El Ágora /

'Nuestra generación artística está muy encerrada en El Salvador'

El Festival Ecléctico de las Artes (FEA) nombra y describe un evento anual que dura 15 días y que por tercer año consecutivo muestra una de las caras de la producción artística salvadoreña. Es producido por Elena Salamanca y Javier Ramírez con el apoyo de un par de instituciones internacionales, un grupo de artistas locales y las 'coras' de alguno que otro mecenas improvisado. Empieza el próximo 16 de julio.


Viernes, 11 de julio de 2014
Por Élmer L. Menjívar

Cuando las expresiones artísticas se fugan de los museos, galerías y escenarios para instalarse en los contextos urbanos más inesperados suelen competir directamente con la cultura en bruto que vive y produce una ciudad latinoamericana como San Salvador o Santa Tecla, donde hay poco espacio para lo inaudito. Entonces, un carro volteado en el centro de San Salvador, unos salvavidas tirados en la plaza Barrios mientras alguien deja figuras fútiles con un trapeador, una cama rodante que recoge vendedoras ambulantes que podrían necesitar un descanso in situ, y una coreografía entre predicadores urbanos resultan espectáculos fugaces que desde 2012 se recogen bajo las siglas de FEA, el Festival Ecléctico de las Artes.

Los y las artistas invitados para involucrarse en FEA deben tener ciertas características para ganarse tal invitación: “Son artistas con voces peculiares, voces propias y que son provocadores. Al menos, nosotros creemos que son provocadores. A veces no lo decimos así porque en El Salvador a la gente no le gusta la idea de provocación”, explica la escritora Elena Salamanca, la reina FEA, como le gusta llamarse.

El programa del FEA 2014 incluye muestras y propuestas de arte individual y colectivo en diversos formatos como el performance, instalaciones artísticas en el espacio público, exposiciones de pintura, fotografía, dibujo, escultura, video, también teatro y poesía. Habrá dos conversatorios, uno llamado 'Los Robertos: retrato de una generación joven con capital cultural', con Roberto Huezo, Roberto Salomón y Roberto Galicia, van a hablar de cómo ellos llevaron instituciones culturales antes de cumplir 30 años, esa época que Ricardo Lindo llama la 'efebocracia' de Walter Béneke. Otro será 'Eso se me pudo ocurrir a mí, o no: Debate inédito sobre arte contemporáneo desde El Salvador', para exponer y debatir precisamente sobre el sentido y legitimidad del tipo de expresiones artísticas que ofrece FEA. 

Son 15 días, del 16 al 30 de julio, varios escenarios y diversos formatos. Todos tienen en común que están integrados por múltiples disciplinas creativas y artísticas, una integración que produce resultados inéditos, y por lo tanto reacciones diversas.

Hablamos con los dos fundadores y productores de FEA, Javier Ramírez, artista multidisciplinario, y Elena Salamanca, escritora e historiadora, para enterarnos de cuál es la propuesta que trae FEA, cómo ha evolucionado desde 2012, cómo han reaccionado el público y los artistas, y cómo con solo 800 dólares de presupuesto logran montar dos semanas en las que se involucran más de 20 artistas.

 

Elena Salamanca y Javier Ramírez (Nadie) durante FEA 2013. / Foto de Élmer L. Menjívar.
Elena Salamanca y Javier Ramírez (Nadie) durante FEA 2013. / Foto de Élmer L. Menjívar.

¿Qué detonó la idea de montar algo como FEA?
Javier Ramírez (JR): Hay un montón de cosas que podrían ser, por lo menos en mi cabeza yo tenía la fantasía de que en El Salvador hubiera un festival multidisciplinario. Que no solo hubiera un festival de teatro o poesía, sino más actividades artísticas. La fantasía se me empezó a hacer más clara cuando fui a una residencia en México, donde estaba viviendo con artistas de todas partes y donde todos hacían cosas diferentes. Mi idea era traer gente de la que me había gustado su trabajo, pero aquí en El Salvador no miraba un espacio para mostrarlo, y pensé que tal vez un espacio multidisciplinario podría servir, pero había que crearlo.

