El Ágora /

Claves y malabares de la Orquesta Sinfónica de El Salvador para la temporada 2014

No tener todos los instrumentos necesarios para tocar una pieza es un desafío cotidiano para la Orquesta Sinfónica de El Salvador, que se impone a sus carencias gracias a la pasión de sus músicos, quienes asumen como apostolado poner la música clásica al alcance de los salvadoreños. Con un presupuesto recortado por la Secretaría de Cultura, la orquesta inicia su temporada 2014 este miércoles 7 de mayo, en el Teatro Presidente.


Domingo, 4 de mayo de 2014
Rebeca Monge

La Orquesta Sinfónica de El Salvador es la única institución declarada como Patrimonio Cultural Vivo por la Asamblea Legislativa. Celebró sus 90 años en 2012 en el Teatro Presidente con una cantata compuesta por el alemán Carl Off llamada “Carmina Burana”. / Foto: José Carlos Reyes.
La Orquesta Sinfónica de El Salvador es la única institución declarada como Patrimonio Cultural Vivo por la Asamblea Legislativa. Celebró sus 90 años en 2012 en el Teatro Presidente con una cantata compuesta por el alemán Carl Off llamada “Carmina Burana”. / Foto: José Carlos Reyes.

A las 10 de la mañana del jueves 24 de abril estar sobre el escenario del Teatro Presidente de San Salvador es igual que estar en un sauna: no hay aire acondicionado y la temperatura supera los 30 grados celsius. A esa hora en el teatro no hay audiencia, y es un sauna oscuro pero ruidoso: 73 músicos ensayan tocando la sexta sinfonía del compositor austriaco Gustav Mahler, una obra del Romanticismo tardío con rasgos modernistas a la que también se le conoce, fuera del contexto formal y académico, como La sinfonía trágica, nombre con el que no todos coinciden desde que en su estreno en Viena en 1907 alguien, que no era Mahler, le pusiera ese nombre en el programa. Esta historia no la escribió Mahler, pero lleva música: es sobre una sinfónica, la de El Salvador, y tiene algo de trágico.

Escoger la Sexta de Mahler, y no la Quinta, una de las más tocadas del compositor en la historia reciente de la música de Occidente (como lo confirma el último reporte del repertorio de temporada de la League of American Orchestras), nos dice algo más de nuestra orquesta sinfónica: está acostumbrada a luchar contra las circunstancias. Esta sinfonía sin suerte parece ser la más apropiada para musicalizar esta escena: mientras ensayan, gotas de sudor les escurren sobre el rostro a estos músicos, que tocan dentro de este horno negro complejas piezas musicales que requieren gran esfuerzo físico y mental.

Desde el 3 de enero hasta lo que va de abril, excepto por la Semana Santa, la orquesta ha estado ensayando repertorios de conciertos especiales y de los conciertos de la temporada de este año. Hacen una especie de rito sonoro que empieza con la afinación de los instrumentos, y sigue con la lectura e interpretación colectiva de las obras. Durante la otra mitad del día los ejercicios de entonación corren por cuenta de cada uno, que debe irse a estudiar a su casa y trabajar con su instrumento para lograr una buena ejecución de la pieza. Con este y los próximos siete ensayos, la Orquesta Sinfónica de El Salvador espera tener lo más pulida posible la sinfonía para interpretarla en el concierto de inicio de la temporada 2014 este martes 7 de mayo, en el Teatro Presidente de San Salvador.

Ensamblar el programa de cada año siempre ha implicado malabares para este colectivo. La selección de obras debe corresponderse con las posibilidades técnicas y con los recursos humanos y materiales de los que se dispone. Los recursos no son muchos: están bastante cerca de nada. Es por eso que navegar el programa y examinar cómo se conforma sirve para entender la realidad y dinámicas que vive la Orquesta Sinfónica de El Salvador.    

A este ejército lírico lo dirige German Cáceres, un hombre sereno y críptico, que no invierte muchas palabras cuando habla sobre la música que ha escogido para el repertorio de piezas de la temporada. Sin embargo, el programa habla con cierta elocuencia sobre sus preferencias de curador sinfónico y administrador de recursos y talentos: Mahler no es el único compositor del repertorio que compuso obras bajo la influencia del Romanticismo tardío. La mayoría de las piezas de esta temporada corresponde a este movimiento artístico y al Romanticismo. A Mahler lo acompañan el francés Charles-Camille Saint-Saëns, los alemanes Félix Mendelssohn, Max Bruch y Johannes Brahms; y un polaco que suena poco familiar en la programación usual de las temporadas de la orquesta: Henryk Wieniawski.

