Opinión /

Un día después


Lunes, 10 de marzo de 2014
Carlos Gregorio López Bernal

Los procesos electorales, en tanto parte de las dinámicas político-sociales, son una tentación para que a los analistas les de por predecir o al menos “visualizar tendencias”. De vez en cuando, la realidad les recuerda que no tienen una bolita de cristal para predecir el futuro. Algo así aconteció con la segunda ronda en la elección presidencial. ARENA sacó fuerzas, quién sabe de dónde, y puso en angustias al FMLN que había asumido que este evento era más bien de trámite o en el mejor de los casos le daba la oportunidad de aumentar el margen de su victoria.

¿Qué hizo cambiar tan dramáticamente el escenario electoral? Habrá mucha tela que cortar al respecto. En las actuales circunstancias es más importante analizar las implicaciones. En primer lugar hay que destacar que, de nuevo, los votantes, el pueblo en general manifiesta más madurez política que los dirigentes políticos. Los votantes fueron a votar de nuevo, mostrando que confían en el sistema electoral, y no obstante los exabruptos de algunos dirigentes políticos la noche de las elecciones, la tranquilidad no ha sido alterada. Un día después de la votación, los que tienen la dicha de tener un trabajo fueron a trabajar como de costumbre y los que no lo tienen, pues seguirán en la “rebusca” como lo han venido haciendo.

En segundo lugar, es justo reconocer el trabajo realizado por el Tribunal Supremo Electoral. Constreñido por un marco legal que no le permite hacer mayor cosa en el ámbito jurisdiccional, el TSE ha conducido un proceso técnicamente impecable. No hubo mayores problemas logísticos, la votación se desarrolló tal y como estaba previsto, los dos partidos en contienda tuvieron toda la representación y los mecanismos de vigilancia que la ley establece. Y, sobre todo, los resultados de los comicios se conocieron al momento. El sistema de conteo se puso a cero a las cinco de la tarde y una vez que se comenzó a recibir resultados estos estuvieron al alcance de todo aquel interesado, ya fuera por los medios de comunicación o a través de la red. Realmente hemos avanzado mucho en materia de transparencia y confiabilidad electoral. El TSE ha demostrado serio compromiso con la democracia y respeto hacia la población votante.

En tercer lugar, hay que analizar las acciones y reacciones de los partidos en contienda. Y para ser objetivos, hay que decir que ambos hicieron su mejor esfuerzo; deben sentirse orgullosos de su capacidad de convocatoria y empatía con sus votantes. Pero ese entusiasmo partidario no debe dar lugar a acciones irresponsables que pongan en peligro no solo el proceso electoral sino la estabilidad del país. Desde el momento en que un partido se inscribe en unas elecciones debe ser consciente de que tiene dos opciones: ganarlas o perderlas; y debiería estar preparado a asumir cualquiera de ellas.

Y en este punto, ARENA, o al menos algunos dirigentes de ARENA, han dado malas señales. Hubo una temprana conferencia de prensa, sin la presencia de los candidatos, en la que ARENA se declaró ganador. Acción realmente irresponsable; el proceso de conteo apenas iniciaba y además los márgenes de victoria eran mínimos y muy difíciles de mantener. Más tarde aparecieron los candidatos, con los ánimos bastante desbordados y totalmente obnubilados por la pasión política reafirmaron su pretendida victoria; pero además descalificaron al Tribunal Supremo Electoral, acusándolo de favorecer al FMLN, de ser partícipe de un posible fraude ya que, según ellos, se había suspendido el conteo de votos y la transmisión de resultados. Afortunadamente, al mismo tiempo que las pantallas de televisión transmitían su exaltado discurso, mostraban que estaban mintiendo. En una esquina seguían apareciendo los resultados debidamente actualizados.