Elena Salamanca (ES): Yo también quería traer a unos poetas mexicanos jovencitos que hacían performances porque sentía que los poetas jóvenes de aquí son muy aburridos, son como señores, entonces decía “ojalá que vieran a este bicho que hace esto y que tiene 21 años y a lo mejor cambian en su forma de ver poesía”.

Detengámonos un momento ahí. ¿Para vos está mal ser 'poeta joven aburrido'?
ES: Yo siento que no tiene sentido porque la literatura es para ser feliz y para no estar amargado, aunque hay mucha gente que así la vive.

Pero hay muchos poetas que incluso se han suicidado y son parte de los clásicos de la literatura ahora…
ES: Sí, pero no tiene sentido que ni siquiera tengás obras literarias escritas y andés amargado toda la vida y que tu 'plante' es el de un poeta aburrido. De hecho, nosotros mismos no es que seamos tan divertidos.

Bueno, sigamos con el origen de FEA.
ES: Sí, el punto es que nos invitaron a una lectura, cuando vino Roberto Mascaró, que era el traductor de Thomas Transtromer, a dar un taller de lectura. Entonces todo el mundo puso en sus estados de Facebook que iba a ser una locura, que iba a ser 'pelado', entonces yo dije: “Algo va a pasar aquí”. Y fuimos con Javier.

¿Y estuvo 'pelado'?
ES: Yo iba bien entusiasmada, llegamos un poco tarde y lo único que vimos cuando llegamos es que estaban leyendo parados en un atril en el patio de La Casa Tomada. Todo lo que leyeron eran ejercicios, no eran obras terminadas, lo cual está bien, pero la poesía era lo mismo: revolucionaria-conversacional de la anécdota con esa lectura lúgubre muy similar a Pablo Neruda y Hugo Lindo y leyendo en un atril. Entonces yo le dije a Javier: '¡No puede ser que esto sea lo más pelado de la literatura joven salvadoreña!' Si la gran innovación era que no estuvieran sentados, lo cual está bien, porque al menos ya leían parados… Entonces yo me deprimí, pero a la semana llegó Javier y me dijo: '¡Mirá, hagamos esto!'

¿Cuál era tu idea, Javier?
JR: Yo le decía: emparejemos un poeta con un artista visual y que se conozcan, porque no se conocen, y que hablen y todo, y a ver qué surge de eso.

ES: Al final lo hicimos. Los programas los armamos en una sentada porque tenemos muy claro lo que queremos y como FEA es un festival por invitación, ya sabemos más o menos a quien pedirle trabajo, ya sabemos lo que están haciendo y admiramos su trabajo.

¿Qué les hace admirar a un artista?
ES: A mí que sea auténtico, que crea en lo que está haciendo, que se lo tome en serio pero que se lo tome también con humor.

¿Algún ejemplo?
ES: Me gusta Roberto Galicia, Didine Ángel… nos gusta Eduardo Chan –un salvadoreño que vive en Costa Rica y que no lo hemos podido traer–, me gusta Luis Cornejo. No todos han estado en FEA pero han apoyado a FEA.

JR: A mí me gusta Natalia Domínguez, Víctor Crack “El Pájaro”, la Didine y, bueno, sí, son gente de la que conocemos su historia, yo creo en su proceso, lo que venden yo se los compro. Luego, también vamos a otras exhibiciones, otras actividades donde también conocemos la gente y vemos la obra, y en algunos casos no ves que eso de lo que están hablando pase a través de ellos. Es decir, solo ven el problema, lo comentan y ya, no lo relacionan con su vida.

¿Qué es el arte para ustedes dos?
JR: Creo que esto sólo se podría contestar a manera individual: qué es arte para cada quien. Pero si trato de pensar en algún área común donde Elena y yo coincidamos en qué es arte, sospecho que sería toda transformación de la realidad que conmueva en el sentido amplio de «perturbar, inquietar, alterar, mover fuertemente o con eficacia», agarrando palabras de la RAE.

