Plática /

'Sí, en las fiestas bailo reguetón... ¡ni modo que baile ballet allí!'

Hace mes y medio fue una de las dos Bellas Durmientes que se presentaron en los teatros de San Salvador, y Lucía cree que fue casualidad. Quisiera vivir del ballet y estudia administración de empresas. Por cualquier cosa. En noviembre obtuvo de la Royal Academy of Dance, de Londres, la máxima acreditación en el examen del grado más alto. Nos lo cuenta sin jactancia como nos cuenta parte de su vida. Eso sí: con timidez y con buen humor.

Mauro Arias
Mauro Arias

Martes, 1 de julio de 2014
Ricardo Vaquerano y Mauro Arias / Fotos: Mauro Arias

A sus 19 años de edad, ya tiene una trayectoria de ocho años en el ballet. Pero eso no es necesariamente algo de lo que quiere jactarse. 'Es que empecé tarde', dice Lucía  Figueroa. Porque el ballet es una disciplina donde, como en los deportes, si se quiere cosechar el éxito no basta con quererlo: el cuerpo debe cultivarse con rigurosidad; al cuerpo debe exigírsele, mortificársele, sometérsele, vencérsele... 

Lucía tal vez quisiera haber llegado al mundo del ballet más tierna. Tal vez a los cinco años. Es cierto que a los cinco ya estaba bailando en los escenarios, pero aquello no era ballet, sino jazz. Afortunadamente para ella, cuando nació sí venía con el pan bajo el brazo para la pasión que ahora es el centro de su vida: 'Me dijeron que yo tenía talento físico para el ballet'. En esta plática, esta chica esbelta de alrededor de 1.65 metros de estatura, explica qué es eso del talento físico para el ballet.

En mayo pasado, durante cuatro días consecutivos, Lucía adoptó la identidad de una princesa. La Compañía Ballet de El Salvador presentó La Bella Durmiente en el Teatro Presidente y Lucía era la chica que sufre la maldición de la bruja. Mientras Lucía saltaba por los aires en el escenario del Teatro Presidente, otra Bella Durmiente hacía lo mismo en el Teatro Nacional de San Salvador. Porque -'casualidad'- la Compañía Ballet de El Salvador y la Escuela Nacional de Danza presentaron la misma obra los mismos días en la misma ciudad.

Aunque sueña con la posibilidad de ganarse la vida con el ballet, sabe que en El Salvador ese sueño es eso, un sueño. Ha hecho presentaciones en Estados Unidos y Nicaragua, y está feliz de haber alcanzado en octubre pasado el máximo nivel en el curso superior del método de la Royal Academy of Dance: 'distinction'. En su muro en Facebook publicó orgullosa una fotografía del diploma. Y está feliz de que la hubieran admitido para competir en la Boston International Ballet Competition, en mayo de 2011, 'que es como un campeonato mundial de ballet'. Pero todo eso solo ha sido posible exigiéndole a su cuerpo, mortificándolo, sometiéndolo, venciéndolo. 'Las bailarinas viven lesionadas'. Y como sabe que los sueños son para soñarse, mientras sigue con el ballet estudia administración de empresas. Como un seguro.

Lucía ríe incómoda cuando se le pregunta cuál de las dos Bellas Durmientes de mayo pasado le gusta más. Y ríe, nerviosa, varias veces a lo largo de esta plática. Es dueña de un sentido claro de la diplomacia, y también de un buen humor que solo comienza a desmadejar con la conversación avanzada. Cuando se le pregunta si la vida de una balletista es suficientemente larga como para que a los 19 años de edad pueda corregir una mala posición, responde: 'Sí, la vida de una balletista puede ser larga... ¡pero su carrera no!' Le gustan las fiestas, claro. Y, claro, le gusta bailar en las fiestas. ¿Y bailás reguetón? '¡Claro! ¡Ni modo que voy a bailar ballet allí!'