Al calor de la noche, el candidato Quijano se atrevió a insinuar que la Fuerza Armada y la Policía Nacional Civil debían estar vigilantes del proceso. Más que irresponsable, temerario. Lo último que este país necesita es que las fuerzas armadas o la policía intervengan en la política. Seguramente que nadie en la FAES o la PNC prestará oídos a palabras tan irresponsables y fuera de lugar. Hay una única instancia llamada por ley a definir los resultados y se llama Tribunal Supremo Electoral y al día de hoy esta instancia ha demostrado ser imparcial y transparente. ARENA tiene todos los recursos legales para defender sus votos y seguro que lo hará, por lo tanto debe cuidarse de expresiones exaltadas y desautorizar exabruptos como los señalados.

Comparado con ARENA, el FMLN se mostró más cauto y responsable; no pudo escapar a la tentación de declararse ganador, pero fue mucho más comedido. Y es que el FMLN tendrá que analizar con mucho detenimiento los resultados. Al momento de escribir este comentario, los números lo favorecen. Pero hay una distancia enorme entre su victoria de la primera ronda y esta, que aún está por definirse.

Para algunos dirigentes y activistas del Frente, esta ronda era puro trámite. No cabía en sus cabezas que ARENA pudiera reponerse, superar sus divisiones internas y el desgaste a que lo habían sometido las diferentes campañas: la del FMLN, vale decir la menos incisiva, la de ALBA, aparentemente inocua, pero insistente, y la del presidente Funes, insidiosa y burda, pero igualmente desgastante. En la segunda ronda, ARENA hizo cambios no tan evidentes, pero aparentemente efectivos, sobre todo en el trabajo territorial; algunos dirían que incluso la empresa privada se movilizó e intentó contrarrestar la propaganda de ALBA, mostrando que también el capital privado tiene sensibilidad social y ayuda a los más necesitados.

Los resultados hasta hoy conocidos muestran que, por una u otra razón, el escenario político cambió, y que aún en el caso de que el FMLN terminara ganando, como la lógica indicaría, asumirá el poder en un escenario muy diferente al que avizoraban en febrero. Podría decirse que el FMLN perdió al ganar y ARENA ganó al perder. Legalmente, en una segunda ronda, la presidencia se puede ganar por un voto. Políticamente, una victoria contundente (como fue la de la primera vuelta) y una por una mínima diferencia, como será esta, tienen significados diferentes. ARENA lo sabe y el FMLN debiera saberlo.

Hasta hoy, parecería que el FMLN, y sobre todo sus candidatos, son conscientes de las implicaciones políticas de este resultado. Tenían que celebrar, no les quedaba otra opción, pero seguro después de su celebración tendrán que analizar y pensar mucho en lo que se avecina. Si su triunfo se confirma, tendrán que enfrentar al país y todos los problemas que el marketing de su campaña obvió. Y además deberán ser conscientes de que ARENA sigue siendo una fuerza política importante, con la que tarde o temprano deberán negociar y llegar a acuerdos.

Esta jornada electoral deja, más bien debería dejar, algunas lecciones a los salvadoreños:

Al FMLN: que cuando la democracia funciona y los procesos electorales son libres y transparentes, no es conveniente dar por segura ninguna victoria. A ARENA, que la entereza para superar un primer resultado adverso no da derecho a ignorar que también se puede perder un margen extremadamente estrecho y que también ese resultado es válido y legítimo. A los analistas políticos: hay que ser más humildes. Pocos reconocieron que los resultados los sorprendieron, y en el fondo estaban realmente sorprendidos. Al presidente Funes: algo ayuda; demasiado desespera. No sería extraño que su arrogancia y prepotencia hayan terminado por hartar a muchos votantes, que al votar por ARENA le dijeron: No más. Usted no está por encima de la ley.

Mucho podría haber de positivo en todo esto. Si los partidos en contienda son suficientemente maduros y aceptan y reconocen los resultados que dé el TSE, la democracia salvadoreña se fortalecerá. Ambos partidos tiene razones para sentirse orgullosos de los resultados, pero tienen muchas más razones para ser humildes, para dejar de lado discursos triunfalistas y excluyentes y sentarse a reflexionar sobre lo actuado y sobre todo sobre los grandes retos que el país debe enfrentar y que ellos, al pretender dirigirlo, deben asumir con plena responsabilidad.

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