por una razón muy simple: están hartos de la islamofobia, de la discriminación”, explica Dahman.
Ghaleb Bensheij, presidente de la Conferencia Mundial de Religiones para la Paz, lamenta por su parte que “el vocabulario, las palabras del islam hayan sido confiscadas por criminales y terroristas. Las palabras fetua, yihad, califato, fueron pervertidas. Yihad era un esfuerzo en el camino de Dios, se convirtió en un sinónimo de barbarie”, afirma.
Abdelasiem El Difraoui, autor de Al Qaeda a través de la imagen, dice que el “musulmán medio está alarmado, asustado”.
El Estado Islámico es “una secta que no tiene gran cosa que ver con el islam, va a contracorriente de la ortodoxia sunita”, sostiene. La radicalización es asunto de una “ínfima minoría”, insiste El Difraoui. “Antes se teñían el pelo de verde para escandalizar a su abuela. Eran punks. Ahora es más chic hacerse yihadista. Es una forma de 'No Future', pero también el hecho de que la juventud adora cierta forma de ultraviolencia”, dijo a la AFP.
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