Lucia Figueroa, baletista. Foto Mauro Arias
Lucia Figueroa, baletista. Foto Mauro Arias

¿Por qué debería existir el ballet en El Salvador?
Bueno, no 'debería existir'. Si usted me pregunta por qué 'debería existir' el fútbol, pues no, no es algo necesario. El ballet se hizo una práctica de danza muy famosa en Italia, Francia y Rusia, que se extendió a Norteamérica y luego a Latinoamérica, y cuando aquí se fundó la Escuela Nacional de Danza (en 1951) empezó el ballet en El Salvador. Cuando vino doña Alcira Alonso, que es la directora de la Fundación Ballet de El Salvador, ella primero se fue a la Escuela Nacional de Danza y luego ella puso su propia escuela de ballet y con ella ya hubo sí una escuela que era solo de ballet clásico. Ya con doña Alcira el ballet empezó a desarrollarse y a crecer más rápido.

¿Y por qué entraste al ballet? O sea, a los 11 años difícilmente alguien puede decidir 'esto quiero hacer con mi vida: dedicarme al ballet'.
Sí, yo no sabía en ese momento. Lo que pasa es que yo de chiquita bailé en el Vibra Jazz, fue como un año, y bailé jazz, no ballet. Ni me interesaba el ballet, y ni tenía idea de eso.

(Lucía apenas ha sorbido del té chai frozen que ordenó cuando hay una interrupción. Nos preguntamos si el ballet la limita en lo que puede comer o beber, pero nos guardamos la pregunta porque alguien acaba de hablar a nuestras espaldas. 'Ella es mi mami', dice Lucía, en referencia a la mujer que acaba de entregarle las llaves de un carro, para que Lucía pueda marcharse por su propia cuenta al terminar la entrevista. Tras un breve intercambio, Lucía pone fin a la conversación con su madre con un 'Adiós, ma...' Y 'ma' lo admite como despedida y se marcha).

¿A qué edad bailaste jazz?
A los cinco o seis años. Después me salí de allí por el terremoto de 2001 y cambiaron el horario de clases y ya no podía ir.

Estás hablando como que a los cinco años ya vos sabías qué hacer con tu vida: 'A los cinco años me salí de allí'.
No, mi mamá me metió y yo ni sabía qué era bailar, pero lo disfrutaba muchísimo. Un día llegó a mi colegio, La Floresta, una maestra de gimnasia rítmica cubana, que andaba buscando niñas con talento para ese deporte. Ella me escogió a mí. Me metí al Polideportivo e hice tres años de gimnasia rítmica. Después de tres años ya no me gustó, llegué a odiar la gimnasia rítmica.

¿Por qué? ¿Tuviste alguna mala experiencia?
Creo que sentía demasiada presión. Una maestra era bastante dura conmigo, y después supe que eso era algo bueno, pero en ese momento que yo estaba muy chiquita lo veía como que ella no me quería. Allí estuve de los 7 a los 10 años, y cuando me salí mi profesora de gimnasia rítmica me dijo: 'Bueno, si no hacés gimnasia, entonces hacé ballet'. Ya cuando entré a la Fundación Ballet El Salvador, Alcira fue superbuena conmigo y desde un principio me dijo que yo tenía mucho talento y potencial. Me motivó bastante y a los seis meses de haber llegado a la Fundación bailé la primera obra: El Cascanueces. La Fundación tiene una escuela, y el grupo más avanzado es la compañía. Ya con El Cascanueces me enamoré del ballet, porque era algo muy distinto. Es mágico, con música superlinda, tiene historias, los trajes, y yo salía con un vestido superlindo, y la experiencia de interpretar un personaje... entonces me enamoré del ballet.

Quizás tenía razón Mauro cuando me decía hace un rato que posiblemente a muchas mujeres les gusta el ballet porque les seduce la idea de las princesas y los príncipes...
Bueno, imagínese: una de chiquita y de repente se puede vestir de princesa... yo tenía solo 11 años de edad. Pero, además, me gustaba mucho bailar.

