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Tradición oral y memoria colectiva: los hechos de 1932 en la Villa de Huizúcar

El levantamiento de 1932 marca uno hito de suma importancia en la historia política y social de El Salvador. En la siguiente contribución José Heriberto Erquicia rescata testimonios de los habitantes de Huizúcar sobre dichos sucesos. 'Es justo que se conozcan las historias que se narran desde las comunidades' dice Erquicia.


Lunes, 8 de septiembre de 2014
José Heriberto Erquicia

El levantamiento de 1932 marca uno hitos crucial en la historia política y social de El Salvador. En la siguiente contribución José Heriberto Erquicia rescata testimonios de los habitantes de Huizúcar sobre dichos sucesos. 'Es justo que se conozcan las historias que se narran desde las comunidades' dice Erquicia.

La Villa de Huizúcar, al sur de San Salvador, en el departamento de La Libertad, guarda en su territorio y entre cada uno de sus pobladores un enorme capital de tradiciones, relatos y memorias, que conforman una diversidad de historias, patrimonios e identidades.

Campesino (1915), de Max Vollmberg.
Campesino (1915), de Max Vollmberg.

Huizúcar se ha presentado a través de su historia como uno de los lugares con población de ascendencia indígena de habla nahua-pipil, junto a otros municipios localizados en la cordillera del Bálsamo. Dicha localidad es uno de los 63 municipios del territorio salvadoreño que cuenta en la actualidad con población indígena (Mined, 2003, p. 34). Sin embargo, para el Censo Nacional de Población de 2007, menos del 1 % de su población se reconoció como tal. Casi un siglo antes, en 1912, los datos de las actas de bautizo y de defunción de la población del municipio de Huizúcar mostraban que entre 75 y 80 % del total de la población documentada en ese lugar era indígena. El proyecto del mestizaje, civilizatorio y modernizante, concebido desde el Estado y las élites salvadoreñas, fue progresando a pasos agigantados en la concepción del ser indígena en Huizúcar, pues solamente ocho años después, en 1920, la población adscrita como indígena pasó a ser el 50 %, frente a 11 % de ladinos y un 39 % descritos como “salvadoreños”, según los registros de defunción analizados.

Los acontecimientos de 1932 en Huizúcar. La tradición oral

La noche del 29 de enero de 1932, rebeldes armados del área de Huizúcar, se tomaron la plaza municipal del pueblo e intentaron apoderarse del edificio de la Alcaldía Municipal; sin embargo dicha acción fue estropeada por la llegada  eficaz de unidades militares. El municipio de Huizúcar y otros cercanos como Santa Tecla y Nuevo Cuscatlán, jugaron un papel importante en el levantamiento y posterior represión. Huizúcar, como municipio vecino de Nuevo Cuscatlán, contenía también elementos y factores importantes que hicieron que, en los primeros años de la década de 1930, formaran parte de este conjunto de lugares en donde el descontento por las medidas tomadas por el gobierno salvadoreño ante la crisis económica, política y social, terminara en un hecho trágico. Muchos de los trabajadores campesinos e indígenas de Huizúcar trabajaban en las fincas de café que se encontraban en el municipio vecino de Nuevo Cuscatlán, y especialmente en la finca Florencia propiedad de Ángel Guirola, de ahí las narrativas de participación de los huizucareños en los hechos de 1932.

A la luz de ello, los huizucareños poseen historias en común, como parte de la memoria colectiva sobre los hechos de 1932 en Huizúcar, uno de los entrevistados describía “…Allá por 1932, como decimos, hay muchas historias que contar [sobre el] general Maximiliano Hernández Martínez, [pues] decían que [en] este pueblo de Huizúcar empezaban los movimientos insurrectos…” En las diversas entrevistas y grupos focales realizados a los huizucareños, tanto en el área rural como en la urbana, emergieron este tipo de relatos.