ES: Nosotros no estamos casados con una idea de arte, es decir, somos dos productores de FEA y la ideamos, fundamos y producimos pero tenemos diferencias en este sentido. No todo lo que me conmueve a mí le hace lo mismo a Javier. Hay que partir de lo que Javier dijo, que es en lo que coincidimos: la transformación de la realidad a partir de la conmoción; esta es la manera en la que encontramos la respuesta a lo que asumimos y gozamos como arte: lo que conmueva y remueva en el otro (espectador, público, cómo deseen llamarlo) sobre la realidad.

Si tuvieras que definir a estos artistas bajo una descripción que me ayude a completar la frase “los artistas de FEA se caracterizan por…”
ES: Ah, bueno, nosotros tenemos un brief, y ahí dice que son artistas con voces peculiares, voces propias y que son provocadores. Nosotros creemos que son provocadores. A veces no lo decimos así porque en El Salvador a la gente no le gusta la idea de provocación, pero yo creo que son eso y han tenido un proceso personal para encontrar su propio lenguaje, y es bien difícil encontrar tu propia voz entre todas las voces.

¿Y cuál es el lenguaje que han encontrado entre todas las voces?
ES: Yo creo que lo podemos resumir como lo describe Rubén, de Safari Volvo: “Dulces con veneno”.

Yo tengo la impresión de que FEA es un festival de performance. ¿Me equivoco?
ES: Fijate que yo no creo que sea performance, creo que es un concepto multidisciplinario, o sea, es gente que hace danza pero que necesita ciertos requerimientos visuales plásticos para su obra. En 2012 te dio la idea de performance porque era una FEA colaborativa. A nosotros nos gusta Avelina Lésper, yo la leo mucho, entonces yo le digo a Javier: “Avelina no nos va a querer” porque hacemos FEA, pero en realidad lo que nosotros estamos haciendo no es difundir el performance sino que nosotros difundimos que las artes deben estar conectadas y que la colaboración en todas las disciplinas no tienen ningún inconveniente.

¿Qué idea de arte se lleva la gente que tiene contacto con FEA?
JR: Acá puedo hablar mejor de qué idea de arte pretendemos ofrecer en FEA, porque no podemos hablar por el público: Idealmente, un arte que se enfrente a la sociedad, que no esté encerrado, que enfrente los temas que se hablan y que quizás no figuran en agendas institucionales, que se enfrente a los espacios públicos o poco comunes donde poco se piensa que puede caber la creación artística; siguiendo la personificación, un arte que cuestione, y que no tema experimentar.

ES: No sé qué idea se lleve pero sé que se encuentran ante obras auténticas, es decir, obras de gente que lleva mucho tiempo explorando y explorándose y no crea una pieza literaria, teatral, plástica inserta en una corriente de mercado. Estamos hablando de trabajos responsables de gente que cree que el arte es su modo y motor de vida. Y creo que lo que la gente se lleva de FEA es sinceridad. Ahora, FEA tiene también un sentido crítico, y por ello creamos las mesas de debate o conversatorios, porque creemos que la discusión sobre la cultura necesita zangoloteos o exploraciones. Los temas que elegimos no están en la prensa, están en las inquietudes nuestras o de amigos cercanos, las inquietudes relacionadas a entender lo que somos o queremos ser. En este sentido, esta parte es bastante política.

¿Qué aprendieron con el primer FEA? ¿Quedaron satisfechos? ¿Encontraron todo lo que buscaban tanto en contenido como en reacción del público?
JR: Yo no sé, porque yo no espero nada en especifico y creo que la gente que trabaja no espera nada tampoco. Para mí, FEA funciona con base en dudas, en preguntas, los conversatorios salen de eso, de lo que queremos saber.

¿Alguna frustración?
ES: Queríamos traer artistas del extranjero y solo logramos traer a uno, a Wiston González, que la embajada de Guatemala en El Salvador le pagó el boleto y la estancia, fue la única embajada, aparte de la de España, que nos apoyó, y fue super chivo que la embajadora asistiera al recital. También ha estado Lauri García Dueñas, que es salvadoreña pero vive en México, y aprovechamos que estaba aquí y la pudimos incluir, pero no hemos logrado traer a estos artistas que queríamos traer porque no tenemos fondos.