Veamos: dejaste la gimnasia rítmica porque era muy dura, ¿pero el ballet acaso no es igualmente duro?
Sí, igual que la gimnasia o más duro. Lo que pasa es que en gimnasia el grupo de la selección nacional era muy pequeño, digamos cuatro niñas, y yo sentía que la entrenadora pasaba todo el tiempo sobre mí. En cambio, en el ballet era un grupo más grande y otra forma de trabajo. Era menos tiempo también: solo una hora y media al día, aunque con los años me di cuenta de que el ballet es igualmente o más difícil, pero ya para entonces no iba a rendirme.

Tenés ocho años de dedicarte al ballet. ¿Qué es lo que más te gusta de este arte?
... (Lucía esboza una sonrisa y calla como si ella misma se repitiera en silencio una pregunta que acaba de escuchar por primera vez).

¿Será el aplauso del público?
Bueno, yo estuve bailando en Chicago, en la Academia de Ballet de Joffrey, y una vez fuimos a bailar con la orquesta sinfónica de Cleveland, en Ohio, y la gente aplaudía de una forma increíble. Y aquí a veces bailo cosas más difíciles que las que hacía allá, y la gente aplaude mucho menos. Hay quienes se me acercan y me dicen que lloraron cuando me vieron bailar, y eso me hace feliz, porque ese es el objetivo: llegar al corazón.

¿No es una disciplina muy sufrida para quienes practican ballet?
Sí, es muy sacrificada.

¿Con qué argumentos convencerías a alguien para que se hiciera balletista?
Con que, por ejemplo en mi caso, cuando bailo me olvido de otras cosas, me meto a otro mundo, un mundo donde solo disfruto. Es difícil, pero una vez uno comienza a lograr las cosas, eso da la satisfacción de ir alcanzando lo que le gusta. Y cuando tengo algún problema en mi vida, eso se me olvida bailando, me puedo olvidar de las demás cosas.

¿El mundo del ballet no es uno lleno de celos, envidias y de grandes rivalidades?
Sí, también.

Recordamos lo que vimos en la película 'The Black Swan'.
Me imagino. Claro, todos quieren el papel principal y el ambiente siempre va a ser de rivalidad, pero eso es normal.

¿Te has sentido atacada alguna vez?
No, yo no. Mis amigas del ballet son mi segunda familia. Nunca he tenido problemas con nadie.

Te preguntamos esto también porque hace un mes, a mediados de mayo, hubo dos Bellas Durmientes en San Salvador presentándose simultáneamente, y de hecho los mismos días. ¿Por qué había dos compañías de ballet presentando la misma obra los mismos días en una misma ciudad, con la única diferencia de que una presentación era gratuita?
Ah, sí... lo que pasa es que está la Escuela Nacional de Danza y está la Fundación y Compañía y, casualmente, a las dos se les ocurre presentar La Bella Durmiente...

... ¿casualidad?
Nosotros la habíamos montado en 2007 y doña Alcira tenía la idea de querer montarla de nuevo y lo tenía planificado para este año. En enero de este año anunció que íbamos a presentar La Bella Durmiente para empezar con algo que llame la atención del público. Y pensó en esa obra porque si uno dice un ballet como 'La Bayadera', la gente se pregunta qué es eso, y en cambio, todo mundo sabe qué es La Bella Durmiente.

¿No es que la Compañía Ballet de El Salvador al saber que la Escuela Nacional iba a presentarla dijo 'ah, entonces nosotros también montémosla'?
¡Noooo...! Nosotros no sabíamos que ellos lo iban a hacer y comenzamos a ensayar, hasta que nos enteramos de que ellos también iban a hacerlo y hasta los mismos días. Yo creo que ninguna de las dos escuelas diría que como la otra lo va a hacer, hay que hacerlo también.

¡Y gratis lo hicieron los de la Escuela Nacional de Danza!
Bueno, pero ellos son del gobierno y entonces pueden dar funciones gratuitas.

Pero siempre pagás...
Por qué la dieron gratis no sé...

