Tegucigalpa, HONDURAS. El jueves en la noche, el periodista Nery Soto, de 31 años, entraba a su casa en Yoro, departamento del mismo nombre, unos 400 kilómetros al norte de la capital, cuando fue atacado a tiros por desconocidos, relató un compañero del comunicador, Osman Gardado.
Añadió que el periodista no pudo transmitir su programa en el Canal 23 a causa de una interrupción del servicio de electricidad, por lo que adelantó su regreso a casa, en cuyas proximidades lo esperaban desconocidos.
La policía descartó el robo porque los asesinos no se llevaron las pertenencias de Soto.
Desde el 2003 el estatal Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh) contabilizó 46 asesinatos de comunicadores, la mayoría periodistas, pero incluye también locutores humoristas y otros trabajadores de medios de comunicación.
El último periodista hondureño asesinado había sido Herlyn Espinal, de 33 años, cuyo cadáver apareció en un potrero el 21 de julio, tres días después de haber sido secuestrado también en el norte del país.
Más del 90% de los asesinatos de comunicadores siguen impunes.
El Congreso hondureño analiza un proyecto de ley para proteger a periodistas, abogados y activistas de Derechos Humanos por ser particularmente vulnerables.
Pero en Honduras, con la tasa de homicidios más alta del mundo, los asesinatos ocurren en todos los sectores de la población.
De acuerdo al Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional, el país centroamericano registró en el 2013 una tasa de 79 homicidios por cada 100,000 habitantes.
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