A eso iba, al tema del financiamiento…
ES: Lo que hemos aprendido, creo, es que podemos realizar un festival con bajísimo presupuesto y que puede salir bien. El problema es que nosotros no tenemos recursos tecnológicos como para subir un video super chivo y hacer streaming de todo, no tenemos los filtros de instagram, no tenemos todo eso, pero sabemos que el festival tiene calidad.

¿Por qué creen que FEA es un festival que 'tiene calidad'?
JR: Mejor diría que FEA es un festival que busca o pretende tener una cualidad diferente, desde el tipo de artistas y trabajos que presenta, el tipo de sedes que interviene, hasta la comunicación y el diseño de la imagen.

ES: Nosotros confiamos en los trabajos que presentamos porque son artistas que, como dije antes, llevan mucho tiempo explorando y explorándose. Esto quiere decir que hay un compromiso con la obra que van a entregar al Festival. También puede ser un parámetro de calidad que los artistas que quieren trabajar con nosotros tienen una trayectoria respetada donde lo que prima es la responsabilidad del proceso y una obra que toca los espíritus. Creo yo que si FEA no presentara propuestas como las que presenta no tendríamos el apoyo de gente consagrada en el medio, como Roberto Salomón o Roberto Galicia, por ejemplo, que desde un principio se han mostrado entusiasmados con el festival y confían en nosotros.

¿El punto de no poder traer artistas de otros países es la mayor frustración?
JR: Yo creo que sí, porque la idea era un festival multidisciplinario y que no solo nos quedáramos encerrados en El Salvador, sino que también hubiera contacto con otra gente de fuera que está trabajando en cosas que nos gustan. 

¿Creen que no hay sificiente calidad solo con artistas salvadoreños?
ES: El problema que nosotros sentimos es que estamos muy encerrados en El Salvador. Tal vez los artistas visuales están encerrados en Centroamérica porque van a Nicaragua, exponen en Guatemala o Panamá, pero sí sentimos que nuestra generación está muy encerrada, no viajan, no pueden tener contacto con otros artistas, no conocen artistas extranjeros muy interesantes, ver sus obras, intercambiar opiniones. Puede que mucha gente se sienta ofendida y diga que no están cerrados, pero por lo menos la gente con la que nosotros tenemos contacto y de quienes consumimos su obra, da impresión de eso.

¿Qué les ha permitido descubrir FEA?
ES: En 2012 tuvimos tres conversatorios y en 2013 también, pero en el primer FEA fue “el estado de la cuestión” si se quiere usar un término académico que sirve para decir lo que hay sobre algo y lo que está pasando.

¿Y qué encontraron?
ES: Encontramos una dramaturgia joven, por decirlo de alguna manera…

¿Buena o solo joven?
ES: Interesante. La interrogante era que si era nueva o no. Lo que estábamos planteando es que había gente que estaba ganando premios como Jorgelina Cerritos y Jorge Ávalos, y había montajes de Egly Larreynaga y de Enrique Valencia bastante interesantes, y nosotros dijimos: ¿será posible que esta generación se equipare a la de Walter Béneke y Álvaro Menéndez Leal?

¿Qué es específicamente lo que les hace preguntarse eso último?
ES: Lo que encontramos es que ellos exploran muchas vivencias a través de ese lenguaje, que ellos tienen intenciones literarias y que lo canalizan así también. Yo lo que podría decir es que los dramaturgos que invitamos son interesantes, no puedo decir que eran buenos o malos porque me parece bien feo catalogarlo así, bueno o malo no son categorías académicas ni siquiera artísticas, es lo primero que te enseñan en cualquier clase de historia o crítica del arte.

¿Pero estás consciente de que el adjetivo “interesante” es bastante ambiguo?
ES: Es bastante ambiguo. Mucha gente lo utiliza para decir que le gustó algo…

…o para evitar decir que no le gustó algo…
ES:… o para evitar controversia. Sí, eso sí.