¿Y quién es mejor Bella Durmiente: Karla Trigueros o vos?
(Lucía ríe entre dientes, incómoda, como quien preferiría que algunas conversaciones tengan intercambios de silencio. A pesar de su tez clara, esta Bella Durmiente parece acostumbrada a lidiar con momentos incómodos porque no se sonroja cuando se le pide que diga quién desempeñó mejor el rol de Bella Durmiente el pasado mayo: si ella o la estelar de la Escuela Nacional de Danza 'Morena Celarié'.)
Ja ja ja... ¡y a mí me lo pregunta, ja ja...!

Nuestro país es muy chiquito y seguramente sabés cómo es ella.
Nunca la había visto bailar hasta entonces... (Lucía no puede evitar la risa que delata su incomodidad y sigue esforzándose por deshacerse de la pregunta...) sí, la fui a ver... su pregunta, bueno, ja ja ja.... realmente, ja ja ja... preferiría que se la contestara alguien más.

Lucia Figueroa, baletista. Foto Mauro Arias
Lucia Figueroa, baletista. Foto Mauro Arias

Bueno. ¿Cuál es tu fuerte como balletista?
Mi fuerte... yo diría que la parte técnica y la parte interpretativa.

¿Qué querés decir con la parte técnica?
Bailar en sí.

¿Y eso es bailar, Lucía?
¿El qué?

El ballet. ¿No es una gran impostura de baile?
¿Por qué?

O sea, es una serie de movimientos codificados, no espontáneos y antinaturales: no es natural pararse en puntas...
... No, ninguna de las posiciones en el ballet es natural, te lo puedo asegurar, pues el cuerpo humano no está diseñado para eso.

¿Y entonces por qué lo hacen?
¡Porque se ve lindo, ja ja ja!

¿Por la estética?
Sí. Es un ideal que uno nunca va a alcanzar, pero se puede acercar bastante.

Esa estética incluye el riesgo de lesiones, de deformaciones óseas...
Sí. Yo misma he tenido miles de lesiones...

¡Estás exagerando!
Bueno, sí... pero he tenido por lo menos unas cinco, y lesiones graves.

¿Y no hay manera de evitarlas, como calentar bien...?
No hay mucho que se pueda hacer... Así como los deportistas, que por mucho que calienten, siempre se lesionan. Las bailarinas viven lesionadas.

¿Vos tenés alguna lesión ahorita?
Tengo una lesión que nunca se me cura del todo. Tengo una muy pequeña de espalda y otra del tobillo, pero hay que aprender a vivir con eso.

¿A vivir con dolor todo el tiempo?
Eh... sí, hay que aprender a vivir con el dolor. Es que yo tengo que corregir una postura, pues me acostumbré mal. Es una postura con el tobillo. Sucede que yo no tengo arco en el pie...

¿Sos pie plano?
Soy pie plano. Entonces cuando me paro, mi pie se va así y todo el peso se carga en una parte del pie y... (Lucía explica cómo el mal apoyo de su pie izquierdo debido a que carece de arco le ha implicado presiones indebidas en los huesos de su tobillo, y que cuando ha logrado corregir esa posición el dolor desaparece...) ... pero corregir eso es bastante complicado.

Pero supongo que estás en edad de corregirlo. ¿La vida de una balletista es larga?
¡La vida, sí, pero la carrera no... ja ja ja ja! La carrera de bailar profesionalmente no mucho.

Volvamos a esto: hace un rato asentías cuando hablábamos del drama de la película The Black Swan...
... Nooo, esa película me parece una exageración.

¿Qué parte de ella?
Casi toda. Es cierto que en el ballet hay bastante drama y mucha rivalidad, pero esa película es una exageración, ¡exageración exageración! Sí se va a ver rivalidad, pero no llega al grado de que alguien se va a volver loca o va a suicidarse. La niña en la película ya estaba loca.

¡Pero si hace poco nos contaste que sufrías con la gimnasia rítmica!...
Pero con la gimnasia rítmica, ji ji ji... por eso me salí...