Para leer este programa también hay que tomar en cuenta que la relación de algunos de estos compositores con el romanticismo o el romanticismo tardío siempre ha sido cuestionable, pero cualquier melómano sabe que los estilos siempre se entremezclan: las obras de Brahms, por ejemplo, captaron al principio la influencia de los clasicistas. Fue hasta más tarde en su vida como compositor, cuando escribió la obra que la orquesta tocará este año, y que se asocia al romanticismo tardío. Pero son los nacionalistas del siglo XX, como el mexicano Silvestre Revueltas y el español Manuel de Falla, el foco de interés de Cáceres para la programación de esta temporada, interés que queda en evidencia al ser a los únicos a los que menciona Cáceres, con énfasis, cuando se le pregunta por el escogimiento de las obras.

Las palabras del director se vuelven a poner escasas cuando le preguntamos sobre los requisitos de preparación del estreno de una pieza musical, de modo que recurrimos a otra fuente autorizada, la directora Nacional de Artes, Tatiana de la Ossa. Esta funcionaria, que es también directora de teatro y gestora cultural, ha estado trabajando de cerca con la orquesta como gestora de trabas administrativas, y como directora artística en uno de los conciertos especiales que hicieron el pasado 21 de marzo para celebrar el equinoccio de primavera con un tributo a los ancestros indígenas. En cuanto al proceso práctico del montaje de una obra que nunca ha sido interpretada en el país por una orquesta sinfónica o filarmónica, según explica, 'requiere que el director consiga, ordene y ensamble todas las partituras de la pieza primero. Luego, si se necesita, puede editarlas o hacer arreglos para uno o más grupos de instrumentos'. Cuando los músicos ya tienen las partituras en mano y empiezan a ensayar, este especialista en música debe guiarlos por el terreno de su propio criterio sobre cómo se debe tocar la obra, y sobre todo, cómo debe sonar, algo que también determinan la afinación y entonación de la orquesta.

Con las implicaciones técnicas de la interpretación de una pieza, ya sea un estreno o una de las que esta orquesta se sabe de memoria (como la novena sinfonía de Beethoven) el director no sólo debe conocer todo el contexto en que la obra fue compuesta sino también tener los recursos técnicos para llevarla a una 'puesta en escena', y asegurarse de que la orquesta tenga todos los instrumentos necesarios para tocar esa pieza en específico. Con su preparación académica, y su recorrido como director de esta orquesta en dos períodos, uno de 15 años consecutivos y otro de 12, Cáceres conoce aquello con lo que cuenta y no cuenta para que las obras que escoge se toquen. Aunque los recursos y el rigor que exige la interpretación de las obras sean básicos y esenciales para que una orquesta sinfónica ejecute, en El Salvador esto representa un camino azaroso, donde problemas como la falta de instrumentos se resuelven con soluciones de último momento, prestando los instrumentos a otra orquesta, o a quien sea que los tenga en buen estado.

Ensayo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Presidente de San Salvador. Foto Rebeca Monge
Ensayo de la Orquesta Sinfónica Nacional en el Teatro Presidente de San Salvador. Foto Rebeca Monge

Alejandra Funes, violonchelista de la orquesta y miembro de la directiva de la Asociación de Músicos de la orquesta, cuenta que esta institución musical 'no tiene dinero para comprar ni para mantener instrumentos'. Hace referencia al caso de un oboe que ronda los 7,000 dólares y que terminó arruinándose porque su mantenimiento requería una inversión de 5,000, que no tenían por la falta de fondos que reciben de la Secretaría de Cultura. Añade que por esta falta de recursos, la asociación tiene que hacerse cargo por su propia cuenta de conseguir patrocinio y apoyo internacional para reparar sus instrumentos o traer solistas extranjeros, que no sólo llegan a El Salvador para atraer asistentes a los conciertos, sino para intercambiar conocimiento con los músicos salvadoreños, cuya formación académica y ejercicio profesional es solo otro desafío que ellos deben afrontar por sí solos.

La Directora Nacional de Artes tiene un aproximado de la reducción del presupuesto de la orquesta en los últimos cuatro años concluyendo que 'los fondos han disminuido a un tercio de lo que era antes'. Dice que cuando ella llegó al cargo el año pasado, 'los recursos eran tan mínimos que no se estaba haciendo nada por el mantenimiento y reparación de los instrumentos, y no se compraba accesorios para estos, ni uniformes para los músicos'. En 2010 y 2011, también había sostenido conversaciones con ellos, que se quejaban de eso mismo y de no recibir un escalafón que los acreditara para revisiones salariales periódicas. Entonces fue cuando se frustró el intento de los músicos por denunciar la situación en un concierto en el que leerían un comunicado frente al público, que tuvo como consecuencia el despido de dos de ellos. 