Pero para vos, ¿qué significa interesante?
ES: Yo uso interesante porque es gente que tiene voz propia y eso es lo que a mí me gusta y me interesa.

¿Entonces debe ser una voz propia que te guste a vos?
ES: Pues sí, porque el festival es de nosotros.

¿Ustedes son una especie de curadores que hacen una selección de obras y proponen una especie de canon?
JR: No sé si se pueda decir así, es que también debe haber criterios diferentes para cada conversatorio y para las cosas meramente artísticas.

ES: Nosotros vemos si son responsables con su trabajo, es decir, si su obra tiene calidad técnica, si tiene estética y sentido.

JR: Para los conversatorios es diferente. Lo que hacemos en un conversatorio es buscar la gente más idónea para hablar de un tema. Aunque sea gente que no conocemos.

Y la reacción del público, en términos de asistencia, ¿hubo más en 2013 que en 2012?
JR: Hubo igual número de asistentes, solo que en 2012 fueron tres semanas y en 2013 fueron dos y hubo un montón de actividades que no eran un convocatoria para ir a verlas sino que se estarían pasando en una pantalla todo el día.

Volviendo a los recursos financieros y humanos: ¿cómo es posible montar FEA?
ES: FEA es posible porque nosotros dos nos dedicamos a eso aunque no nos paguen. El Centro Cultural de España ha confiado en el proyecto dos años (2012 y 2013) seguidos y nos ha dado un pequeño presupuesto y locales, suficiente para saldar materiales, lo más básico. Los artistas donan sus obras y los invitados van a los conversatorios desinteresadamente, porque no hay pisto.

O sea, ¿cada artista pone su obra y los invitados van a los conversatorios sin que les paguen?
ES y JR: Sí.

¿Y han hecho cuentas de cuánto cuesta FEA? O digamos, ¿con cuánto lo hicieron y cuánto costaría en realidad?
JR: Cuando iniciamos el 2013 hicimos un presupuesto para ir a vender FEA, para pagarle a los artistas simbólicamente, y solo para ellos eran 3,000 dólares, pero no conseguimos ni la cuarta parte. Conseguimos 800 dólares.

¿Con 800 dólares en efectivo ustedes hicieron dos semanas de eventos?
ES: Haciéndoles un reconocimiento simbólico a los artistas.

¿Cuántos artistas eran?
ES: Eran como 20. Bueno, a mí no me hubiera gustado decir lo del pisto de FEA porque conocemos proyectos de gente de nuestra generación que lo hacen con más pisto y nos estaban hostigando un montón. En 2013 andábamos con unos “cuchitos” en el MARTE para pedir colaboración de “coras” para así pagarle a la banda que iba a tocar en la fiesta…

Pero yo creo que una de las cosas más valiosas es precisamente no dejar de hacer lo que quieren por falta de dinero...
JR: Lo malo es que la mara dice: “Ah, bueno, con poquito hacen algo” y no es así.

ES: Bueno, te terminaré de contar mi anécdota para que veás la mala sangre que hay. Entonces, estábamos pidiendo coras porque queríamos pagarle a Safari Volvo para que tocara en el concierto, y lo queríamos hacer donde fue La Luna, y Beatriz Alcaine nos abrió las puertas, fue bien chivo. Entonces nosotros llegamos a pedir coras en unos “cuchitos” que compramos en el mercado. Toda la gente muy buena onda, nos dieron hasta billetes. No fue tanto dinero, pero logramos pagar un montón de cosas.

¿Y eso era como cuando andan de Un Techo para mi País?
ES: Digamos que sí, solo que era un techo para mi artista.

JR: Era la cora más FEA.

ES: No les pedíamos mucho pisto, sino lo que tuvieran. La gente nos dio coras y alguno dio más. Otros dieron menos, pero no importa.