Ok, con el ballet no. Sabemos que has tenido contacto con el Ballet Bolshoi, que es una institución mundial. ¿Te han ofrecido trabajo?
No. Trabajo, no.

¿Qué te han ofrecido, entonces?
Me han ofrecido entrar a la escuela, pero la escuela es carísima: un año en la escuela del Bolshoi cuesta 80 mil dólares, que incluye vivienda, etcétera. ¡Jamás pagaría 80 mil dólares! ¿De dónde saco el dinero?

¿Y no es ese tu sueño, pues?
¡Sí, pero yo no gano dinero, ja ja ja!

¿Y si tuvieras 80 mil dólares a cuál academia preferirías ir?
A la Ópera de París. A la escuela de la Ópera de París.

¿Es la mejor academia del mundo?
Bueno, está entre la Ópera de París, el Bolshoi, la Academia Real de Londres, el American Ballet Theatre, de Estados Unidos... aunque en realidad en Rusia hay dos: la escuela del Bolshoi y la Academia Vagánova de Ballet y las dos son muy buenas.

Vos ya has tomado clases con el Bolshoi.
Es que el Bolshoi organiza todos los años un curso de verano. En 2010 yo audicioné para ese curso, que lo dieron en Nueva York. Me aceptaron y me fui para allá.

Ese curso de dos meses, ¿te fue útil?
De lo más útil. Un cambio total. Es que es distinto tener maestros que han vivido la historia del ballet. En Rusia el ballet tiene una historia de cientos de años, y el Bolshoi es una compañía de cientos de bailarines con funciones hasta tres veces al día todos los días. Y claro, aquí hay maestros muy buenos, pero que no han tenido la experiencia de la escuela rusa, con una trayectoria muy grande que se puede decir que ya lo llevan en la sangre porque viven ya en eso.

Cuando vos ves a las mejores bailarinas rusas, ¿qué te decís: 'nunca podría hacer eso' o 'yo puedo llegar a hacer eso'?
Siempre me gusta pensar que sí lo puedo llegar a hacer, pero hay cosas que ya no se pueden cambiar. Las bailarinas rusas son seleccionadas, todas antes de entrar a la escuela han pasado por pruebas físicas para determinar quiénes tienen las condiciones para poder bailar. En cambio, acá en El Salvador, por ejemplo, examinan a las alumnas, pero nunca las van a rechazar y decirles: 'Usted no va a entrar porque no tiene talento físico'.

¿'Talento físico'?
Me refiero a piernas largas, los pies como deben ser...

¿Y qué es eso de 'los pies como deben ser'?
O sea, en el sentido de que en una bailarina el ideal es que tenga piernas y brazos largos, de constitución delgada, con empeine en el pie... que significa que... bueno, 'pie flexible', digamos, para que se le facilite bailar. En Rusia así son escogidas y agarran a las que ya nacieron para bailar.

¿Y cuando vos entraste acá te dijeron que tenías 'talento físico'?
Sí.

¿Y quién te dijo eso?
Bueno, es que a mí primero me escogió mi maestra de gimnasia y fue ella la que me dijo que por mis condiciones físicas me fuera a ballet y luego Alcira me dijo que yo tenía el físico para bailar.

¿Entonces vos te ves como una especie de 'genio' para el ballet que ha nacido aquí, así como El Mágico para el fútbol salvadoreño? O sea, tu perfil físico no es el arquetipo de la mujer salvadoreña: tenés piernas y brazos largos...
... Ah, no, ese no es el físico común de las salvadoreñas...

¿La estatura también es importante?
Sí. Lo ideal es que sea alta, pero no tan alta porque como se baila en pareja, si la pareja no es muy alta, entonces no conviene.

En La Bella Durmiente tu pareja lucía mucho más bajo que vos.
Sí, es más bajo que yo Stephan Moys, pero cuando me paro en puntas...

¿Eso no va muy bien en el ballet?
Digamos que no es lo ideal.