Otro de los músicos, quien no quiso que se revelara su nombre en esta publicación por temor a represalias, confirma esa reducción del presupuesto que llega a manos de la orquesta, y agrega que 'después de que (eventualmente) restituyeran [por orden de un juez] a los dos músicos despedidos y les dieran a todos un aumento salarial que no incluía el escalafón ni las peticiones de la orquesta durante la gestión de Héctor Samour en 2012, los músicos de la asociación terminaron ajustándose a las circunstancias y se quedaron conformes'. Ese mismo año, también viajaron, finalmente, en buses cómodos a sus presentaciones en el interior del país. Antes iban en buses amarillos, estrechos y calurosos. Otro sauna.

Este músico de la sección de cuerdas dice que en la gestión actual de Magdalena Granadino siguen con fondos a cuentagotas: 'Para este año, no habían programado ni un concierto con solistas o directores de orquesta extranjeros. Antes, la mitad de lo que duraban las temporadas tenía la participación de estos solistas'. De no haber sido porque la orquesta asumió esta responsabilidad y buscó apoyo en cooperaciones y embajadas, agrega, 'no hubiese conciertos confirmados para este año', que tendrán la visita de apenas cuatro solistas y dos directores que llegarán al país desde España, Alemania, Ecuador, Perú, y Argentina para acompañar a los músicos en el escenario esta temporada.

Tanto Cáceres como la Asociación de Músicos integrada por los que tocan, y que a la vez asumen labores administrativas dentro de la orquesta, son quienes se hacen cargo de gestionar asuntos como ese. Los músicos coinciden en que no les corresponde asumir esas labores, pues 'los músicos están para tocar su instrumento, no para hacer operaciones que le corresponde hacer al administrador de la orquesta en Secultura, Manuel Ávalos'.

Lo imperdible de la temporada 

Según el repertorio de toda la temporada, que al cierre de esta publicación todavía tenía cuatro programas sin confirmar, este año la orquesta va a estrenar en El Salvador seis obras: la Sinfonía N° 6 de Gustav Mahler (con la que iniciará la temporada); el concierto para violín y orquesta del violinista y compositor polaco Henryk Wieniawski, el concierto para violín y orquesta del romanticista Max Bruch; la Canción del destino, para coro y orquesta, de Johannes Brahms; La noche de los mayas, pieza modernista del mexicano Silvestre Revueltas; y la Burleske para piano y orquesta de Richard Strauss, que algunos músicos solo han tocado en arreglos para música de cámara organizados independientemente por la Asociación de Músicos.

En total son 17 piezas distintas, pero esa cifra cambia al momento de intentar hacer que cada una encaje en un solo estilo o movimiento artístico: muchas obras suelen haber sido escritas bajo la influencia de varias corrientes estilísticas. En la infografía que acompaña a este texto se muestra en números la cantidad de piezas que se asocian con un estilo u otro, pero de estas, una sola puede estar incluida en dos estilos a la vez. Ocho de esas 17 obras son conciertos para instrumento. De esos ocho, la mayoría son para cuerdas: hay cuatro para violín, entre los que están el de Wieniawski, programado para el 16 de julio; el concierto de Jean Sibelius, programado para agosto; y el concierto de Bruch, otro de los estrenos de la temporada, y habrá que esperar hasta octubre para escucharlo en vivo. Los otros cuatro se dividen en un concierto para violonchelo de Antonín Dvorak; el concierto para clarinete de Mozart, y el concierto n° 3 para corno francés del mismo autor clásico. También hay dos obras para piano: el estreno de la Burleske de Strauss en su arreglo original para orquesta, programada para el 2 de julio, y Noche en los jardines de España, del español Manuel de Falla, contemporáneo de los nacionalistas del siglo XX, que la orquesta tocará el 10 de septiembre. 

Otras de las obras que sobresalen, por no ser el tipo de composición orquestal más tocado en El Salvador como las sinfonías o conciertos para instrumento, es la Pasacalle Op. 1 del austriaco Anton von Webern, que junto con el estreno de Bruch forman el programa del 9 y 10 de octubre. Y para los que tengan una predilección por las piezas corales, la orquesta va a tocar un estreno de Brahms, la Canción del destino, una adaptación de coro y orquesta para el poema del mismo nombre, escrito por Friedrich Hölderlin, poeta lírico influyente en el romanticismo alemán. 

