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Secretaría de Cultura recorta gastos para intentar terminar 2014

La nuevas autoridades de la Secretaría de Cultura han empezado a recortar las fuentes de despilfarro que encontraron y que tuvieron que atajar para seguir operando en lo que resta de 2014. Afirman que se han ahorrado 67,500 dólares racionalizando el gasto en gasolina y regresando el despacho al edificio A5 del Centro de Gobierno.


Domingo, 24 de agosto de 2014
María Luz Nóchez

Cuando el secretario de Cultura, Ramón Rivas, asumió el cargo el 1 de junio pasado, anunció que había encontrado una institución quebrada. Esto no quería decir que ya no había dinero para funcionar, sino que todo el presupuesto del año ya estaba comprometido y, por lo tanto, que él no tenía ningún margen de maniobra para financiar ningún nuevo proyecto. De hecho, a la fecha, la Secretaría de Cultura ha ejecutado un 60.20 % del presupuesto anual de la institución, un poco más de 10 millones de dólares, pero los casi siete millones restantes ya están asignados para el pago de salarios, con lo que no tiene margen para hacer nada más que desarrollar las funciones artísticas, administrativas y de mantenimiento que desempeña el personal de la institución.

En un intento por mantener el barco a flote, Rivas ya dispuso los primeros ajustes, y uno de ellos es el del gasto de combustible. “Estamos buscando donde más recortamos, porque no nos alcanza ni para cubrir el gasto básico”, explicó a El Faro Marisol Ávalos, gerente financiera de la Secultura. Por eso afirma que ha habido decisiones drásticas. Solo en cubrir los servicios básicos de toda la Secultura, Casa de la Cultura excluídas, significa 105 mil dólares por mes.

La repartición del combustible en vales era una de las principales goteras. Según números preliminares de la Secultura, ajustar este gasto cuyos destinatarios eran los directores nacionales, les permitió ahorrarse 22 mil 500 dólares en lo que resta de 2014, un promedio de 3 mil 760 dólares por mes. Que los funcionarios reciban vales de combustible no es nuevo, pero la manera en la que estaban siendo repartidos hasta el 31 de mayo en la institución no era la correcta, según las nuevas autoridades de Cultura.

El reparto de vales funcionaba de la siguiente manera: a falta de vehículos con placas nacionales para que los 16 directores se desplazaran en el interior del país, se dio la orden de abastecerlos con una cuota mensual de combustible. Los vales se entregaban mes a mes, pero no había nadie que se encargara de llevar una bitácora de control del recorrido que se haría ni justificación de su uso.

La norma era que mensualmente se asignaba 20 vales de 10 dólares cada uno, que los directores podían utilizar a discreción, ya que la administración no les pedía que explicaran el destino ni que justificaran la misión para la que habían sido canjeados. Pese a que este beneficio inicialmente solo estaba destinado para los directores, también era entregado a mandos medios que la administración determinaba. También tenía su propia cuota la secretaria Magdalena Granadino, a quien ya se le asignaba un vehículo nacional con chofer para transportarse.

Otro de los gastos de los que lograron prescindir fue el alquiler de las oficinas ubicadas en la urbanización Buenos Aires II, conocida como Mar de Plata, adonde se trasladaron en abril de 2012 el despacho y las direcciones nacionales. Dar por terminado el contrato de alquiler significa que se han librado de pagar un aproximado de 37 mil 500 dólares, más 7 mil 500 adicionales que se pagaba al servicio de vigilancia. El contrato se liquidará hasta septiembre, mes en que será entregado a su propietario.

En este rubro, aún queda pendiente el edificio que funciona como sede del Sistema de Coros y Orquestas, que significa un importe de 3 mil dólares mensuales. El contrato de arrendamiento de este inmueble es “más complicado”, explican los funcionarios, y no ha sido posible llegar a un acuerdo con el dueño para que se liquide.

Que la nueva administración haya encontrado la institución en quiebra no significa, sin embargo, que se paralizará la actividad y la oferta cultural de parte de la Secretaría de Cultura en los 5 meses restantes. El 39.80 % del presupuesto que aún no se ha ejecutado y que está reservado para el pago de salarios permite que todo siga su curso normal. Es decir, parques, museos y sitios arqueológicos mantienen sus puertas abiertas, así como tampoco entran en jaque los conciertos de la Orquesta Sinfónica de El Salvador, la obras de teatro programadas para 2014 en la red de Teatros Nacionales, ni las clases en el Centro Nacional de Artes ni en el Escuela Nacional de Danza. Lo único que este déficit no le permite al secretario y sus directores es echar a andar nuevos proyectos, ya que hasta la fecha no tienen cómo financiarlos. Previendo esto, se han valido de la cooperación local e internacional, así como la solicitud de un refuerzo presupuestario, un total de 840 mil dólares que Ministerio de Hacienda ya aprobó, pero que aún no ha entregado.

Además, entre los gastos anómalos que la nueva administración encontró, hay un promedio de entre 3 mil y 5 mil dólares cargados al despacho en concepto de alimentación del 1 de enero al 31 de mayo. Este es un caso similar al del combustible. Hay facturas que dan cuenta de visitas a restaurantes, pero nadie se encargó de llevar el control de para qué sirvió cada visita. Admitir o no estos gastos corresponde al administrador de la Secultura, que entre 2010 y 2014 era María Isabel Rivas. Este es uno de los reparos que la Corte de Cuentas está haciendo a Magdalena Granadino y Rivas, a quienes ha solicitado una prueba de descargo que justifique estos montos.

Parte de esta información fue proporcionada durante el informe de rendición de cuentas, el pasado 16 de julio, por Fidel Majano, quien hasta el lunes 18 de agosto fungió como director administrativo, a partir de esta semana fue reubicado como administrador del Parque Saburo Hirao. Ávalos confirmó y actualizó el lunes esta información.

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