¿No es lo ideal porque no se ve tan heroico el hombre o porque no te puede cargar bien?
Visualmente no es lo que se esperaría, pero él no tiene problemas para cargarme... Alcira nos dice a veces que yo debería ser un poco más baja para él o que él debería ser un poco más alto, pero no podemos hacer nada con eso...

¿Pero entonces vos sí estás dotada físicamente por la naturaleza mejor que tus colegas?
Yo reconozco que nací con el cuerpo ideal para el ballet y es difícil encontrar en El Salvador un físico así porque no es la anatomía usual de la salvadoreña.

¿Y para los hombres se requiere un físico similar?
Sí, casi igual, pero lo más importante no es tener el cuerpo indicado: al final lo que hará bailarín a un bailarín es su pasión, su entrega, su disciplina y que tenga capacidad interpretativa. Si alguien no puede interpretar la danza, no podrá ser un buen bailarín, porque el cuerpo adecuado puede ser un medio, pero si no se dedica, si no le importa o no puede interpretar la danza, no será un buen bailarín.

Ya que tenés el físido ideal para el ballet, cabe preguntarte: ¿de la Escuela Nacional de Danza han llamado a tu puerta para intentar reclutarte?
(Lucía, de nuevo, cae en esa risita que le salta cuando está valorando eludir la pregunta, hacer prevalecer su sentido de la diplomacia, acudir a la sutileza del tacto) Je je je...

¿No?
No... je je je...

¿Y por qué te da esa risa nerviosa cuando te hacemos este tipo de preguntas?
Je je je... es que no sé qué creen ustedes que... je je je... ¿pero cómo reclutarme?

O sea, para que vayás a bailar con ellos o a compartir experiencias...
... Aaah... bueno... no, la verdad que no...

¿No hacen intercambios la Compañía Ballet de El Salvador y la Escuela Nacional de Danza?
No. Pero, por ejemplo, si doña Alcira invita a un maestro de afuera a dar un curso, los invita a ellos, y si ellos hacen algún curso, ya nos han invitado...

¿Pero no es que haya enemistad como entre los clubes de fútbol?
Noooo, no hay enemistad.

¿Cuál ha sido hasta hoy tu mejor presentación en ballet?
Bueno, allá en Ohio, aunque no fui la bailarina principal sino que parte del cuerpo de baile, tuve más aplausos que acá...

Lucia Figueroa, baletista. Foto Mauro Arias
Lucia Figueroa, baletista. Foto Mauro Arias

¿Pero cuál dirías que ha sido tu mejor presentación técnica?
Ha habido varias, pero quizás La Bella Durmiente. Bueno, como solista yo he hecho dos presentaciones: El Lago de los Cisnes y La Bella Durmiente. Lo que pasa es que me encantó hacer El Lago, pero yo tenía una fractura, una fisura, que me la descubrieron cuando faltaban como dos semanas para la presentación y ya estaba hecha toda la publicidad. El doctor me dijo que era una pequeña fisura y que si bailaba iba a aguantar, pero que me iba a doler un montón. Como yo había ensayado durante tantos meses, yo quería bailarla y el doctor me dijo: 'Vamos a hacer una cosa: descanse una semana antes de la obra' y yo descansé para que la fractura del pie se consolidara y para que el día de la obra ya pudiera bailar mejor. Claro que una como bailarina no espera bailar después de una semana de no haber ensayado, de casi no haberse movido, porque ha perdido resistencia. Uno no puede bailar fuera de forma, pero aun así me arriesgué y fue un dolor espantoso y al final de la obra no podía ni caminar, y por eso ni siquiera pude saludar. Sí la bailé pero la sufrí. Me ponían anestesia pero no me hizo efecto, me tomé montón de pastillas pero no me hacían efecto. Empecé la obra normal, no me dolía tanto, y el primer acto, tranquilo, el segundo estuvo bien, pero ya en el tercero no aguantaba el dolor, y cuando terminó la obra vi que se abrió el cielo y me dije 'menos mal que se acabó'. Llegué a mi casa y al siguiente día me enyesaron.

