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Las desigualdades sociales oscurecen el vigésimo aniversario del fin del apartheid

La euforia de la libertad de hace 20 años que millones de negros sintieron en Sudáfrica se ha convertido en rencor para buena parte de esas mismas personas, que hoy siguen siendo víctimas de las desigualdades sociales, a pesar de que se remplazó con aparente éxito el apartheid, el sistema racial de los antiguos gobernantes blancos.


Jueves, 24 de abril de 2014
Sibongile Khumalo (AFP) / El Faro

Una niña sostiene una foto de Nelson Mandela, fallecido el año pasado y considerado el padre de la nación sudafricana. Se cumplen 20 años del final del apartheid. Foto archivo El Faro.
Una niña sostiene una foto de Nelson Mandela, fallecido el año pasado y considerado el padre de la nación sudafricana. Se cumplen 20 años del final del apartheid. Foto archivo El Faro.

Johannesburgo, SUDÁFRICA. En 1998, el presidente Thabo Mbeki decía que Sudáfrica era “un país de dos naciones”. Dieciséis años después podría repetirlo, ya que es uno de los países con más desigualdades del mundo.

Ashwin Desai, sociólogo de la universidad de Johanesburgo, está convencido de que los sudafricanos no se han beneficiado de la democracia La mayoría de la población sigue “hundida en la pobreza, frente a una riqueza siempre creciente del otro lado” de la escala social, entre los blancos, los indios y esta nueva burguesía negra que emergió desde hace 20 años.

“La democracia debería aportar más que la libertad, debe traducirse en una mejora del nivel de vida”, añade.

Aunque los estudios recientes demuestren que las políticas aplicadas por el gobierno del ANC, el partido en el poder desde 1994, han contribuido a resarcir injusticias, los progresos son muy lentos y desiguales.

Los ingresos mensuales de los hogares de los negros (80% de la población) han subido considerablemente desde el final del apartheid, pero no superaban los 5.000 rands (485 dólares) como promedio en 2011, seis veces menos que en las familias de blancos, mucho menos numerosas.

El salario neto mensual en Sudáfrica es de $290 como promedio: $232 entre los negros y $970 entre los blancos.

Casi la mitad de la población vive en la pobreza.

Lujo y villas miseria

En el país se construyen residencias a todo lujo muy cerca de las villas miseria que fueron emergiendo en terrenos ocupados, creando situaciones potencialmente explosivas.

Muchas de estas villas miseria se suelen rebelar contra las autoridades, no con el objetivo de apoderarse de lo que tienen sus vecinos ricos, sino para pedir agua, aseos, electricidad...En lo que va de año diez personas han muerto en manifestaciones que degeneraron en disturbios.

El ANC va perdiendo la aureola de su victoria contra el apartheid. Está acusado de corrupción y de incapacidad para generar empleo para millones de desempleados, en su inmensa mayoría negros, que según algunos cálculos representan casi el 40% de la población activa.

Muchos le reprochan no haber hecho lo suficiente para redistribuir la tierra, que sigue estando mayoritariamente en manos de los blancos. Poco más del 5% de la superficie agrícola ha cambiado de manos en 20 años, y no siempre en condiciones aceptables, un fracaso que el gobierno ha reconocido.

El economista Kwandile Kondlo estima que los progresos realizados estos últimos 20 años no tendrán ningún sentido si no se soluciona el problema de la tierra.

Los negros comienzan a sentirse abandonados en el tema de la propiedad, uno de los más importantes en la lucha contra el apartheid, que había reservado casi el 90% de las tierras arables a los blancos, explica.

Bomba de relojería

Existe un programa gubernamental de compra de tierras, pero los propietarios blancos piden precios altos, lo que pone en peligro las finanzas públicas.

Por eso se alzan voces exigiendo una expropiación de las tierras sin compensación alguna, como la de los Combatientes por la Libertad Económica (EFF), el nuevo partido del ex jefe de filas de los jóvenes del ANC, Julius Malema, que también quiere prohibir a los extranjeros que las adquieran. “Hacía falta que llegaran estas voces, puesto que el Estado ha fracasado. Estamos sentados en una bomba de relojería”, opina Kondlo.

Esta no es la única herencia del apartheid: la minoría blanca (9% de la población) sigue teniendo un mejor acceso a la educación y al mundo laboral a pesar de una serie de leyes que favorecen a los negros.

Los blancos ocupan por ejemplo el 63% de los puestos directivos en Sudáfrica, contra solo el 20% de negros, señala un informe gubernamental. Un estudio de 2012 mostró que los negros solo poseen el 21% del capital de las 100 principales empresas cotizadas en la Bolsa de Johannesburgo.

“Todos estos aspectos favorecen la emergencia de voces radicales”, advierte el profesor universitario Ashwin Desai.

© Agence France-Presse

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