Del programa tampoco quedan fuera los autores centroamericanos: habrá un concierto dedicado sólo a sus composiciones el 4 y 5 de junio pero aún no tiene definido el programa. German Cáceres sólo dio un adelanto diciendo que en ese concierto también van a tocar una pieza de su autoría, aunque no especificó el nombre. La que sí está confirmada para otro concierto el 22 de octubre es Ollintonatiu, obra para orquesta de rasgos modernistas, del salvadoreño Esteban Servellón. 

La investigadora salvadoreña María de Baratta, que nació a finales del siglo XIX, es la única mujer autora de dos obras que la orquesta estrenó este año en el concierto especial del equinoccio, pero que no ha incluido en el programa de temporada regular. Ambas piezas (Danza indígena y Pasan los cazadores) estaban inspiradas en el mundo precolombino, y fueron originalmente compuestas para piano. La OSES tocó durante el concierto de celebración del equinoccio los arreglos orquestales de estas dos piezas que hizo Alejandro Muñoz Ciudad Real, exdirector de la orquesta en 1940. Con este repertorio, Cáceres dice que 'la orquesta busca revivir obras de compositores de la región centroamericana que no han sido tocadas por mucho tiempo', como es el caso de las obras de Revueltas y de Servellón, 'para ofrecerle al público una variedad lo más amplia posible'.

A pesar de la pobreza, la familia recibe nueva miembro

Por primera vez desde la época del exdirector Alejandro Muñoz Ciudad Real en la década de 1940, la orquesta volverá a estar completa este año con la adición de Priscila Steller, arpista costarricense que compartirá el escenario del Teatro Nacional de San Salvador y del Teatro Presidente con los músicos de la Orquesta Sinfónica de El Salvador durante los conciertos de toda la temporada 2014. La Secretaría de Cultura nombró oficialmente a la arpista como miembro de la orquesta el 3 de febrero pasado, luego de que los músicos hicieran la petición de añadirla al equipo.

Steller, que ha sido miembro de las orquestas Filarmónica de Costa Rica, Sinfónica de Heredia, Sinfónica de la Universidad de Costa Rica y Sinfónica de Cartago. Participó en el décimo y undécimo Congreso Mundial de Arpa del 2008 y 2011, acompañó a la OSES por primera vez en el concierto de inauguración de la temporada 2013 tocando el solo de arpa del cuarto movimiento de la Sinfonía N° 5 de Mahler, obra que a pesar de ser extremadamente popular a lo largo de la historia reciente de la música, no había sido tocada por la orquesta sinfónica nacional durante años porque, aunque sí contaba con un arpa, no tenía una arpista que la pudiese tocar.

Según cuenta la arpista, ella aceptó formar parte de la sinfónica nacional 'porque me pareció un buen reto para cumplir mi misión principal: fundar una cátedra de arpa en El Salvador que capacite a nuevos artistas y músicos salvadoreños para tocar el instrumento'. Sin embargo, dice que hasta el momento, su proyecto no se ha podido concretar 'porque no he encontrado el apoyo necesario de organizaciones que permita la compra del instrumento específicamente para ese propósito con fines educativos'.

La arpista, que tiene experiencia en la interpretación de piezas de música clásica, música popular para arpa y jazz, también resalta la necesidad de incorporar música contemporánea y obras de compositores no europeos a la programación de las temporadas diciendo que 'la mayor parte de los repertorios que tocan las orquestas sinfónicas y filarmónicas en el presente es música de hombres blancos que están muertos. Lo bueno es explorar la música que surgió desde los inicios de la humanidad hasta lo que se está componiendo ahora, entonces, ¿por qué no habría de explorar la música de otras culturas que no sólo sea la de Occidente? ¿Por qué no explorar música escrita por mujeres?' 

Con su intento por iniciar ese proyecto didáctico, Steller asegura que aún 'hay mucha historia de la sinfónica nacional por desentrañar, ya que se trata de una orquesta muy antigua', cuyo trasfondo puede ser útil para quienes buscan impulsar las artes y la música en El Salvador, razón por la que ella quiere formar parte del nacimiento de nuevos artistas en el país con un aporte en la educación musical. 

Así es como esta familia, que sufre la paternidad irresponsable del Estado, se mantiene viva y a veces hasta crece, con malabares y 'rebusca' para hacer sonar alto y afinadas las notas de su pasión por la música.

Imagen del decimocuarto concierto de la temporada 2012 de la Orquesta Sinfónica de El Salvador cuando conmemoró, el 31 de octubre y 3 de noviembre, los 90 años de trayectoria de la institución. / Foto: José Carlos Reyes.
Imagen del decimocuarto concierto de la temporada 2012 de la Orquesta Sinfónica de El Salvador cuando conmemoró, el 31 de octubre y 3 de noviembre, los 90 años de trayectoria de la institución. / Foto: José Carlos Reyes.

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