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Infierno Zaatari

Miles de refugiados sirios prefieren correr el riesgo de morir regresando a su país en guerra que vivir en condiciones miserables, consecuencia del abandono de la comunidad internacional. Un buen porcentaje de los 100,000 refugiados del campamento de Zaatari, en Jordania, tiene la sensación de ser los grandes olvidados de esta guerra.


Domingo, 20 de abril de 2014
Mussa Hattar (AFP) / El Faro

Imagen del campo de refugiados sirios Zaatari, ubicado en Jordania, muy cerca de la frontera entre ambos países. Más de 100,000 personas conviven en condiciones de hacinamiento extremo. Foto Khalil Mazraawi (AFP).
Imagen del campo de refugiados sirios Zaatari, ubicado en Jordania, muy cerca de la frontera entre ambos países. Más de 100,000 personas conviven en condiciones de hacinamiento extremo. Foto Khalil Mazraawi (AFP).

Campamento de Zaatari, JORDANIA. “Nadie se interesa por los refugiados sirios. El mundo nos ha traicionado”, se queja Abu Isam. Algunos “prefieren volver a casa y correr el riesgo de la muerte a vivir con resentimiento” aquí, explica este hombre de 52 años mientras sus primos se preparan para subir a un autobús rumbo a Siria.

Los refugiados de Zaatari, un campamento de 7 kilómetros cuadrados muy cerca la frontera siria con Jordania, se han manifestado en varias ocasiones para denunciar sus condiciones de vida.

Hace dos semanas, estallaron nuevos enfrentamientos en el campamento que causaron la muerte de un refugiado y decenas de heridos, sobre todo policías. Todo empezó después de que la policía impidiera a varios refugiados salir del lugar sin autorización.

“La gente está harta de las condiciones de vida en el campamento. Muchas personas vuelven a casa a pesar de las destrucciones y la guerra”, asegura Hasan Zubi, originario de Deraa, en el sur de Siria. Su esposa y sus hijos también regresaron a Siria debido a las “condiciones infrahumanas” de Zaatari, explica.

Nos vamos a morir aquí”

Según cifras oficiales, un centenar de refugiados salen del campamento cada día para regresar a Siria a pesar de que la guerra ha causado más de 150,000 muertos y obligado a casi la mitad de la población a abandonar sus hogares. En total más de 100,000 volvieron a casa.

Pero al mismo tiempo la afluencia en el otro sentido parece imparable. Unos 500 sirios llegan cada día a Jordania, que ya acoge a más de medio millón de personas, el 80% de ellas en zona urbana.

“Hemos huido de una gran prisión en Siria para encontrarnos en una pequeña prisión en Jordania y me da la sensación de que vamos a morir aquí”, dice Alaa, de 37 años, oriunda de Homs (centro). “Queremos una vida normal (...) queremos comer, beber y vivir normalmente”, afirma.

“Aquí vivimos como animales”, protesta Ziad Shehadat, de 32 años.

Los refugiados se quejan del polvo y de penuria eléctrica en el campamento, situado en el desierto, donde las temperaturas alcanzan los 40°C en el verano y son glaciales en invierno.

Humillación”

La oenegé Care International afirmó en un informe publicado el miércoles que los refugiados en Jordania también sufren en las zonas urbanas, donde no consiguen llegar a fin de mes.

Según esta organización, que se basa en una investigación realizada con una muestra de más de 2,200 refugiados, el 90% de ellos deben dinero a sus familiares, a los propietarios de las viviendas, a comercios o a vecinos. Además, los alquileres subieron un tercio en un año.

“La incertidumbre sobre la capacidad para satisfacer las necesidades de sus familias provoca entre los refugiados niveles de estrés altos y las mujeres están expuestas a la explotación sexual”, destaca el estudio.

El coronel Abdel Rahman, responsable del campamento de Zaatari, coincide en que “la presión psicológica es enorme para muchos refugiados”.

Yusef Shehadat, padre de Ziad, dice con amargura que “más vale morir en casa que ser humillado aquí; creo que es como si no existiéramos”.

© Agence France-Presse

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