¿Esto cuándo fue?
En junio de 2012. Entonces esa y La Bella Durmiente han sido las únicas dos obras que yo he hecho como solista. A la gente le encantó y fue la primera vez que hasta hubo reventa de boletos afuera. Esa fue la primera vez que se llenó así.

¿Y no se llena el teatro solo de los parientes de los bailarines?
Llegan parientes de los que bailamos, pero también llega otra gente.

¿Vos has pensado en que el ballet sea tu forma de ganarte la vida?
Sí, claro que sí.

¿Y por qué estás estudiando administración de empresas?
Bueno, lo que pasa es que... yo sí quiero que el ballet llegue a ser algo profesional en El Salvador, pero ahorita no estamos ni cerca de eso, entonces estudiar administración viene a ser para mí como un respaldo porque yo sé que ahora ni en los próximos años no se va a vivir del ballet aquí en El Salvador... ni de ningún arte, creo yo.

Cuando presentaron La Bella Durmiente en mayo pasado, ¿se repartieron la taquilla entre ustedes?
No, no... o sea, sí nos pagaron. A los bailarines nos paga doña Alcira, pero no es que tengamos un sueldo fijo, ganamos de acuerdo con cómo nos vaya con la taquilla, de las veces que bailemos. Sí nos pagan, pero no es que yo vaya a poder vivir de eso.

¿Cuánto les pagan?
... (Lucía vuelve a reaccionar con sus risitas nerviosas y es incapaz de articular una palabra).

O sea, para tener una idea...
Ja ja ja... se va a enojar doña Alcira si les cuento. Digamos queee... ¿y lo van a publicar?

¡Claro!
Ja ja ja... ¿y si se enoja doña Alcira por lo que ando contando...? Bueno, realmente lo voy a decir: muy poco.

Vaya, veamos: ¿de La Bella Durmiente cuántas presentaciones hicieron en el Teatro Presidente?
Bailamos cuatro días.

¿Y cuánto fue a tu bolsillo producto de esas cuatro presentaciones?
Como 300 dólares. En otros países se gana muchísimo más.

¿Y por qué un salvadoreño debería pagar 10 dólares para ir a ver ballet -y eso que 10 dólares es barato-?
Sí, es barato. Por ejemplo... yo también estuve en el Ballet de Washington en 2012. Yo estaba en la escuela, en el último nivel, y cuando bailé El Cascanueces allá mi familia me fue a ver y las entradas más baratas eran de 75 dólares, y la gente que quería buen puesto pagaba muchísimo más. Pero, además, y nosotros, ¿por qué no ganamos más? Porque siempre hay mucho margen que invertir. Por ejemplo en la Fundación en este momento necesitamos cambiar el piso, hay unas goteras... entonces no podemos darnos el lujo de repartir todos los ingresos...

¿Y por qué un hombre salvadoreño debería ir al teatro a ver ballet?
En Europa ir al teatro a ver ballet es como ir... bueno, es algo muy apreciado. Creo que es algo cultural...

Convencenos a nosotros de por qué deberíamos pagar 10 dólares para ir a ver ballet.
Porque es algo distinto: es algo mágico ver todos los movimientos, sublime, estéticamente lucen muy bien esos movimientos.

Lucía, vos sos católica: ¿el ballet no te hace mostrar mucha carne?
Depende del ballet que se baile...

¿Eso no te causa un conflicto?
No, porque no se muestra de forma vulgar, sino con el fin de que luzca estético y según lo que se representa.

¿Y en la faldita pequeña y en que los hombres enseñen los genitales con su malla no hay una carga erótica porque tal vez a los reyes y zares les gustaba eso?
Pues...

Un cuerpo atlético, un cuerpo en buen estado físico naturalmente es atractivo.
Pues... ¡yo no sé los zares, ja ja ja! Pero... hay una tradición...

¿Tal vez la gente era menos mojigata que hoy?
Creo que al contrario, que antes quizás más.

