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A los responsables de la seguridad no les alegra tanto el éxito de las selecciones latinas

¡Cuidado Europa! La pasión latinoamericana se ha apoderado de la Copa del Mundo, trayendo consigo un clima de carnaval a los estadios, pero también dolores de cabeza sobre la seguridad para las autoridades brasileñas.


Jueves, 26 de junio de 2014
Laurent Thomet (AFP) / El Faro

Sao Paulo, BRASIL. A medio camino del Mundial de Brasil 2014, hordas de hinchas latinoamericanos han llegado a Brasil en automóvil, autobús o avión, y han sido en general los más ruidosos mientras sus selecciones brillan en la cancha. Luego de los triunfos de equipos europeos en las dos últimas Copas del Mundo, tienen razones para celebrar. Y están confiados, porque los latinoamericanos han ganado todas las Copas del Mundo celebradas en la región desde la primera en 1930.

Desde México hasta la pequeña Costa Rica, pasando por Colombia, Chile, Argentina y Uruguay, las selecciones de América Latina en su mayoría han superado a sus rivales europeos, asiáticos y africanos durante la fase de grupos.

Pero sus hinchas han sido también los más alborotadores, dando trabajo extra a las fuerzas de seguridad brasileñas, que ya enfrentan un movimiento de protestas contra la Copa.

Y lo peor aún no ha llegado.

Este viernes será el primer día sin partidos desde que empezó el Mundial, y los octavos de final comienzan el sábado, en un día 100% latinoamericano: Brasil contra Chile, y Colombia contra Uruguay.

Pero uno de los mejores jugadores de Sudamérica, el atacante uruguayo Luis Suárez, podría despedirse del torneo, ya que la FIFA investiga las acusaciones de que mordió a un defensor italiano durante el partido que Uruguay ganó 1-0 y que envió a los europeos a casa.

“La primera mitad de la Copa ha sido en general positiva. Las protestas han tenido poco impacto. El pueblo brasileño quiere disfrutar del Mundial”, dijo Pablo Azevedo, experto en administración del deporte de la Universidad de Brasilia. Azevedo dijo que un sondeo realizado por su instituto de investigación deportiva consultando a 300 hinchas extranjeros concluyó que dan una buena nota a la organización del torneo, que están lejos de temer el caos.

Estas son buenas noticias para la presidenta Dilma Rousseff, que el sábado lanzó oficialmente su candidatura a la reelección en octubre y es favorita en las encuestas, a pesar de una caída en la popularidad a raíz del inmenso gasto público en la Copa.

Invasiones de estadios

La pasión de algunos hinchas es tan fuerte que desborda. Las autoridades tuvieron que reforzar la seguridad en los 12 estadios esta semana para impedir nuevas invasiones de hinchas sin entradas, luego de que decenas de argentinos y chilenos forzaran su ingreso al Maracaná en dos partidos.

Unos 30 argentinos y cerca de 85 chilenos fueron detenidos por la policía, fichados y recibieron la orden de salir del país en 72 horas.

Dentro del estadio, decenas de miles de hinchas chilenos alentaron a su selección y despidieron a España, los actuales campeones del mundo, tras vencerlos 2-0.

Los hinchas mexicanos con sus enormes sombreros y máscaras de lucha libre también son ruidosos. Quizás demasiado ruidosos. La FIFA investigó los gritos de “puto” que cantaron a los guardametas de los equipos rivales durante los duelos, pero decidió no sancionar a la Federación Mexicana de Fútbol.

Hinchas de Argentina –los eternos rivales de Brasil– han llegado en hordas, provocando dolores de cabeza a la seguridad. Un grupo de argentinos se enfrentó con hinchas brasileños en Belo Horizonte el sábado pasado, y la policía debió dispersarlos con bombas de estruendo.

Horas después, la policía usó municiones no letales para dispersar hinchas que intentaron acercarse demasiado al bus de la selección argentina antes de su triunfo 1-0 sobre Irán.

Antes de que la Copa empezara las autoridades dijeron que prohibirían la entrada a 2,100 barrasbravas argentinos. Al menos 32 han sido frenados en la fronteras.

Pero la mayoría parece estar en clima de fiesta. Unos 100,000 hinchas inundaron la ciudad de Porto Alegre en el sur del país para el partido del miércoles con Irán, que el equipo de Lionel Messi ganó por 3-2. Uno de ellos se paseaba por las calles de la ciudad en un coche descapotable, disfrazado del papa argentino Francisco.

Protestas en baja

Los ejércitos de hinchas festivos en todo el país han superado por creces la cifra de manifestantes que se oponen a los 11,000 millones de dólares que costó organizar la Copa.

El año pasado, los brasileños salieron en masa a las calles durante la Copa Confederaciones, un test para el Mundial, en protestas que terminaron en choques violentos con la policía. Esta vez las manifestaciones han convocado a menos ciudadanos, aunque hay enfrentamientos esporádicos con piedras, gases lacrimógenos, bombas de estruendo y balas de goma.

“Hay poca gente en las protestas a raíz de la represión del primer día”, dijo Rodrigo Antonio, de 36 años, que el lunes se manifestó junto a unas 200 personas por una céntrica avenida de Sao Paulo durante la goleada de Brasil sobre Camerún por 4-1.

Gabriel Salas, de 47 años, un abogado de Santiago, se halló en medio de la protesta con sus tres hijos, envuelto en la bandera de Chile. “Es una pena, porque la Copa del Mundo es una fiesta que debe ser para todos”, dijo.

© Agence France-Presse

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