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“Business as usual”: La Iglesia Evangélica salvadoreña y los sucesos de 1932

Una de las fuentes primarias más valiosas que existen sobre los acontecimientos de 1932 es el relato presencial por el reverendo Roy McNaught, un misionero bautista que vivía en Nahuizalco donde se dedicaba al proselitismo. A continuación se presentan cartas que escribió el reverendo poco después de la represión.


Lunes, 1 de septiembre de 2014
Selección por Luis R Huezo Mixco / Introducción por Erik Ching

Introducción

Una de las fuentes primarias más valiosas que existen sobre los acontecimientos de 1932 es el relato presencial por el reverendo Roy McNaught, un misionero bautista que vivía en Nahuizalco donde se dedicaba al proselitismo. Él fue testigo del levantamiento y la posterior represión militar. El misionero sobrevivió los eventos y regresó a Estados Unidos donde escribió una descripción breve pero muy valiosa de lo que vio. El trabajo se publicó en el Boletín de Centroamérica, una publicación de la Misión Centroamericana con sede en Dallas, TX ('Los horrores del comunismo en El Salvador', no. 181, marzo de 1932). La siguiente carta que presenta Luis Huezo Mixco ofrece más evidencia sobre el grupo de evangélicos. Esta carta, junto con el artículo de McNaught, nos recuerda no sólo la magnitud de la represión de 1932, sino también que había una dinámica religiosa hasta ahora poco analizada, sobre todo en Nahuizalco y sus alrededores donde las víctimas de la masacre militar incluyeron protestantes evangélicos.

Documento

Con escasas excepciones, el mundo religioso protestante evangélico salvadoreño se ha mantenido de espaldas en relación a las luchas por las reivindicaciones sociales de la mayorías populares de nuestro país.  Herederos de la mentalidad de los misioneros norteamericanos fundadores, la tendencia a etiquetar de comunismo cualquier iniciativa de reivindicación social ha sido la constante.

En una correspondencia entre Karl Hummer, fechada el mismo 22 de enero de 1922, entre el Secretario General de la Misión Centroamericana en Dallas, Tx, y Roberto Bender, su misionero asignado en El Salvador, el primero recomienda un predicador guatemalteco (Joaquín Vela) para llevar a cabo una campaña evangelística hacia la población. A menos de 15 días después de la matanza, el 3 de febrero, Bender da cuenta del estado de cosas y del futuro de algunas actividades misioneras:

…las autoridades al recibir la noticia de un comunista inmediatamente van en su búsqueda y le disparan al instante sin hacer ningún tipo de pregunta… por esa razón llamé a nuestro Ministro  y le dije acerca de la situación y el peligro… le hablé al Ministro acerca de la falsa acusación que tienen y hacen de nuestra gente, y le pregunté si habría alguna manera de que hiciera al Gobierno consciente del hecho que, de acuerdo a nuestro censo del año pasado, existen alrededor de diez mil creyentes en esta República.

Yo no sé si estas condiciones afectarán nuestra campaña propuesta, de todos modos rentaré el espacio que puede albergar a mil personas y seguiremos adelante, porque creemos que el Señor nos ha dado ese espacio como respuesta a la oración… Si las cosas no vuelven a la normalidad muy pronto podemos posponerla para Marzo 15…

 

Por su parte la respuesta de la oficina de Dallas, el día 19 de marzo, lamenta lo sucedido y apela a que se realice una protesta al Gobierno ante los hechos acaecidos, pero no por las vidas perdidas, sino por los bienes materiales de su propiedad que se habían dañado:

No hay palabras para expresar nuestro sentimiento de dolor y consternación en la destrucción y el trato inmisericorde de los creyentes en la región de Nahuizalco… Yo ciertamente siento que usted y el hermano McNaugth, posiblemente acompañado de los misioneros Bautistas, deberían llamar al Presidente. Mientras que por supuesto ustedes no pueden hacer ninguna demanda, pueden al menos protestar formalmente en contra de la destrucción de la propiedad de la capilla en Nahuizalco…

Ocho días antes de haber recibido la nota comentando los hechos de parte de sus oficinas centrales, el 11 de marzo de 1932, a menos de dos meses de la matanza, Bender había informado a sus superiores lo siguiente:

La semana entrante esperamos iniciar nuestra campaña con Joaquín Vela y esperamos grandes resultados, verdaderamente el Señor nos ha mostrado Su voluntad entregando toda la provisión y dándonos un lugar mas grande, el Evangelista y el dinero extra para gastos extras, Alabado sea Su santo nombre.

Para el liderazgo evangélico la situación ya había vuelto a la normalidad, independientemente de lo que había ocurrido, en su trabajo todo seguía igual (Business as usual).

Esa carta se encuentra en el Archivo Internacional de la Misión Centroamericana (International Archives of the Central American Mission--CAM) Dallas Tx, EEUU.


* Luis R. Huezo Mixco posee estudios de Teología y Filosofía Iberoamericana y es coordinador del Programa Cultura y Religión de la Secretaría de Cultura de la Presidencia de la República desde el año 2011.

** Erik Ching es profesor de historia en Furman University, Carolina del Sur

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