¿Hasta dónde pensás llegar en el ballet?
Ojalá un día pueda poner una academia, pero lo que más me gustaría es que aquí en El Salvador hubiera una compañía de danza formal, con sueldo fijo, con horarios fijos...

Que se dignifique.
Sí, y que la gente pueda pensar en los artistas como en profesionales, ya sean músicos, pintores o escultores.

¿Cuáles son tus principales debilidades como persona?
Quizás ser demasiado perfeccionista.

Eso suena más a una virtud...
Bueno, pero...

¿O no tenés defectos?
Cómo no, muchísimos... quizás debería ser un poco más...

(La campana salva a Lucía momentáneamente porque reaparece su madre e interrumpe la conversación. Y la mamá le pregunta si la espera y Lucía le dice que no hace falta, que para eso ya hace unos minutos le había dejado las llaves del carro)

Estábamos en que nos ibas a confesar cuáles son tus más grandes pecados...
(Reaparecen las risitas nerviosas) ... es que no sé...

¿Te da pena decirlos?
Nooo...

Mirá, vos participaste en la Boston International Ballet Competition y se supone que esa es una actividad muy prestigiosa.
... Sí, ese es como un mundial de ballet.

¡Oooh! ¿Y cómo te fue?
Bieeeen... ya había ido a otras competencias, pero esa fue la primera competencia de nivel difícil difícil. Éramos 23 países y... o sea, me fue bien, pero no gané nada... la ganancia más grande fue haber salido y ver dónde uno está parado. La gente que ganó es ahorita primer bailarín del Ballet de Londres, pero aun así fue algo muy bueno porque no cualquiera va a esa competencia. Se hace audición para poder participar y llega gente de todo el mundo, de China, de Israel...

¿Pero entonces te ganaste el pase a esta especie de mundial de ballet? Porque habrá quiénes podrían decir 'no, ella es una niña mimada que tiene los recursos y no se ganó el espacio y hay bailarinas más talentosas que no tienen los recursos y nunca van a poder ir'. ¿Eso es así?
No, una para entrar a esa competencia tiene que hacer una audición y si la aceptan con esa audición puede participar. La primera decisión es si la aceptan o no, y eso lo deciden los jurados de la audición. Todos los bailarines saben que a pesar de todas las facilidades que alguien pueda tener, siempre es un gran sacrificio bailar.

¿Cuál es tu próxima presentación?
En agosto, las Zapatillas Rojas.

Ilustranos sobre esto: en una escala entre 0 y 10, donde 10 es la perfección, ¿en qué punto te ubicás vos, técnicamente?
En 8.9. Eso lo digo porque en la Fundación estudiamos con el sistema de la Royal Academy of Dance, de Londres, y uno va examinando grado por grado y yo hice el grado más alto el año pasado. En los últimos dos años lo he hecho y he tenido 90 y 88 en los dos exámenes, de 100 posibles. El último grado se llama 'Advanced 2', y he sido a primera bailarina salvadoreña que ha obtenido una nota así de alta. Según la calificación que uno tiene le pueden dar 'pass', 'medium' y 'distinction', y en El Salvador nadie había sacado 'distinction' hasta el año pasado que lo hice yo.

¿Y te gusta ir a fiestas, Lucía?
Sí.

¿Y bailás reguetón...?
¡Claro!

¡¿Sí?!
¡Ni modo que voy a bailar ballet allí, pues!

¡Ja ja ja ja ja...!
Ja ja ja...

Has de bailarlo bien, por supuesto...
... Normal, diría yo... es que tampoco es que me he especializado en reguetón, ja ja ja...

Ja ja ja... sos tolerante, pues.
Me gustan muchos tipos de baile... aunque de ninguno sé tanto como del ballet.

Lucía Figueroa en la presentación del ballet El Quijote en el Teatro Presidente en en agosto de 2013. Foto Fred Ramos
Lucía Figueroa en la presentación del ballet El Quijote en el Teatro Presidente en en agosto de 2013. Foto Fred Ramos

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