Otra persona expresaba que su padre le contaba que el pueblo de Huizúcar fue hostigado por los regimientos de San Salvador, entonces mandaron un batallón para que pusiera en juicio a la población alzada; sin embargo, eso no se llevó a cabo pues las tropas no llegaron hasta el pueblo, porque San Miguel Arcángel, patrono de Huizúcar, se les apareció a los soldados. En la actualidad el lugar en donde se dio este hecho, se denomina la “vuelta de los ocho”, ahí comentaban que San Miguel Arcángel, le hizo una señal al ejército para que se detuvieran, diciéndoles que en el pueblo de Huizúcar la gente era pacífica.

Un relato muy parecido al anterior describía textualmente: “Le voy a detallar lo que me contaba mi papá. Cuando gobernó Maximiliano Hernández Martínez, era estricto. Este pueblo fue perseguido y mandaron batallones a combatirlo, pero todo eso no se dio, porque cuando las tropas venían se encontraron a un general, con su caballo blanco, y el general les dijo que aquí en el pueblo no había nada. Ese fue San Miguel, que defendió al pueblo”.

A la luz del conjunto los diversos relatos e historias recolectadas sobre el aparecimiento de San Miguel Arcángel y su encuentro en 1932 con las tropas del general Maximiliano Hernández Martínez, se entiende que los grupos militares iban en avanzada por el acceso principal de Huizúcar. En ese momento apresaron a nueve indígenas, sin embargo, mientras se disponían a llegar al pueblo para matar a los que habían denominado como “comunistas”, se les apareció a la tropa, un militar montado a caballo que les dijo que no era necesario que fueran hasta su destino y que siguieran su camino por otro lado, pues él mismo había revisado y más adelante no había nadie a quien apresar. En dicho lugar, conocido popularmente como “la vuelta de los ocho”, dieron muerte a ocho presos, y no se dieron cuenta de que uno quedó vivo; éste que sobrevivió es quien contó la historia. Luego los soldados llegaron a la iglesia de Huizúcar y allí se dieron cuenta de que el militar que les había hablado era San Miguel Arcángel.

La religiosidad popular,  el “mundo mágico” y el martirio, forman parte de las narrativas de la represión y de la supervivencia en la cosmovisión rural. Así, en otros lugares como Santo Domingo de Guzmán, Tepecoyo y Nahulingo, los relatos hablan de la intervención de los santos en la protección y defensa de las colectividades de los insurgentes.

Como es de suponer, en la tradición oral de cualquier población existen variantes de un suceso determinado; en cambio, los puntos de concurrencia detallan un hecho de represión y asesinato por parte de las fuerzas del orden en contra de ocho indígenas, que se les ejecutó por presumírseles instigadores “comunistas” en las fincas de café que se encuentran en la zona. La figura de San Miguel Arcángel como protector de los huizucareños, no es exclusivo de ésta historia, pues su presencia es significativa cuando la población se encuentra amenazada. Esta, como otras historias de Huizúcar, se encuentra vigentes y latentes en el imaginario colectivo de los huizucareños, y como es de esperarse, dichas historias, se van reproduciendo y transformando a través del tiempo. Es justo que se conozcan las historias que se narran desde las comunidades, pues ellas abonan a cocimiento de los hechos de la historia local, configurando el mapa de los acontecimientos más amplios.



*José Heriberto Erquicia dirige el Museo Nacional de Antropología (MUNA). Es arqueólogo y tiene tres maestrías. Actualmente es candidato a Doctor en Historia por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Es miembro de número de la Academia Salvadoreña de la Historia y miembro correspondiente de las Academias de España y Guatemala.

Este ensayo se desprende de la investigación denominada 'Historias, patrimonios e identidades en el municipio de Huizúcar, La Libertad, El Salvador', por Heriberto Erquicia, Marielba Herrera y Ninel Pleitez. Dicha investigación fue subvencionada por la Universidad Tecnológica de El Salvador, UTEC, y la Asociación Comunitaria Unida por el Agua y la Agricultura, ACUA.

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