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La abdicación de Juan Carlos I reabre el debate sobre el futuro de la monarquía española

España, que tras la abdicación este lunes del rey Juan Carlos I en favor de su hijo Felipe de Borbón hace frente a una sucesión monárquica, es un país que en los últimos siglos mostró un apoyo volátil a sus reyes, reemplazados en dos ocasiones por repúblicas vinculadas a reivindicaciones sociales.


Lunes, 2 de junio de 2014
Anna Cuenca (AFP) / El Faro

Felipe de Borbón, hijo de Juan Carlos I, reinaría bajo el título de Felipe VI. Foto Mauro Arias.
Felipe de Borbón, hijo de Juan Carlos I, reinaría bajo el título de Felipe VI. Foto Mauro Arias.

Madrid, ESPAÑA. “Más allá del rey Juan Carlos”, loado por su papel clave en la transición tras la dictadura franquista (1939-1975), “en España no hay un sentimiento profundamente monárquico”, explicaba José Antonio Zarzalejos, exdirector del diario conservador ABC.

Designado por el propio Franco para sucederle, Juan Carlos, que subió al trono el 22 de noviembre de 1975, instaló la democracia venciendo la resistencia de la derecha más conservadora. Conquistó así una legitimidad que, una generación más tarde, le toca defender a su hijo.

Educado concienzudamente para ser rey, con instrucción militar, estudios de Derecho y un máster de Relaciones Internacionales en Estados Unidos, el futuro Felipe VI, que habla fluidamente varios idiomas, deberá jugar bien estas bazas para ganarse a los españoles.

“La mayoría de la ciudadanía española no es ni monárquica ni republicana, considera que son formas de gobierno y de una manera pragmática le parece que si funciona una o la otra cualquiera de las dos está bien”, afirma el historiador José Varela Ortega.

A diferencia de países como Gran Bretaña, donde “la Corona está dentro mismo de la idea de país, identificada a la nación”, en España “no hay un sentimiento monárquico” arraigado históricamente, precisa este nieto del gran filósofo español José Ortega y Gasset.

Las dinastías de los Trastámaras, los Austrias y los Borbones se sucedieron desde el siglo XIV, con los paréntesis de José Bonaparte, impuesto en el trono entre 1808 y 1813 por su hermano Napoleón, y un heredero de la casa de Saboya, Amadeo I, que reinó poco más de dos años hasta la proclamación de la I República en 1873.

“España ha tenido muchas monarquías pero nunca han sido demasiado próximas a la población, fueron monarquías a la fuerza”, explica Fermín Bouza, profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid.

“Todo lo que esté vinculado a la monarquía es un poco forzado, por más que en algún momento como el de la Transición le haya resultado tranquilizador a la gente”, considera, recordando que la Corona no gozaba de gran respaldo popular a la muerte de Franco.

Desde la llegada de los Borbones franceses en 1700 y la creación con ellos de un Estado centralizado, la popularidad de los reyes fue volátil.

Aunque algunos como Carlos III (1759-1788) gozaron de un gran apoyo, “ha habido Borbones que han tenido épocas de popularidad y épocas de denigración”, recuerda Zarzalejos.

Así Fernando VII fue apodado el 'Rey Deseado', cuando llegó en 1808 al trono, tras la abdicación de su padre Carlos IV, para reinar durante dos meses antes de ser hecho preso por Napoleón. Sin embargo, tras su regreso en 1813 se convirtió para los españoles en el 'Rey Felón', porque derogó la Constitución liberal de 1812 y restauró el absolutismo.

También su hija Isabel II (1833-1868) fue al principio considerada una reina liberal frente a los carlistas, conservadores partidarios de su tío Carlos, pero terminó enfrentada a un levantamiento revolucionario que la llevó al exilio en París y acabó provocando la breve e inestable I República, entre febrero de 1873 y diciembre de 1874.

Un ejemplo más, el de Alfonso XIII, abuelo de Juan Carlos, que se puso al país en contra cuando, tras “conducir muy bien la alternancia entre liberales y conservadores” en el gobierno durante años, apoyó en 1923 la dictadura del militar Miguel Primo de Rivera, explica Zarzalejos.

Entonces, recuerda Bouza, tuvo lugar una “explosión de republicanismo en las grandes ciudades” que dio pie en 1931 a la II República, finiquitada con la Guerra Civil (1936-1939).

“Era algo que estaba cantado, que se veía venir y que en cualquier momento puede volver a ocurrir” si crece el malestar social, advierte el sociólogo, porque en España “la república siempre ha estado unida a reivindicaciones sociales”.

También los escándalos que marcaron los últimos años del reinado de Juan Carlos, como los problemas judiciales de su yerno Iñaki Urdangarin, pusieron en entredicho la legitimidad de la Corona.

Estas cuestiones provocaron “la reactivación de un debate que hace muchos años que no se daba realmente: el de la república”, señalaba Bouza.

© Agence France-Presse

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