¿Y sabía la gente para qué era eso?
ES: Sí, claro, y pedimos permiso en el MARTE también porque era una subasta y le preguntamos al arquitecto Javier Alas si podíamos pedir y nos dijo que sí. Entonces un artista me dijo: “Ah, ¿y esa colaboración es para que usted se pague un viaje?” Yo le dije: '¡Nooo! Esta colaboración es para una banda que va a tocar en la fiesta de FEA, porque son artistas, pero no nos alcanza para pagarles…" Entonces siempre está ese rollo de que en este país la gente piensa que todo mundo va a ser aprovechado y se van a robar cosas, cuando nosotros incluso podemos donar nuestro dinero para FEA.

¿Por qué un ciudadano o una institución debería apoyar financieramente a FEA?
ES: Yo creo que FEA demuestra que hay una actividad en el arte, que hay gente que no crea para un concurso (ni florales, ni bienal, ni premios locales de arte), sino que crea como un modo de vida. En este sentido, tenemos que apelar a la palabra 'desarrollo'. La cultura es un eje transversal del desarrollo de un país. Y precisamente por eso las empresas, las instituciones, deben volver a ver al arte y la cultura, comprender que hay un sector de gente comprometida al cambio social (aunque suene trillado) desde las trincheras del pensamiento y la creación. En pocas palabras: La responsabilidad social empresarial debería mover sus ojos hacia la cultura; no es lo mismo llevar un refresco de cola a niños pobres que enseñarles que hay más caminos para vivir en este país aparte de la violencia.

JR: Creemos fuertemente que el trabajo artístico debe ser remunerado, como todo trabajo. Creemos en apoyar e incentivar a los artistas más jóvenes quienes aun están formando su discurso y sus propuestas. Quisiéramos tener los recursos para ir dejando una documentación adecuada de qué ocurre en cada edición y que se pueda tener referencia en un futuro de los conversatorios que armamos con temas que nada o poco se discuten.

¿Siempre supieron que habría FEA 3?
ES: Sí. Ni siquiera teníamos planificada la FEA 2 y ya pensábamos en la 3.

¿El equipo humano se mantiene siempre con ustedes dos?
ES: Sí, pero cada año nos ayuda otra gente. Por ejemplo el año pasado mi hermana y otra amiga de ella que estudiaron diseño industrial en la Don Bosco nos hicieron el registro visual con otros amigos de nosotros. El año pasado nos ayudaron un poco más. Lucas Arévalo y Alejandra Palma se reunieron para ayudarnos. Lucas buscando el patrocinio que nos permitió darles una botella de vino a los ponentes, un agradecimiento simbólico, pues. Luego nos apoyó con el diseño Hanz Bruck, un amigo de nosotros. La otra amiga de mi hermana tomaba fotos, Efraín Caravantes, que es amigo de nosotros, nos ayudaba con los montajes. Un montón de gente nos ayuda desinteresadamente en lo que sea. Sí estamos fregados en el transporte porque solo hay un carro para hacer todo eso.

¿Creés que es un modelo replicable para otra gente que quiera hacer cosas similares?
ES: ¿Vos hiciste un modelo? –le pregunta a Javier.

JR: No sé.

ES: Es que FEA tiene dos líneas de trabajo: la difusión de las artes y el pensamiento crítico, que son todos los conversatorios. Quizás por eso puede ser modelo.

JR: Yo veía más cerca a FEA como como una fiesta más underground, como en otros países. Si lo quiero comparar a algo, eso es a lo que llega, aunque no lo podemos comparar a otros países, porque no.

ES: Porque hemos estado en festivales especializados cuando los dos estuvimos en México becados, estuvimos en una muestra multidisciplinaria, aunque era gente a la que le pagaban por mostrar el resultado de trabajar cuatro meses. FEA no es así.

¿Y tienen detractores manifiestos?
ES: No, no sabemos.

JR: Como el nombre se presta para un montón de juegos de palabras...

ES: Ya nos dicen FEAS pero no nos preocupa.

JR: Somos los primeros en decírnoslo.

ES: Qué aburrido ser la bonita... No sabemos si hay detractores, debe de haber.

JR: Debe de haber, así como nosotros somos detractores de otras cosas.

ES: Sí, así como a nosotros no nos gustan otras cosas. Lo que sí hay es gente que no hace proyectos y quiere que parezca que sí están haciendo algo.


Programación de FEA 2014.

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