Buenos Aires, ARGENTINA. Unos ocho policías heridos y 50 detenidos era el saldo de los incidentes que convirtieron el centro de la famosa avenida 9 de Julio de Buenos Aires en un territorio de lucha campal entre los vándalos y la policía, según imágenes transmitidas por las televisoras.
Los actos de vandalismo incluyeron robos en los comercios de los alrededores del Obelisco y la destrucción de estaciones de buses y negocios.
Pasada la medianoche local (9:00 pm hora salvadoreña), la policía consiguió controlar los desmanes gracias a gases lacrimógenos, carros lanza aguas y también empleando motocicletas. Así, el centro quedó completamente desolado y sin servicio de transporte público, constató un periodista de la AFP.
Decenas de estos hinchas desafiaron a policías antimotines lanzándoles objetos contundentes, mientras barricadas de oficiales respondían disparando balas de goma y bombas lacrimógenas.
La gran mayoría de las personas que se reunieron en este centro emblemático de las celebraciones argentinas se dispersaron tras el inicio de los incidentes aunque en calles aledañas seguían las caravanas de autos y muchedumbres expresando “mucho orgullo” por el seleccionado de Alejandro Sabella.
Familias con niños intentaron refugiarse en restaurantes o ingresar a los halls de los hoteles de la zona para protegerse del efecto del gas lacrimógeno.
Al contrario de lo que pudiese imaginarse de una derrota en una final de Copa del Mundo, los hinchas aplaudieron tan pronto terminó el partido en el que cayeron ante Alemania por 1-0, muchos lloraron y luego un ambiente de fiesta empezó a sentirse en toda la capital y varias provincias.
Sin críticas ni reproches las frases más comunes eran “Gracias por hacernos soñar”, “Orgullosos de ustedes como verdaderos guerreros” y “Los esperamos héroes”.
La selección de Argentina vivió el domingo en el estadio Maracaná de Río de Janeiro la tercera final de un Mundial contra Alemania –algo inédito en la historia del torneo–, con dos victorias ahora para los germanos, que también se impusieron 1-0 en Italia 1990, y una para la Albiceleste, 3-2 en México 1986.
Para Argentina significó también la tercera derrota en una final.
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