El Ágora /

Jazz hacia el Sur hace una parada en El Salvador

Hoy viernes 15 y mañana sábado 16, el colectivo Jazz hacia el Sur tendrán sus últimas estaciones en su primera gira por El Salvador, Guatemala y el sur de México, como resultado de un proyecto híbrido de autogestión y de aportes colectivos hechos a través del circuito de clubes de jazz mexicanos y, en el caso de El Salvador, por medio de la La Casa Tomada.


Viernes, 15 de agosto de 2014
Rebeca Monge

El cuarteto mexicano Jazz hacia el Sur propone una estrategia de autogestión y de alianza colectiva para hacer crecer la escena del jazz en Centroamérica. Foto cortesía del Colectivo Jazz hacia el Sur
El cuarteto mexicano Jazz hacia el Sur propone una estrategia de autogestión y de alianza colectiva para hacer crecer la escena del jazz en Centroamérica. Foto cortesía del Colectivo Jazz hacia el Sur

Quienes estén en San Salvador y La Libertad durante las próximas dos noches podrán escuchar en vivo una propuesta de jazz semiacústico con guitarra eléctrica, contrabajo, saxofón y batería. La cita es en La Casa Tomada, frente al Centro Cultural de España (CCESV), el viernes 15 de agosto a las 7:00 p.m.; y en el bar La Guitarra, en la Playa El Tunco, el sábado 16. Las presentaciones son parte de una gira autogestionada para recorrer el sur de Centroamérica en busca en vías alternas a las oficiales en la escena musical regional. También buscan alianzas que faciliten el intercambio didáctico entre los músicos de esos países. 

Del repertorio que va a interpretar la banda, el diez por ciento serán arreglos de estándares de jazz. El resto del menú será original, algo que el baterista salvadoreño que dirige el grupo, Fernando Barrios, describe como 'jazz contemporáneo, una fusión de música moderna e influencias tradicionales como la de Thelonious Monk, Miles Davis y Charlie Parker'. 

Al colectivo, formado en 2013 con 'el interés de crear alianzas que promuevan la apreciación del jazz', también lo integra el contrabajista mexicano Vico Díaz, quien cursó la carrera de composición en jazz en Berklee College of Music; el saxofonista Diego Franco, que obtuvo en 2011 el premio en la categoría de jazz en el Concurso Panamericano de Saxofón; y el guitarrista mexicoestadounidense Tom Kessler, que obtuvo en 2011 una beca de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas con la que compuso lo que contiene su última producción independiente Lídinum.

Barrios, que dirige el ensamble, es percusionista y durante los siete años que ha vivido en México también ha cursado estudios de música popular contemporánea en la academia mexicana de música Fermatta. Para él, las alianzas que el colectivo quiere crear se materializan en 'la posibilidad de que los músicos locales puedan tocar con músicos de afuera, como intercambio directo haciendo jam sessions o sesiones privadas, y como una alternativa de formación musical', una extraordinaria oportunidad ante la falta de opciones para estudiar música en países como El Salvador y Guatemala. 

Según cuenta, en cada una de sus presentaciones en foros y clubes de jazz en México, el colectivo tuvo el apoyo de esos lugares en cuanto a la difusión de la convocatoria a sus presentaciones y el transporte. Lo demás, lo pagaron ellos mismos con lo que ganaron tocando en esos clubes en el D.F., Chiapas y Puebla donde, en oposición total a la escena musical salvadoreña, existen sitios dispuestos exclusivamente para ir a tocar y escuchar jazz en vivo. 

En El Salvador, consiguieron apoyo de la coordinadora de La Casa Tomada, quien también gestionó un espacio a través del Centro Cultural de España en Guatemala, para que el colectivo se presente el 21 y 22 de agosto e imparta una clase maestra durante la Bienal de Artes Visuales del Istmo Centroamericano, que se celebra en Antigua Guatemala desde el 31 de julio pasado. 

El concepto de autogestión y cooperación colectiva del ensamble replica el ejemplo de equipos como el Colectivo Noon, una comunidad formada por artistas mexicanos originada en el Distrito Federal, que busca ampliar la difusión del jazz entre el público y fomentar una cultura de escucha y apreciación del género, 'lejos de la noción que ve a la música como algo que ameniza fiestas'. 

Para Barrios, no sólo se trata de buscar apoyo en organizaciones gubernamentales o privadas que apoyen proyectos sin ánimo de lucro como Jazz hacia el Sur, sino también de 'promover el trato justo con los músicos para que exista respeto de parte de los lugares que los contratan con una remuneración equivalente a la calidad del trabajo de los artistas'. En cuanto a las diferencias que existen entre la escena del jazz en México y la escena (incipiente) en El Salvador, Barrios comparte que el cambio también es drástico en la recepción del público, 'pues tocar exige que quien vaya a los conciertos escuche y no esté riéndose a carcajadas, así como pasa en El Salvador'. Sin embargo, advierte que 'la audiencia salvadoreña de jazz está empezando a crecer, y hay gente que sí está interesada en ir a escuchar y apreciar este género en vivo, lo cual es esperanzador'.  

Lo de las carcajadas es una modena de doble cara en El Salvador, pues los pocos lugares que abren escenarios para el jazz son restaurantes o bares para gente que es su mayoría buscan disfrutar de una cena y unas copas oyendo buena música, y no al revés, como sucede en países con más cultura musical. La primera presentación del colectivo en Yemayá el pasado miércoles 13 de agosto parece evidenciar lo que Barrios comparte: Cristina Reyes, chef y copropietaria del restaurante y bar tecleño, dijo que 'el lugar recibió un aproximado de 100 asistentes esa noche, de los que un 75 por ciento llegaron a cenar y beber, de modo que sí nos va bien con el jazz, que es lo que más tenemos presentándose acá'. 'Igual de satisfactorias para el restaurante', expresó, 'fueron las presentaciones de la agrupación salvadoreña de jazz fusion Brujo el 11 de julio pasado, y la del guitarrista salvadoreño radicado en México, Juan José Gómez', quien tocó junto al percusionista Octavio Salman y el bajista 'Chele' Óscar el 25 de ese mismo mes. 

En el pequeño circuito de jazz salvadoreño, el aporte del CCESV, no sólo ha consistido en dar espacio para proyectar nuevas propuestas musicales sino en abrir sus puertas para que músicos extranjeros (como el saxofonista panameño con estudios en Berklee College of Music, Jahaziel Arrocha, entre otros) lleguen a impartir clases gratuitas a músicos locales. Tras las clases y talleres que se han dado en lo que va del año, Beatriz Alcaine manifestó que 'la necesidad de formación pedagógica entre los músicos es clara y lo notamos en la asistencia: a la clase de Arrocha llegó un aproximado de 28 personas, y al taller de solfeo con el salvadoreño Luis Mario Magaña llegaron unas 22 personas'. 

Para fin de mes, La Casa Tomada recibirá al pianista vasco Íñigo Ruiz, quien cursa estudios de performance en piano para ensamble de jazz en Berklee College of Music en Boston, Massachusetts, e impartirá un taller de improvisación musical el 25 y 26 de agosto. 

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